sábado

Maite. Secuestrada en Egipto. Cap 02.

Aquella noche lo pasé fatal. Mi secuestrador se tumbó encima de las mantas, apagó la luz y se puso a dormir. Yo seguía con las manos atadas a la espalda y la cadena de hierro amarrada a mi cuello por un frío collar. Intenté librarme, pero todos mis intentos fueron inútiles.

No podía dormir. No paraba de pensar qué pasaría conmigo. ¿Volvería a abusar de mí este viejo gordo cuando se despertase? Esperaba que no. Su polla me daba mucha repulsión. Solo de pensarlo me volvían las arcadas... ¿y con quién había estado hablando por teléfono? ¿y por qué me miró de aquella manera sonriente mientras lo hacía?

Conseguí conciliar el sueño ya de madrugada y dormí de una forma muy pesada.

Al día siguiente una patada en el costado me despertó. Al principio me sentí muy desorientada, pero pronto recordé los sucesos del día anterior y un nudo de terror se instauró en mi estómago, subiéndome al pecho.... «tranquilízate» me dije a mi misma, respirando profundamente... solo faltaba que me diese un ataque de ansiedad allí, en medio de la nada y con ese degenerado... uf...

El tipo, que estaba de pie a mi lado me mostró la cantimplora, y con una sonrisa de lo más cínica, me dijo, con un extraño acento, mientras se sacaba de nuevo el aparato del pantalón.

«¿Tienes sed, rubia?»

Y como el día anterior no puse resistencia. Estaba nerviosa y cansada, y de momento no me había hecho daño. Me aterrorizaba la idea recurrente de que me rajaría el cuello y enterraría mi cuerpo en ese inmenso desierto, donde nunca nadie me encontraría. De momento, si accedía a chupársela, tenía alguna posibilidad de sobrevivir. Lo que me extrañaba es que se conformase con eso. No es que lo estuviera deseando. Pero me preguntaba ¿por qué no me había violado ya? Cada vez tenía más claro que este hombre solo era un intermediario, que quien fuera con quien hablara por teléfono vendría a buscarme, de un momento a otro.

Ya no pude seguir con mis cavilaciones, pues el taxista me metió su gran miembro en la boca, y esta vez, en lugar de follarme a lo bestia y correrse, le dedicó un buen rato a meter y sacar lentamente su aparato en mi boca. Me exasperaba la lentitud con que lo hacía. Metía la polla muy lentamente hasta que la punta de su capullo tocaba mi campanilla y la sacaba igual de despacio... otra vez adentro despacito... y a fuera... y cada vez sentía como iba creciendo más y más su polla en mi boca, yo intentaba respirar como podía.

No se cuánto rato estuvo así... a mí se me hizo eterno. Y ese hedor que desprendía... a semanas de no ducharse... agh... dentro... fuera... dentro... fuera... y por fin descargó su amarga leche espesa en mi boquita. Tragué como pude y se la limpié, pues no la sacaba de mi boca, hacía movimientos circulares, restregándomela por toda la cavidad interior... qué asco de verdad. Luego me dio agua a beber, que sabía a su corrida, pero me dio igual... tenía tanta sed.

No pasó mucho rato hasta que oímos acercarse un coche. Por la entrada de la cueva apareció un corpulento negro. Era grandioso, ancho de espaldas, como un guardaespaldas o un militar, tenía la mirada muy dura. Se me erizaron todos lo pelitos de mi cuerpo... ¿ése era el hombre que me había comprado? Yo soy más bien pequeñita, si ese tipo lo tenía todo del mismo tamaño me iba a desgarrar por dentro. Pero lo que más me asustaba era su mirada, fría como el acero.

El negro y mi secuestrador hablaron un rato. Luego el recién llegado se acercó a mí, me agarró del brazo para ponerme en pie y empezó a inspeccionarme, como si yo fuera una yegua y él el ganadero que iba a la feria a buscar la mejor hembra. Sentía tanto miedo... terror diría yo... que me quedé absolutamente paralizada cuando empezó a tocarme.

De un solo golpe abrió mi camisa, rompiendo todos los botones. Mis pechos quedaron entonces a la vista, cubiertos por un semitransparente sujetador blanco. Luego sus manos se pusieron a ambos lados del liviano pantalón y me lo bajó de golpe, dejándolo tirado en el suelo. Fue cuando puso sus rollizos dedos en mi boca para verme los dientes cuando entendí que sus tocamientos no estaban siendo sexuales, de momento, solo miraba el género.

Cuando ya me tuvo casi desnuda, solo con las braguitas (blancas a conjunto), y la camisa rota abierta enseñando mis más que generosos pechos, el negro me volvió a coger fuerte por el brazo y hizo que me diera la vuelta. Sentía la mirada de ambos hombres clavada en mi trasero... volvió a girarme... sus ojos revisan mi cuerpo de arriba abajo no dejándose nada.

Y finalmente se aparta de mí, para volver a hablar con el taxista árabe. La conversación duró más bien poco. Luego vi cómo el negro le daba al otro hombre un sobre, que, por la forma, supuse que estaría repleto de billetes.

Entonces el taxista me libró de la cadena que me tenía atada a la pared de la cueva y me desató su cinturón de las manos. Acaricié mis muñecas doloridas. En seguida el negro se acercó a mí, y sin mediar palabra me puso otro tipo de ataduras, me recordó al tipo de esposas que ponen a los presos, un collar metálico del que caen unas cadenas que por un lado se atan con esposas a las muñecas (ahora por delante) y por otro a los tobillos, impidiendo que pudiera salir corriendo.

El negro me sacó a empujones de la cueva. La luz del sol me cegó por un momento. Me hizo sentar en el asiento del copiloto de un todo terreno negro y él se sentó a mi lado. Antes de arrancar me miró fijamente y me preguntó algo que no entendí, entonces sacó una botella de agua del asiento de atrás y me la puso en los labios. Bebí con deleite, agradeciendo a los dioses que por esta vez no lo hubiera tenido que pagar con una mamada.

Cuando estuve saciada tiró la botella en el asiento y arrancó el coche. Estuvo conduciendo varias horas seguidas por aquel maldito desierto. Yo iba mirando por la ventana... el paisaje era tan monótono. Jamás de los jamases sería capaz de encontrar el camino de vuelta a casa, cada vez estaba más convencida de ello.

jueves

Maite. Secuestrada en Egipto. Cap 01.


Serie larga, donde se relatan las peripecias de la pobre Maite, joven casada a la que secuestran en su viaje de casados. A lo largo de los capítulos, van adiestrando a la hermosa esclava para que se convierta en una perfecta sirvienta, tanto dentro como fuera de la cama. Gustó mucho a mis lectores, dijeron que era muy erótica y sensual y que se la habían leído del tirón. Estoy satisfecha con esta serie. Fue escrita entre 2011 y 2013. Finalizada.





Este verano fui de vacaciones con mi marido a Egipto. Pero lo que tenía que ser un viaje de ensueño se convirtió en mi peor pesadilla.

Me llamo Maite, tengo 21 años y hace dos que me casé con Javi, mi pareja desde el colegio. Este año habíamos conseguido ahorrar lo suficiente para hacer el viaje de novios que no pudimos permitirnos en su día, así que contratamos un pack vacacional de 15 días, con crucero por el Nilo incluido.

El segundo día de estar allí, Javi empezó a encontrarse mal, había comido algo que no le había sentado bien y se pasó toda la mañana encerrado en el lavabo del hotel. Yo me quedé para hacerle compañía, pero de pronto empezamos a discutir por una tontería y me enfadé con él y le dije que allí se quedaba, que yo me iba a visitar la ciudad.

Según el horario de excursiones que nos habían dado, a estas horas el grupo estaría por la zona de las pirámides, así que con toda mi mala leche cogí el bolso, y salí por la puerta. Justo en la entrada encontré un taxi, le pregunté al conductor nativo de la zona cuánto me costaría el viaje, y al parecerme un precio razonable, entré en el auto y me dejé llevar.

La culpa fue toda mía. Estaba tan ofuscada rememorando la discusión que no me di cuenta que el conductor no me estaba llevando a mi destino. Fue demasiado tarde cuando vi que a nuestro alrededor solo había desierto... ¡¡y nada más!!

Asustada, aproveché cuando me pareció que bajaba un poco la velocidad para abrir la puerta y saltar fuera del coche. Tras rodar unos metros me levanté como pude y empecé a correr, pero mi secuestrador no se dio por vencido, empezó a perseguirme con el coche hasta llegar a cerrarme el paso cerca de una duna muy alta. Salió del coche disparado y se me abalanzó encima, dejándome de nuevo tirada en el suelo. El tipejo me gritaba improperios en un lenguaje que yo no lograba entender. Con una mano me aplastó la cara contra la cálida arena, con la otra apoyó una enorme navaja en la mejilla... yo estaba aterrorizada... no entendía muy bien qué pasaba. Pero no quería por nada del mundo que ese hombre se enfadase más de lo que estaba. Evaluando la situación en la que me encontraba, me di cuenta que, si le apetecía, podía degollarme y enterrar mi cadáver ahí mismo, y que difícilmente nunca nadie encontraría mi cuerpo.

Sin poder evitar las lágrimas que caían de mis ojos, dejé que el individuo me atara las manos a la espalda con su cinturón sin oponer resistencia.

Me llevó de nuevo al taxi, me hizo sentar en el asiento del pasajero y arrancó de nuevo. Estuvo conduciendo muchísimo tiempo, cuando finalmente paró ya estaba anocheciendo. Mi mente iba a mil por hora... ¿¿cómo podría hacer para escapar de ahí?? y lo peor... ¿sería capaz de encontrar el camino de vuelta o moriría de sed en el árido desierto?

Mi captor aparcó el vehículo al lado de un montículo rocoso, me hizo apearme y a empujones me llevó hasta una cueva cercana. Yo no paraba de tropezarme con las piedras del camino. Fuimos hasta el fondo de la caverna, me empujó y caí al suelo.

Allí me quedé mientras él encendía una lámpara de aceite. Cuando lo hubo hecho vi que nos encontrábamos en un pequeño habitáculo, cuya única decoración era una desvencijada mesa, un taburete y unas mantas tiradas en un rincón.

El taxista se acercó a mí, y tirándome del pelo me acercó a la pared del fondo, donde había una gruesa cadena de hierro amarrada a la pared. Cogió el extremo libre, que tenía un collar también metálico, y me lo puso alrededor del cuello. El tacto del frío hierro sobre mi piel hizo que el mundo se me cayera encima... definitivamente no iba a poder escapar nunca de aquel lugar.

Yo seguía llorando, acurrucada en el suelo, cuando él se situó frente a mí y empezó a beber de una cantimplora. Mientras bebía no apartó su mirada de la mía. Me hice una idea de lo que estaba viendo, una mujer joven, extranjera, de piel blanca, muy blanca, pequeña, rubia, de ojos azules... ¿me había secuestrado para su uso personal? ¿o tenía planeado venderme al mejor postor? No, tenía que dejar de pensar así o acabaría loca.

Cuando sació su sed se acercó más a mí y me enseñó la cantimplora... la verdad es que yo estaba sedienta... no había bebido nada desde que salí del hotel. No sabía qué hacer, puse cara suplicante y miré fijamente la cantimplora.

La dejó en el suelo y empezó a desabrocharse el pantalón. No podía ser verdad que me estuviera pasando esto a mí. Este tipo era realmente asqueroso... viejo y gordo... muy feo... Pude oler su penetrante sudor en el camino en coche hasta aquí. No quería ni imaginar cómo olería su aparato... a qué sabría... ¡puaj!

Pero mi instinto de conservación actúo por mi... a pesar de la pestilencia que emitía su aparato, acerqué mi cara a su polla y la metí en mi boca. Al principio me costó un poco, por la sequedad de mi boca, pero poco a poco fui generando saliva, que se fue mezclando con sus jugos preseminales, y ya podía ir metiéndola y sacándola de entre mis labios sin problema.

Su polla empezó a crecer y a endurecerse... tan grande la tenía que yo casi no podía meterme dentro nada más que el orondo capullo... y cada vez sabía más amargo...

Lo que había empezado siendo una mamada por mi parte acabó siendo una follada por su parte, de su enorme polla en mi boquita. Sentía como las comisuras de mis labios se estiraban al máximo para cobijar aquel vergote, y como cada vez entraba más y más en mi garganta, haciéndome tener como arcadas, pero el tío no paraba... ¿le pondría cachondo verme así?

Finalmente, el tipejo se corrió tan abundantemente dentro de mi boca que pensé que debía hacer mucho tiempo que no disfrutaba de ninguna mujer... cosa que no me extrañaba tampoco.

Y cuando ya hubo terminado, acercó la cantimplora a mi boca (yo seguía con las manos atadas a la espalda con su cinturón) y dejó caer un poco de agua, la justa para que no me deshidratase.

Luego encendió un cigarro, sacó su móvil, y llamó a alguien con quien intercambió unas palabras en un idioma que no entendí. Cuando colgó me miró y se rió, un penetrante miedo a qué podría ocurrirme a partir de ahora empezó a subirme por la garganta.

viernes

Violando a mi madrastra.

Relato escrito en Septiembre del 2011. No creo que haga falta demasiada explicación. Hijo viola a su joven madrastra, lo original de la historia es que esta vez la escribí desde el punto de vista del atacante, y no de la víctima. Estoy muy satisfecha del resultado.





Odio a la puta de mi madrastra.... ¡es que no la soporto!

Pero pronto veré hecha realidad mi venganza. Hace tiempo que lo estoy planeando y por fin ha llegado el día en que la haré pagar por lo guarra que llega a ser.

Mientras repaso por última vez todos los puntos de mi plan maestro, para no dejar ningún cabo suelto, voy recordando la historia que me ha llevado hasta este preciso momento de mi vida.

Me llamo Miguel, tengo 19 años y soy hijo de una de las más influyentes familias de la ciudad. Vivo con Ruth, mi madrastra y mi padre, que suele ausentarse a menuda a causa de sus múltiples negocios internacionales, en una casa que es tan grande que parece un palacete.

Hasta hace un año mi vida era todo lo perfecta que podía ser, pero el verano pasado mis padres se divorciaron. Este hecho por sí mismo no me hubiera importado mucho si no fuera porque, ni un mes después de su separación, mi padre metió a esa puta en nuestra casa.

Ruth podría ser mi hermana. Tiene 23 años, es rubia platino, tiene una carita de niña preciosa, con esos enormes ojos azules y sus delicados labios rosados... y está cañón la tía... tiene unas tetas grandes como melones, una bonita cintura, adornada en el ombligo con un pequeño piercing dorado, y unas caderas generosas, que dan paso a uno de los culos más jugosos que haya visto nunca. Y todo lo que tiene de guapa lo tiene de puta. Maldita chupa pollas.

Desde el primer día no puedo soportar su presencia, pero fue una tarde que por curiosidad me metí en el ordenador del despacho de mi padre y vi las cuentas, cuando decidí que tendría que darle una lección a esta niñata... es increíble la cantidad de pasta que se gasta la rubia... ¡en un solo día! A este ritmo, para cuando me graduase en la universidad ya no iba a quedarme nada que heredar de la fortuna de mi padre. No, esto no iba a quedar así.

Llevo unos meses planeando este golpe. Nunca he violado a ninguna mujer, porque si soy sincero, no me hace falta. Soy alto, moreno, de ojos oscuros y por el éxito que tengo entre mis compañeras, me considero muy atractivo, además del pedigrí que implica tener mi apellido, eso es como un afrodisíaco para las nenas.

Joooder... se me está poniendo la polla dura como una piedra pensando en lo que voy a hacerle esta noche a Ruth... termino de guardarlo todo en la mochila y espero la llamada perdida de mi contacto. Tengo la coartada perfecta. Esta mañana he cogido un avión a Nueva York. En realidad he sobornado a un sin papeles, lo he vestido correctamente, le he dado un pasaporte falso con su foto y mi nombre. A estas horas estará llegando a su destino. En cuanto me llame podré empezar con mi plan tranquilo.

Tiriri Tiriri Tiriri...

¡Por fin! Cuelgo sin contestar. Me pongo los guantes, negros como la ropa que visto. Guardo la capucha del mismo color en el bolsillo. Cojo la mochila. Salgo a la caza de mi víctima.


No tardo mucho en llegar. No tengo miedo porque conozco esta casa como la palma de mi mano, Se dónde están las alarmas, todos los códigos de seguridad, y lo más importante, que mi padre está ausente en uno de sus viajes de negocios. Me pongo la capucha.

Son las 12 pasadas... me asomo al ventanal del comedor, amparado por la oscuridad de la noche. En el interior veo a Ruth tumbada en el sofá, vestida solo con un ligero camisón de seda verde. Parece que se ha quedado dormida con la tele puesta. En la mesita veo una botella de vino medio vacía y una copa. Esto es perfecto. Ella misma se ha drogado... ¡qué tonta!

Entro sigilosamente en la habitación, voy hasta el fondo de la sala y pongo la videocámara a grabar. Me dirijo entonces hacia el sofá. Ésta es la parte más importante de la operación, si todo sale bien, el resto es puro goce y disfrute... míos, por supuesto.

Ruth está tumbada de lado, en posición fetal. El camisón se ha arremangado por encima de su pierna y puedo ver el pequeño tanga que lleva puesto. Me paro frente a ella... le huelo la piel... miro sus formas a través del camisón... me toco el paquete... siento que me van a reventar los huevos de lo excitado que estoy...

Saco la navaja y se la pongo en el cuello, mientras le voy sobando una de sus grandes tetas por encima de la tela. Ruth no tarda nada en despertar, y tras el desconcierto inicial, se revuelve un poco. Terminamos cayendo los dos sobre la alfombra. Muy rápido me tiro sobre ella, clavándole el cuchillo en la espalda, mientras de tapo la boca y susurro en su oreja...

«Mira preciosa, podemos hacer esto por las buenas y te prometo que saldrás ilesa. O me lo puedes poner difícil y no dudaré en matarte» le digo apretando más el frío filo de la navaja contra su piel.

Se ha quedado como paralizada por el miedo. Parece que los ojos se le vayan a salir de las órbitas. Yo no puedo esperar más. Tengo muchas cosas en mente que quiero hacerle, pero lo primero es descargar ya un poco de toda esta tensión que llevo acumulada. La agarro por el brazo y le digo:

«Arrodíllate y quédate quietecita»

Ella se queda allí arrodillada de espaldas al sofá. Abro la mochila y saco lo que he traído para ella. Le pongo las esposas, una de la muñeca derecha al tobillo izquierdo, y viceversa, para dejarla totalmente inmovilizada en esa posición.

Mientras lo hago la niñata no para de llorar, de suplicarme que la deje ir, ¡hasta intenta sobornarme con dinero! jajaja si ella supiera quien está a punto de follarla... hay «mamá», si tú supieras...

Ahora viene lo mejor... un cosquilleo inunda mi entrepierna mientras le pongo, no sin dificultad, este cacharrito que he comprado por internet. Es una mordaza que en la parte delantera tiene un aro metálico que impedirá que mi víctima pueda cerrar la boca, y así evitaré posibles mordiscos. Llevo mucho tiempo deseando... fantaseando en meterle la polla hasta los mismísimos huevos... y el momento ya ha llegado.

Una vez tiene el aro puesto, me bajo los pantalones y saco mi tremendo nabo de los calzoncillos. ¡Jesús! nunca lo había visto tan gordo y hinchado... con las venas todas marcadas... ¡esta puta me vuelve la polla loca!

La agarro por el pelo, con la misma mano que aguanto la navaja, y con la otra dirijo mi rabo hacia la entrada abierta y babeante de su boca... cabe justo en el hierro.

La voy metiendo lentamente, llego al tope sin haber llegado a meter ni la mitad... empiezo a empujar mi polla contra su cara... ella sigue lloriqueando... eso aún me pone más frenético... le tiro del pelo hasta que su nuca toca el asiento del sofá, paso una pierna por encima de su hombro y ahora si que le empiezo a dar caña... en esta postura Ruth tiene el cuello totalmente estirado hacia atrás, lo que hace que su tráquea se abra del todo, empujo cada vez con más fuerza... con más violencia... si joder... mis huevos ya chocan con su barbilla... ¿cómo la sientes puta? ¿eres feliz chupándome la polla? jajaja madre mía que sensación... no tiene nada que ver con las mamadas que me han hecho hasta ahora... saber que la tengo a mi completa disposición, totalmente indefensa frente a mi ataque... me pone a mil...

Empujo... empujo... empujo... cada vez más rápido... ella ya no llora... supongo que bastante tiene con intentar respirar... bah... qué más me da... la embisto con fuerza... follándome su boca con todo mi odio... aplastándole la cabeza contra el sofá... qué bueno... que rica puta.... aaaaaahhh.... se la clavo hasta el fondo y empiezo a soltar mi espesa leche en su garganta... entonces se me ocurre una genial idea... hago que abra los ojos y me mire y le digo muy seriamente...

«Más te vale que empieces a tragar, ¿me oyes, puta?»

Y sin darle tiempo a pensar en nada, empiezo a soltarle mi meada en la boca. ¡¡Si!! ¡Esto me proporciona aún más placer que la propia corrida! Ruth, la princesita de papá, bebiéndose mi pis sin más opción que tragárselo o ahogarse en el intento. No me imagino qué le debe estar pasando ahora mismo por la cabeza. Pero seguro que se siente de lo más humillada. Mucho mejor para mí. ¡Jódete guarra! Aaaaaaaaaah.... le suelto hasta la última gotita y aún me quedo un ratito más con el rabo metido en esa cuevita caliente, disfrutando de mi ocurrencia lo máximo posible... dejando que se vuelva a poner dura para el próximo asalto.

Cuando me levanto ella ya no me mira. Gruesas lágrimas caen por sus mejillas. Qué bonita está.

Desato las esposas y le ato una soga alrededor del cuello, con la que la dirijo por la habitación, como si fuera una perrita. Entre el comedor y el salón hay un gran arco abierto en la pared, que me irá de perlas. Cojo un par de sargentos de la mochila y los pongo en la parte de arriba del marco. Son unos cacharros de hierro muy fuertes, que ya he probado antes conmigo mismo, y sé que aguantarán perfectamente su peso.

Paso la soga por entre los hierros y la ato del otro lado a las esposas, que pongo ahora en sus muñecas, con los brazos a su espalda. Abro al máximo sus piernas y ato los tobillos a las columnas. Ya la tengo completamente inmovilizada.

Le rajo la ropa, dejándola completamente desnuda. Le acaricio los pezones con la punta del cuchillo. Se le ponen duros en seguida. Me sitúo tras ella y me arrodillo, poniendo así mi cara a la altura de su trasero. La huelo... me encanta su aroma de hembra... jugueteo con mi navaja en su chochito... se le escapa algún gemido... dejo a un lado la navaja y amorro mi boca a su coño. Ruth tiene la costumbre de ducharse cada noche antes de irse a dormir, por lo que su coño huele de maravilla... he decidido que no le pondré el lubricante que llevo guardado en la mochila... prefiero torturarla un poquito más y que sea mi propia saliva la que la humedezca.

Paso mi lengua por su raja, separando bien los labios con mis manos. Mi nariz queda pegada a su agujerito de atrás. Lamo su entrepierna hasta llegar al ano... jugueteo con la punta de la lengua en el agujero... Ruth se remueve, inquieta... vuelvo a bajar a su coño... le muerdo con fuerza un labio... ella da un respingo... vuelve a gimotear... le meto la lengua hasta donde puedo... la follo como si fuera una pequeña pollita.

Cuando me harto del sabroso manjar voy a la mesa, he olvidado algo importante. Cojo la botella de vino medio vacía y vuelvo con mi bella cautiva.

Sin más preámbulos me sitúo tras ella y le meto la polla hasta los ovarios. Sus piernas se tensan... su cuerpo se arquea...  intenta gritar... pero la mordaza se lo impide.

«¡¡Aaaaaaaggh¡¡»

Empiezo a follármela con ímpetu, mis sacudidas la golpean con tal fuerza que sus caderas salen disparadas hacia delante, pero por lo forzado de sus ataduras, es poco el camino que recorre hasta volver hacia atrás, con la misma fuerza que sale.

«aaagh... aaaagh... aaaagh...»

Sigo follándomela un buen rato. La agarro por las tetas y la acerco hacia mí. No puedo evitar gritar enardecido.

«¡Toma, puta, toma mi polla!»

Y cuando noto que me llega la segunda corrida dejo mi rabo incrustado en su interior, palpitante, soltando leche... mientras cojo la botella de vino, que aun está fresquita y de un golpe se la clavo en el culo. Termino de correrme mientras la botella se vacía en su esfínter.

En vez de sentirme más aliviado, con cada corrida mi mala leche y mi calentura van aumentando más y más.

Saco la botella ya vacía y acto seguido la sustituyo con mi polla. Logro meter solo el capullo en su ano estrecho, que tiene la piel estirada al máximo, intentando recibir mi aparato en su interior... no puede ser que sea virgen de este lado... al final resultará que no es una putilla, como yo creía, sino una calienta pollas.

Encuentro muy estimulante que su culo me apriete tanto, y más aun el vino fresco rozándome la polla en su interior... me armo de paciencia y poco a poco, embestida a embestida, voy metiéndole a Ruth mi nabo entre las nalgas... ooooooh.... si..... ella sigue quejándose.

«aaaaaaaaaaahg»

Cuanto más meto mi polla más se queja ella... inicio un suave bombeo... el vino empieza a derramarse, resbalando por sus piernas... siiiiiii... meto y saco mi polla cada vez más deprisa, cada vez más fuerte...

«¡Toma, puta, toma, toma!»

Le grito al ritmo de mis embestidas... ya puedo meter y sacar mi polla del todo, del capullo hasta los huevos... el chapoteo se oye por toda la habitación...

CHOF! CHOF! CHOF!

Debe estarle doliendo de lo lindo... siiiii que bieeeeeeen... aaaaaaaaaaah....

Me corro en su esfínter de una manera bestial, parece que contra más esperma suelto, más voy generando...

«AAAAAAAAaaaaaaaaaaaaaaaaaaahhh.... «

Cuando saco mi rabo de su cul,o el vino mezclado con mi semen empieza a salir a borbotones... jajaja... mi dulce Ruth... pareces una fuente... si pudieras verte como yo te veo ahora... jajaja...

Desato sus cuerdas, las piernas temblorosas no le aguantan y cae al suelo, le quito la mordaza (a estas horas ya debe tener la mandíbula adormecida), y cuidando que su cara quede hacia la cámara (que ella aun no ha visto) le digo...

«Lo has hecho muy bien putilla... ahora chúpamela y me iré por donde he venido»

Supongo que a estas alturas sus nervios deben estar destrozados y lo único que quiere es terminar con todo esto ya, porque sin quejarse ni una sola vez, abre los labios y empieza a mamarme la verga como si le fuera la vida en ello...

«Ponle más ganas... lámeme los huevos... y tócate los pechos... así... genial... mete un par de dedos en tu coño... venga, preciosa, cuanto más me excites menos tardaré en marcharme...»

Parece que mis sugerencias hacen efecto, pues empieza a masturbarse mientras se magrea los pezones y pasa su lengua por mis pelotas...

«Bien nena... ahora métetela hasta el fondo... enséñame lo putita que eres...»

Dicho y hecho... Ruth abre los labios y se mete mi polla hasta la campanilla... yo no tengo que hacer nada... esta putilla sabe mamarla como una profesional... pero necesito terminar de soltar la rabia que tengo dentro... la cojo por ambos lados de la cara y dejo su cabeza quieta mientras empiezo a follarla a lo salvaje...

PAM PAM PAM PAM

Toma mi polla puta... tomaaaaaa....!!!  

PAM PAM PAM PAM PAM

Así, así, venga nenaaaaaa..... y la última corrida de la noche, la más generosa de todas, empieza a salir de mi rabo. No le da tiempo a tragarlo todo... empieza a toser y le sale algo de mi lefa por la nariz... un final espectacular, si señor...

La dejo ahí tirada en el suelo y empiezo a recogerlo todo... cuando ve que cojo la cámara se le queda la cara pálida... porque no solo he grabado cómo la violaba, sino que al final hasta parecía que ella lo disfrutaba... jajaja...

La miro a los ojos y le digo, muy serio:

«En cuanto salga de la casa te ducharás, limpiarás todo lo que ha quedado y no hablarás de esto con nadie... porque si no verás colgado este vídeo en todas las webs porno del país, además de enviarles copias a todos tus amigos... y no creo que a tu marido le haga mucha gracia verte así... ¿me has entendido, guarra?»

Ella, con la mirada fija en el suelo, entre lágrimas, susurra:

«Si....»

Le respondo:

«Más te vale que sea así, porque sabré enseguida si lo has hecho»

Antes de irme, le escupo en la cara.


Y así fue como me follé a Ruth, mi madrastra.

jueves

Sara, el camino de la sumisión. Cap 6.



La tarde siguiente, una vez finalizada la jornada laboral (y sin ningún mail de respuesta de Yaveh) coloco como puedo las 2 bolsas con mis únicas pertenencias en la moto, y siguiendo las indicaciones de Marcos me dirijo a su casa. Vive en la periferia, en una especie de polígono industrial abandonado. Puede sonar algo siniestro, pero al ver cómo es por dentro, tan enormemente grande, reformada, y soleada, entiendo su elección.

Marcos me hace dejar las bolsas en la entrada y me enseña la distribución del que será mi hogar los próximos meses. Toda la pared izquierda, desde la entrada hasta los grandes ventanales del otro lado de la nave, está formada por 3 grandes plafones de estilo japonés, de esos que parecen estar hechos de tela. Corriendo la primera mampara Marcos me muestra el baño. Es espacioso, con ducha, bidet, wáter, y una preciosa bañera redonda, que según me ha dicho es jacuzzi. Tras la segunda mampara está mi habitación, también muy amplia, con una enorme cama de matrimonio, un escritorio de estilo antiguo, e incluso una alfombra. Sin abrir la 3ª mampara, Marcos me comenta que la siguiente habitación es la suya, naturalmente, pues es la única que da a esos inmensos ventanales. En la zona central, por donde nos movemos, están la tele, el sofá, una mesa pequeña, y otra más grande, muchas lámparas de todo tipo, varias sillas, más alfombras, y la cocina (vitrocerámica) americana de largos mármoles.

Al finalizar la visita guiada Marcos saca un par de Coronitas de la nevera y me ofrece una para celebrar mi primera noche en la nueva casa; entonces me fijo en algo que no había visto: al lado de la puerta de entrada hay una puerta que parece tener cerradura. Esto me intriga, y le pregunto a mi amigo:

- "Oye, ¿qué escondes en esa habitación, que no quieres que nadie vea?" - Le pregunto con una sonrisita maliciosa

- "Ah, se me había olvidado. Es mi "habitación de los secretos", allí tengo guardadas todas las piezas, herramientas, programas. Todo lo que necesito para trabajar. Verás, es un equipo muy caro, y no puedo dejar que me lo roben, por eso siempre lo tengo cerrado con llave."

- "¡Vaya, que previsor! Ja ja... ¡¡brindemos por la primera noche!!"

Tras un rato de charla agradable con este hombre tan guapo, voy a deshacer el poco equipaje que traigo, y por segunda vez esta noche, caigo en la cuenta de algo que se me había pasado por alto. Hay un ordenador en el escritorio de mi habitación. No solo un ordenador, ahora que me fijo tiene escáner, impresora, web-cam, módem… ¡de todo! Marcos me sonríe desde la puerta.

- "Espero que te haya gustado mi sorpresa, es tuyo."

- "¡¡Gracias!! ¡¡Gracias!! ¡¡Eres un encanto Marcos!! - la euforia, y quizás también la cerveza, hacen que me lance a sus brazos para besarle en la mejilla repetidas veces… puede que me haya pasado un poco… o no? Je je si es que es un cielo, y yo pensando que era un machista.

Cuando termino de guardar mi ropa en el armario un ruido en mi estómago me recuerda que es hora de cenar, y que cocinar forma parte del trato, así que me dirijo a la nevera a ver qué hay. Preparo un par de hamburguesas con queso y cebolla (mañana tendré que hacer la compra), y disfruto comiendo junto a mi ángel salvador. Tras fregar los platos le doy las buenas noches a mi compi de piso, y con la excusa de que estoy cansada de tanto ir arriba y abajo, me encierro en mi habitación y me conecto a internet.

Necesito saber si Yaveh ha contestado… ¡Bingo! ¡¡Lo ha hecho!!


"Yo no creo nada. Lo sé.
Sé que me quieres a mí.
Sé que me necesitas.
Sé que me estás buscando.
Sé que deseas poseer este collar de perra.
No me andaré con rodeos. No tengo tiempo que perder. Y menos por una zorrilla miedica que se dedica a escribir relatos (bastante buenos, por cierto. Mis felicitaciones) en vez de salir en busca de su propia felicidad.
Yo puedo darte esta felicidad, puedo liberar tus ataduras, Puedo dártelo todo. Pero también puedo dejarte sin nada. Elige. Seguir con tu amargada y solitaria vida, o ser mi alumna, y tal vez algún día, mi esclava.
Si has decidido dejar de tener miedo a abrir los ojos, aquí tienes tu primera tarea:
Quiero que escribas un relato donde la protagonista sean una Ama y su sumiso.
Quiero ver hasta dónde llega tu imaginación.
Cuélgalo esta noche, antes de las 2:00h.
Cuando lo hayas hecho quiero que cojas dos pinzas de tender la ropa y te las pongas en tus duros pezones. Siente el dolor. SIENTE MI DOLOR. Después coge un consolador, o algo que sirva de polla, y fóllate tu culo sin tocarte ni una sola vez el coño. Cuando te hayas corrido, sin limpiarte, ni vestirte, y con las pinzas y el consolador aún puestos, siéntate frente al ordenador y cuéntame todas tus sensaciones y pensamientos.
Si el relato no está antes de las 2:00h no te molestes en responder."

Pero ¿qué..? ¡¡Este tío está loco!! Aunque la verdad es que lo de las pinzas me intriga. ¿Puede gustarme? Nunca lo he probado... Salgo disparada de mi habitación y me encuentro de cara con Marcos...

- "Te has dejado algo preciosa?"

¡Mierda! ¿Qué le digo? ¿¿Es que necesito unas pinzas para mis pezones?? No, mala idea... joder... pezones, pinzas, Marcos tan cerca... mi libido se empieza a disparar, me noto tensa, pero reacciono a tiempo:

- "Es que me acabo de dar cuenta que me he quedado sin ropa interior limpia, dime donde puedo limpiar alguna y tenderla." – aun no he terminado de decir estas palabras y ya me arrepiento. Pero ¿¿en que estoy pensando?? Le acabo de decir al que ayer no era más que un compañero de curro, que me deje un lugar para limpiar mis tanguitas... ¿Porque no he dicho calcetines? ¿O camisas? debo estar rematadamente loca, por suerte parece que he sido creíble, y me pide que le siga saliendo por la cristalera.

Fantástico, lo que creí que eran grandes ventanales es en realidad una cristalera con puerta corredera que da a un patio interior, rodeado de altos muros, reconvertido a jardín, ¡¡con su piscina y todo!! Saco un par de tangas (limpios...) los lavo un poco, y aprovecho al tenderlos para esconderme un par de pinzas. Vuelvo a darle las buenas noches, muerta de vergüenza, y entro en mi habitación a probar por primera vez qué se siente al tener esta pequeña pieza de plástico presionándome el pezón. Me siento en la cama, me desnudo de cintura para arriba y pongo la primera pinza en mi pezón izquierdo...

- "¡¡¡¡UUUUUAAAAAAHH!!!!"

¡¡Coño que daño!! ¡Fuera pinza! Joder, me ha dejado una buena marca, que se va enrojeciendo cada vez más. ¡Mierda! ¡Debo ser la peor aprendiz de sumisa del mundo si soy incapaz de ponerme una simple pinza en el pecho! Mejor lo dejamos para otro día, mientras escribiré el relato que me ha pedido, nunca me he puesto en la piel de una Ama...




**** LADY MARULANDA ****

"Lady Marulanda se paseaba impaciente por el amplio comedor, cada vez más disgustada por el retraso de sus perritos. Media hora esperándoles... Les iba a caer un buen castigo cuando llegasen... El único sonido que se oía en la habitación era el de sus finos tacones negros contra el suelo... toc toc toc.. Cada vez más enojada... Su oscura indumentaria resaltaba el verde cristalino de sus ojos y las ondas doradas de su pelo, atado en una cola alta. El sonido de la suela de su bota contra el suelo era suave y constante... toc.. toc.. toc.. Se estaba impacientando mucho, y cuando la aguja del reloj marcó y 31 su paciencia se agotó y decidió cambiar la tranquila sesión que tenía preparada por una un poco más movida, para que sus perritos aprendiesen a no llegar tarde nunca más. En ese instante la puerta del recibidor se abrió y entraron dos jóvenes, uno rubio y otro moreno, brillantes de sudor y jadeantes, que se apresuraron a lanzarse de rodillas a los pies de su querida ama.

- "Lo siento mucho mi señora... – Suplicaba uno entre jadeos – se nos ha estropeado el coche y hemos tenido que venir corriendo"

- "¡Basta! – Lady M. no estaba para tonterías – ¡y desnudaos! ¡Vais a aprender a no hacerme esperar!"

Mientras decía esto, la ama le dio un empujón a Pedro en el hombro con la suela de su brillante bota negra, y éste cayó de lado al suelo. Sin protestar, sabiendo que era un castigo merecido, y con el corazón palpitándole a mil por hora, se desvistió torpemente, al unísono que su compañero.

Lady Marulanda se quitó sensualmente las largas botas y se sentó en el sofá. Andrés, el más veterano, rubio de ojos verdes, se ocupó de su pie izquierdo acariciándolo mimoso con la lengua. Pedro, que solo había pasado por dos sesiones, y mantenía virgen su precioso trasero, copiando lo que veía se apoderó de su pie derecho. Fue el rubio quién tomó la iniciativa, ascendiendo por sus piernas con la lengua. Lady M. no estaba para tonterías, le agarró fuerte del pelo y de un tirón su nariz se quedó presa entre los labios vaginales de esa Diosa del Sexo.

Andrés se apresuró a lamer y mordisquear todos los rincones de aquella dulce cueva. A Pedro le ordenó entonces que lubricara bien a su amigo en vistas a una próxima penetración. Ambos sumisos lucían ya espléndidas erecciones, sus pollas rezumaban jugos pre-seminales. Lady Marulanda subió sus piernas, hasta dejar los pies apoyados en los hombros de Andrés, quién se volvió a apoderar de sus deditos, pasando afanosamente la lengua entre ellos, y embistió a su ama como sabía que más le gustaba, con mucha fuerza. Sus pelotas chocaron contra el culo de ella, y a su orden, Pedro enculó a Andrés de una sola embestida. Por fortuna tenía el ano bien dilatado.

Así empezaron a follarse, los perritos, obedientes, sabían que no debían correrse hasta que Lady M. lo permitiese, pero ahora ella estaba demasiado ocupada disfrutando de su propio placer. Tras el primer orgasmo cambió de postura, no sin antes haberles ordenado que se limpiasen mutuamente los pegajosos miembros. Sentó a Andrés en el sofá, y ella se situó sobre él, empalándose su enorme trabuco por el culo. Pedro le cogió las piernas bien abiertas y le ensartó la polla en el lubricado coño. Siguieron follando un buen rato, Lady Marulanda estaba disfrutando como nunca, pero no se lo iba a poner fácil. Aguantó y aguantó hasta que al final explotó de placer, para descanso de sus perros, que sentían ya un buen dolor de huevos de tanto aguantar. Volvió a decirles que se limpiaran y puso esta vez a Andrés lamiendo el ano de Pedro, que a su vez la masturbaba a ella con sus dedos y su boca. Lady M. decidió que ya era hora de hacer de Pedro todo un siervo como Dios manda.

Ordenó a Pedro que se apoyara en la pared, con las piernas bien separadas, y se colocó una braga-arnés con un doble consolador incorporado, se metió uno de los lados, el más grueso, en el coño y se dirigió al prieto culo que le esperaba. Andrés por su parte se había situado tras ella, metiéndole tres dedos por el culo y lamiéndole sin parar. Enloquecida por el placer quería hacer sufrir a su nuevo perro, tenía que hacerle entender quién es su ama. Y el dolor es el mejor camino hacia la sumisión. Apoyó el gran capullo gelatinoso en la entrada del esfínter del asustado muchacho y con un solo y preciso movimiento el pollón entró bruscamente hasta el tope. Pedro contrajo todos los músculos por el dolor. Lady M. no le dio tiempo a nada, tras la embestida inicial empezó a bombear frenéticamente, poniendo el vibrador al máximo.

Al llegarle el tercer orgasmo dejó de martirizar a Pedro, pero la cosa no acabó allí. Sin tiempo al descanso, y con el consolador aun metido en el coño, vibrando, Lady Marulanda se tumbó en la mesa. A su orden, Pedro la cogió por las nalgas y la enculó con rabia y deseo... Le hizo una silenciosa señal a Andrés, y éste se abalanzó sobre su compañero, clavándole su pollón sin más hasta los huevos. Le empujaba con todas sus fuerzas, sabiendo que el momento del orgasmo estaba próximo. Con cada embestida de Andrés, Lady M. notaba como la polla de Pedro se le metía más y más adentro, no solo por los empujones de Andrés, sino porque Pedro reaccionaba moviendo la cadera hacia delante para intentar librarse (completamente en vano) de aquel dolor en su recto. Los dejó follándose así hasta que ella misma no pudo contenerse más.

- "¡¡Ahora malditos perros callejeros!! ¡Llenad a vuestra ama de leche!"

Andrés le sacó la polla del culo a Pedro y se la metió a Lady M. en la boca hasta la garganta, impidiéndole respirar, inundándola de leche que rezumaba por la comisura de sus labios, tanto en la boca como en el coño, ya que Pedro también había llegado ya al éxtasis."




(Sara:)

Estoy excitadísima… ¿cómo puede ponerme así de cachonda un relato escrito por mí? Necesito calmar el escozor de mi coño. Miro a mi alrededor, veo las pinzas, las descarto, demasiado dolor, mira, el bote de desodorante tiene el tamaño y la forma perfectos. Me tumbo en la cama y cierro los ojos, imaginándome a Yaveh recorriendo mi cuerpo, deseando darme placer, me pellizco el clítoris, mis dedos se mojan de flujos, empiezo a introducir el bote de desodorante en mi agujerito delantero lentamente, saboreando cada momento. La excitación crece y me meto un dedo bien mojadito por el culo, después dos... saco el bote de mi coño y lo pongo en la entrada de mi culo, intentando relajarme, y poco a poco me penetro, sin dejar de pellizcarme el clítoris. Se me escapa un gemido... espero que Marcos no lo haya oído... aunque ahora ya da igual... Ya me viene… ¡¡¡Oh, Dios Que Placer!!! ¡¡OOOOoooh!!

Este orgasmo me deja exhausta, completamente mojada, y con los labios palpitantes... ¡¡Son casi las 2h!! ¡Tengo que colgar ya el relato! Y también tengo que explicarle a Yaveh todas mis sensaciones. Me saco el bote del culo y me siento frente al ordenador, tras colgar el relato en la web le escribo un mensaje a Yaveh (sin muchas ganas, la verdad):

""Querido Yaveh, como podrás comprobar he cumplido todas tus órdenes, el relato ya está colgado y yo ya he tenido un orgasmo gracias a las pinzas y el bote de desodorante, ha sido muy excitante. Tu perrita Sara."

No sé ni porque le contesto, no quiero llegar a nada con un tío al que no conozco. ¿Porque cumplo sus órdenes? Debo estar volviéndome loca, es la última vez que lo intento. Aunque siempre estoy a tiempo de mentirle, decirle que lo hago cuando en realidad no, o de dejar de escribirle cuando quiera. Aun soy libre de decidir con quién quiero follar. Una vez enviado reviso el correo... un par de pervertidos, mail de Nemesis y Sumsidomx (mis dos cyber-vicio-amigos), y antes de cerrar me aparece un nuevo mail de Yaveh… ¡qué velocidad de respuesta! Estoy cansada y tengo ganas de irme a dormir, pero la curiosidad puede conmigo, y acabo por abrir el mail:


"Mi querida perrita embustera, ¿te crees que soy idiota?
Dudo mucho que hayas usado las pinzas, pues no has mencionado ni una sola vez el placer del dolor.
Si realmente deseas ser una buena sumisa, mi sumisa, debes confiar plenamente en mí.
Debes contármelo todo.
Tus fantasías y tus miedos.
Debo conocer cada rincón de tu alma, por oscuro que sea.
No tengas miedo.
Deja a un lado la vergüenza y entra en mi mundo de gozo eterno.
Se mi esclava.
Adórame como a tu único Dios.
Véndeme tu alma y pasarás a formar parte de la mía.
Conocerás el placer del dolor y la humillación.
Aprenderás a darme las gracias por cada azote.
Tus lágrimas serán un regalo para mí.
Aprenderás a obedecerme en todo sintiéndote además feliz por complacerme a mí.
A tu amo.
Es la última oportunidad que te doy.
Vuelve a repetir la orden. Pinzas en los pezones, consolador en el culo.
Y nada de tocarte la almejita... recuerda que te estoy vigilando.
Si vuelves a mentirme te arrepentirás.
Espero tu mail antes de una hora."

lunes

Serie Fantasías III

Otro relato breve de una sumisa y su Amo. Escrito en el mismo año que los anteriores, el 2012. Parece inconcluso pero lo está, el relato no pretendía ser sexual sino mostrar el preciso instante en que la sumisa decide abandonarse a su Amo, dejando de lado todos los miedos y preocupaciones.





Barcelona. Es noche de carnaval.

Hace casi un año que nos escribimos mails, en este tiempo tú te has convertido en mi Amo y yo en tu esclava. Hasta tengo un teléfono exclusivo para que tú me llames, para que mi novio no encuentre nada si decide revisar mi móvil habitual, y ese es mi problema; mi novio... mi luz... mi todo. No puedo dejarle, pero tampoco puedo alejarme de ti ahora que te he ido conociendo cada día un poco más. Tú eres mi oscuridad... mi sombra... mi todo también, a tu extraña manera.

Esta noche tenía cena de empresa. Me he vestido bien guapa para la ocasión, con un vestido negro muy sexy, escotado y con una raja muy sugerente en el lado. Luzco un antifaz negro a juego. Tú me habías pedido que no fuera, has venido a Barcelona a pasar unos días y querías que nos viéramos. Normal... Pero no estoy preparada... no puedo. Al final cediste, me dijiste que vale, que fuera a la cena con los del trabajo, pero que hiciera algo por ti, justo a media noche, cuando los comensales ya están más que contentos por el alcohol, me pediste que saliera al jardín y abriera el paquete que he recibido esta mañana por mensajero.

Salgo del salón, demasiado atestado de gente y música y gritos. Voy fuera, al jardín. Te dije que la cena sería aquí, en uno de los hoteles más lujosos de la ciudad. La empresa ha tenido buenos beneficios este año, se nota. Ando unos metros y encuentro un rinconcito apartado con un banco de piedra y una fuentecilla. Me siento bien, rodeada de oscuridad y silencio. Pienso en ti, en lo tonta que he sido por no querer verte, en lo enfadado que estarás, en porqué soy tan cobarde... Me quito la máscara, saco el paquete del bolso y lo abro. Es una pequeña botella de cava y tiene una pequeña nota adjunta "Bébeme"... ¿Qué se supone que significa esto? ¿Habrás metido algo en la bebida? ¿Y si estás loco? ¿Y si es veneno?... madre mía. Vuelvo a mirar la botella, esto me recuerda a Alicia en el País de las Maravillas... cierro los ojos... evoco tu voz... la fotografía que me enviaste con una capucha y una máscara tapando tus facciones... solo se veían los ojos y la boca. Me pierdo en tu recuerdo. Abro la botella y me la bebo de un trago. Confío en ti, Amo.


Siento que mis ojos se cierran... no puedo mantenerme despierta... me adentro sola en la oscuridad...



Abro los ojos un poco aturdida aun por la droga que me has dado. Me cuesta centrar la vista en algo. Cierro los ojos y los vuelvo a abrir. Estoy en una gran habitación en penumbras, adornada con gruesas cortinas en las ventanas y tupidas alfombras en el suelo, tumbada sobre una cama enorme, muy alta. Intento moverme, me siento con dificultad, aun mareada, fijo la mirada al suelo, que da vueltas...

"Buenos días, princesa" recorro la habitación hasta encontrar al dueño de esta sensual voz... ¡Eres tú! Sentado en una silla junto a la puerta, llevas puesta una capucha oscura que tapa tu pelo, y la misma mascara de la foto. Pantalones tejanos y una camisa negra también. Solo veo tus ojos y tus labios. Me quedo callada, con el corazón latiendo tan fuerte en mi pecho que debes estarlo oyendo desde el otro lado de la habitación.

Te levantas y me miras fijamente mientras te acercas a mí, me sonrojo. Todo mi cuerpo tiembla, mi entrepierna se estremece. Tengo tanto miedo... a la vez me siento muy excitada. Todo esto es culpa mía. Fui yo la que se empeñaba en escribirte relatos en los que me "forzabas" a tener sexo contigo. Yo fui la que se quejaba de que no podía dejar a mi novio... diciéndote "Si te hubiera conocido en otro momento de mi vida"...

Estás justo frente a mí, pones una rodilla en el suelo y coges mi mano con la otra. Nuestros juegos suelen ser bastante más pasados de vueltas, pero no quieres asustarme tan pronto, lo que quieres es dominarme por completo. Así que, dándome un beso en el dorso de la mano, como un perfecto caballero, me dices "Espero que te encuentres bien" reconfortando así esa parte de mí que necesita de tu cariño.

Sigues sujetando mi mano con la tuya, tienes que estar notando como tiemblo de los pies a la cabeza ¿Que si me encuentro bien? estás haciendo realidad mi más oscura fantasía, me lo estás poniendo en bandeja de plata. No aparto mi mirada de la tuya, podría perderme en tus ojos, sería tan sencillo. Solo tengo que aceptar lo que me das... solo tengo que abrirme por completo a ti.

Te separas de mí, levantándote del suelo, y me dices con voz firme "Arrodíllate ante mí, perra"

"No puedo... sabes que no puedo hacerlo... lo siento... Ismael" unas lágrimas asoman en mis ojos. No puedo hacerlo, luego no podría mirar a la cara a mi novio. Sé que me lo notará... además, tengo mucho miedo de que me gustes de verdad.

Sin cambiar los rasgos fríos de tu cara me contestas "Por favor, princesa, sabías que esto tenía que ocurrir tarde o temprano. Llevamos mucho tiempo conociéndonos por mail. Ya es hora de que des la cara. Déjate llevar y te prometo que no te arrepentirás."

Me levanto de la cama, acercas tu mano a mi mejilla y secas una lágrima... "Olvídate de todo y de todos. Ahora solo existimos tu y yo."

Acto seguido me besas con intensidad.

"Tienes que creerme, todo lo que he hecho ha sido para hacerte feliz. Confía en mí. Déjame hacerte disfrutar." usas todas tus armas de seducción para atraerme hacia ti... tu voz... tu mirada... tu mano acariciando mi cuello. Tu cuerpo está pegado al mío. Ya no tiemblo. Me siento muy reconfortada aquí, entre tus brazos.

En ese mismo instante me rindo. Tú ganas. Bajo la vista al suelo y me arrodillo frente a ti. Tú disfrutas en tu interior este momento en el que has roto definitivamente todas mis defensas. Tienes mi alma en tus manos y puedes hacer con ella lo que quieras. Soy tu esclava. Saboreas este momento con orgullo. Has vencido. Miras hacia abajo. Qué bonita me veo allí de rodillas frente a ti, tan sumisa, esperando tu próxima orden.

Sacas algo del bolsillo del pantalón... el collar... me dijiste que ya lo habías comprado hace un tiempo, vi fotos, pero no querías dármelo si no era en persona, y por supuesto yo me negué. Tú me intentabas convencer diciéndome que solo quedaríamos para tomar un inocente café, pero contigo ni los cafés son inocentes. Es como si te rodease un poderoso campo de fuerza que me atrajese hacia ti sin remedio. Eso lo sentía ya solo leyendo tus mails, y ahora que te tengo en frente mis sospechas se confirman. Eres el centro de mi mundo ahora... hombre enmascarado.

Atas el collar ajustándolo bien a mi cuello ¿Te dará miedo que salga corriendo en cualquier momento? ¿Que cambie de opinión y me vaya? No, eso no ocurrirá, ya he tomado mi decisión, que es quedarme aquí, así que no temas, Amo. Me quedaré contigo hasta el final.

Vas hacia la mesilla de noche y llenas dos vasos con agua, te acercas a mí y te agachas a mi lado.

"Pon las manos sobre el suelo, así" y me pones los vasos llenos sobre el dorso de mis manos.... "muy bien... ahora ponte así... " coges mis caderas y subes mi trasero un poco más... "¿te acuerdas de aquella película que tanto te gustó?" te contesto "Si, Amo" tú sigues hablándome "Pues ya sabes cómo funciona el juego... ocurra lo que ocurra no dejes caer los vasos o habrá castigo" sonrío, sintiéndome inmensamente feliz de haber decidido dar el paso y poder estar viviendo esta increíble velada contigo "No los dejaré caer, Amo" digo nada convencida, pues los vasos se mueven solos sin que tú me toques. Como empieces a meterme mano no aguantaré mucho el equilibrio y los tiraré, ganándome un buen castigo. Me concentro en dejar las manos quietas... tú desapareces detrás de mí...

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