lunes

Chica Gamer

Experiencia real de una chica gamer jugando a mmorpg y cuanto se excita cuando menos esperarías. Tanto, que termina masturbándose.

Hacía algo más de un año que había dejado de jugar a este mmorpg. Me llegó un mail de la compañía avisándome de que en un mes saldría la nueva expansión, y que, si quería conseguir cierta montura, o logros, debía espabilarme. Así que me conecté y me puse al día con todas las novedades, cambios en la forma de lucha de cada tipo de personaje, subir las profesiones, conseguir equipo, y un largo etcétera que ya os podéis imaginar.

Total, que estaba por una de las zonas nuevas pre-expansión, haciendo misiones yo sola, en plena noche, cuando apareció un grupo de hordas que arrasaron con los cuatro pobres alianzas que andábamos desperdigados por ahí. Yo estaba concentrada en matar a uno de los bichos élites, y de golpe y porrazo me vi totalmente invadida por el rojo. Sonido en estéreo de cuchilladas golpeando el cuerpo de mi hermosa elfa de manera despiadada. En el momento en que todo esto sucedió, automáticamente mi coño de chica gamer palpitó muy intenso y se llenó de jugos. Joder… lo había olvidado. Como podía ser que no recordara esto... me sentí así desde la primera vez que jugué a este juego, muchos años atrás.

Siempre he sido alianza, y siempre he sido de preferencia curandera. Así que lo mío no es dañar, ni siento ningún instinto asesino retorciéndose en mis entrañas que me empuje a desear la muerte del personaje de la facción enemiga. Deseo su muerte porque así es el juego, nada más. A mi siempre me ha gustado más formar parte de un grupo grande y dedicarme a no dejar morir a mis compañeros de la alianza. Por ser healer evidentemente me ponía si o si en el punto de mira del enemigo, quienes siempre andaban deseando quitarme de en medio lo antes posible.

Recuerdo claramente mis inicios en ese juego. Cuando iba yo sola con mi druida elfa por Stranglethorn Vale, intentando subirla de nivel, cuando el máximo era 60. Por esa época bromeaba con mis amigos que yo tenía “paranoia rogue” porque sufría constantes ataques de pícaros a mi personaje día sí día también. Además, con los cascos puestos, los sonidos únicos de sus ataques se me quedaban grabados a fuego en mis neuronas. Era oír aquel primer sonido que me indicaba su presencia a mi espalda y ya sabía que estaba bien jodida, porque me stuneaba y me dejaba k.o. en dos segundos. Pero lejos de cabrearme, notar su presencia tan cercana por detrás de mi preciosa elfa de orejas puntiagudas, escuchar como le clavaba una y otra vez de manera despiadada sus dagas con saña, sentirme la presa cazada… provocaba automáticamente que todo mi cuerpo real entrara en una elevadísima excitación y mis braguitas quedaran bien mojadas. No sé porqué me pasa esto, pero siempre ha sido así.

Eso medito ahora, tantos años después de aquellos viejos tiempos, después de retomar el juego tras largo tiempo sin jugar. Mientras, resucito vigilando que no haya hordas cerca de mi… que disfrute cada vez que me matan no quiere decir que se lo ponga fácil… todo lo contrario. Si no, no tendría la misma gracia. Me subo a mi montura y me elevo por encima del campo de batalla. Ahí arriba me encuentro con uno de los hordas también subido en su montura voladora. Le selecciono y el me selecciona a mí. Es enorme, verde, muy feo. Me hace divagar sobre los típicos hentais en los que orcos de pollas descomunales violan a princesas inocentes. Yo pienso en cuanto lo gozaría si ese monstruo decidiera atacarme con la mayor rabia del mundo. Seguramente él piensa solo en como terminar conmigo, nada más allá. Él no sabe qué reacción provocaría en mí. Ninguno de ellos lo sabe. Quizás eso forma parte también de su encanto particular. Lo único que sé es que tiene que ser cuerpo a cuerpo. No me valen ataques desde lejos, ni que muera por tirarme desde lo alto de mi montura. Tengo que sentir a ese personaje pegado al mío. Su cercanía, su peligro, su rabia desmedida.

Pienso que quizás la próxima vez que juegue lo haga con un gran consolador metido por mi coño de chica gamer. Y que, si se da la ocasión de que aparece uno de esos “odiosos” horda y me mata, encienda la vibración de mi consolador y me masturbe con él. Y aunque prefiero que estos encuentros excitantes de muerte se den de uno a uno, tal vez podría entrar en una campaña de jugador contra jugador, donde seguro sí o sí me cruzaré con cantidad de enemigos que querrán verme morder el polvo. Y mientras esa horda de personajes rojos dedica todo su esfuerzo, sus ganas, su poder, para detener a nuestro equipo alianza, yo estaré con mis manos en el ratón y el teclado, y mi raja palpitante y húmeda rellenada de buen rabo que me de un gran placer cada vez que muera. Y cuando ya me haya corrido una o dos veces, solo entonces, cogeré uno de mis plugs anales negros con base en forma de diamante blanco, lo untaré bien con lubricante, y me lo meteré poco a poco dentro de mi culito estrecho. Siempre me duele jugar con mi orificio posterior, pero eso no hace que sea menos excitante, todo lo contrario. Supongo que soy igual de masoquista tanto física como mentalmente, y de ahí mi necesidad de sentirme la presa. De ser brutalmente cazada y eliminada.

Si juegas a este juego y eres un chico horda, la próxima vez que vayas a matar a una elfa druida de la alianza de larga melena violeta, piensa que podría ser yo. Que quizás la usser al otro lado de la pantalla, a pesar de presentar una dura pelea, está con el coño encharcado de jugos, con su culo relleno de rabo de dura goma y su coño lleno de placer por las vibraciones de un gran consolador. La próxima vez que te encuentres con ese tipo de personaje ante ti, te pido que vayas a por él con todas tus putas ganas, que lo destroces, que lo dejes bien muerto. Porque quizás se trata de alguien que es capaz de disfrutarlo mucho más allá de lo que ni tú ni nadie sería capaz de imaginarse jamás.

Esa misma noche me fui a dormir con una necesidad muy urgente de masturbarme. Ni si quiera me molesté en ir a buscar mis consoladores, porque no los iba a necesitar, y no quería perder el tiempo. Me tumbé boca abajo sobre la cama, y puse un cojín entre mis piernas. Imaginaba que colgaba este relato y a través de él conocía a un chico horda que había quedado encantado con mis fetiches masoquistas. Mi mano diestra avanza hasta que consigue llegar a mi clítoris hinchado, y con la zurda me acaricio mi ano por encima de mi ropa interior. En mi fantasía nocturna, ese chico y yo quedábamos en el mundo virtual del juego mmorpg, en un lugar alejado de todos, donde solo estaríamos nosotros. Meto dos dedos en mi coño y se mojan con los jugos abundantes, cosa que me facilita que me los meta mucho más profundo.

Mientras, en mi cabeza, evoluciona la fantasía. A modo de pequeño juego previo a su destrucción final, mi elfa nocturna comienza a bailar y le va haciendo un striptease al horda, quedándose solo con su arma, las botas y la ropa interior que es imposible de quitar. En ese momento el feroz monstruo decide atacarme. Mi cadera se mueve de manera muy intensa contra el cojín, refrotándome contra él con deseo ardiente de recibir más estimulación en mis zonas erógenas. Me meto ya tres dedos con vigor dentro de mi raja, y dejo de acariciarme el culo y comienzo a tirar con saña de uno de mis duritos pezones oscuros. Bajo mi cara y muerdo mi propia teta. Me pellizco el clítoris y continúo follándome el coño con mis dedos, comenzando a tirar de mi braguita para que se meta entre mis nalgas y así me estimule ese orificio que tengo ahí atrás. En mi fantasía, el chico horda está apuñalando el cuerpo de mi preciosa elfa sin compasión. Hasta dejarla prácticamente sin vida. Imagino al jugador de la facción contraria, conocedor de las sensaciones que me provoca, con la polla dura como una puta piedra. Un buen rabo que con ganas devoraría.

El ritmo de mis manos se vuelve febril, la temperatura de todo mi cuerpo aumenta y suelto jugos sin descanso. Finalmente llego a un delicioso orgasmo brutal en el preciso instante en que imagino al chico horda asestándole el golpe mortal a mi preciosa elfa nocturna. En el momento en que en el juego su personaje clava bien hondo sus dagas en el mío, como si estas fueran en realidad extensiones de su dura polla de semental. Imagino que él llega a correrse también conmigo justo al mismo tiempo que mi elfa alianza pierde la vida por mano de su personaje horda. Imagino entonces lo delicioso que resultaría poder aparecer ahí, arrodillarme entre sus piernas por debajo del escritorio en el que tiene el pc para jugar y lamerle con deseo cada rastro de semen que haya salido de su polla y le manche la piel o la ropa, dedicándole una mirada agradecida y satisfecha por haber hecho realidad mi más oscuro deseo online.

sábado

Almudena, una brutal violación II (4/4)

Tras obligarla a mamar su descomunal polla, su siguiente orden es que ella misma se empale esa polla enorme como un la de un caballo en su prieto culo de puta, y ella obedece porque está siendo chantajeada, y será capaz de soportar cualquier dolor o humillación antes de permitir que dañen a sus seres más queridos.

El rabo del semental era tan condenadamente largo que ella no podía quedar sentada encima ni de coña. Para situar el enorme glande contra su entrada posterior, Almudena tenía que estar con las piernas muy poco flexionadas, casi de pie en el sofá encima del viejo frutero, con su coño a la altura del cuello de él. Así de larga era aquella verga. Por no contar ya de su grosor inhumano. ¿¿Por qué su violador debía tener un rabo tan enorme?? Eso dificultaba mucho las cosas y volvía cada intromisión en cualquiera de sus orificios una tortura tremendamente dolorosa.

“¡AaaaaaaAAaaahhh! ¡¡Que dañooo!!” se quejaba la pobre ninfa, mientras muy despacio, iba penetrándose, primero el grueso glande elefantino.

Por ahora Almudena solo había conseguido introducirse el capullo dentro, y ya era demasiado para ella. No creía que fuese capaz de abarcar mucho más con su trasero.

“De verdad que no puedo… No me cabe ahí…” dijo, llorosa.

“Inténtalo despacio. Empuja, así, un poco más, así, poco a poco” agarrándole de las prietas nalguitas, el viejo iba guiándola para que centímetro a centímetro aquel enorme pollón de toro fuese desapareciendo en el interior del culo de su objeto de pura obsesión malsana.

“¡¡AaAAaaAaaAaaaahhh!! ¡¡Dueleeee muchoooo!!” la chica intentaba descender, pero aquel rabo del demonio no parecía tener fin y ella sentía ya sus malditas entrañas a punto de reventar, así que se detuvo a mitad de camino.

El viejo barrigón le puso la mano en la nuca y la obligó a besarle. Vicente le dio a Almudena un morreo lascivo, lleno de lujuria. Acariciaba todo su cuerpo mientras la pobre ninfa de figura perfecta luchaba por no apartarse de esa boca apestosa, y de la lengua tan repugnante que invadía su cavidad bucal como si le perteneciera.

Cuando separó los labios de la jugosa boca de su hembra, el frutero peludo y canoso le ordenó.

“Abrázame fuerte. Y ni se te ocurra gritar ahora o te rajo” amenazó a la chica con el cuchillo que había escondido en su sofá.

Vicente abrazó también a Almudena, tan firme como pudo, y sin pensárselo dos veces, comenzó a embestir contra ella, impulsando hacia arriba la cadera con todas sus fuerzas, al mismo tiempo que empujaba con vigor hacia abajo el cuerpo de su puta, consiguiendo llegar a incrustarle su rabo de toro enorme como ninguno hasta las putas pelotas en cuatro movimientos.

“¡¡¡¡¡HHHHHHHHHHHHHHHHHHHHMMM!!!!!” la pobre Almudena mordió el hombro de su violador para no gritar, el dolor era terrible, insoportable. Pensaba que la había rajado en dos.

Pero desde donde estaba puesta la cámara se veía a la chica de espaldas, no se apreciarían sus lágrimas, ni su cara de dolor, y solo se vería a una pareja teniendo sexo un poco duro, sin abusos ni violación.

“Vamoooos putaaaa AaAAaaAAAahhh… sé que terminará gustándote zorraaaaa…” le dijo el viejo asqueroso a su víctima, sin dejar de violentarle el orto de manera salvaje.

Vicente sodomizaba a Almudena con una potencia abusiva, brutal. De golpe y porrazo dio un último embiste, clavó su tremendo rabote de caballo dentro del culo de su hembra, con sus cojones pegados a las nalgas de la chica, e inclinó la cabeza, comenzando a devorar sus pechotes, apartándole el sostén con los dientes.

“Me voy a desmayar te lo suplico no puedo más… ¡duele mucho!” susurró ella.

“No, puta. Eso por desgracia para ti no va a pasar” aseguró el violador “Ahora muévete en círculos. Así muy bien. Comienza a follarme tú con tu culo” ordenó el viejo seboso.

A ella no le quedaba más remedio, así que comenzó a mover su culo como el viejo le pidió. Primero en círculos, estando totalmente empalada, y luego empezó a sacarse un poco de aquel rabo descomunal, para volver a enterrarlo profundo en sus entrañas. ¡Oh, Dios! ¿¿Por qué dolía tanto??

Vicente estrujó las nalgas de la futura madre de sus hijos. Dedicó un buen rato a lametearle esas tetas gordas y firmes, entre gemido y gemido. La puta comenzaba a moverse bien y le estaba dando muchísimo gusto. Pero todavía quería más de ella. Para su vídeo.

“Bésame zorra. Bésame como si me amaras” esa quizás fue la peor orden de todas.

La pobre Almudena se obligó a poner su dulce boquita de fresa contra la apestosa boca de viejo de su violador, quien al parecer no conocía el significado de la palabra ducha, ni cepillo de dientes, y comenzó a morrearle con auténtica pasión fingida.

En ese momento la polla gigante de Vicente se salió sin querer del interior del culo de Almudena, y ésta interrumpió el beso cuando el viejo empujó contra su orto sin compasión alguna.

“¡¡¡¡HHHHHHHHHHHMMMMMMM!!!!” se quejó contra sus labios por aquella intromisión salvaje.

El viejo frutero la obligó a continuar con el beso, volvió a abrazarla fuerte y comenzó a abusar de su culo con violencia. Vicente volvió a sacar su asquerosa lengua y la pasó por los labios y la lengua de su hembra. Succionó su labio inferior y lo chupeteó antes de volver a morrearla apasionadamente. Mientras, el semental salvaje no dejaba de penetrarle el orto a la hermosa ninfa con toda su mala hostia y deseo acumulado por ella.

Él no podía dejar de empalarla con saña viril, encastándole su durísimo mástil de hombre rapidísimo y muy muy profundo en su culito prieto de hembra.

“¡¡AaAAAaAAAAaaAAAahhhHH!! ¡¡¡¡DIME CUANTO TE GUSTA QUE TE REBIENTE EL CULO CON MI POLLA ZORRA!!!!” gritó Vicente.

“¡¡AAaAAAaaAAAAaaAAAHh ME ENCANTA QUE ME FOLLES ASI DE DURO MI CULO VICENTEEEE!!” se vio obligada a responder la chica de cuerpo fenomenal, llorando por el dolor que sentía en sus entrañas violentadas de aquella forma tan salvaje.

La caverna de su culo apretaba con firmeza aquel mastodóntico vergote que lo penetraba con dureza, con gran violencia, provocando que todo su cuerpo de hembra se sacudiese. El viejo frutero barrigón notaba como su apestosa polla se sentía apretada en el interior de ese conducto angosto, era la puta gloria. Y más lo era saber que podría volver a follarse a esa hembra de infarto por cualquiera de sus orificios siempre que se le antojara. Ahora tenía a Almudena bajo su absoluto control.

Era tremendamente excitante tener a esa muchacha tan joven, hermosa, perfecta, botando encima de su regazo como amazona, empalándose ella misma su polla de toro bien profundo, llorando por el dolor que sentía, pero sin posibilidad de negarle nada a Vicente. El macho continuó follándose bien fuerte el culo de Almudena.

“¡¡VOY A ROMPERTE EL CULO EN DOOOOOOOOOOS PUTA DE MIERDA!!” exclamó él, sintiendo su orgasmo llegar.

El viejo peludo estrujó el culo de Almudena, clavándole con saña las uñas, apretujándolo con rabia hacia abajo tan fuerte que le arañó profundo su fina piel, al mismo tiempo que él embestía hacia arriba con toda su puta mala hostia, incrustándole su vergón de elefante lo más profundo posible dentro de sus entrañas, y comenzó a soltarle litros de espesa lechada asquerosa y apestosa.

“¡¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHH SIIIIIIIIIIIIIIII MI PUTAAAAAAA SIENTE MI SEMEN INUNDÁNDOTE!!!!” gritó el viejo seboso.

“NOOO AAAAAAAAAAAAAAH BASTAAAAAAAAAA” se quejó ella porque el dolor en sus posaderas era ya a esas alturas totalmente insoportable, por el abuso y el maltrato de aquella brutal violación.

Vicente terminó de correrse en el orto de SU hembra y la mantuvo abrazada contra su cuerpo, besándola y acariciándole el cuerpo, mientras su polla iba disminuyendo en tamaño, poniéndose flácida, hasta que finalmente se salió ella sola del interior del culo de Almudena, que comenzó a rezumar una cantidad increíble de semen de viejo.

“Ponte aquí y empieza a limpiarme la polla con la lengua mientras yo te explico cómo van a funcionar las cosas entre tú y yo a partir de ya” le ordenó el frutero barrigón.

La preciosa chica con el culo palpitante y dolorido como nunca, se puso de rodillas sobre el sofá y comenzó a pasar su lengua por el rabo de su violador, recogiendo los restos de su ácido esperma de viejo, y tragándolo, mientras escuchaba lo que le decía ese malnacido abusador. Él le acariciaba sus nalguitas prietas arañadas.

“A partir de hoy vendré a vivir aquí contigo. Tú me presentarás a todos como tu prometido. Dejarás de trabajar. No necesito tu dinero. Vas a convertirte en una buena novia y ama de casa. Limpiarás y cocinarás para mí. Y siempre que me apetezca follarme cualquiera de tus orificios de puta viciosa tú actuarás como si realmente te encantara que lo haga. Como una buena esposa, te abrirás de piernas para mí siempre que se me antoje” dijo Vicente muy serio.

A medida que lo escuchaba, Almudena se iba poniendo pálida y comenzaron a caerle lágrimas por sus preciosos orbes color miel. Vicente comenzó a meterle un par de dedos por su coño de puta insaciable.

“Si no accedes a todas mis condiciones, mataremos a tu hermana y a tu sobrino” seguía hablándole como si realmente existieran más extorsionadores además de él, y le profirió esa amenaza antes de soltarle el último bombazo “Y serás la madre de mis hijos” puntuó al final, cosa que hizo que ella comenzara a llorar “Sé que las pastillas abortivas no funcionaron, yo te las cambié por vitaminas” Almudena alucinaba.

“NO PUEDES OBLIGARME A PARIR A TUS HIJOS ESO ES INHUMANO” gritó ella.

Vicente comenzó a follarle el coño a su puta con sus dos dedos con suma violencia, introdujo un tercero, ella no se movía como estaba arrodillada sobre el sofá a su lado con su pollón flácido junto a su boquita de fresa.

“Deberías pensar bien las cosas antes de decirlas” sacó su teléfono móvil “Está bien. Despídete de tu hermana y tu sobrinito porque no volverás a verlos jamás. ¡Y te aseguro que mis hombres se encargarán de darles una muerte lenta larga y dolorosa!”

Almudena clavó los dedos en la pierna de su abusador. No tenía salida. Debía obedecerle, ¡incluso en eso! No le quedaba más remedio. No soportaría que nadie les hiciera daño a los únicos seres que amaba en el mundo.

“¡NOOOO! ¡¡NO LLAMES POR FAVOR!! ¡LO HARÉ! ¡¡SERÉ LA MADRE DE TUS HIJOS!!” dijo la ninfa preciosa, hundida en la miseria.

“Deja de lloriquear y chúpame los huevos que voy a follarte por el coño puta” sentenció el viejo barrigón, absolutamente satisfecho con lo que había conseguido.

Ahora debía reunirse con su ayudante de la frutería José y arreglar con él ese asunto que tenían pendientes. José estuvo involucrado en la primera violación a Almudena porque en un descuido de Vicente, descubrió sus planes de abusar de ella. Al final de ese abuso a su hembra, el viejo se marchó a eliminar pruebas, y José se quedó a solas con Almudena, y se la volvió a follar, consiguiendo que se corriera. Como ella no conocía las identidades de sus violadores, él le dijo que si quería repetir polvo colgara un pañuelo negro de su ventana, y joder lo hizo.

Y suerte que Vicente lo vio y intervino. Así pudo desbaratar los planes de José y a través del chantaje conseguir a Almudena, el centro de su obsesión, para él solo. Ahora Vicente debía pagar esa deuda con José. Debía dejarle bien claro que no podía volver a follarse a Almudena. Y sabía cómo hacerlo. Ya tenía en mente qué le ofrecería a su ayudante a cambio de olvidarse de su hembra… a otra hembra, de su elección. Conseguiría para su ayudante una chica de infarto que se convierta en su puta particular.

viernes

Almudena, una brutal violación II (3/4)

Toca planearlo todo para que ella termine siendo su hembra, su esposa, la madre que parirá a su progenie. Y lo primero que le ordenará el viejo asqueroso será hacer será que le mame esa polla enorme como un vaso de cubata, cosa que a ella le resultará difícil por su enorme tamaño.


Cuando Almudena despertó de la inconsciencia provocada por las drogas, José estaba tumbado encima de ella, follándole el coño con todas sus ganas. Cosa realmente sencilla con la cantidad de corrida del viejo Vicente que había dejado ese asqueroso ahí dentro cuando la abusó sin que ella se enterara. La pobre muchacha notaba un sabor extraño en su boca, y como dolor en ciertos puntos de su cuerpo, como el pecho que Vicente le mordió, o su culo porque ese degenerado le metió su glande enorme sin preparación de un solo golpe para corrérsele ahí dentro, además de en su coño.

Como la vecina del abusador había estado bebiendo mucho antes de que su desconocido follador (ella sigue con la venda puesta) llegara, supone que en algún momento ella ha perdido la consciencia por unos pocos minutos, y tiene lagunas de lo sucedido, y por eso lo sucedido. Como iba a saber la pobre chica que José la drogó con un supositorio que la dejó k.o. por unas dos horas en las que el asqueroso viejo jefe de José, Vicente, se le había corrido en su boca, coño y culo con su apestosa corrida.

Así que siguieron con el polvo sin que ella dijera nada. Vicente estaba en la puerta del piso, escuchándolo todo. Finalmente salió de allí, con la bolsa en la mano. Tenía mucho trabajo por hacer, y tenía que ser rápido, antes de que Almudena se diera cuenta de que las píldoras abortivas que le cambió por vitaminas no surtían el efecto deseado. Ese hijo era fruto de su primera violación a Almudena, y el asqueroso viejo barrigón dueño de la frutería no pensaba dejar que esa puta del demonio lo perdiera. Lo iba a parir, y después pariría muchos más.

Vicente dedicó esas dos semanas a investigar a la hermana de Almudena, quien afortunadamente tenía un hijo muy pequeño, de cuatro años. Había encontrado fotos en el móvil de su vecina, de la hermana con su hijo en un parque que el viejo reconoció, porque no quedaba lejos de allí.

Al día siguiente, Vicente dejó a José al cargo de la frutería y salió a investigar a la familia de su futura mujer. El viejo se sentó en un banco en el parque muy temprano esa mañana de día laboral. Un rato más tarde, aparecieron la hermana y su hijo, se fijó de qué portal habían salido. Cuando se alejaron, el viejo caminó hasta el portal y se puso a fumar tranquilamente, como si esperara a alguien. Otro vecino bajó veloz y salió sin darse cuenta de que el viejo estaba allí, y Vicente impidió que la puerta se cerrara y entró en el rellano.

Allí fue a mirar los buzones. Conocía el apellido de Almudena, así que encontró fácilmente el buzón de su hermana. Miró si había alguna carta, pero no hubo suerte. No pasaba nada, ya tendría más oportunidades de conseguir correo personal de la familia de Almudena.

Las siguientes semanas Vicente hizo un seguimiento exhaustivo de sus presas. Siempre sentado en bancos distintos, pero encarado al portal que era de su interés. Hasta consiguió sacarles algunas fotos sin ser visto. Y logró hacerse con correspondencia interesante donde aparecía el nombre del niño, como las facturas del comedor de la guardería, y descubrió que la hermana de su puta no tenía marido, ni vivía con ningún hombre. Mejor, así era más vulnerable.

Entonces, dos semanas después de la segunda violación a Almudena, ella colgó el pañuelo negro en su ventana, como señal de que deseaba que José, el joven ayudante del viejo Vicente, viniera a su piso a darle un buen polvo. Pobre chiquilla, no sabía el horror que se le venía encima.

José y Vicente subieron al piso, donde la fémina de larga melena castaña esperaba sentada en la cama con un sexy conjunto de lencería interior granate, compuesto de sujetador, tanguita y liguero de blonda con rosas. Lucía unas medias oscuras. Y zapatos de tacón de aguja del mismo color que su conjunto. Llevaba su larga melena recogida en una coleta alta, con unos mechones sueltos por delante. Como la vez anterior, ella misma se había puesto una venda en los ojos. Esta vez no bebió para no volver a perder la consciencia en medio del tremendo polvazo con su amante de rostro desconocido. Aunque ella no sabía que eso sucedió por las drogas que Vicente obligó a José meterle a la chica por su culo.

El joven ayudante, por orden de Vicente, guio a la chica hasta el comedor y la ató firme en la silla del con unas cuerdas con las manos a la espalda, mientras Almudena sonreía traviesa, creyendo erróneamente que aquello era el preludio de unos juegos sexuales distintos a lo habitual. Mientras José hacía eso, el viejo asqueroso comenzó a situar estratégicamente unas minicámaras ocultas por cada sala del piso de su hembra, moviéndose de manera silenciosa.

Cuando José terminó con las cuerdas, se marchó del piso, dejando al viejo solo con la hermosísima chica atada a la cama. Había llegado la hora de la verdad. La hora de convertir a Almudena en SU hembra para siempre jamás. Vicente cogió el cuchillo más grande que encontró en la cocina y se puso el pasamontañas y el distorsionador de voz que utilizó la primera vez que violó a su vecina.

Le quitó la venda de los ojos a la fémina de melena castaña y orbes color miel y le puso el cuchillo al cuello.

“Grita y te mato zorra” le dijo el asqueroso viejo.

Almudena, asustada y sin comprender nada, negó con la cabeza y se le llenaron los ojos de lágrimas.

Tras mostrarle a su hembra las fotos de su hermana y su sobrino, y darle todos sus datos personales, como la dirección de su casa, de la guardería, del trabajo de ella, que era soltera, su cuenta bancaria y hasta el número de la seguridad social, Vicente le dijo.

“Almudena, sabes perfectamente que yo no trabajo solo” le dijo el despreciable desalmado.

La primera violación el viejo la cometió con ayuda de su joven ayudante José. Pero ella no tenía por qué saber que José no sabía nada de esta nueva parte del plan de Vicente, que el viejo asqueroso estaba totalmente solo. Ella le creyó cuando le dijo que no trabaja solo. Y cuando la amenazó con matar a su hermana y a su sobrino.

“A mi puede que me pillen, Almudena. Pero piensa en esto… Mientras yo me pudra en la cárcel, mis compinches irán a por aquellos que más quieras. Y no los mataran. No, querida. Los secuestrarán y les harán cosas terribles durante semanas, antes de darles el puto tiro de gracia” Almudena comenzó a llorar “Así que piénsate bien qué vas a hacer ahora. Si vas a denunciarme a la policía, serás la responsable del abuso, la violación, el tormento y la muerte de tu hermana y de tu sobrino de cuatro años.”

“Basta. Basta ya… Por favor… Yo haré lo que me pidas. Pero déjalos en paz” finalmente el asqueroso de Vicente consiguió su cometido.

Y no solo eso. Gracias a las cámaras que había escondido en cada habitación del piso de Almudena, tendría material en video de sus relaciones “consentidas”, pues sería su hembra quien fuera a por él, se aseguraría de eso, por si el chantaje con dañar a su hermana y su sobrino dejaba de funcionar por el motivo que fuera. Ahora el viejo asqueroso poseía un chantaje y un salvavidas en caso de que lo primero fallase.

Vicente se quitó entonces el pasamontañas y el distorsionador, y comenzó a desatar a Almudena, que estaba flipando con lo que veía.

“Nno puede ser… tu… ¿¿¡¡TU!!??” era el maldito frutero barrigón y asqueroso su violador “No, por favor… no… no me hagas daño Vicente, te lo suplico.”

“Ya te he dicho que pasará si no me obedeces. Mis compinches están ahora mismo siguiendo a tu hermana y tu sobrino. Se una puta buena y pórtate bien conmigo si no quieres ser la culpable de su tortura y muerte” aseguró el viejo muy serio.

“No les hagas nada. Déjalos en paz. Haré lo que tú me ordenes” dijo la chica castaña.

El frutero barrigón fue a sentarse en el sofá. Dejó el cuchillo escondido entre los cojines detrás de él, sentado encima. Así no se vería en el vídeo. Él cortaría la primera parte, donde el chantaje, y así parecería que ella actuaba por propia voluntad.

“Ponte de rodillas y ven gateando hacia mí, como buena perra que eres” ordenó el viejo.

La pobre Almudena ni se planteó negarse. Amaba a su hermana y a su sobrinito por encima de su propia vida y jamás permitiría que les pasara nada malo. Aunque ella pensaba que eso se iba a quedar en un solo polvo, o quizás dos o tres más. Pero no en convertirse en la mujer de ese viejo asqueroso y la madre de sus hijos.

Si te gustan mis relatos puedes verlos todos, incluso los censurados aquí, en mi blog: https: relatosdeladoncellaaudaz.blogspot.com

Así que la hembra castaña comenzó a avanzar hacia su chantajista. Era un espectáculo verla avanzar así, a cuatro sobre el suelo, vestida solo con ese conjunto de sujetador, tanguita y liguero de blonda con rosas, con zapatos de tacón de aguja del mismo color que su conjunto y esas medias oscuras. La ira del tanga se le perdía entre los glúteos y éstos quedaban totalmente a la vista. Menuda puta joder. Con ese cuerpo de mujer perfecto, senos grandes pero firmes, estómago plano, estrecha cintura y caderas marcadas. Vicente tenía la polla durísima solo con verla hacer eso.

En el momento en que su puta llegó hasta situarse entre sus piernas, se quedó de rodillas mirándole a los ojos.

“Chúpame la polla” le ordenó el viejo frutero “Y límpiate esas lágrimas, no son nada sexys” añadió.

Almudena comenzó a bajarle la bragueta a su vecino. Incluso con la ropa puesta podía oler el hedor que emanaba de aquella zona íntima de su violador, y le resultaba más allá de asqueroso. Cuando consiguió sacarle esa cosota enorme, larga y gruesa como ninguna polla que ella hubiese visto, de dentro del pantalón, la peste a orín, sudor y a saber qué más le golpeó en las fosas nasales y le hizo sentir un asco terrible.

Pero no podía hacer más que obedecer, y terminar con aquella tortura cuanto antes mejor. Así que Almudena cerró los ojos, acercó la punta de su lengua a la base peluda de aquel nabo descomunal y la pasó despacio por toda la extensión de esta, hasta llegar a la punta, a ese glande que era incluso más grueso que el resto de su polla. Usando la lengua, y procurando respirar lo mínimo posible, la hermosa fémina veinteañera comenzó a estimularle el capullo, solo con la puntita y aguantándose las ganas de respirar.

“Es una POLLA no un HELADO” le dijo Vicente mosqueado “Sabes perfectamente cómo se come una buena polla, así que no me hagas perder la paciencia” dijo, pero dejó que fuera ella misma quien modificara su conducta, sin ponerle una mano encima. Por mucho que lo deseara. El video debía quedar convincente.

Entonteces la hembra puso sus labios contra el glande del viejo y se tragó las ganas de vomitar del asco que le daba todo aquello. Empujó su cabeza hacia abajo y poco a poco el pollón descomunal de su abusador fue penetrando en su cavidad bucal. Ella realmente lo intentaba, empujaba todo lo posible, pero aquella polla era tan descomunal que solo podía encajarse dentro el capullo y poco más antes de comenzar a sentir arcadas. Se apartó y tosió, limpiándose la saliva que manaba de su boca.

“Lo estoy intentando… pero es demasiado grande” murmuró ella, con miedo en su voz.
En unas circunstancias diferentes, Vicente no habría dudado ni medio segundo en agarrarla del pelo y abusar de su boca hasta encastarle su rabo de macho semental en lo más hondo de su garganta, hasta las putas pelotas, y correrse de puro gusto. Pero ahora no era el momento, lo haría en otra ocasión. Ahora era el momento de dejarla actuar a ella y que pareciera que no estaba siendo coaccionada, así que el asqueroso viejo respondió.

“Haz lo que puedas. Pero ponte de lado, con tu culo por aquí” dijo alzando la mano derecha.

Así que Almudena se puso como Vicente le había pedido y continuó intentando mamarle ese rabote repugnante como mejor supo hacerlo. Ella comenzó a chupar la base y las pelotas, abarcando la mayor cantidad posible en su cavidad bucal, y chupeteaba con su lengua, masturbándole más arriba, y luego pasó a meterse el glande y una pequeña parte del rabo, masturbando al viejo barrigón ahora por abajo y acariciando sus pelotas con la otra mano.

Mientras, el violador acariciaba sus nalgas con enorme deseo. Se chupó un par de dedos y los metió por dentro de la tira del tanga, y comenzó a introducírselos muy despacio a la que sería la madre de sus hijos. Necesitaba dilatarle un poco el culo para podérselo sodomizar sin miedo a daños mayores, por la enormidad de su miembro viril y la estrechez de este. Aunque sabía perfectamente que ese culito perfecto era capaz de abarcar su polla en su interior, por la primera vez que la violó y le desvirgó ese agujerito.

Los callosos dedos de Vicente entraban y salían a un buen ritmo del interior del orto de Almudena. La chica se sentía abusada, violada, sin posibilidad de salvación. Ese malnacido asqueroso podía hacer con ella lo que quisiera y no podía negarse a nada. Ella lo seguía intentando con todas sus ganas, pero no había conseguido meterse dentro de la boca ni la mitad de su miembro, y no dejaba de babear y emitir sonidos ahogados y de chapoteo con su garganta.

“Ya está bien. Siéntate encima de mi polla, puta. Quiero que te la metas tú solita dentro de ese culo de perra viciosa que tienes” Vicente no se aguantaba más las ganas de follársela bien follada y aquella mamada a medias lo estaba frustrando mucho, porque no podía dar rienda suelta a sus más bajos instintos sádicos y pervertidos.

“Por el culo no por favor, Vicente fóllame por el coño” le pidió ella.

“Ven aquí ahora mismo y siéntate sobre mi polla o haré que te arrepientas zorra de mierda” replicó el malvado y sádico abusador.


jueves

Almudena, una brutal violación II (2/4)

Ahora que José ha drogado a Almudena dejándola inconsciente, el asqueroso viejo Vicente podrá volver a abusar de ella con todas las ganas que le guarda. Esa es su hembra, la que parirá a sus hijos, y hará todo lo necesario para conseguir sus viles y sádicos propósitos.


José salió de la habitación en la que estaba con Almudena, tras meterle sin que ella lo supiera un supositorio que la dejó profundamente dormida por unas horas. Ahora le tocaba disfrutar de ella a Vicente.

“Bájate y compra unas cervezas y tabaco en el bar y las subes” le dijo el viejo a su ayudante, dándole unos billetes “Y no te des prisa, que voy a recrearme. Hasta de aquí un par de horas no te quiero ver por aquí” le advirtió.

José se quitó el pasamontaña y bajó al bar. Tampoco le apetecía demasiado escuchar como ese puto viejo abusaba de esa hembra preciosa.

Cuando ese pelmazo de José salió del piso de Almudena, Vicente se acercó a su presa y la observó largo rato, acariciándole el cuerpo suave. Pasó sus callosos dedos por la fina piel de su hembra.

El frutero era un hombre realmente nada agraciado físicamente. Tenía más de 50 años. Con su pelo cano que escaseaba por algunos puntos. Lucía una barba de días, blanca también. Barriga prominente, así como su papada. Todo cuerpo cubierto pelos y no eran canos, gruesos y oscuros. No era de los que se duchaban demasiado a menudo, así que su cuerpo orondo, y ciertas partes íntimas de él, apestaban. Era un baboso, un sádico malvado y pervertido.

Estando completamente seguro de que ella no despertaría, porque conocía el funcionamiento de esos supositorios a la perfección, decidió quitarle a la chica la venda que tapaba su rostro. Vicente se inclinó y puso su feo rostro de viejo frente al de la hermosísima chica.

“Eres MIA Almudena” dijo con voz firme, y acto seguido pegó su asquerosa boca a los mullidos labios de la apetecible ninfa y comenzó a besarla, invadiendo su cavidad bucal con esa lengua nauseabunda, que no dejó rincón sin poseer. Sabía a la corrida de José, y eso le cabreaba muchísimo.

Así que decidió que lo primero que haría sería borrar el rastro del esperma de su ayudante, con su propia corrida mucho más ácida y apestosa.

Vicente situó a SU hembra tumbada boca arriba sobre la cama, con su cabeza algo colgando por uno de los lados del colchón, así de manera natural sus labios quedaban entreabiertos, y le resultaría mucho más sencillo realizar una buena garganta profunda con esa puta de infarto que tenía a su completa disposición.

El viejo barrigón se bajó la cremallera del pantalón y sacó a la vista una polla más gruesa que la media, y mucho más larga. Con un glande grueso como cojones, y una mata pelo rizado negro algo encanecido en la base. Asquerosa, apestaba a mucho tiempo de no ducharse. Comenzó a masturbarse mientras se acercaba a esa chiquilla preciosa, inocente y perfecta, que pronto haría completamente suya, y de nadie más. Si. Almudena iba a ser la madre de sus hijos, y no podría hacer nada por salvarse. Encontraría la forma.

Pero primero lo más importante.

Vicente sujetó su rabo de semental por la base, apoyó su otra mano sobre el firme estómago de su hembra, y apuntó su grueso glande contra esos labios de fresa de su obsesión malsana. El viejo empujó un poco, y notó como los labios de Almudena se separaban un poquito, permitiendo el acceso de aquella polla detestable, que en estado consciente ella no habría permitido tal intrusión ni en un millón de años.

El frutero empujó un poco más. Los labios de la hembra de melena castaña se separaron un poco más, y el capullo gordo y maloliente de Vicente quedó completamente abarcado por el interior de la boca de la chica violada.

“Aaaahhh… muy bien preciosaaaa… muy bieeen” gimió el viejo, empujando todavía un poco más.

Ya no hacía falta que sujetara la base de su rabo, porque al tener su glande ya dentro, éste no se saldría. Así que sacó su mano de su polla y la puso también sobre la tripa de la chica. Y entonces empujó con más ganas. Centímetro a centímetro, aquel cilindro de carne dura como una puta piedra, gordote como un puto vaso de cubata, y el doble de largo que uno, fue introduciéndose sin prisa, pero sin pausa, en el interior de aquella cavidad bucal, caliente y húmeda, de Almudena.

“AaaAahahh… Almudena como me gusta follarte la boca putita mía…”

Cuando un poco menos de la mitad de aquel aparato viril monstruoso estaba en el interior de la boca de la hermosa chica, Vicente notó como su gordote glande topaba al fin con el estrecho conducto que era la garganta de su vecinita cachonda. Así que se retiró lo justo, sin sacar su capullo del interior de la cavidad, y empujó, se retiró y empujó, y poco a poco, empujoncito a empujoncito, el viejo canoso iba notando como su duro cipote de macho conseguía atravesar la barrera situada en la campanilla, y como su glande se incrustaba embiste a embiste, más allá de ésta.

Entonces el viejo movió las manos y las situó encima de los pechotes turgentes de la puta. Eran unas tetas grandes, pero firmes. Le encantaban. Ahora se dedicó un buen rato a manosear esas perolas impresionantes, sin dejar de empujar con su cadera contra la boquita de su vecina. Pero realmente había llegado a un punto que parecía misión imposible llegar a poder incrustársela por completo. Almudena cobijaba en el interior de su garganta el grueso glande, y como un par de dedos de polla, más allá como el centro de su cipotón descomunal estaba en la boca de la chica, y por fuera una tercera parte que aún no había conseguido meterle. Su garganta y su boquita eran tan tan tan apretaditas que era incluso doloroso.

Pero sabía que lo conseguiría con paciencia y cabezonería. Así que no desistió. Y a medida que iba embistiendo contra su cara, milímetro a milímetro su pollón de toro fue ganando terreno, hasta que pasada una buena media hora, ese viejo asqueroso había logrado por fin su cometido. Por muy increíble que pareciese, la totalidad de su cipote de macho estaba incrustada en el interior de la garganta de Almudena. Bajó la mirada y vio los labios de fresa de la chica pegados a su cuerpo, sin un solo centímetro de polla a la vista.

“Hmmm pero que buena mamadora de polla eres mi puta, que te cabe el pollón de tu macho entero dentro de tu garganta” Vicente acarició la abultada garganta de su hembra, satisfecho y excitado como nunca antes lo había estado. Joder, no tardaría demasiado en correrse.

El viejo frutero se alejó un poco y vio como la base de su tronco aparecía sobresaliendo de los labios de su vecina. Separó un poco más su cadera y más trozo del tronco fue haciéndose visible. No había llegado ni a la mitad, cuando se dejó caer con todo su enorme peso encima de la boca de Almudena, encastándole su vigoroso pene de semental de un solo embiste hasta lo más hondo.

“¡AAAaaAAAaaaAAhhhh!” el asqueroso viejo estaba en el puto paraíso y gemía fuerte y alto.

Vicente se retiró hasta más o menos la mitad, volvió a penetrarle la boca a Almudena con muchísima mala hostia, volvió a retirarse, volvió a metérsela dentro. Estaba temblando de puto gusto sádico. Quería aprovechar al máximo esa situación, así que extrajo completamente su rabo de toro del interior de la boca de su hermosa vecina, dejando solo su gordo glande dentro de su boca, y enfiló su pollón duro hacia su garganta, dejándose caer a peso de nuevo, consiguiendo así empalarla con la totalidad de su polla dura de un solo embiste.

“¡¡AaaAAAAaaAAhhh!! ¡¡Que buenooo!!” exclamó el abusador.

A continuación, el viejo seboso comenzó a violentar la garganta de Almudena con todas sus malditas ganas. Prácticamente no se la sacaba en absoluto, solo lo justo para poder tomar impulso y embestir una y otra y otra vez. La velocidad que tomó era tremenda. Hasta estaba moviendo la cama de lugar de lo potentes que eran las putas embestidas que le daba a la pobre chica inconsciente. Solo se la metía y se la metía y cuando parecía que no podía caber nada más, ni más hondo, porque era físicamente imposible, Vicente todavía empujaba más y más, como si realmente deseara atravesar a su hembra con su rabo y sacarle el puto glande atravesándole el estómago.

“¡¡AAaaAAaAAAaaAAAahh!!” el viejo frutero se dejó llevar por la degeneración y el puro vicio malsano y violentó con saña la garganta de su víctima, estrujándole las malditas tetas mientras le abusaba la boquita sin remordimiento alguno.

Hasta que finalmente, el viejo orondo llegó a su clímax, comenzó a correrse casi directamente en el estómago de Almudena, pero quería borrar el sabor de la corrida del imbécil de José de la boca de SU hembra, así que rápido retiró su pollón de toro y puso el glande encima de su lengua, terminando de escupirle ahí el resto de su semen ácido y apestoso.

“¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAHHH SIIII QUE BIEEEEEEEEEEEEEEN TRAGA MI LECHE PUTAAAAAAAAA!!!” exclamo el abusador mientras eyaculaba cantidades ingentes de semen.

Cuando terminó de echarle chorretones de lechada asquerosa dentro de su boca y garganta, Vicente se apartó y se sentó en la cama junto a la joven. Todavía le quedaba bastante tiempo. Le encantaría poder follar a Almudena por su culo, y joder por su coño. Pero necesitaba dedicar un rato a investigar a su víctima, así que no podía explayarse tanto como le habría gustado en aquella ocasión. Además, la siguiente vez que la enculara por ese culito tan apretado su hembra debía estar despierta y consciente de todo.

El asqueroso violador amaba hacerla llorar de dolor. Lo más importante para el viejo frutero ahora mismo era conseguir más información de su presa y poder correrse dentro de su coño al menos una, o dos veces más. Estaba obsesionado con preñarla, con ver a la pobre Almudena engordando poco a poco, con sus pechos creciendo como ubres de una vaca, y viéndola parir a sus numerosos hijos.

Así que Vicente se apartó de su hembra y comenzó a buscar por la habitación lo que no había encontrado en ningún otro lugar. El móvil de Almudena. No le costó demasiado encontrarlo, la chica lo había dejado encima del escritorio. Evidentemente estaba bloqueado, pero por suerte para su violador, era uno de esos teléfonos tan modernos que se desbloquea con la huella dactilar. Así que el asqueroso viejo barrigudo no tuvo más que poner el aparato contra el dedo de su vecina inconsciente por las drogas para tener acceso al mismo. Y lo que encontró allí le resultó realmente de mucha utilidad. Se envió unas fotos, unos mails, unos contactos telefónicos y luego borró las evidencias de haber hecho esos envíos a su propio teléfono. Dejó el móvil de Almudena donde lo había encontrado.

Después de conseguir la información que necesitaba, Vicente volvió a centrarse en su víctima. Le quedaba poco rato para poder seguir abusando de ella. La situó encima de la cama de tal manera, con ayuda de cojines, que Almudena quedó tumbada boca arriba, con los brazos separados casi en cruz, como a punto de dar un abrazo, y sus rodillas flexionadas y las piernas totalmente separadas. Así el coño de su hembra quedaba totalmente a la vista. Parecía que en su inconsciencia esa puta del demonio le estuviera invitando a abusar de su joven cuerpo de ninfa como mejor le complaciera a su nuevo macho.

Vicente no perdió un solo segundo. Se arrodilló entre las piernas abiertas de la puta de su vecina. Ella tenía el coño bien húmedo por los preliminares que había hecho anteriormente con José, su ayudante. El viejo frutero orondo golpeó el clítoris de la chica con mala hostia, con la mano abierta. Le pasó dos dedos por su rajita rosada y bien depilada y comprobó que su hembra estaba bien empapada y lista para recibirle en su interior una vez más.

El viejo asqueroso y sádico se tumbó encima de la chica de larga melena castaña. Besó sus labios, los lamió con deseo enfermizo. Refrotó su enorme glande contra su rajita. Estrujaba sus tetas con sumo deseo. Morreó a su futura mujer y saboreó con gusto ahora su propia corrida dentro de su boca. Así era como debía ser joder. SU CORRIDA. LA DE SU MACHO. NO LA DEL IMBÉCIL DE JOSÉ.

“Almudena, princesa, preciosa… Hhhmmm… tú serás la madre de mis hijos… tú serás mi esposa… tan hermosa… no podía ser ninguna otra mujer. Solo tu tendrás el honor de recibir mi semen de macho dentro de tu boca, de tu culo de puta y de tu coño. Cada día que pase a tu lado inundaré cada uno de tus orificios con mi esperma, mi puta. Haremos muchos hijos juntos. Te lo prometo, mi hermosa zorra” le dijo el viejo frutero, sin dejar de lamerle los labios y la lengua con su sinhueso asquerosa.

Entonces, sin más demora, empujó con vigor su duro falo de toro contra la raja húmeda de la vecina drogada, y su polla, grande y gruesa como un vaso de cubata, penetró más o menos bien en el interior de la vagina de la muchacha violada.

“¡AaAAaAAaaaaaAhh!” el viejo gordo y apestoso gimió de puto gusto al penetrarle el coño a su hembra.

Vigoroso como un puto semental, a pesar de haber pasado los 50 años ya, el viejo frutero comenzó a violar a su hembra con saña. Sus embestidas eran tan feroces que los tetones de la joven castaña bamboleaban violentamente.

Atraído por aquellas mamas de mujer que se movían como malditos flanes, Vicente se inclinó y comenzó a chupetear uno de ellos, succionando su pezón y mordiéndolo con ganas. Agarró la otra teta con su mano y la estrujó con mucha fuerza, para ayudarse a impulsarse en sus violentas embestidas.

“¡¡AaaAAaaAAaaaAAhh!!” Vicente no dejaba de gemir como un puto cerdo mientras abusaba del coño de Almudena.

Esa chica estaba demasiado buena, y ese viejo asqueroso estaba demasiado obsesionado con ella como para poder aguantar demasiado tiempo follándola así de duro. Así que unos minutos más tarde, el asqueroso barrigón clavó su durísima estaca en lo más profundo de la matriz de Almudena y lo regó a chorretazos de su asqueroso semen de viejo.

“¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAHHH VAS A PREÑARTEEEEE DE MIIIII PUTAAAAAAAA!” exclamó, llenándole el útero de leche.

Pero no contento con eso, sacó de pronto su pollón enorme y grueso de la raja de la puta de su vecina y se lo clavó sin miramientos en su culo, logrando solo incrustarle su gordote glande dentro, para dejarle también en su trasero un regalito blanco, espeso y ácido. Cuando se dio por satisfecho, se quedó tumbado sin aliento encima de la fémina, lamiendo su cuello, morreándola con lascivia, terminando de eyacular unos últimos chorretones de semen en su trasero. Aquello era la puta gloria joder. No podía dejar escapar a esa zorra. Almudena debía ser suya por siempre jamás.

Cuando el viejo Vicente oyó que entraba en la casa el imbécil de José, salió del interior del culo de Almudena y observó su obra maestra. La chica estaba espatarrada encima de la cama, inconsciente, con las piernas y brazos abiertos, y semen de Vicente rezumando de su culo y sobre todo de su coño. El frutero asqueroso sacó su móvil y le hizo unas fotos a su puta. Entraba José en la habitación, cuando encontró a su jefe introduciendo su pollón flácido y manchado de semen entre los labios de Almudena, para hacer unas fotos más.

“Ya has terminado o qué” le dijo el joven José, tendiéndole una bolsa de plástico con cervezas y tabaco.

“Si. Por ahora” a Vicente le jodía tener que dejar que ese niñato se follara a su Almudena, pero por ahora no tenía más remedio. Ese era otro problema que solucionaría en el futuro. Porque no pensaba seguir compartiendo a la que era su puta.

“Vuelve a ponerle la venda en los ojos y ponte como estabas antes de que se durmiera por la droga” indicó el viejo a su cómplice de violación “Y dile que no vuelva a colgar el pañuelo en la ventana hasta dentro de dos semanas” cosa que José no entendió el porqué, pero lo hizo. Eso le daría tiempo a Vicente para actuar.

miércoles

Almudena, una brutal violación II (1/4)

Lo que sucede tras la brutal violación de Almudena, en la que le destrozan todos sus orificios dos pollas descomunales, y ella termina disfrutando de una de ellas. Ella quiere repetir con él, pero las cosas no salen como la hermosa chica lo espera, porque el viejo asqueroso de Vicente aparece junto a José, con un malvado plan para drogarla y abusarla de nuevo. Y no permitirá que pierda a su hijo, fruto de su primera violación.


Almudena era una joven de 23 años, de físico espectacular. Pelo largo y castaño claro, por la cintura. Ojos miel. No muy alta, ni baja. Figura perfecta, pechos tirando a grandes, pero firmes. Estómago plano, cintura estrecha y caderas generosas. Culo, redondo y mullido.

Vivía con su novio, pero a raíz de lo acontecido, aquella brutal violación por parte de Vicente, el viejo frutero, y José, su callado ayudante, de la que ella terminó disfrutando al final, solamente en los momentos en que José le devoró el coño, y luego la sodomizó mientras la masturbaba con ganas, cuando ya estaban solo ellos dos, y que terminó arrastrándola a un orgasmo tremendo. El mejor de su vida. Desde ese día la vida la preciosa Almudena cambió completamente. Su novio y ella discutían mucho, y al final él le confesó que tenía una amante en la oficina y se fue a vivir con ella, dejando a la preciosa hembra de pelo castaño sola en su piso.

Además, la pobre muchacha de orbes color miel no tenía ni idea de quienes habían sido los agresores, pues ella estuvo con los ojos vendados todo el rato, excepto al final cuando solo quedó José con ella, y los abusadores vestían chándal negro y pasamontañas ocultando sus rostros, y encima Vicente utilizó un distorsionador de voz. Y se aseguraron de limpiar sus orificios con espermicida. Habían sido muy listos.

Los primeros días, la hembra recién violada no se atrevía a salir a la calle. Permaneció encerrada en su piso, alegando en el trabajo que estaba enferma. Aquellas dos pollas, una gruesa y larga como el demonio, y la otra gorda como la muñeca de un hombre fornido, la destrozaron, literalmente. Necesitó días para reponerse del brutal ataque sufrido en su portería. Pero poco a poco, el placer que llegó a sentir con el segundo agresor, el que le comió el coño de aquella manera deliciosa, el que se quedó con ella al final a solas y le folló el culo de aquella manera tan paciente, asegurándose de que ella lo terminaba disfrutando… recordar aquellos momentos la ponía extremadamente cachonda, y tenía que terminar masturbándose para saciar su ansia de buena verga de semental que ardía en sus entrañas de zorra ávida de buena polla que había resultado ser.

Esos primeros días en que la chica no salió de su casa tenía muy preocupados a Vicente, el dueño de la frutería y quien ideó el plan de violarle, y José su ayudante, quienes al trabajar justo delante del edificio de su víctima, y conocer perfectamente sus horarios, sabían que ella por ahora permanecía recluida ahí dentro y no salía. A quien si vieron salir un día fue al novio de Almudena, cargando un montón de cajas en una furgoneta, y ya no volvieron a verlo más, así que supusieron que habían roto.

Una semana más tarde, Almudena decidió que no podía seguir encerrada en casa, así que volvió a su rutina habitual. Aunque algo sí había cambiado en ella. Porque si bien antes era una mujer que le gustaba vestir femenina, pero discreta, por ejemplo, con poco maquillaje. Ahora se le antojaba lucir bastante más provocativa. Ni ella misma podía comprenderlo. Pero pensar que quien fuera su segundo violador, quien le dijo que atara un pañuelo negro de su ventana si quería volver a verle y que esa noche dejara la puerta abierta y le esperara en la habitación, desnuda y con los ojos vendados para recibir más buena polla de macho, pensar que seguramente era del barrio, y que la estaría mirando sin ella poder saber quién era, eso le resultaba tan excitante que sentía su coño mojarse.

Así que la muchacha de melena castaña bajó un día, y retomó la rutina. Tomó un café en el bar de debajo de su casa. En el momento en que salió de la portería, el viejo asqueroso de Vicente y su ayudante José intercambiaron unas miradas silenciosas, y siguieron trabajando sin apartar la mirada de ella. Estaban seguros de que Almudena no sabía quiénes habían sido sus agresores, porque no había aparecido la policía por allí, el plan salió como ellos esperaban.

Luego de tomar su café, la joven pasó por el banco y de ahí a comprar un par de cosas que necesitaba. Finalmente, y sin tener ni idea que se metía en la puta boca del temible lobo feroz, bueno lobos, Almudena entró en la frutería. Ese día vestía con uno de esos shorts tejanos que iban a ras de glúteo, y una blusa de blonda blanca sin hombros, con escote recto y suelta por su tripita, que le quedaba de maravilla. Unas sandalias romanas blancas con tiras entrecruzadas y un pequeño bolso de paja. Muy a la moda, y muy provocativa. Además, su maquillaje era más intenso que antes, con colores más vivos.

“Hola, buenos días” dijo ella al entrar.

“Hola, querida. Cuanto tiempo sin verte por aquí. ¿Estabas de vacaciones?” le dijo el viejo Vicente, que era quien solía hablar, mientras José siempre permanecía callado y al acecho.

Ella lo miró y sonrió “No que va, qué más querría. Estuve enferma, pero ya me siento bien. De maravilla en realidad.”

La fémina entró a la pequeña frutería y comenzó a seleccionar lo que quería comprar. José no podía apartar sus ojos del tremendo cuerpo de esa hembra que lo traía loco, ni el viejo Vicente. Es más, a ambos se les puso la puta polla dura como una piedra al verla. El viejo se puso tan cardíaco y era tan sumamente cerdo, que tuvo que meterse en la trastienda a machacársela, mientras espiaba a aquella muchacha por las rendijas de la madera de la puerta, y rememoraba cómo abusó y se corrió en cada uno de sus orificios, llegando a eyacular en un tiempo récord.

Así fueron pasando los días, Almudena no sabía si había quedado embarazada, así que habló con una buena amiga suya del colegio y le explicó una pequeña mentira sobre un condón roto, y consiguió que ella, que ahora era médico, le consiguiera pastillas abortivas. Dos pastillas en realidad venían como recortadas de un blíster, sin caja ni nada, ya que la doctora se las sacó del hospital en que trabajaba. Almudena las dejó en su piso, junto a un tríptico que explicaba el funcionamiento, y decidió tomarlas después de haber follado con ese semental tremendo por segunda vez. Entonces, cuando le viniera la regla, y estuviera segura de que no estaba embarazada, se pondría un DIU. No podía tomar pastillas anticonceptivas porque era alérgica, y así podría follar tranquila sin miedo a quedar preñada.

José al ver que Almudena había colgado ese pañuelo negro de la ventana, se excitó al momento, porque esa misma noche tendría el gran placer y honor de follarse todos sus orificios de nuevo. Pero no tuvo en cuenta algo… que el asqueroso viejo Vicente también vio el pañuelo negro anudado en la ventana y supo en seguida que algo extraño estaba pasando.

Así que esa noche, al cerrar la frutería, no se marchó a casa. Se quedó escondido tras la parada de autobús cercana a la puerta de entrada al edificio de la que él consideraba SU hembra. Joder todo aquel plan de violarla había sido idea suya, él estuvo meses preparándolo todo, y solo porque el entrometido de José, su ayudante, había encontrado por casualidad la libreta donde anotaba los movimientos de Almudena, tuvo que compartirla con él. Pero Almudena era SUYA. De nadie más, y no pensaba dejar que ese mindudi de tres al cuarto se la robara. Y menos sin saber si ella estaba embaraza. Porque Vicente fue el primero en eyacular en su coño de puta.

Y Vicente tenía razón en sus suspicaces sospechas. José apareció por la calle y se acercó al portal de Almudena. Justo cuando lo abría, porque la cerradura seguía sin funcionar, Vicente le abordó por la espalda y le empujó dentro.

“¡Eh! ¿Qué coño haces?” se quejó el ayudante, muy sorprendido al encontrarse ahí a Vicente “Sé perfectamente dónde vas. Ibas a volver a follártela sin mí, ¿cierto?” le recriminó el sádico cincuentón.

“Mira tío, cuando te fuiste a destruir las pruebas, me la volví a follar y ella tuvo un orgasmo… ¡Lo disfrutó de verdad! Así que le dije que si quería volver a tener sexo conmigo colgara el pañuelo negro en su ventana y me esperara desnuda y con los ojos vendados en su cama” le explicó José al viejo, para que le dejara en paz.

“Ya… pues lo siento, pero no pienso marcharme. Si no fuera por mí, no te la habrías follado jamás a una hembra como esta y lo sabes. Yo te dejé participar en mi plan para violarla, así que ahora tú vas a devolverme el favor” el malvado Vicente buscó en su riñonera y sacó una bolsa donde había unos supositorios. Le dio uno a su ayudante.

José cogió la pastilla alargada y miró a Vicente sin entender nada “¿Qué cojones tengo que hacer con esto?”

El viejo frutero asqueroso sonrió malvado “Tu entras y os ponéis a hacer un 69. Mientras le comes el coño le metes eso por el culo. Ni lo notará. Sigue a lo tuyo, y en un rato se habrá dormido. Entonces entraré yo y me la follaré, porque es mi derecho. Luego, en un par de horas, ella despertará. Tú te pones en la postura que estuvierais y sigue como si nada, ni se dará cuenta” vamos que había usado ese tipo de drogas en chicas más de una vez y sabía perfectamente cómo funcionaban. Evidentemente las solía llevar siempre encima porque nunca se sabía cuándo aparecería una oportunidad de oro para utilizarlas.

José sabía que no tenía más remedio que dejar al puto viejo follarse a Almudena inconsciente. Bueno al menos él podría disfrutar de ella luego, cuando se despertara, y además ella no recordaría nada.

“Está bien joder” murmuró cabreado.

Al escucharle acceder a su petición, Vicente sintió un gran alivio.

Subieron ambos juntos por el ascensor hacia el séptimo piso. La puerta estaba abierta. José se puso el pasamontaña. Aunque le había pedido a ella que se pusiera una venda en los ojos, por si aun caso. Entró primero el ayudante, y se dirigió hacia la única estancia con luz, el dormitorio. Y allí estaba la espectacular Almudena, totalmente desnuda y con los ojos vendados, sentada en la cama. Estaba nerviosa por lo que iba a suceder, aunque ella misma se lo había buscado, así que se había tomado casi una botella de vino ella sola.

“Hola preciosa” le dijo José, acercándose con una dura erección dentro de sus pantalones.

La muchacha sonrió al escuchar su masculina voz de semental “Hola cielo, te estaba esperando.”

José llegó donde estaba ella y comenzó a besarla con deseo ardiente. Ambos estaban realmente cachondos perdidos. José era un joven de 20 años, ni guapo ni feo. Era alto y delgado y poseía unas facciones bastante del montón. Pelo castaño oscuro y ojos marrones.

Siguiendo las indicaciones del puto viejo, tumbó a la deliciosa hembra caliente como una perra sobre la cama y comenzó a comerle el coño con ganas, mientras ella le bajaba la bragueta e intentaba meterse dentro de la boca aquel pollón de tamaño descomunal por lo grueso que era. Almudena no podía ni con la mitad, pero aun así el joven disfrutaba enormemente de los morbosos intentos por parte de ella de abarcar el máximo posible de su carne dura en el interior de su boquita dulce de caramelo.

El chico había estado sujetando el supositorio con su mano diestra. Se lamió un dedo y se lo metió a la preciosa niña por su culito de guarra.

“AaaaAaaahh… siiii que bien cariño…” gimió ella complacida.

José le metió profundo la lengua por el coño a Almudena, apretó un segundo dedo en su culo y comenzó a sodomizarla con ellos. Se los sacó y se los volvió a meter, y repitió el proceso una tercera vez, pero ahora con la pastillita entre sus dedos, que incrustó en lo más hondo de sus ardientes entrañas de puta.

“Sii… AaaAahhh… así bien duro como me gustaaa” la hembra, sin notar nada, continuó mamando su vergote descomunal, dejándose comer el coño y follar su culo con esos dedos firmes y que la volvían loca.

El joven ayudante amorró su boca a la vagina de Almudena y comenzó a lamerle el coño con todas sus ganas. Tiraba de su clítoris y lo succionaba, mientras sodomizaba su apretado culito con sus dedos para darle mayor placer a la preciosa castaña, mientras ella devoraba con pasión su duro miembro viril.

Vicente entró en el piso cuando comenzó a escuchar que la pareja gemía. Mientras ellos se daban placer, estuvo husmeando por todos lados. Y encontró las píldoras abortivas “Maldita puta del demonio” dijo el viejo cabreado, pues no quería que ella abortara al que seguramente sería su hijo.

Entonces cogió las píldoras y fue hasta el lavabo y miró dentro de los armarios. Allí solía guardar la mayoría de la gente los medicamentos. Bingo, encontró el que utilizaba SU hembra como botiquín. Estuvo comparando las pastillas, hasta que encontró unas cuyo blíster y forma del medicamento eran bastante similares. Unas de vitaminas. Lo recortó y guardó las abortivas, y el resto de blíster que sobró de haberlo recortado, dentro de su riñonera. Dejó las falsas pastillas abortivas donde había encontrado las de verdad.

En la habitación, José y Almudena estaban llegando juntos al clímax. Los dos se corrieron en la boca del otro, y luego el varón se tumbó encima de la hembra y comenzó a besarla, a tocarle los pechos, frotándose su erección contra su rajita bien húmeda, preparándose para follarla bien follada por el coño ahora. Pero ella de pronto relajó todo su cuerpo y dejó su cabeza tumbada de lado sobre la almohada.

“¿Almudena…?” preguntó el chico, sorprendido por la efectividad de ese medicamento que le dio el viejo frutero. La sacudió un poco “¡Eh, Almu despierta!” y luego un poco más fuerte. Pero nada. La chica estaba totalmente dormida y no se enteraba de nada.

José salió de la cama y se dirigió al comedor “Ya la tienes dormida” informó a Vicente, que sonrió de manera muy malvada.

viernes

Ricky, el perro callejero #24

EL VIAJE. DIA 3 (parte 4). Saúl hace enfadar a su Señor Ricky por culpa de Leonardo. Esto tendrá catastróficas consecuencias para el sumiso. Zoo con Luis y Drake el pastor alemán de la familia Romannetti.


Tras lo sucedido en la piscina, los sumisos entraron a la mansión y se ducharon. Los Sementales seguían sentados a la mesa, bebiendo y hablando, hasta que vieron por la cristalera del comedor que los esclavos ya estaban ahí, listos para una nueva ronda. Aunque más de uno y de dos habría estado encantado de poder echar una buena siesta.

Ya era tarde cuando la comitiva de Amos se dirigió al salón principal, el que había visto Ricky al llegar allí la primera vez que puso un pie en la mansión, que estaba decorada de manera tan lujosa y que tenía una chimenea, ahora encendida, aunque no hiciera especialmente frio. Así el ambiente sería más agradable, y cuando estuvieran todos desnudos y follando como animales les ayudaría a mantener la temperatura corporal correcta. Drake, el pastor alemán de la familia, estaba tumbado sobre la enorme alfombra, justo en frente del fuego. Era grande, robusto, de pelaje color café con leche y manchas negras. Intimidante y hermoso.

Alrededor del perro, frente a la chimenea, había dispuestos tres grandes sofás blancos, muy cómodos y caros. Don Romannetti se sentó en el asiento central, Lionardo en el de su derecha, y Ricky, el perro callejero, en el sofá de la izquierda. Todos los sumisos estaban desnudos. Los Sementales cubrían sus cuerpos con batas de marca sin atar. A cada Macho le chupaba la polla uno o dos sumisos. A Ricky se la mamaban sus hermanos sumisos rubios Luis y Saúl, al Don sus pequeños sumisos favoritos, Thian y Phuo, y a Lio por descarte se la chupaba su propio hermano mayor travestido y hormonado apodado como Miele. Los Dominantes tomaban licores caros, fumaban y hablaban de sus negocios, ignorando a las bestias que se afanaban por hacerles la mejor mamada del mundo, pero sin prisas. La noche era muy larga.

Estaban cada uno inmersos en sus propios asuntos cuando Drake se puso en pie y se acercó a paso tranquilo hasta Miele, el hijo travestido y hormonado de Don Romannetti, que estaba arrodillado sobre la alfombra, mamándole la polla a su hermano menor Lionardo. Al notar la nariz tan fría y húmeda del animal en su culo, Miele dio un pequeño respingo, pero ni se giró a mirar qué pasaba, ni se sorprendió porque el pastor alemán de la familia estuviera oliéndole el trasero con curiosidad pervertida.

La falta de reacción por parte de Miele hizo sospechar a Ricky, que no era idiota, y menos en tema de sexo.

“¿Don Romannetti, soléis usar a Drake en vuestras sesiones de sexo?” le preguntó sin más a su anfitrión, lleno de curiosidad.

Al decirlo, todas las miradas se clavaron en el perro y en el travestido que le permitía olerle sin preocuparse por ello. Luis y Saúl miraban a la extraña pareja de reojo. El mayor de los hermanos, el más sumiso, y que había establecido una relación de cariño por Miele, sintió pena por el chico y por las cosas que debía haber soportado por complacer a su Semental, el Don. Luis, en cambio, que era igual de listo que su Dueño, el perro callejero, sabía que allí había peligro. Que un Amo diese a otro ideas de futuras torturas humillantes y espantosas como dejarse follar por un animal… eso no podía traer buenas consecuencias. Seguro.

“Si, amico Ricky. Un día estaba aburrido de follarme a Miele, y al ver a Drake se me ocurrió que podrían darme un buen espectáculo si los juntaba. Y vaya si me lo dieron jajaja” le respondió el pervertido.

Evidentemente, en aquel momento todos se imaginaron dicha escena. Bueno, los invitados que no la habían presenciado, es decir Ricky, Luis y Saúl. El resto había estado presente y lo rememoraron.

Los ojos del perro callejero pasaban de sus sumisos arrodillados a sus pies que le mamaban la polla con devoción, al perro que lamía el ano de Miele, y luego de vuelta a los chicos rubios. Estaba claro que no se iba a marchar de aquella mansión sin haber probado la idea que le dio el Don en alguno de los dos muchachos, o quizás con ambos. Nunca podía saberse lo que le estaría pasando por la cabeza a Ricky.

El malvado y sádico Lionardo, que seguía resentido con Saúl por haberle visto siendo follado por su padre de la manera más humillante, no perdió la ocasión de meter baza y crear un desempate en la duda de su colega Semental.

“Apuesto mi coche nuevo a que la Puta insaciable no es capaz de soportarlo” dijo Lio.

Ricky había visto su auto, un Maserati. Aquel coche costaba el doble del sueldo anual de cualquier trabajador de clase media.

“¡Trato hecho!” dijo Ricky sin pensárselo “Si Saúl soporta la follada del perro, tu coche será mío” y añadió “Y si no lo hace... Por mi como si te lo quedas” se refería al sumiso Saúl, claro.

Al escuchar aquello a Saúl se le pusieron los ojos como platos. Le recorrió un enorme escalofrío de lo más desagradable. No podía ser verdad lo que había escuchado. En realidad, si Ricky dijo aquello no era porque quisiera deshacerse del más joven de sus esclavos, sino para que Saúl espabilara y le obedeciera de manera ciega de una maldita vez. Su vena rebelde había sido entretenida al principio, pero ahora que tenía que lucirse ante otros Amos no pensaba dejarle pasar ni una al rubio. Por su lado, Lionardo alucinó con las palabras del perro callejero. Si conocía a Saúl, su enorme ego le impediría acatar con aquella humillantísima orden, que encima había sido idea de él, el Macho que Saúl más detestaba de todos en esa casa.

Luis por un lado se sintió aliviado por no tener que ser él quien soportara la follada del perro. No solo por lo degradante y asqueroso del asunto, si era por complacer a Ricky él haría cualquier cosa que le ordenase, pero tras los últimos castigos, con el cuerpo lleno de heridas por látigo, el orto increíblemente dolorido por cuando le metió el mango de la herramienta de la piscina por ahí atrás… no se sentía con fuerzas para poderlo superar. Y no quería volver a desmayarse a media sesión. Eso también era una vergüenza para él como sumiso. Pero, por otro lado, sintió una gran tristeza por su hermano menor Saúl. Sabía que aquello no le haría ni puta gracia. Solo esperaba que el joven esclavo fuera capaz de controlar su mal genio habitual, y no se ganase otro castigo.

Saúl sintió una intensa rabia en su interior cuando escuchó las palabras de Lionardo y la aceptación inmediata de su Señor Ricky, y lo que había apostado él. Sabía que aquel cabronazo de Lio sólo lo había hecho para joderle la existencia. Como su padre lo humilló públicamente sodomizándolo en la piscina, y él lo vio y lo disfrutó, ahora quería devolverle la putada con algo realmente denigrante como ser humano, como dejarse follar por un puto pastor alemán. Odiaba a Lio con todas sus fuerzas joder. Era un maldito imbécil. Y él también estaba muy dolorido por todo su cuerpo por las descargas eléctricas del castigo anterior, los brazos todavía los sentía entumecidos y por no hablar del terrible dolor palpitante y casi inhumano que traía en su ano.

“Interesante apuesta. Miele, figlio, ayuda a Saúl a colocarse, tú que tienes más experiencia. Que todos lo veamos bene” ordenó Don Romannetti a su hijo mayor travestido y hormonado.

Miele se incorporó y se acercó al trio del sofá de al lado. Cuando Saúl se puso en pie, dirigiendo una mirada de puro odio e indignación, primero a Ricky y luego a Lio, lo llevó hacia el centro de la alfombra, situada entre los sofás. Le sujetaba del brazo y se lo acariciaba suave de manera discreta. Miele le había cogido mucho cariño al hermano mayor de Saúl, Luis. Y no era sádico, ni deseaba el mal a nadie. Le sabía mal que el pobre crío tuviera que pasar por aquella dura experiencia. Pero así era la vida de un sumiso, siempre a merced de lo que sus Machos desearan hacer con sus cuerpos.

Era muy práctico que los sumisos siempre anduvieran desnudos, así no hacía falta preocuparse por quitarles la ropa. Miele hizo arrodillar a Saúl en medio de la sala y le dijo.

“Voy a buscar algo para ponerte encima y que no te dañe con las uñas” luego, acercó su boca dulce al oído del menor y añadió susurrando solo para que el sumiso rubio le escuchara “No tengas miedo. Lo peor es solo al principio y al final, cuando se corre, con esa bola enorme. Pero pasa muy rápido. En pocos minutos estará listo para correrse.”

No le mentía. Drake siempre se comportaba de la misma forma, para alivio del sumiso que le hubiera tocado recibir su extraña polla de perro en el culo. La metía, embestía durísimo, y en seguida eyaculaba. El momento de quedarse enganchado con la enorme bola de la corrida era quizás lo peor, y más largo. Doloroso y humillante, pero soportable. Eso pensaba Miele, y también Thian y Phuo que evidentemente, también habían catado las mieles de la zoofilia de la mano del retorcido de su Macho.

Saúl permaneció arrodillado, quieto y callado a la vista de todos. Los sementales seguían con la charla mientras Miele ultimaba los preparativos. El joven sumiso rubio, lleno de una intensa rabia y humillado hasta el infinito, no paraba de darle vueltas en la cabeza “Ricky me está vendiendo por un jodido coche… Eso es lo único que le importa… Como puede hacerme algo así… Meterme en la apuesta ¿¿Y qué pasará si no lo hago?? ¡¿¡¿REALMENTE RICKY ME REGALARÁ A LIONARDO?!?!” y cientos de pensamientos de parecida índole.

Seguramente, si Lio no existiera, si no estuviera presente y Ricky hubiese tenido esa idea por sí mismo, a Saúl le habría costado acatar la maldita orden de su Semental, pero habría terminado rindiéndose a su Señor. Pero en la situación en la que se encontraba, se veía a sí mismo a cuatro sobre el suelo, y con ese puto perro sodomizándolo, mientras Lionardo le miraba y se reía de él en su cara… disfrutando de aquella humillación que él mismo había concertado… es que le hervía la puta sangre de pura rabia. No podía consentirlo. Su ego no le permitía aceptar esa situación de manera humilde y sumisa.

Por ese motivo, cuando Miele apareció con un chaleco de cuero grueso, lleno de arañazos porque era el que él solía usar cuando Drake le sodomizaba, para protegerse la espalda de sus garras, Saúl decidió de manera impetuosa que no pensaba hacerlo. No le salía de los putos huevos. Se puso en pie de un salto, golpeó la mano del travestido con la que sujetaba el chaleco, y lo tiró al suelo. Todos le miraron sorprendidos.

“¡A la mierda Ricky! ¡No puedes obligarme a hacer esto!” exclamó lleno de ira.

“¿¿¿Quién cojones te crees que eres tú para replicarme así, mierdecilla de mocoso???” le respondió el perro callejero, muy cabreado.

Ricky se puso en pie también, apartando a Luis que se la mamaba, y se acercó a Saúl, amenazándole.

“¡Ponte ahora mismo a cuatro sobre el piso y déjate follar por el puto perro o…!” le dijo.

“¡¡¿¿O QUÉ??!!” gritó muy alto el menor de los hermanos rubios, interrumpiéndole.

“¡¡O tú y yo hemos terminado!!” sentenció Ricky.

La habitación quedó en completo silencio.

“¿Qué has dicho, Ricky…?” preguntó Saúl incrédulo.

“Me has escuchado perfectamente. Tienes dos opciones. ¡Uno! Te arrodillas y dejas que el perro te folle, o ¡Dos! No lo haces, pero entonces dejarás de ser mi esclavo” le replicó muy firme su Dueño.

La amenaza de Ricky dejó a todos anonadados. No pensaron que llegaría tan lejos. Ninguno. Todos creyeron que le castigaría por su rebeldía y punto, como había hecho hasta ahora. Pero el perro estaba hasta los cojones de la fuerte rebeldía de su sumiso más joven. Evidentemente que perder el coche de lujo era una putada para él. Pero no era ese el motivo que le llevó a mostrarse tan radical con Saúl. Ese mocoso bastardo debía aprender de una maldita vez quién era el puto Amo allí, y quien el mierda de sumiso. Lección que estaba más que claro que no había aprendido hasta la fecha.

Saúl tragó saliva y susurró con amargas lágrimas en sus orbes “¡¡Que te den, Ricky!!”

Tras aquello, salió a paso muy rápido de la estancia, dirigiéndose al sótano donde dormían, porque era el único lugar de la mansión a la que tenía acceso, y que sentía como refugio, al menos mientras descansaba. Se tiró al suelo cubierto de mantas, con los brazos cruzados y la cara apoyada sobre ellos, y se puso a llorar por un torrente que le bullía por dentro de ira, rabia, desesperación, vergüenza, tristeza, culpabilidad y enorme angustia. Nadie corrió tras él para detenerle. Él solito había tomado esa terrible decisión por orgulloso.

Luis, su hermano mayor, había presenciado la escena con pasmo. No se lo podía creer. Había sentido celos de Saúl algunas veces, pero a esas alturas ya estaba más que acostumbrado a que fuesen dos, él y su hermano menor, los sumisos de Ricky, y no lograba imaginarse un futuro sin él.

“Aunque haya perdido la apuesta, no nos quedaremos sin espectáculo” dijo entonces el perro callejero, como si la huida de su sumiso más joven no le importara lo más mínimo. Claro que lo hacía, que le importaba. Pero él era el Amo, y un Amo no corre tras su sumiso, sino al revés.

“Cerda comepollas, ponte en el suelo. Drake te follará a ti” sentenció.

Luis, pálido, se acercó a Miele y recogió la prenda de cuero del suelo, dándosela. Se arrodilló de manera diligente, y dejó que el hijo mayor del Don le pusiera aquel chaleco encima. Tenía mucho miedo por lo que pudiera pasar, asco por dejarse follar por un perro, y tenía todo el cuerpo muy dolorido, sobre todo su culo, pero después de lo que acababa de pasar, se mostraría mil veces más sumiso de lo habitual. Sabía que Ricky ahora mismo tendría un cabreo de mil demonios, y no quería pagar los platos rotos por su hermano menor Saúl.

“Gracias” susurró Luis a Miele, y le sonrió con cariño. Él le sonrió de vuelta. Y fue a por el perro.

En ese momento Lionardo se puso en pie “Disculpadme” y salió del salón.

“Drake, lecca il culo al ragazzo” ordenó Don Romannetti cuando el can estuvo al lado de Luis.

El enorme chucho amorró su hocico al culo del chico, y obedeció la orden que le acababa de dar su dueño, lamiéndoselo con pasión.

El esclavo Luis notaba extraño, porque no era desagradable. Si hubiera tenido los ojos vendados no habría sabido diferenciar si quien le comía el culo con semejante ahínco era humano o animal, a no ser por esa nariz mojada y fría que le hacía tener presente en todo momento que era un maldito perro quien se lo comía. Tras el desconcierto inicial, el sumiso rubio respiró hondo y se relajó. Si Miele y los jóvenes Thian y Phuo habían pasado por eso, él también podía. Más si su Amo Ricky, el perro callejero, era quien lo había ordenado y lo deseaba. Sus deseos de Macho eran los suyos propios de esclavo, por mucho asco, dolor, o incomprensión que sintiera. Su devoción a Ricky superaba todo lo negativo.

“¡Drake, fai sesso!” ordenó el Don, tras unos minutos de dejarle mamar culo de esclavo.

Luis no entendió aquella orden en italiano, pero el perro sí. Dejó de comerle el orto al muchacho y de pronto le saltó encima, situándole ambas patas delanteras sobre los hombros. Suerte del chaleco, o el can le habría hecho verdadero daño con esas garras temibles que tenía. Drake lamió la nuca del sumiso rubio, soltándole el aliento junto a su cuello, y comenzó a dar embestidas contra su trasero, tratando de acertar en ese orificio que el perro todavía no había probado.

La polla del perro era tremenda. Era realmente gruesa, y color rojo intenso. De glande plano y algo acabado en punta. Estaba llena de pequeñas venas oscuras. Los cojones eran una sólida bola en la base del mismo, el doble de ancha que el resto de su enorme pollón de can.

Drake embiste una y otra vez contra el culo del esclavo rubio, hasta que finalmente, el perro nota como su dura polla de animal penetra dentro del cálido orificio.

“AaaAaaaaahh…” Luis clava las uñas en la alfombra, inclina la cabeza y baja su torso, como una buena perra sumisa de su Semental canino.

El perro sitúa ahora sus peludas patas delanteras contra las caderas del esclavo y sin sacarla, empuja con mucha fuerza contra su sumisa presa. Tres empotradas duras más tarde ya tiene metida su polla dura en el ojete de Luis hasta las malditas pelotas.

“AaaaAaaaaAaaahhh” el rubio jadea cada vez más fuerte, al tiempo que el ritmo de las embestidas del pastor alemán se intensifican, destrozándole el orto que ya traía dolorido.

“Molto bene. Buon cane, Drake” felicitó el dueño a su pastor alemán.

Todos observaban fascinados como el estrecho culo del esclavo engullía de manera golosa esa polla animal, de manera totalmente sumisa.

Ricky no podía sacarse de la cabeza al idiota de Saúl. Se estaba machacando la polla con ira mientras veía a su sumiso Luis siendo humillado y sodomizado por el perro de Don Romanetti. Estaba muy excitado por el espectáculo, pero también sumamente cabreado con su otro esclavo, el hermano pequeño de Luis.

Drake, con la lengua fuera, jadea intenso mientras empotra con todas sus jodidas ganas al esclavo rubio, que siente arder su culo maltratado. Gracias a los Dioses, el perro excitadísimo embiste durísimo unas pocas veces más, entonces deja incrustada su pollaza gordota en lo más hondo de las entrañas de Luis y comienza un suplicio insoportable para el sumiso.

“AAaAAAaaAAaaAAAAahhh” el pobre esclavo no puede evitar aullar de dolor, pero se mantiene quieto para no enfadar más a su Macho Ricky.

El enorme bolón que son los cojones del pastor alemán comienza a introducirse muy despacio dentro del orto del rubio, que ahora siente que su culo está siendo partido en dos. Cuando pensaba que las cosas no podían ir a peor, Ricky lleno de ira ordenó a su esclavo:

“¡Ven aquí ahora mismo y chúpame la polla!” exigió con voz autoritaria.

Drake se le había bajado de la espalda, y estaba culo con culo con él, enganchados por esa tremenda bola que notaba todavía incrustada dentro de él.

“Ssi Amo Ricky” susurró Luis.

El rubio comenzó a gatear como pudo hacia su Macho, teniendo que tirar del cuerpo de Drake, que quería irse en dirección contraria, pero no podía porque estaban enganchados por su puta polla. Suerte que el Semental no estaba demasiado lejos. Al fin Luis llegó al sofá y se situó entre las piernas separadas de su Dios, metiéndose de golpe su polla divina dentro de la boca y comenzando a mamársela como si no existiera el mañana.

“HhhhHhhHhhhhmmm” de la garganta del rubio emanaban jadeos ahogados.

Ricky le agarró con saña del pelo y comenzó a follarle la boca y su garganta con violencia extrema, como si fuera el impertinente de Saúl y no Luis a quien se lo hiciera. Tan cabreado y excitado estaba el perro callejero que comenzó a eyacularle dentro de su cavidad bucal al mayor de sus sumisos en un tiempo récord.

“¡¡AAaAAAaAAAAaAAH!! ¡¡SI JODEEEEEER!!” aulló el Macho.

Y justo en ese preciso instante, la bola que Drake tenía incrustado en lo más hondo de su culo explotó, llenándole las entrañas a Luis de ardiente leche animal. Notándose ya desenganchado, el pastor alemán salió muy rudo del interior del rubio, provocándole más dolor y un reguero de sangre y semen canino rezumando de sus palpitantes y doloridas posaderas. Y sorprendentemente, incluso para el propio sumiso, Luis llegó al clímax en esa situación tan extrema, dolorosa, humillante y extraña.

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