El viejo frutero sodomiza sin compasión a su joven vecina mientras José
le folla el coño. ¡El novio de Almudena casi los pilla! Al final Almudena
termina orgasmando con la gigantesca polla de José bien metida en su culo.
Entonces el joven ayudante del
frutero se lanzó, saltando sobre su víctima. Apartó el pie de Almudena,
apoyándolo en su hombro y empezó a comerle el coño con una avidez insaciable.
Parecía no importarle la gran cantidad de semen de viejo que rezumaba de su
concha enrojecida y mancillada. José pegó sus labios a la vagina de la chica de
ojos color miel y metió su lengua en lo más profundo que pudo en su raja. El
joven ayudante tragaba con deleite el esperma de Vicente y los jugos vaginales
de Almudena, y parecía que aquella mezcla explosiva de sabores provocaba que su
erección se fuera endureciendo por segundos.
Vicente continuó masajeándose la
polla con el pie que tenía agarrado. Esperó a terminar su cigarro, mientras
José le comía el coño a Almudena. La chica se había quedado completamente
rígida. Le ardía el coño por las brutales embestidas del viejo, le palpitaba de
dolor, pero aun así podía sentir el cálido cosquilleo placentero de la lengua
de ese tipo desconocido y silencioso en su almeja. Estaba empezando a gustarle,
y ella empezaba a odiarse mucho por ello. La mujer apretó los labios y
permaneció en silencio, intentando no dar síntomas de la excitación que estaba
sintiendo.
“Eh, amigo, déjame disfrutar un poco a mí también” le dijo Vicente
a José.
El ayudante alzó el rostro,
sacando su lengua del interior del coño de Almudena. El viejo entonces se
reclinó hacia la muchacha, le agarró con fuerza de los pechos y la obligó a
levantar el torso, tirando de sus pezones. Así Almudena, que seguía con los
ojos vendados y las manos atadas a la espalda, quedó ahora tumbada boca abajo,
tenía la boca pegada al cipote del anciano, quien le dijo, restregándole la punta
del capullo, sucia de su esperma y de los jugos de ella por la cara, la nariz y
los labios:
“Abre la boquita y lame este caramelo, puta.”
Almudena ya no tenía fuerzas para
discutir nada. Se limitó a abrir sus delicados labios y empezó a mamar con
desagrado esa polla que seguía apestando a viejo y a sucio. José se tumbó
detrás de la muchacha, le abrió bien las piernas y empezó de nuevo con lo que
estaba haciendo, pero esta vez no solo se dedicó a comerle el coño con toda su
pasión encendida, además también le metió la lengua profundamente en su culo de
niña buena y se lo humedeció. Pronto volvió a meter su sinhueso dentro de la
raja del coño de Almudena, y jugueteaba con sus manos, metiéndole varios dedos
indistintamente en su culo y en su coño. Ella sentía un fuerte cosquilleo por
ahí abajo, el dolor ya había dado paso al puro placer. De vez en cuando se le
escapaba algún movimiento de cadera, empujando más su vagina contra la cara del
violador mudo, que delataba su alto grado de excitación.
El viejo frutero, sin darse
cuenta de nada, disfrutaba de la chupada que su hermosa vecina le estaba
haciendo. Ella sabía por experiencia lo brutos que podían comportarse con ella,
y prefería evitarse el mal trago, lamiendo con todas sus ganas aquel jugoso
pedazo de carne dura que tenía entre los labios. Vicente habría dejado que la
puta de su vecina le mamara hasta el final otra vez, pero no se marcharía de
allí sin probar su culo, así que cuando sintió su larga polla bien dura y lista
para la acción, apartó a la bella Almudena de su rabo de un bofetón en la
mejilla. La chica se encogió de miedo.
“Vas a tener que ayudarme con esto, José. Ponla de pie” le dijo el
viejo frutero a su ayudante, mientras él mismo también se levantaba.
José sacó sus dedos del culo de
Almudena y su lengua del coño de la chica y se alzó, levantando a la chica muy
fácilmente, sujetándola por los codos. Vicente le indicó por señas a su joven
ayudante qué era lo que quería que hiciera, para que la chica no estuviera
prevenida.
“¡Ahora!” dijo el frutero.
El muchacho por delante y el
viejo por detrás, alzaron a Almudena por los aires y la obligaron a empalarse
el enorme pollón del chico en su coño lleno de jugos y esperma. Aunque
intentara evitarlo, ella estaba maniatada y exhausta, y los dos asaltantes eran
más fuertes. José la levantó por la cintura y Vicente le abrió las piernas,
obligándola a que abrazara con ellas el cuerpo del violador que tenía la polla
más grande y que le acababa de meter en el coño.
“¡HHhhhhHhHhhmmmm…!” la chica, que sabía que no debía gritar,
apretó con fuerza los labios.
Pero tener esa polla gigantesca
llenándole por completo el coño no era lo peor. El viejo frutero quería meterle
su polla por el culo, y ahora tal como estaba situada, el violador pervertido
tenía a su plena disposición aquella zona virginal de su anatomía.
Vicente se acercó a la chica por
la espalda, se sujetó el rabo y lo apoyó en la entrada posterior de la
muchacha.
“¡Nooo…! ¡¡ESO NO!! ¡Por favor!” suplicó la chica con las pocas
fuerzas que le quedaban.
¡¡PLASS!! ¡¡PLASS!! ¡¡PLASS!! Vicente golpeó la nalga derecha de la
chica con mucha fuerza.
“¡Vuelve a quejarte y te meto la puta navaja hasta las entrañas!”
le amenazó el viejo.
Y pareció que aquella amenaza
había surtido efecto, porque Almudena empezó a gimotear de nuevo, pero ya no
se quejaba por lo que Vicente estaba a
punto de hacerle. El frutero volvió a apuntar la gruesa punta su rabo hacia el
ano inmaculado de la chica y comenzó a empujar. Justo cuando el hinchado glande
atravesaba las paredes externas del culo de la muchacha, se oyó algo vibrando
dentro de su bolso, que había caído al suelo del cuartucho cuando la metieron allí
a la fuerza.
Quien la llamaba era su novio,
que precisamente en ese instante estaba entrando por la puerta de la calle. Al
no responderle nadie, le saltó el contestador. Él estaba esperando al ascensor
y dejó un mensaje a su amada novia “Almu
cariño, soy yo, acabo de llegar a casa, ¿Dónde estás? Me dijiste que no
saldrías hoy. Llámame cuando puedas.”
Almudena abrió los ojos como
platos al oír la voz de su novio tan cerca, a través de la delgada puerta de
metal del cuarto de contadores. Poco podía imaginarse él que su amada Almu
estaba siendo violada justo en ese momento por el viejo frutero y su joven ayudante, a
escasos cinco pasos de donde él se encontraba.
“Como hagas un solo ruido y él venga, le rajo y te violo encima de su
puto cadáver” susurró en el oído de su víctima el frutero.
Acto seguido, y con el novio
todavía esperando el ascensor, Vicente empujó con todas sus fuerzas,
desgarrándole el ano a la muchacha por la brutal penetración. Al notar que el
viejo empezaba a moverse, follándole el culo a Almudena, Vicente hizo lo mismo
y empezó a embestir sin descanso contra el coño de ella, destrozándoselo con su
gigantesco rabo.
“¡¡¡HHHHHHMMMMMMMMMMMM!!! ¡¡¡¡HHHHMMMMMMMMMMM!!!!” la chica ahogó
sus gritos de agonía como pudo.
Al fin el ascensor llegó a la
planta baja. El novio de Almudena abrió la puerta, entró, cerró la puerta,
pulsó el botón del ático y el ascensor se empezó a alejar de allí. En todo ese
rato, que parecía no terminar nunca, la muchacha había estado aguantándose las
incontenibles ganas de llamarle y suplicarle que la socorriera. Lo más
importante para ella era su bienestar, y haría lo que fuera porque a él no le
sucediera nada malo. Tal vez si hubiese sabido entonces que él la engañaba con
una chica de su oficina no se hubiese comportado de aquella manera. Pero
Almudena no lo sabía, estaba ciegamente enamorada de él, y soportaría todo el
dolor y sufrimiento que hiciese falta para que no le dañasen.
Almudena tenía un culo estrecho y
prieto que hacía que Vicente sintiera un tremendo placer cada vez que enterraba
de manera bruta su polla larga y dura dentro del mismo. José estaba también
disfrutando al máximo con el coño de la chica, que abrazaba de manera cálida su
elefantino rabo y parecía succionarlo y querer beberse toda su corrida.
“¡Oh, nena! ¡Qué culo joder! ¡Que culo más ricoooooo!” Vicente le
gritaba cosas como esas mientras le violaba el ano.
“Voy a vaciarte mi corrida en las entrañas. ¡¡Voy a llenarte con mi
leche, zorra!!” añadió después.
La pobre Almudena estaba completamente
destrozada. Sentía un atroz dolor en su culo y en su coño, y esos salvajes no
paraban de embestir contra ella de manera sádica. Con las manos atadas a la
espalda, la chica no podía sujetarse de ninguna manera, así que cuando los dos
tipos que la violaban de apartaban de ella, por su propio peso y el efecto de
la gravedad, su cuerpo caía hacia abajo, empalándose ella sola esos dos
vergotes gruesos, largos y bien duros, hasta las mismas pelotas. Y entonces
ellos la embestían a la vez, empujando con fuerza su cuerpo hacia arriba, y
vuelta a empezar. Una y otra y otra y otra vez. De manera rapidísima y sin
descanso, cada vez más rápido.
“¡¡SIIIIIIII AAAAAAAAH ME CORRO EN TU CULO DE ZORRAAAAAAAAAA
SIIIIIIIIIIII!!” empezó a gritar el viejo.
José sintió como la polla de
Vicente empezaba a palpitar dentro del culo de Almudena y él mismo clavó su
polla en lo más profundo de su coño y empezó a descargar litros de su corrida
ahí dentro. Los dos rabos estaban inundando el interior de la muchacha con unas
corridas espesas y abundantes.
“¡Noooooooo! ¡Otra vez nooooooooooo!” se quejó ella entre gimoteos.
“¡Cállate puta! ¡Si no te he preñado yo antes, lo hará ahora mi amigo!
¡¡Jajajajajajajaja!!” le respondió el viejo frutero, que antes había oído
los lamentos de la chica y sabía cuál era su preocupación.
Realmente esos dos violadores
habían soltado una cantidad tan enorme de esperma tan profundo dentro de la
matriz de Almudena que difícilmente ella no quedase embarazada de alguno de
ellos.
Entonces Vicente y José soltaron
a la muchacha, que quedó tumbada de cara al suelo sobre el piso. Estaba tan
destrozada por todos lados que le dolía toda su anatomía en conjunto.
“Ya sabes lo que hacer ahora. Nos vemos luego.” Le dijo Vicente a
su ayudante.
Habían quedado que el viejo
cogería todas las cosas y se marcharía de allí primero, José se quedaría. No
querían dejar pruebas. Para ello habían comprado una crema espermicida. Pensaron
que al destruir los espermatozoides no quedaría material con el que hacerle una
prueba genética. De todo eso se encargaría José, mientras que Vicente
destruiría las cuerdas y el pañuelo con el que le habían tapado los ojos.
Vicente, que era más joven y fuerte, era mejor que se quedara solo con ella.
Así que quitaron a la chica la
venda de los ojos y la cuerda con la que sujetaban sus manos atadas a la
espalda y Vicente se marchó dejando a José, con el pasamontañas puesto, en
compañía de la chica. Solo tenía que aplicarle la crema en la boca, el coño y
su culo y luego marcharse.
El chico se agachó y empezó a
ponerle crema, que no tenía sabor, en la boca de Almudena. Ella estaba
exhausta, con los labios entreabiertos y se dejaba hacer sin oponer
resistencia. En ese momento solo quería morirse. Cuando terminó, José puso su
mano en la vagina de la muchacha y la pringó bien de crema, metiéndole tres
dedos dentro bien untados de pasta. Ella seguía sin reaccionar.
Sin hablarle, cogió a la chica y
la volteó boca abajo como si fuese un muñeco. Del culo de Almudena rezumaba
esperma del viejo, sangre y heces. Él sintió la imperiosa necesidad de probar
ese agujero también antes de marcharse.
Así que se tumbó sin pensarlo
sobre la espalda de la muchacha y empezó a penetrarle el destrozado ano con su
enorme verga. Cuando lo notó, Almudena no podía creérselo ¡¡Pensaba que aquello
ya había terminado!!
“Por favor… Noooo… Otra vez noooo… Por favor….” Suplicó en
susurros, mientras intentaba arrastrarse lejos de su violador, haciendo fuerza
con las manos contra el suelo y tirando de su cuerpo.
Pero José se había tumbado sobre
ella y su peso le impedía moverse. Él terminó de enterrar su gigantesca polla
en el culo de la muchacha, puso sus labios junto al oído de ella y le dijo en
voz muy baja:
“Esta vez vas a disfrutarlo, preciosa”
En cuanto hubo dicho esto, sacó
su polla del lastimado culo de Almudena y volvió a metérsela muy despacio. La
mano derecha del joven ayudante se coló por debajo del cuerpecito de ella y
empezó a acariciarle con insistencia el clítoris. Almudena no podía creérselo
¡Ese bastardo estaba consiguiendo excitarla otra vez! ¡¡Pero si había sido el
mismo que le había violado de manera bruta su boca y su coño!! ¡¡Y ahora iba a
follarla sin su permiso por el culo!! ¿¿Cómo se suponía que tenía que disfrutar
de aquello??
El chico puso toda su voluntad en
darle placer a Almudena. No paraba de estimularle el clítoris mientras le
besaba el cuello y apretujaba una de sus grandes tetas. De mientras, metía y
sacaba su enorme polla del culo de ella con muchísima paciencia, sin prisa
alguna. Estuvo haciéndole aquello por un buen rato, y al final Almudena cedió
al deseo y empezó a mover ella misma la cadera. Su culo estaba completamente
dilatado por la follada del viejo y por el rato que llevaba José empalándola
tan despacio. De su coño rezumaban un montón de jugos y hasta comenzó a soltar
gemidos placenteros y muy delatantes.
Entonces, cuando José se dio
cuenta de que ella lo estaba disfrutando, le dijo:
“Voy a follarte duro, princesa. Y te prometo que tendrás el mejor
orgasmo de tu vida.”
Ella dudaba mucho que aquello
fuese cierto, y le daba miedo el dolor que pudiese causarle si le sodomizaba
con violencia, pero no podía hacer otra cosa que aceptarlo y rezar porque
aquello terminara pronto.
“Haz lo que quieras. Ya no me importa” le respondió ella,
completamente derrotada.
José empezó entonces a follarse
con todas sus ganas el culo de su hermosa vecina, al tiempo que le metía dentro
del coño varios dedos. Almudena estaba boca abajo sobre el suelo, aplastada por
el peso de él en su espalda. Tenía las manos bajo su rostro, y las piernas
completamente abiertas. El enorme pollón del chico que la violaba la penetraba
de manera salvaje una y otra vez, y sí que le dolía, pero al mismo tiempo
empezaba a sentir un intensísimo placer tanto en su coño como en su culo. José
aguantó follándole de manera animal el trasero una media hora, en la que no
paró de meterle los dedos en el coño, besarle el cuello y sobarle las tetas.
Llegó un punto en que la chica, a pesar de su orgullo herido, no pudo
contenerse más y empezó a gritarle:
“¡Nooooooooooo! ¡NO QUIERO CORRERMEEEE!! ¡¡PARAAAAAAA!!”
Pero José hizo lo contrario,
embistió contra ella todavía con más fuerza y más ganas, y Almudena que estaba
al límite de su excitación, empezó a temblar de la cabeza a los pies, teniendo,
sin lugar a dudas, el mejor orgasmo de su vida. Las paredes del interior de su
coño y de su culo se contraían en violentos espasmos, y soltaba chorretones de
jugos a la mano de José y al suelo.
“¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHM!!” José también había llegado a
su límite.
Empaló su gigantesca polla dentro
del culo de Almudena, dejando fuera solo sus cojones, y empezó a soltarle una
potente descarga de leche ardiente en sus entrañas.
Cuando terminó, el chico sacó su
gran polla de sus entrañas, le metió la crema por el dolorido culo a la
muchacha, y le dijo en un susurro al oído:
“Si algún día quieres volver a verme, cuelga un pañuelo negro de tu
ventana. Esa noche deja la puerta de tu casa abierta, y espérame en tu habitación
desnuda y con los ojos vendados. Yo acudiré en seguida para darte todo el
placer que necesites.”
En ese momento ella pensó que el
chico estaba completamente loco. Acababa de violarla salvajemente y le decía
que podían volverse a citar cuando ella quisiera. Pero Almudena no sabía en ese
entonces lo de la infidelidad de su novio, se enteró pasados unos días. Y para
entonces lo que recordaba de aquella brutal violación era más el increíble
orgasmo que le había dado el joven asaltante que todo lo demás.
Almudena y su novio se separaron,
y él se marchó a vivir con su amante. Vicente, el viejo frutero, se pajeó
muchas veces, sobre todo cuando su hermosa vecina a la que había violado por
todos sus agujeros se pasaba por su tienda a comprarle algo de fruta le hablaba como si nada. El joven ayudante José
esperó pacientemente, trabajando siempre en silencio, hasta que un glorioso
día, estando en la frutería, al alzar la mirada vio que en la ventana del
séptimo piso había un pañuelo negro colgado. La enorme polla se le endureció al
acto al saber que esa misma noche podría volver a follarle el apetecible coño,
el prieto culo y la linda boca a la hermosa Almudena.