Relato escrito en Septiembre del 2011. No creo que haga falta demasiada explicación. Hijo viola a su
joven madrastra, lo original de la historia es que esta vez la escribí desde el punto de vista del atacante, y no de la víctima. Estoy muy satisfecha del resultado.
Odio a la puta de mi madrastra.... ¡es que no la soporto!
Pero pronto veré hecha realidad mi venganza. Hace tiempo que lo estoy
planeando y por fin ha llegado el día en que la haré pagar por lo guarra que
llega a ser.
Mientras repaso por última vez todos los puntos de mi plan maestro, para no
dejar ningún cabo suelto, voy recordando la historia que me ha llevado hasta
este preciso momento de mi vida.
Me llamo Miguel, tengo 19 años y soy hijo de una de las más influyentes
familias de la ciudad. Vivo con Ruth, mi madrastra y mi padre, que suele
ausentarse a menuda a causa de sus múltiples negocios internacionales, en una
casa que es tan grande que parece un palacete.
Hasta hace un año mi vida era todo lo perfecta que podía ser, pero el
verano pasado mis padres se divorciaron. Este hecho por sí mismo no me hubiera importado
mucho si no fuera porque, ni un mes después de su separación, mi padre metió a
esa puta en nuestra casa.
Ruth podría ser mi hermana. Tiene 23 años, es rubia platino, tiene una
carita de niña preciosa, con esos enormes ojos azules y sus delicados labios
rosados... y está cañón la tía... tiene unas tetas grandes como melones, una
bonita cintura, adornada en el ombligo con un pequeño piercing dorado, y unas
caderas generosas, que dan paso a uno de los culos más jugosos que haya visto
nunca. Y todo lo que tiene de guapa lo tiene de puta. Maldita chupa pollas.
Desde el primer día no puedo soportar su presencia, pero fue una tarde que
por curiosidad me metí en el ordenador del despacho de mi padre y vi las
cuentas, cuando decidí que tendría que darle una lección a esta niñata... es
increíble la cantidad de pasta que se gasta la rubia... ¡en un solo día! A este
ritmo, para cuando me graduase en la universidad ya no iba a quedarme nada que
heredar de la fortuna de mi padre. No, esto no iba a quedar así.
Llevo unos meses planeando este golpe. Nunca he violado a ninguna mujer,
porque si soy sincero, no me hace falta. Soy alto, moreno, de ojos oscuros y
por el éxito que tengo entre mis compañeras, me considero muy atractivo, además
del pedigrí que implica tener mi apellido, eso es como un afrodisíaco para las
nenas.
Joooder... se me está poniendo la polla dura como una piedra pensando en lo
que voy a hacerle esta noche a Ruth... termino de guardarlo todo en la mochila
y espero la llamada perdida de mi contacto. Tengo la coartada perfecta. Esta
mañana he cogido un avión a Nueva York. En realidad he sobornado a un sin
papeles, lo he vestido correctamente, le he dado un pasaporte falso con su foto
y mi nombre. A estas horas estará llegando a su destino. En cuanto me llame
podré empezar con mi plan tranquilo.
Tiriri Tiriri Tiriri...
¡Por fin! Cuelgo sin contestar. Me pongo los guantes, negros como la ropa
que visto. Guardo la capucha del mismo color en el bolsillo. Cojo la mochila.
Salgo a la caza de mi víctima.
No tardo mucho en llegar. No tengo miedo porque conozco esta casa como la
palma de mi mano, Se dónde están las alarmas, todos los códigos de seguridad, y
lo más importante, que mi padre está ausente en uno de sus viajes de negocios.
Me pongo la capucha.
Son las 12 pasadas... me asomo al ventanal del comedor, amparado por la
oscuridad de la noche. En el interior veo a Ruth tumbada en el sofá, vestida
solo con un ligero camisón de seda verde. Parece que se ha quedado dormida con
la tele puesta. En la mesita veo una botella de vino medio vacía y una copa.
Esto es perfecto. Ella misma se ha drogado... ¡qué tonta!
Entro sigilosamente en la habitación, voy hasta el fondo de la sala y pongo
la videocámara a grabar. Me dirijo entonces hacia el sofá. Ésta es la parte más
importante de la operación, si todo sale bien, el resto es puro goce y
disfrute... míos, por supuesto.
Ruth está tumbada de lado, en posición fetal. El camisón se ha arremangado
por encima de su pierna y puedo ver el pequeño tanga que lleva puesto. Me paro
frente a ella... le huelo la piel... miro sus formas a través del camisón... me
toco el paquete... siento que me van a reventar los huevos de lo excitado que
estoy...
Saco la navaja y se la pongo en el cuello, mientras le voy sobando una de
sus grandes tetas por encima de la tela. Ruth no tarda nada en despertar, y
tras el desconcierto inicial, se revuelve un poco. Terminamos cayendo los dos
sobre la alfombra. Muy rápido me tiro sobre ella, clavándole el cuchillo en la
espalda, mientras de tapo la boca y susurro en su oreja...
«Mira preciosa, podemos hacer esto por las buenas y te prometo que saldrás
ilesa. O me lo puedes poner difícil y no dudaré en matarte» le digo apretando
más el frío filo de la navaja contra su piel.
Se ha quedado como paralizada por el miedo. Parece que los ojos se le vayan
a salir de las órbitas. Yo no puedo esperar más. Tengo muchas cosas en mente
que quiero hacerle, pero lo primero es descargar ya un poco de toda esta
tensión que llevo acumulada. La agarro por el brazo y le digo:
«Arrodíllate y quédate quietecita»
Ella se queda allí arrodillada de espaldas al sofá. Abro la mochila y saco
lo que he traído para ella. Le pongo las esposas, una de la muñeca derecha al
tobillo izquierdo, y viceversa, para dejarla totalmente inmovilizada en esa
posición.
Mientras lo hago la niñata no para de llorar, de suplicarme que la deje ir,
¡hasta intenta sobornarme con dinero! jajaja si ella supiera quien está a punto
de follarla... hay «mamá», si tú supieras...
Ahora viene lo mejor... un cosquilleo inunda mi entrepierna mientras le
pongo, no sin dificultad, este cacharrito que he comprado por internet. Es una
mordaza que en la parte delantera tiene un aro metálico que impedirá que mi
víctima pueda cerrar la boca, y así evitaré posibles mordiscos. Llevo mucho
tiempo deseando... fantaseando en meterle la polla hasta los mismísimos huevos...
y el momento ya ha llegado.
Una vez tiene el aro puesto, me bajo los pantalones y saco mi tremendo nabo
de los calzoncillos. ¡Jesús! nunca lo había visto tan gordo y hinchado... con
las venas todas marcadas... ¡esta puta me vuelve la polla loca!
La agarro por el pelo, con la misma mano que aguanto la navaja, y con la
otra dirijo mi rabo hacia la entrada abierta y babeante de su boca... cabe
justo en el hierro.
La voy metiendo lentamente, llego al tope sin haber llegado a meter ni la
mitad... empiezo a empujar mi polla contra su cara... ella sigue
lloriqueando... eso aún me pone más frenético... le tiro del pelo hasta que su
nuca toca el asiento del sofá, paso una pierna por encima de su hombro y ahora
si que le empiezo a dar caña... en esta postura Ruth tiene el cuello totalmente
estirado hacia atrás, lo que hace que su tráquea se abra del todo, empujo cada
vez con más fuerza... con más violencia... si joder... mis huevos ya chocan con
su barbilla... ¿cómo la sientes puta? ¿eres feliz chupándome la polla? jajaja
madre mía que sensación... no tiene nada que ver con las mamadas que me han
hecho hasta ahora... saber que la tengo a mi completa disposición, totalmente
indefensa frente a mi ataque... me pone a mil...
Empujo... empujo... empujo... cada vez más rápido... ella ya no llora...
supongo que bastante tiene con intentar respirar... bah... qué más me da... la
embisto con fuerza... follándome su boca con todo mi odio... aplastándole la
cabeza contra el sofá... qué bueno... que rica puta.... aaaaaahhh.... se la
clavo hasta el fondo y empiezo a soltar mi espesa leche en su garganta...
entonces se me ocurre una genial idea... hago que abra los ojos y me mire y le
digo muy seriamente...
«Más te vale que empieces a tragar, ¿me oyes, puta?»
Y sin darle tiempo a pensar en nada, empiezo a soltarle mi meada en la boca.
¡¡Si!! ¡Esto me proporciona aún más placer que la propia corrida! Ruth, la
princesita de papá, bebiéndose mi pis sin más opción que tragárselo o ahogarse
en el intento. No me imagino qué le debe estar pasando ahora mismo por la
cabeza. Pero seguro que se siente de lo más humillada. Mucho mejor para mí.
¡Jódete guarra! Aaaaaaaaaah.... le suelto hasta la última gotita y aún me quedo
un ratito más con el rabo metido en esa cuevita caliente, disfrutando de mi
ocurrencia lo máximo posible... dejando que se vuelva a poner dura para el
próximo asalto.
Cuando me levanto ella ya no me mira. Gruesas lágrimas caen por sus
mejillas. Qué bonita está.
Desato las esposas y le ato una soga alrededor del cuello, con la que la
dirijo por la habitación, como si fuera una perrita. Entre el comedor y el
salón hay un gran arco abierto en la pared, que me irá de perlas. Cojo un par
de sargentos de la mochila y los pongo en la parte de arriba del marco. Son
unos cacharros de hierro muy fuertes, que ya he probado antes conmigo mismo, y
sé que aguantarán perfectamente su peso.
Paso la soga por entre los hierros y la ato del otro lado a las esposas,
que pongo ahora en sus muñecas, con los brazos a su espalda. Abro al máximo sus
piernas y ato los tobillos a las columnas. Ya la tengo completamente
inmovilizada.
Le rajo la ropa, dejándola completamente desnuda. Le acaricio los pezones
con la punta del cuchillo. Se le ponen duros en seguida. Me sitúo tras ella y
me arrodillo, poniendo así mi cara a la altura de su trasero. La huelo... me
encanta su aroma de hembra... jugueteo con mi navaja en su chochito... se le
escapa algún gemido... dejo a un lado la navaja y amorro mi boca a su coño.
Ruth tiene la costumbre de ducharse cada noche antes de irse a dormir, por lo
que su coño huele de maravilla... he decidido que no le pondré el lubricante
que llevo guardado en la mochila... prefiero torturarla un poquito más y que
sea mi propia saliva la que la humedezca.
Paso mi lengua por su raja, separando bien los labios con mis manos. Mi
nariz queda pegada a su agujerito de atrás. Lamo su entrepierna hasta llegar al
ano... jugueteo con la punta de la lengua en el agujero... Ruth se remueve,
inquieta... vuelvo a bajar a su coño... le muerdo con fuerza un labio... ella
da un respingo... vuelve a gimotear... le meto la lengua hasta donde puedo...
la follo como si fuera una pequeña pollita.
Cuando me harto del sabroso manjar voy a la mesa, he olvidado algo
importante. Cojo la botella de vino medio vacía y vuelvo con mi bella cautiva.
Sin más preámbulos me sitúo tras ella y le meto la polla hasta los ovarios.
Sus piernas se tensan... su cuerpo se arquea... intenta gritar... pero la
mordaza se lo impide.
«¡¡Aaaaaaaggh¡¡»
Empiezo a follármela con ímpetu, mis sacudidas la golpean con tal fuerza
que sus caderas salen disparadas hacia delante, pero por lo forzado de sus
ataduras, es poco el camino que recorre hasta volver hacia atrás, con la misma
fuerza que sale.
«aaagh... aaaagh... aaaagh...»
Sigo follándomela un buen rato. La agarro por las tetas y la acerco hacia
mí. No puedo evitar gritar enardecido.
«¡Toma, puta, toma mi polla!»
Y cuando noto que me llega la segunda corrida dejo mi rabo incrustado en su
interior, palpitante, soltando leche... mientras cojo la botella de vino, que
aun está fresquita y de un golpe se la clavo en el culo. Termino de correrme
mientras la botella se vacía en su esfínter.
En vez de sentirme más aliviado, con cada corrida mi mala leche y mi
calentura van aumentando más y más.
Saco la botella ya vacía y acto seguido la sustituyo con mi polla. Logro
meter solo el capullo en su ano estrecho, que tiene la piel estirada al máximo,
intentando recibir mi aparato en su interior... no puede ser que sea virgen de
este lado... al final resultará que no es una putilla, como yo creía, sino una
calienta pollas.
Encuentro muy estimulante que su culo me apriete tanto, y más aun el vino
fresco rozándome la polla en su interior... me armo de paciencia y poco a poco,
embestida a embestida, voy metiéndole a Ruth mi nabo entre las nalgas...
ooooooh.... si..... ella sigue quejándose.
«aaaaaaaaaaahg»
Cuanto más meto mi polla más se queja ella... inicio un suave bombeo... el
vino empieza a derramarse, resbalando por sus piernas... siiiiiii... meto y
saco mi polla cada vez más deprisa, cada vez más fuerte...
«¡Toma, puta, toma, toma!»
Le grito al ritmo de mis embestidas... ya puedo meter y sacar mi polla del
todo, del capullo hasta los huevos... el chapoteo se oye por toda la
habitación...
CHOF! CHOF! CHOF!
Debe estarle doliendo de lo lindo... siiiii que bieeeeeeen...
aaaaaaaaaaah....
Me corro en su esfínter de una manera bestial, parece que contra más
esperma suelto, más voy generando...
«AAAAAAAAaaaaaaaaaaaaaaaaaaahhh.... «
Cuando saco mi rabo de su cul,o el vino mezclado con mi semen empieza a
salir a borbotones... jajaja... mi dulce Ruth... pareces una fuente... si
pudieras verte como yo te veo ahora... jajaja...
Desato sus cuerdas, las piernas temblorosas no le aguantan y cae al suelo,
le quito la mordaza (a estas horas ya debe tener la mandíbula adormecida), y
cuidando que su cara quede hacia la cámara (que ella aun no ha visto) le
digo...
«Lo has hecho muy bien putilla... ahora chúpamela y me iré por donde he
venido»
Supongo que a estas alturas sus nervios deben estar destrozados y lo único
que quiere es terminar con todo esto ya, porque sin quejarse ni una sola vez,
abre los labios y empieza a mamarme la verga como si le fuera la vida en
ello...
«Ponle más ganas... lámeme los huevos... y tócate los pechos... así...
genial... mete un par de dedos en tu coño... venga, preciosa, cuanto más me
excites menos tardaré en marcharme...»
Parece que mis sugerencias hacen efecto, pues empieza a masturbarse
mientras se magrea los pezones y pasa su lengua por mis pelotas...
«Bien nena... ahora métetela hasta el fondo... enséñame lo putita que
eres...»
Dicho y hecho... Ruth abre los labios y se mete mi polla hasta la
campanilla... yo no tengo que hacer nada... esta putilla sabe mamarla como una
profesional... pero necesito terminar de soltar la rabia que tengo dentro... la
cojo por ambos lados de la cara y dejo su cabeza quieta mientras empiezo a
follarla a lo salvaje...
PAM PAM PAM PAM
Toma mi polla puta... tomaaaaaa....!!!
PAM PAM PAM PAM PAM
Así, así, venga nenaaaaaa..... y la última corrida de la noche, la más
generosa de todas, empieza a salir de mi rabo. No le da tiempo a tragarlo
todo... empieza a toser y le sale algo de mi lefa por la nariz... un final
espectacular, si señor...
La dejo ahí tirada en el suelo y empiezo a recogerlo todo... cuando ve que
cojo la cámara se le queda la cara pálida... porque no solo he grabado cómo la
violaba, sino que al final hasta parecía que ella lo disfrutaba... jajaja...
La miro a los ojos y le digo, muy serio:
«En cuanto salga de la casa te ducharás, limpiarás todo lo que ha quedado y
no hablarás de esto con nadie... porque si no verás colgado este vídeo en todas
las webs porno del país, además de enviarles copias a todos tus amigos... y no
creo que a tu marido le haga mucha gracia verte así... ¿me has entendido,
guarra?»
Ella, con la mirada fija en el suelo, entre lágrimas, susurra:
«Si....»
Le respondo:
«Más te vale que sea así, porque sabré enseguida si lo has hecho»
Antes de irme, le escupo en la cara.
Y así fue como me follé a Ruth, mi madrastra.