lunes

El Rey de los Cerdos 02

Cómo el chico más nerd, gordo y desagradable consiguió hacerse con un harén en su propia casa. Sexo con Valeria, su hermana mayor. Embarazo. Incesto. Control Mental.

Pasaron unas semanas desde aquel primer incidente con su experimento científico, que terminó con Ovidio corriéndose en la boca de su desagradable hermana mayor Valeria, mientras ésta disfrutaba de un potente orgasmo gracias a su propio consolador.

Los días siguientes el obeso nerd de gafas de culo de botella pasó más miedo que nunca en su vida. Temía que Valeria recuperara la memoria de lo que pasó, y buscara vengarse. Pero no sucedió nada. La vida proseguía como siempre. A excepción de cada noche, a la una en punto, que el gordo conectaba su portátil a la webcam del pc de Valeria, y como le ordenó hacer, la espiaba mientras ella se masturbaba el coño y el culo con sus consoladores nuevos, murmurando el nombre de “Ovidio” su asqueroso hermano menor. Así que de verdad funcionaba. Incluso dar órdenes a largo tiempo. Ella las cumplía y luego seguía con su vida como si nada, sin sospechar que su hermano nerd la tenía manipulada mentalmente.

En esas semanas Ovidio aprendió mucho sobre programación mental, neurolingüística, y ondas cerebrales. A través de acierto y error calibró el radio de acción de su maquina de control mental, que inventó por accidente, y casi incendia la casa en el intento. Quería trabajar en un modelo más portátil, para no verse obligado a permanecer en la casa, y también quería afinar la intensidad del efecto, para conseguir ajustarlo a su gusto. Es decir, lograr que el cuerpo acatara la orden que él le diera, pero que la mente de su víctima fuese consciente de todo, y no pudiera evitarlo. Eso sería la puta hostia. Pero por el momento debía conformarse con lo que tenía, y ahora que estaba mucho más seguro de la manera de actuar, que no eran efectos pasajeros y que cualquiera dentro de aquel radio de su hogar afectado por las ondas, obedecería sin rechistar a cualquier orden que el seboso le diera.

Se había pasado día y noche sin descansar a penas a dormir, o comer. Masturbarse sí, cada noche a la hora en que la rubia explosiva de su hermana comenzaba a meterse los consoladores por su coño y por su culo, murmurando su nombre entre gemidos, Ovidio conseguía los mejores orgasmos de su puta vida. Había llegado el momento de dar un paso más allá con su hermana mayor y follársela a gusto por su rico coño de puta. Sus padres y hermana pequeña iban a estar fuera unas horas, así que tenían la casa para ellos dos.

Sin más demora, el obeso nerd con sus gafas de culo de botella, vestido solo con una bata tan sucia como él mismo y zapatillas de estar por casa, se dirigió al piso de abajo, donde su hermana Valeria estaba viendo la televisión, ignorándolo por completo. Ovidio alzó la mano y le mostró un traje de criada.

—Vamos a hacer cosas de hermanos, puta. Ponte esto. Sin ropa interior.

—Si, mi Señor.

Ovidio se quedó en pie mirando como la preciosa rubia que compartía genes con él se levantaba del sofá y comenzaba a quitarse la ropa como si fuera lo más normal del puto mundo. Una vez desnuda, el cerdo seboso con papada se aguantó las ganas de lanzarse encima de ella. Tenía pensado algo buenísimo. Podía disfrutar del espectáculo. Valeria terminó de desnudarse y se puso una faldita negra con volantes blancos corta por donde acababan sus nalgas, y que dejaba su ombliguito a la vista. El conjunto no tenía parte de arriba, simplemente el delantal de fina tela blanca que cubría a penas sus generosas tetas, y la cofia con lacitos a juego con el conjunto. Se puso sus zapatos de tacón negros.

—Joder que buena estás zorra. Ve a prepararme la cena.

Su hermana mayor se dirigió a la cocina, que estaba justo ahí mismo, sin divisiones con el comedor. Ovidio la iba observando mientras picaba verduras, sacaba la carne de la nevera y ponía a calentar una sartén. Más pronto que tarde, el obeso nerd de gafas de culo de botella se le acercó por detrás a Valeria y la abrazó, manoseándole por encima de la tela ese cuerpo tremendo que Dios le había dado a esa maldita rubia de infarto de mirada celeste. Ella hacía como que no le importaba nada de eso, ni las manos de su hermano menor en sus tetas, ni el roce continuo del enorme pollón del asqueroso de Ovidio en su culo, ni cuando comenzó a lamerle el cuello, dejándole un buen chupetón ahí. Que todo el mundo supiera que aquella guarra le pertenecía a él joder.

El chico con descuidado y grasiento pelo pajizo vio un par de las zanahorias que Valeria no había usado para cocinar aun, cada una del tamaño de su dedo grueso, y las cogió de encima de la encimera, arrodillándose entre sus piernas. Levantó la parte de debajo de la faldita del vestido de sirvienta y lo enganchó a la cinturilla de la parte de arriba de la falda, dejando el trasero de su hermana mayor totalmente a la vista ya su completa disposición.

—Menudo culo tienes, perra.

Ovidio separó los cachetes y miró el orificio del que la vez anterior su hermana dijo que le dolía demasiado como para dejarse follar por él. Palpitaba intenso, igual que palpitaba duro su coño de guarra. Normal, después de casi un mes de haberla condicionado a masturbarse día sí día también con un consolador en cada orificio, y obligarla a pensar en él mientras lo hacía, cada vez que se excitara en su día a día, o al momento de correrse. El cuerpo y la mente de Valeria comenzaba a estar condicionados a sentir excitación cuando tenía a Ovidio cerca, y más si era cerca de sus zonas más erógenas.

El gordo seboso se inclinó y comenzó a lamerle el orto a la estúpida de su hermana mayor. Ella jadeaba suave, sin dejar de cocinar para él, mientras su hermano menor hacía lo que se le antojaba con su cuerpo de ninfa. Por ahora no iba a violarla por el culo. Quería esperar un poco más, a ver si conseguía hacer funcionar el aparato de control mental de tal forma que su víctima fuera consciente de lo que estaba sucediendo, pero le resultara imposible desobedecerle en nada. Esa noche el asqueroso de Ovidio lo que quería era reventarle el coño a pollazos a su preciosa hermanita. Y con suerte, preñarla, ya que hacía un mes que ella había dejado de tomar las pastillas anticonceptivas por orden suya.

Tras un ratito deleitándose con el culo de Valeria, Ovidio juntó el extremo fino de ambas zanahorias y comenzó a penetrarle el ano.

—Te encanta que te follen por el culo, aunque te duela. Tanto como te gusta que te metan una buena polla de hombre por tu coño de puta. Cada vez que sientes dolor, tu coño palpita de placer.

Él no desaprovechaba ni una sola ocasión para condicionarla a su gusto y preferencias. Y así comenzó a suceder. En cuanto Ovidio comenzó a follarle el culo a Valeria con ambos vegetales al mismo tiempo, a buena velocidad, con su textura tan rugosa, y siendo ambos juntos de tamaño considerable para una virgen anal, que solo practicaba con dilatadores de menor tamaño, ella comenzó a sentir dolor en su orto, pero en vez de llorar o quejarse, su coño comenzó a palpitar, a inflamarse por el placer y a soltar una buena cantidad de jugos de zorra.

—Hmmm muy bien puta.

El asqueroso metió su lengua dentro del coño de su hermana mayor y saboreaba sus jugos de hembra mientras le sodomizaba el culo con esas dos zanahorias. Sorpresivamente, ella comenzó a gemir cada vez más alto, y sus piernas le temblaban al momento de llegar al deleitante orgasmo gracias a las acciones del cerdo salido del nerd de su hermano menor.

Tras limpiarle el coño de tantos jugos como fue capaz, Ovidio dejó las zanahorias incrustadas en lo más hondo del culo de Valeria, sobresaliendo por fuera solo las hojitas verdes.

— A partir de ahora, avísame cuando tengas ganas de correrte. Yo decidiré si quiero dejarte hacerlo o no. Sigue cocinando. No tardes que tengo hambre. ¡Y que no se te caigan las zanahorias de dentro del culo o me enfadaré!

—Si… mi Señor —respondió la espectacular rubia, con voz entrecortada por el placer.

Poco después, la eficiente Valeria ya había montado la mesa para un comensal, que la esperaba impaciente sentado en la silla presidencial de la esquina, de la que le sobresalían las carnes obesas por todos lados. La bata estaba desabrochada y su polla durísima emergía entre sus piernas mirando al cielo de manera amenazante. Como siempre, Ovidio hacía mucho que no se duchaba, y el penetrante olor de su sexo era asqueroso. Además de poseer un rabo que a más de una le daría temor por lo larguísimo y grueso que era. Pero su hermana mayor, en pleno control mental, no sentía asco de él, ni tampoco miedo. Su coño seguía soltando jugos de mujer, deseosa de ser follada por su Dueño y Señor.

La muchacha rubia dejó el plato y la bebida sobre la mesa, y esperó a la siguiente orden de su hermano menor.

—Vas a darme tú de comer —le dijo a la preciosa rubia de ojos azules— Pero lo harás sentada sobre mi regazo. Vamos, ven aquí y metete tú solita mi polla dentro de tu coño de puta.

—Si, mi Dueño.

Valeria se acercó al lado del obeso asqueroso que tenía por hermano menor y se situó sobre su regazo, de costado a la mesa y al seboso de su Dueño, para alcanzar la comida y la boca de su Señor. La maldita polla de aquel pervertido violador era tan enorme y larga, que su hinchadote glande ya le rozaba los labios vaginales, incluso estando ella de pie todavía. La preciosa hembra rubia fue haciendo presión hacia abajo, intentando meterse todo el tronco posible del pollón de su hermano menor, pero es que era difícil por su tamaño descomunal, al que no estaba nada acostumbrada. Sus consoladores eran mucho más pequeños. Y aquello se sentía como estar siendo empalada por una gordota y larguísima estaca de dura piedra sin fin.

—¡AaaAaaaaaAAaaaaaahhhh…! —gemía ella mientras se atravesaba sola el coño con la dura verga de su hermano.

—Casi lo tienes, puta —dijo Ovidio.

Pero al ver que los últimos centímetros de rabo no era capaz de metérselos dentro de su coño de guarra, el cerdo terminó abrazándola estrecho y embistiendo con su pollón de acero todo lo potente que fue capaz, con todas sus malditas ganas, consiguiendo ahora ya sí que su rabo gigantesco desapareciera enterrado hasta las putas pelotas en el interior del goloso coño de la puta de su hermana.

Tras soltar un buen grito, la pobre Valeria temblaba y sudaba y sentía un delirante dolor en su coño, acompañado de más dolor y molestia por las dos zanahorias que todavía permanecían incrustadas bien hondo en su culo de zorra.

—Bien, guarra. Ahora mueve tu coño suave en círculos, sin sacarte mi polla de dentro ni medio milímetro. Y dame de comer.

Así lo estuvo haciendo Valeria, manteniéndose totalmente empalada en aquella polla imposible de lo grande que era. Su coño estaba tensado al máximo posible y mandándole oleadas de muy intenso dolor y más intenso placer. Estirado al límite, soportando en su interior un rabo duro y grandioso. Y acercándole a Ovidio pedacitos de la comida que le había preparado con un tenedor. Pero por mucho que adorara la comida, el nerd seboso y grasiento era virgen y ardía en deseos de follarse de una puta vez a la estúpida insoportable de su hermana y derramarle dentro su corrida de macho. Así que le ordenó.

—Deja ya la comida. Levanta la pierna y date la vuelta sin sacarte mi polla de dentro. Te quiero cara a cara conmigo mientras destrozo ese coño de zorra que tienes.

—Si, mi Dueño y Señor.

La rubia impresionante alzó su pierna y la pasó costosamente entre su cuerpo de ninfa y el obeso torso del gordo de su hermano menor nerd, hasta quedar cara a cara con él y sin haber sacado lo más mínimo su duro pollón de acero del interior de su apretadito coño de guarra.

—Bésame puta. Y comienza a moverte. Cabálgame.

Valeria apoyó sus manos sobre los hombros carnosos del seboso de su hermano menor y acercó sus labios de fresa a la bosa asquerosa del nerd, para comenzar a morrearle con todas sus ganas, mientras comenzaba a subir y bajar su precioso cuerpecito envuelto en traje de sirvienta, empalándose ella sola aquella durísima y enorme verga que sentía que la iba a partir en dos.

—¡Dime que amas sentir la dura polla de tu Dueño y Señor destrozándote ese coño de puta que tienes!

—¡AaaAaaaah… amooo… ssentir… Hhhmmm… laa duura pollaaa de… dde… mi Señooor… AaaAaaaahh… destro… zándo… mmiii… Aaaahhh… miii coño de putaaaa!

Ovidio le quitó el delantal, dejándole solo ya su faldita corta de vuelos de sirvienta puesta a Valeria, la cofia con lacitos y sus zapatos de tacón. Las preciosas tetazas de su hermana quedaron al descubierto, bamboleándose al ritmo que ella se lo estaba montando. El obeso nerd juntó ambas tetas y amorró su cara en medio de éstas, disfrutando de su suave textura. Las chupeteó y las mordisqueó a gusto. Las estrujó con sumo deseo, mientras perdía su virginidad gracias al coño rico de su hermana mayor, que se lo follaba con el mayor placer del puto mundo. Menuda guarra se había agenciado como esclava sexual. Y mucho más guarra y masoquista que se volvería gracias al control mental que ejercía el obeso apestoso de Ovidio sobre ella.

—¡Fóllate mi polla más duro, zorra de mierda! ¡Más rápido! —exigió el violador a su hermana.

Valeria comenzó a cabalgarle aun más rápido y profundo, y los gemidos de ambos se elevaron todavía más a medida que el abuso a aquel coño prieto delicioso se hacía más violenta. El nerd obeso pasó sus manos atrás del cuerpo de la preciosa ninfa rubia que lo estaba montando y palpó las dos zanahorias que antes le incrustó en su culo mientras le cocinaba. Con una mano apartó una nalga, clavándole las uñas, y con la otra agarró el extremo grueso de los vegetales que comenzaba a asomarse ya por el orto de su hermana mayor y comenzó a abusarle el culo con ellos, sodomizándola sin compasión, mientras ella dedicaba todas sus fuerzas y energías a empalarse una y otra vez sin descanso su enorme pollón duro como una maldita piedra.

Valeria morreaba al asqueroso de Ovidio cada vez que él se lo ordenaba, fue ajustando el ritmo y la intensidad de la follada que le pegaba a su polla de nerd obeso al que él le marcaba como de su preferencia, mientras soltaba gemidos intensos por el pollón enorme que estaba atravesándole el coño y las dos zanahorias con las que su hermano menor le estaba destrozando al mismo tiempo el culo.

—¡Aaaaaahhh Aaaaaaahhhhh Necesitooo corrermeee mi Señooooor!

—Podrás hacerlo en cuanto sientas mi leche derramándose en tu útero y preñándote, guarra. Siéntete honrada y feliz porque alguien como yo haya decidido utilizarte como recipiente para gestar su descendencia.

—¡Ssii… AaaaAaaaahhh… me siento muy feliz de dejarme preñar por mi Dueño!

Y así, al poco rato Ovidio terminó eyaculando efusivamente en el interior del coño de Valeria, y su hermana mayor, al notar el ardiente torrente de espeso esperma apestoso inundándole el coño adolorido, de pronto sintió un extasiante orgasmo atravesándola de arriba abajo, su coño comenzó a estremecerse, así como su culo, palpitando intensos y atrapando en el interior de cada orificio con furia el duro rabo de su hermano, y los vegetales.

La pobre muchacha quedó medio desmayada por la abusiva experiencia que acababa de vivir.

—A partir de hoy ya no te masturbarás más en tu cuarto. Vendrás con los consoladores a masturbarte a mi habitación completamente desnuda. Y me chuparás la polla cada noche mientras te follas el coño y el culo tu misma. Cada noche. ¿Comprendido, puta?

—Si, mi Señor.

Seguramente más de una noche Ovidio terminaría volviéndose a violar el rico coño de su hermana mayor en una de esas visitas nocturnas para que se masturbara ante sus ojos y le chupara la polla. Imposible resistir la tentación. Además, tenía que asegurarse de dejarla preñada cuanto antes. Y para conseguir eso nada mejor que corrérsele dentro cuantas más veces mejor.

El nerd miró la hora. Todavía tenían bastante rato antes de que volviera la familia.

—Arrodíllate entre mis piernas y lámeme la polla, cerda.

—Si, mi Dueño y Señor.

Cuando Valeria se incorporó con las piernas temblorosas, y se sacó el pollón enorme y blando de su hermano menor nerd de dentro del coño, comenzó a rezumarle una cantidad generosa de lechada de cerdo seboso de su vagina violentada, que hizo un charco entre sus piernecitas de ninfa mientras ella se arrodillaba y se dedicaba laboriosamente a lamerle la polla a Ovidio, limpiándosela de corrida y poco a poco volviendo a ponérsela dura. Luego le ordenaría a la puta de su hermana que limpiara todo aquello con la lengua… ahora aun tenía que follársela una o dos veces más.

—No te olvides de mis cojones. Y baja a mi perineo también, puta.

Valeria no podía responderle con la boca ocupada. Iba acatando los mandatos del seboso de su hermano nerd a medida que los iba oyendo. Dejó de limpiarle el tronco y bajó a lamerle todo el escroto, sin dejarse ni un rinconcito sin lamer. Luego enterró su cara bajo los cojones cargados de leche de Ovidio y estiró mucho la lengua para darle placer a su hermano seboso entre su orto y sus huevos, en esa zona tan rica de sentir que era lamida.

En ese preciso instante se abrió la puerta de la calle y entraron la madre, el padre y la hermana pequeña de Ovidio y Valeria.

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