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¿Dónde queda el «para siempre» que me prometiste? [OzxGilbert] Pandora Hearts HardYaoi

Este episodio transcurre al final del manga 65 (ojo ¡¡SPOILER!! si no lo has leído no sigas). Gil, herido de bala, tiene una visión en la que se entera que su amo no fue Jack, sino Glen. Oz, poseído por Jack, mata a Leo (que es la reencarnación de Glen)...





Vuelven a la mansión. Mientras Sharon le cura las heridas, Gil tiene un ataque de ira, y empieza a recriminar a gritos a Oz que haya matado al que fue su amo, justo ahora que acababa de enterarse de la verdad. Break, Sharon y Liam, allí presentes, empalidecen cuando Gilbert, completamente fuera de si, saca su arma y apunta al pecho de Oz. Pero, evidentemente, se le hace imposible apretar el gatillo. En cuanto su ira desaparece, la mano le empieza a temblar y deja caer el revólver al suelo.

«¿Pero qué he hecho, Dios mio, qué he hecho..?» dice Gil, enterrando su cara entre las manos, llorando desesperado.

Oz, que en ningún momento ha perdido la compostura, y se ha mantenido en silencio, soportando dignamente las recriminaciones de su sirviente, toma una determinación. Con gesto serio mira a Gilbert, y le dice:

«Acompáñame. Quiero hablar contigo a solas»

Oz sale por la puerta seguido por el cabizbajo Gilbert, que tras su momentáneo estallido de ira, ha vuelto a su estado normal, y se siente profundamente deprimido por su comportamiento, y desconcertado por la situación, porque Oz ha matado a Glen, el que fue su amo, y su mente le pide a gritos venganza, pero en su corazón sabe que jamás podría hacerle daño a Oz. Desde niños su joven amo ha sido para él un hermano, el mejor amigo, y hasta algo más... Gil sacude la cabeza, intentando alejar esos extraños pensamientos de su mente.

Al mirar alrededor ve que han salido de la casa, y están atravesando el jardín, en dirección a las caballerizas. Todo el camino andan en silencio. Al llegar a los establos, Oz abre la puerta y la aguanta para que entre su avergonzado sirviente, luego la cierra tras él, y empieza a hablar:

«Te has pasado de la ralla diciendo esas cosas de mí, Gilbert» éste baja la cabeza, con la mirada fija al suelo «Además, dime, ¿dónde queda el «para siempre» que me prometiste? Yo creía en ti. Y tu vas y me apuntas con tu pistola... ¿Qué ibas a hacer, Gil? ¡¿Ibas a matarme?!»

Gilbert empieza a llorar de nuevo. A pesar de que él es un hombre de 24 años y su amo esté encerrado en un cuerpo de niño, el aura de Oz, su enorme personalidad, le aplasta hasta hacerle sentir como una cucaracha inmunda.

«Lo siento, joven amo... no sé qué me pasó... me dejé llevar por la ira... perdóname por favor...»

Diciendo esto, Gil se arrodilla a los pies de su amo, suplicando entre sollozos que le perdone por su falta. Oz sonríe para sus adentros. Hacía mucho tiempo que esperaba tener una oportunidad como esta, y no la iba a dejar escapar...

«Ponte de pie, Gil, y quítate los pantalones»

Gilbert se sonroja al oír las duras palabras de su amo...

«... ¿Cómo?»

«Ya me has oído, y los calzoncillos también. Quédate solo con la camisa puesta»

Gil siente el rostro completamente encendido en llamas...

«... pero... amo...»

«¡No hay peros que valgan!» le responde muy seriamente Oz «O aceptas el castigo que tengo pensado darte, o te vas de mi casa, pero entonces no te quiero volver a ver nunca más.»

Las últimas palabras de Oz resuenan en la cabeza de Gilbert, son la peor sentencia que podía darle su amo «no te quiero volverle a ver NUNCA MÁs»... acorralado y sin otra opción que la de obedecer a su amo, se quita el cinturón, se baja los pantalones y, por último, se quita los calzoncillos. Oz le observa detenidamente, sin perder detalle, con una sonrisa maliciosa en la cara, recordando aquello que ocurrió hace poco más de diez años, el día del cumpleaños de su hermana, justo antes de que le enviaran al abismo....



** INICIO DEL FLASHBACK **

Es una noche tormentosa. Ha sido un día de celebraciones y Oz duerme apaciblemente en su habitación. Como otras tantas veces, el pequeño Gil entra corriendo en la habitación de su amo, y se mete, asustado por los truenos, bajo las sábanas. Abraza a Oz, que está tumbado de lado, por la espalda, pegando su pecho a ella. Oz se despierta y se da cuenta de lo que ocurre. sonríe y vuelve a cerrar los ojos. Casi estaba ya dormido cuando siente la pequeña mano de su sirviente bajando lentamente por su estómago, hasta llegar a acariciarle el miembro por encima del camisón.

Gil, creyendo que Oz está dormido, y no pudiendo contener más sus deseos indecorosos hacia él, baja la otra mano hasta lograr agarrar su propio pene, y así empieza a masturbarse, mientras con la otra mano toca con sumo cuidado el pene de su joven amo. Oz, que hasta ese momento no se le había pasado por la cabeza el hacer algo así con Gilbert, pero sabiendo que si ahora decía algo su amiguito moriría de vergüenza, y sintiendo, para su sorpresa, que empezaba a gustarle sentir el roce del pene de Gil en su trasero, se queda quieto y no hace nada. Finalmente Gilbert se corre, dejando todo el camisón manchado de su semen. Abraza a su querido amo, le da un beso de buenas noches en el cuello, y se duerme a su lado.

Desde aquel día Oz se había masturbado varias veces rememorando aquella noche, y quería repetir la experiencia. Quería sentir de nuevo ese gran placer. Pero no sabía cómo hacerlo. Si le decía la verdad a Gil seguro que lo haría encerrarse más en si mismo. Se sentía torpe como amo, y tenía mucho miedo de equivocarse y quedarse sin su amigo del alma. La persona más importante para él en este mundo.

Luego cayó al abismo. Y al volver, su pequeño Gil de había convertido en un apuesto hombre, que aún le atraía más que antes. Lo que Gil no sabía es que su joven amo ya no era ese niño frágil de antaño. Desde que hizo el pacto con B.Rabbit su alma empezó a corromperse. Y lo más importante, ya no sentía miedo por nada.


** FIN DEL FLASHBACK **



Oz se acerca al lado de Gilbert, recoge el cinturón que ha dejado tirado en el suelo, lo pasa por el cuello de su sirviente y lo ata, como si fuera un perro. Cogiendo el cinturón a modo de correa, lo guía hasta una banqueta donde hay puesta una silla de montar.

«Túmbate aquí, boca abajo» le dice Oz.

Gil obedece, sin rechistar. Ya se sentía avergonzado antes, pero este castigo parece excesivo, aunque bien mirado, su comportamiento de antes había sido terrible, y lo merece.

«Dame tus manos» le dice Oz, y aprovechando el trozo sobrante del cinturón que le ha atado al cuello, amarra sus muñecas juntas a la espalda, dejándole completamente inmóvil y a su merced. Oz se va a un rincón, coge una de las fustas de doma de caballos y vuelve al lado de Gilbert, que al verlo empieza a temblar de miedo, y suplica a su amo...

«Por favor Oz, perdóname, he sido un verdadero idiota, pero esto es demasiad...»

¡¡CHAS!! Oz da un golpe con la fusta contra una de las columnas, el chasquido de la madera resuena por toda la estancia.

«¡Cállate, sirviente estúpido! Ya te he dicho que la decisión de aceptar o no este castigo es cosa tuya. Pero tendrás que atenerte a las consecuencias»

... de nuevo las palabras dichas antes por Oz bailan en la mente del sirviente «no te quiero volverle a ver NUNCA MÁs»... Gilbert entiende que no tiene más remedio que aceptar sumisamente el castigo que le va a imponer su amo

«Si amo, tienes razón, perdóname.» dice Gil, bajando la cabeza y fijando la vista al suelo.

Oz se sitúa a la espalda de Gilbert, que está tumbado boca abajo atravesado en la silla de montar, desnudo de cintura para abajo, con el culo en pompa, y las manos atadas al cuello con el cinturón, de tal manera que el más leve movimiento hace que se ahogue.

¡ZAS! Oz da el primer azote en el culo de su sirviente. Gil cierra los ojos y procura no gritar.

¡ZAS! ¡ZAS! ¡ZAS! Oz se ensaña cada vez más, golpeándole más fuerte y más rápido. Unas finas lineas amoratadas empiezan a aparecer en la pálida piel de Gilbert.

¡ZAS! ¡ZAS! Otro golpe... y otro más... Oz no se detiene hasta que siente que realmente ha hecho pagar a su sirviente por su traición. Pero esto solo es el principio del castigo que Oz tiene pensado darle.

Sin previo aviso, Oz abre las nalgas de Gil y le introduce la lengua dentro de su orificio posterior... al sentirlo, el sirviente abre los ojos como platos y su cara se enciende, adoptando una tonalidad casi granate... no sabe qué hacer o decir... estaba preparado para soportar los azotes de su amo... pero esto es...

La lengua de Oz entra y sale de ano, lamiendo con deleite todo el perímetro que lo rodea, y hasta llegar a los huevos también... dos de sus dedos acompañan las lamidas, introduciéndose en el agujero ya lubricado con algo de dificultad. Esto es ya demasiado para Gil, que siente como su polla empieza a animarse, y se le va poniendo cada vez más dura por las caricias de su amo... hace acopio de valor, y dice, casi en susurros:

«Amo... para por favor... esto es demasiado vergonzoso para mi....»

Oz saca la lengua de su culo y se pone frente a Gil, se acuclilla, y mirándole fijamente, le responde:

«Dime con sinceridad, mirándome a los ojos, que no lo estabas deseando, y prometo que pararé en el acto. Serás libre de irte, ya has cumplido con tu castigo»

Gilbert se siente entre la espada y la pared. Hacía AÑOS que soñaba con tener una relación más estrecha... más física... con Oz... pero aun así... se siente intimidado... increíblemente avergonzado... pero no va a mentir a su amo... así que responde, con voz entrecortada, las mejillas encendidas de rubor, y sin poder separar la vista de esos ojos esmeralda que lo tienen atrapado:

«Si que lo deseaba, amo, pero...»

Gil no puede terminar la frase, pues Oz le ha agarrado por el cuello y le está dando un cálido beso. Sus lenguas juguetean. Gil siente el corazón latiéndole a mil por hora. Oz se separa, y mientras se baja los pantalones, dice:

«Abre la boca, duque de Nightray» éste así lo hace, y el joven amo empieza a meterle el rabo entre los labios. Gil se siente absolutamente superado por esta situación. Cierra los ojos y se dispone a hacerle a su amo la mejor mamada, a pesar de su miedo y sus nervios, no puede evitar estar disfrutando con esto... saber que ¡por fin! tiene el rabo de Oz en la boca hace que su cachondez crezca hasta límites insospechados. Su polla está tan dura como una piedra, aprisionada entre su cuerpo y la silla de montar en la que está tumbado.

Oz se pasa un buen rato disfrutando de la mamada de Gilbert, y antes de correrse, se para, y vuelve a ponerse tras Gil, que, como puede, gira la cabeza y mira con ojos aterrados a su amo.... Oz le dice, sonriente:

«Si gritas mucho te van a oír, y vendrán a ver qué pasa. Así que, por tu propio bien, más te vale que no armes mucho escándalo»

Y dicho esto, apunta su polla al agujero posterior del sirviente, y empieza a empujar con fuerza. Al principio le cuesta, pues es un agujero muy estrecho, y Gil está muy tenso, pero armado de paciencia, Oz va dando pequeños empujoncitos... tiene todo el tiempo del mundo, y realmente no quiere dañar a Gilbert, todo lo contrario, lo que quiere es que su sirviente disfrute tanto como él de esta fantástica experiencia. Lo agarra con fuerza por las caderas y termina de enterrar su rabo en el ano de Gilbert, que tiene los puños cerrados con fuerza, como sus ojos, y aprieta los dientes con fuerza. El dolor que siente es infernal. Siente el esfínter a punto de reventar con la polla de su amo metida hasta los huevos. Oz le acaricia la espalda y le susurra...

«¿Estás bien, Gilbert?»

Gil abre los ojos, gira un poco la cabeza y le dice:

«Si amo, duele, pero puedo soportarlo»

«Bien» dice Oz, y empieza a sacar su rabo del ano del sirviente. Antes de sacarlo del todo, vuelve a empujarlo dentro. Con lentitud... a fuera... y a dentro... una y otra vez... con el paso del tiempo Oz siente que Gil se relaja y le es mucho más sencillo empalarle... pone su mano bajo el cuerpo del sirviente, y le coge el rabo duro con la mano, para ir acompañando sus embestidas, que ahora son más rápidas, con los movimientos de su mano.

Gilbert ya no siente tanto dolor, sigue ahí, pero el placer que le llega en oleadas hace que casi lo olvide. Su amo le está masturbando... su amo está dentro de él... se lo está follando, como tantas veces había soñado... sus sueños prohibidos se hacen realidad... un gemido se le escapa...

«Aaaaaaah....»

Oz, al ver que Gilbert empieza a disfrutar con esto, aumenta el ritmo de sus embestidas, metiendo y sacando frenéticamente su polla del culo de él. Su mano lo acompaña, cada vez más fuerte... más rápido...

«Aaaaaaaaaaaaah....!!!! Amo.... ¡¡¡ME VOY A CORRER!!» grita Gilbert

Oz culea unas cuantas veces más, introduciéndole la polla hasta lo más profundo de su ser... cuando siente que la mano empieza a estar pringosa por la corrida del sirviente, se deja llevar, le clava el rabo hasta el fondo, y se corre copiosamente en las entrañas de Gilbert.

Cuando termina, se inclina sobre él y le da un beso en el cuello. Luego lo desata y le pide que se vista. Antes de volver a la mansión, Oz le da una última orden a su sirviente:

«A partir de hoy, cada noche, cuando todos se hayan ido a dormir, vendrás a mi habitación y te acostarás en la cama a mi lado... como aquel día... el cumpleaños de Ada... ¿lo recuerdas? porque para mí es como si hubiera pasado ayer... tu mano en mi polla... tu cálido semen mojando mi espalda»

Gilbert se queda sin palabras... él creía que su amo dormía, que no se había enterado de nada...

«Ya ves, Gilbert» sigue Oz «este castigo te lo has buscado tu mismo por tu comportamiento en el pasado. Nunca lo olvides, y menos conmigo. Todo acto tiene su consecuencia»

Dicho esto se va, dejando al pobre sirviente desconcertado, feliz y dolorido.


FiN.

La pequeña sumisa [VincentxAda] Pandora Hearts

Si sigues la serie, cuidado , ¡puede haber spoiler!



En el capitulo 46 Vincent tiene una cita con Ada. Él quiere utilizarla para sus propios fines. Van a la Opera, se comporta como un caballero. Le dice «Me permitirás ver tu yo real, aquello que nadie más ha visto de ti?» le lame la mano «¿la real?» dice ella «si, desnúdate tu misma» piensa él «te convertiré en mi juguete». Ada lleva a Vincent a una de las mansiones de su tío, él piensa «yo te manchare, te voy a empañar esa mascara pura que vistes, con mis propias manos» ella le dice «Vincent-sama, por favor mire, esta es mi real yo» y se pasa tooooda la noche hablándole de esoterismo, cartas de tarot, budú... al pobre Vincent se le queda una cara... jajaja... bueno, mi fanfic enlaza cuando ella le abre la puerta de la mazmorra y le dice «Vincent-sama, por favor mire, esta es mi real yo», pero en vez de enseñarle una inocente habitación llena de objetos ocultistas, lo que guarda Ada en esa habitación hace que Vincent desee poseer a esa hermosa y no tan inocente chiquilla, para siempre...






Vincent lleva toda la velada cohibiendo sus instintos más perversos, no quiere por nada del mundo que Ada descubra sus intenciones ocultas, y se comporta con ella de manera demasiado amable para su carácter.

Ada está encantada con la cita. Ya han salido en varias ocasiones, y está dispuesta a no dejar pasar la oportunidad de mostrar a Vincent porqué cree que es la mujer idónea para él.

Llegan a la mansión, bajan hasta el sótano, y muy nerviosa, Ada abre la puerta, mostrando a Vincent cual es su lado más oscuro...

«Vincent-sama, por favor mire, esta es mi real yo»

Al entrar en la habitación, decorada a modo de mazmorra, Vincent se queda por un momento absolutamente desconcertado... esposas... una cruz... látigos colgados en las paredes... un potro... ¿pero qué es esto?...

«Vincent-sama, me da mucha vergüenza pedirle esto, pero hace ya mucho que empezamos a salir, y yo le conozco muy bien, se cómo es realmente, y sé que es el hombre adecuado para mí» le dice Ada, con sus ojos esmeralda fijos al suelo. Está muerta de vergüenza, pero no va a echarse atrás en su decisión. Es ahora o nunca, y todo su ser se estremece al pensar que Vincent acepte... va a un rincón y coge un collar de gata con cascabel de una mesa. Se acerca a Vincent, se arrodilla frente a él, y alzando ambas manos le ofrece el collar:

«Por favor, por esta noche, sea mi Amo. Disponga de mi como más le plazca. Haga con mi cuerpo lo que desee. Llevo tanto tiempo deseando estar a solas con usted, Vincent-sama..»

Vincent, recuperado ya de su espanto inicial (no por las cosas que hay en la habitación, eso no le importa), lo que le ha dejado k.o. es descubrir ese lado oscuro de Ada, quien lo hubiera dicho... la dulce hermanita pequeña de Oz Vessalius arrodillada a sus pies, suplicándole que la hiciera suya... jajaja... no podía evitar reírse en su interior por el agradable giro que habían tomado los acontecimientos... esto iba a ser mucho más sencillo de lo que esperaba...

Vincent coge el collar que Ada le ofrece, lo mira, la mira a ella... evalúa la situación en la que se encuentra y se toma unos segundos para retomar las riendas el asunto... finalmente se arrodilla frente a ella, la agarra fuerte del pelo, obligándola a mirarle fijamente a los ojos, y empieza a lamerle la mejilla. Baja por el cuello hasta el escote... sube de nuevo, y le susurra al oído, con voz firme:

«¿Estás segura de lo que me estás pidiendo, pequeña? Porque una vez hayamos empezado te va a ser muy difícil pararme.»

Ella mantiene sus ojos clavados en los de él... le responde:

«Si, amo Vincent, por esta noche dejaré de ser Ada y seré solo su pequeña sumisa. No voy a quejarme ni intentaré huir. Hace tanto tiempo que le deseo, señor»

Vincent siente la sinceridad de sus palabras, es increíble la suerte que está teniendo... que los hados del destino pongan en sus manos a esta dulce criatura para que él la inicie en el maravilloso y gratificante camino de la servidumbre y los placeres prohibidos...

«Está bien» dice Vincent «por esta noche te permitiré ser mi sirvienta, pero más te vale comportarte correctamente o esta experiencia no se volverá a repetir... ¿me has entendido?»

«Si, Vincent-sama, amo, le he entendido, le prometo que no se arrepentirá... solo hay una cosa que quiero decirle... yo nunca he...» Ada se ruboriza, pero lo acaba soltando «nunca he estado con un hombre...»

Vincent no puede evitar sonreír. Ni en sus mejores sueños hubiera imaginado una situación más perfecta que aquella. Ada, la hermana del chico al que tanto odia, a la que su propio hermano tanto adora, la que creen tan inocente, sometiéndose a él de forma voluntaria, suplicándole que le arrebate la virginidad... Sabiendo esto tendría que contenerse en esta primera sesión, no quiere romper a su pequeña sumisa tan pronto, esta diversión iba a ser duradera... acerca sus manos al cuello de ella y le pone el collar de gata. Le dice:

«Ponte de pie, y quitate el vestido»

«Si amo Vincent» responde ella, y empieza a desnudarse.

Cuando está solo con la ropa interior puesta Vincent utiliza el negro pañuelo que lleva puesto sobre los hombros para vendarle los ojos a Ada. Se separa un poco y se la queda mirando, fascinado por la belleza de ese cuerpo juvenil... Ada lleva su larga melena rubia suelta, el collar rosa con cascabel en el cuello, la ropa interior, que consiste en unas calzas largas hasta por encima de la rodilla y una camisola de manga corta, todo de color blanco, con volantes, hace que parezca aun más inocente a sus ojos... tiene unas piernas realmente preciosas... y sus pequeños pero firmes pechos le llaman a gritos a que los libere de su opresión... Vincent se quita la camisa, quedándose solo con los pantalones puestos. Ada espera en silencio, ansiosa y expectante por lo que ocurrirá ahora...

Vincent coge unas tijeras de la mesa y se acerca a Ada. Acaricia con el frío metal la cara de la chica, su cuello, bajando por entre los pechos hasta el ombligo, allí las abre y empieza a cortar la tela, de abajo arriba. Raaaaas! La tela se abre, dejando a la vista esas dos dulces melocotones jugosos, que Vincent no tarda en meterse en la boca. Aun sostiene las tijeras en la mano, mientras termina de quitarle la prenda, luego la abraza por la cintura y le lame con vicio sus pequeños pezones sonrosados. Ada no puede evitar emitir unos gemidos, por la sorpresa y el placer que le está dando el que por esta noche es su amo...

Vincent se dirige entonces hacia la prenda inferior y da múltiples tijeretazos, con cuidado de no dañar a su pequeña sumisa... Rasss! Raassss!! trozos de tela caen al suelo. Finalmente Ada queda desnuda del todo frente a su amo. Se siente demasiado expuesta, a pesar de tener los ojos vendados, puede sentir como Vincent tiene su mirada clavada en su cuerpo. Aprieta los brazos contra su cuerpo y cierra los puños con fuerza, haciendo uso de toda su fuerza de voluntad para no cubrirse. Vincent se da cuenta de ello, se separa un poco y le dice:

«Girate despacio, deja que vea bien la mercancía»

Ada así lo hace, girando lentamente, enseñándole a Vincent todo su cuerpo, su espalda, su lindo trasero... al volver a la posición inicial, Vincent acerca su cara a la de ella, tan cerca que sus labios casi se rozan, y le dice:

«Eres la mujer más hermosa que haya visto nunca»

Ada sonríe y alza la cabeza, pues esperaba que él le besara, por su proximidad. Pero Vincent la deja con las ganas. A un lado, Vincent ve una construcción de madera, grande y parecido a una mesa. En las esquinas hay unas esposas de cuero sujetas con gruesos clavos a la madera. Vincent coge a Ada y la guía por la habitación hasta llegar a ese lugar. Se quita los pantalones, y se queda totalmente desnudo. Se tumba sobre la superficie rígida y insta a Ada a que se ponga sobre él, sentada sobre su cara, y con su boquita al alcance de su dura polla.

«Enséñame lo buena mamadora que eres, mi pequeña sumisa» le dice Vincent

«Si amo» responde ella, y acerca su cara al aparato de él, que está duro como una piedra. Con ayuda de sus manos empieza a meter el capullo entre sus labios, lubricando bien la herramienta de su amo. Vincent la agarra por las caderas y entierra literalmente su cara en la raja de ella.

«Aaaaaaaahhhhhh...!» Ada gime complacida.

Vincent es un animal. Lame... sorbe... muerde... sin llegar a dañar... pero dándole a Ada un placer muy intenso... cuando se sobrepone, ella vuelve a su tarea... abre bien la boca, dispuesta a darle a su amo por lo menos tanto placer como él le está dando a ella. Se mete su polla en la boca y empieza a mover la cabeza arriba y abajo, dejando todo el tronco brillante con su saliva. Pasan un buen rato así, disfrutando cada uno del sexo del otro. De fondo solo se oyen los gemidos de ella y el suave tintineo del cascabel que lleva atado al cuello.

Vincent entonces la hace moverse, tumbándola boca arriba en la superficie dura, le pide que se coja las piernas y las alce hasta tener los tobillos casi al lado de la cabeza. Con las esposas de las esquinas, le ata un tobillo a cada lado, dejándole las manos libres, pero ordenándole que no las suelte de sus pantorrillas. Vincent se tumba sobre ella, lame su estómago, mordisquea sus pechos... sube por la barbilla hasta llegar a su oído... y le susurra:

«¿Estás lista, preciosa?»

Ada hace acopio de valor y intenta relajarse...

«Si Vincent-sama.... hazlo ya... por favor... necesito sentirte dentro de mi...»

Al oír esas palabras Vincent apunta su rabo a la virginal entrada de la pequeña sumisa, y empieza a empujar lentamente. Ada cierra con fuerza los ojos y aprieta la mandíbula, no quiere quejarse, pero le está doliendo mucho... Vincent, experto en la materia, decide hacerle el trance lo más rápido posible, una vez roto sabe que el placer llegara a llenarla, así que de una embestida, le clava su polla hasta el fondo del útero.

ZAS!!!!!!

«AAAAAAAAAAAAAAAH!»

Ada no puede evitar gritar de dolor... una lágrima asoma a su mejilla... pero sigue firme en su decisión... sabía que tendría que pasar por esto... y ahora no está dispuesta a echarse atrás. Vincent se queda un rato dentro de ella, quieto, dejándola que se acostumbre a la sensación de tener su verga dentro del coño de ella. Ahora si, la besa, con pasión, obligándola a abrir bien la boca y haciendo que sus lenguas entrechoquen... Ada está extasiada por el beso, casi no siente que Vincent se ha empezado a mover de nuevo, y a un ritmo muy lento, empieza a meter y sacar su rabo del coño de ella... oleadas de placer sustituyen el dolor inicial... los gemidos de ella así lo indican... Vincent empieza a empujar más fuerte, y Ada gime más y más...

«ohhh si... aaahhh.. que bien... amo....»

Y finalmente ella se corre, teniendo un gran orgasmo, que la deja sin fuerzas y con el corazón palpitandole fuerte por unos minutos. Vincent, sin desatarla, le quita la venda de los ojos, y le dice...

«Hay una cosa que no sabes de mi, pequeña sumisa. Y es que no consigo correrme si no es haciéndolo por la entrada de atrás...»

Ada se sorprende mucho al oír esas palabras... ni si quiera lo había pensado...

«Pero eso me dolerá amo Vincent...»

«No mucho más que lo que acabamos de hacer ahora, y bien que lo has disfrutado, ¿no?»

«ssi...» Ada no sabe qué decir... la verdad es que jamás había sentido un placer como aquel que le había proporcionado Vincent hacía un momento...

Vincent siente el rabo a punto de estallar. No estaba dispuesto a dejar escapar la oportunidad de destrozarle a aquella chiquilla todos sus agujeros... quería que aprendiese a disfrutar del dolor, que su mente lo asociara desde hoy y para siempre con el placer... y que todos sus agujeros quedaran marcados con su esencia... solo así podría llegar a ser la sumisa de sus sueños...

Vincent escupe en el ano de la chica, ella cierra los ojos, muerta de miedo. Él le va metiendo con sumo cuidado su aparato dentro... ella respira hondo... intenta relajar los músculos... pequeños pinchazos de dolor empiezan a inundarla...

«Vincent-sama no puedo soportarlo...»

«Claro que puedes, pequeña sumisa, hazme sentir orgulloso de ti. Haz que desee volver a verte una vez más»

Vincent, que conoce el corazón de las sumisas a la perfección, sabe qué decir exactamente para tranquilizar y mantener bajo control a Ada. Ella reacciona bien a sus palabras, relajándose aun más... él va dando pequeños empujoncitos, introduciendo centímetro a centímetro, su polla en el recto de ella...

«gggggh...» Ada lucha por no gritar...

«Tranquila, preciosa, ya casi la tienes toda dentro... solo un poquito más adentro»... y da otro empujón, sintiendo como sus pelotas chocan con la piel de ella. Ya está hecho, ya tiene su polla metida bien adentro.

«¿Ves? No ha sido tan difícil... además, lo peor ya ha pasado... ahora solo te queda disfrutar»

Dicho esto, Vincent empieza a pellizcar el clítoris de Ada, y lo acompaña metiéndole un par de dedos dentro de su coño húmedo... la rubia sumisa se relaja del todo, abriendo aun más las piernas, gimiendo. Él empieza a meter y sacar su polla del ano de ella. Muy despacito al principio, y poco a poco, va embistiendo más y más fuerte... a medida que aumenta el ritmo de su sodomía, arremete con más pasión su mano en el coño de la chiquilla, que emite unos sonidos chapoteantes muy delatores... Ada ya no lo puede soportar más... sus propias uñas se clavan en su piel y finos hilos de sangre manan de las heridas...

«Oooooh... siii.. aaahh... amo.... ¡¡dame más....!!»

Vincent empieza a embestirla de una forma bestial, rompiéndola por dentro, destrozando sus orificios, disfrutando como nunca de aquel polvazo que Ada le estaba regalando... cuando ya no lo puede aguantar más, saca su polla del culo de ella y se corre abundantemente sobre su cara, su pelo y sus pechos... mientras ella se retuerce, teniendo un nuevo orgasmo devastador...

Luego la desata y le ordena que se limpie bien. Ada usa sus manos para recoger la leche de su amo de la cara, los pechos... y llevársela a la boca. Vincent sonríe complacido. Se visten. Salen a la calle, avisan al cochero para que venga. Antes de irse, Vincent besa de nuevo a Ada con mucha pasión, abrazándola con fuerza, y le dice:

«Para nuestra próxima cita quiero que vengas sin ropa interior.»

«Si Vincent-sama, haré lo que usted me pida» responde ella contenta de saber que Vincent quiere volver a quedar con ella... una vez más...

Se sube al carruaje y se va.


miércoles

Maite. Secuestrada en Egipto. Cap 06.

Ashraf me llevó hasta el baño en el que había estado antes, y me preguntó:

«¿Tienes sed, perra?»

«Si Amo, tengo mucha sed» le respondí

«Puedes beber de allí, y límpiate un poco que pareces una cerda en vez de una perra con lo sucia que vas»

«Si Amo, gracias Amo» dije, y fui donde me decía, era un cubo de agua situado al lado de una pica, por lo que deduje que allí se limpiarían las manos y lo que fuera todos los que pasaran por aquí. Me dio mucho asco, pero bebí de aquel cubo, y luego, me limpié los restos de arroz.

Aun me sentía perturbada por la reacción de mi cuerpo a sus caricias... ¿habría notado él que me había humedecido? esperaba que no, una cosa es que intentara pasar por este mal trago de la mejor forma posible, otra muy distinta es que lo disfrutara, y lo peor, que Él, mi Amo, el que me había privado de mi Vida, de mi Libertad, supiera que me gustaba lo que me hacía. Por encima de mi cadáver.

En eso estaba pensando cuando Ashraf me dijo:

«Tengo ganas de mear. Aguántamela mientras lo hago»

Jesús... lo que hay que aguantar para seguir con vida un minuto más... como no, respondí

«Si Amo, le aguantaré la polla mientras mea»

Es que no me podía creer lo que estaba diciendo, lo que estaba a punto de hacer... le arremangué de nuevo la túnica y cogí su rabo con mis manos, apuntando al agujero del retrete. Cuando estuvo hecho, Ashraf cerró los ojos y empezó a soltar su meada, que caía caliente y olorosa entre mis manos... así estuvimos hasta que terminó, y entonces me dio la peor orden de todas:

«Ahora límpiamela con la boca»

¿¿Cómo?? ¿¿Que quiere que haga qué?? Esto sí que no... no pienso meterme su rabo sucio de pis en la boca... ¡¡por nada del mundo!!

Como tardaba mucho en responder o hacer nada, y por mi cara de supremo asco, supo lo que estaba pensando, Ashraf de un golpe me estampó la cara contra la taza del wáter, agarrándome por el cuello fuerte, y acuclillado junto a mí usó la otra mano para coger agua y meado del fondo del wáter y restregármelo por toda la cara.

«¿¡¡Te da asco mi meada, PUTA!!?»

Yo no podía responder. Su arranque de mal genio me había dejado atontada. Él seguía insultándome y cogiendo agua y meado del fondo para restregármelo por la cara, yo, en mi intento de no ahogarme, abrí la boca y terminé tragando esa bazofia, que también se me metía por los agujeros de la nariz.

¿Cómo había sido tan ilusa de dejarme llevar antes por sus habilidosas manos? ¿Cómo había podido pensar que yo le importaba algo a este psicópata agresivo?

Con la mano que tenía en mi cuello me agarró de la coleta y me forzó a levantar la cara. Me dijo muy enfadado:

«Ahora límpiamela, venga abre la boca, puta»

Entre lágrimas de humillación, vergüenza y sentirme derrotada, respondí un casi inteligible...

«Si Amo.»

Abrí los labios y dejé que introdujera con fuerza su polla en mi boca. Me ordenó que sacase la lengua y me pasó todo su rabo por ella, disfrutando de lo que me estaba haciendo. Tanto placer le daba verme así de derrotada, con todo el maquillaje corrido, que la limpieza se convirtió en mamada, y como acababa de correrse, esta vez se estuvo muchísimo rato vejando mi boca con su rabo.

Finalmente se corrió. Me obligó a tragarme toda su leche, «la leche de tu Amo es sagrada para ti, no puedes dejar que se derrame ni una gota. Y siempre que me haya corrido, tienes que seguir chupando hasta dejarla reluciente» me dijo.

Luego soltó la cadena de su pulsera y llamó a Jalil, que me desnudó y me dejó atada al gancho del techo, el que estaba en medio de la bañera. Pensé que me iban a duchar otra vez, pero en vez de eso Ashraf llamó a Salima y le pidió algo, que resultó ser el maldito látigo… por todo lo que había pasado para no tener que sufrir ese castigo de nuevo y no había servido de nada... y todo por mi culpa...

Ashraf empezó a golpearme, y esta vez no se contuvo. Eran golpes secos, fuertes y rápidos. Cuando me daba en un lado, yo intentaba protegerme poniéndome del otro, entonces me daba por ahí, en todo mi cuerpo... las piernas... el abdomen... cuando subió a mis pechos y les dio cinco latigazos seguidos juro que vi las estrellas.

Luego me hizo dar la vuelta y repitió la operación en mi espalda, dejándomela toda marcada... las pantorrillas... y mi culo... me dio tantos azotes en mi culo que sentí que debía tener la carne al rojo vivo.

Intenté contener mis gritos y mi llanto, pero fue inútil... me dolía demasiado.

Cuando al fin terminó me dijo:

«Espero que hayas aprendido la lección, perra desobediente. Te vas a quedar aquí colgada pensando en lo que has hecho. ¿Tienes algo que decirme?»

«Si Amo... lo siento mucho, Amo... he sido una perra estúpida...»

«Si, muy estúpida, pero me alegro de que lo hayas entendido.» luego se giró y le pidió a Salima que recogiera el desaguisado.

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