sábado

Maite. Secuestrada en Egipto. Cap 09.

«Supongo que ya te imaginas para qué hemos venido aquí»

un rubor me delataba, no haciendo falta que le respondiese nada

«El primer día ya te expliqué para qué te había comprado. Vas a ser mi esclava en todos los sentidos, mental, físico, y hasta espiritual.»

A este tío se le va la pelota completamente...

«Sé que por ahora te será difícil de creer, pero todo llegará en su momento. Por ahora espero que te haya quedado claro que cuando te comportas bien tienes tus ventajas y cuando lo haces mal tienes un castigo.»

Si, eso me ha quedado bastante claro

«Bien, pues ha llegado el momento de demostrarme lo que vales. Podemos hacer esto por las buenas, siendo una buena perrita que acata CUALQUIER orden que yo, tu Amo, te de o...»

o...

«Puedes negarte a complacerme, con lo que harás que me cabree y lo que podía haber sido una bella experiencia pasará a ser una violación en toda regla, con terribles consecuencias para ti»

... ya, o me dejo forzar por las buenas o lo harás igualmente por las malas. Pues que bien.

Sentí flojera en todos los músculos de mi cuerpo, me dio la sensación que en cualquier momento las piernas me fallarían y caería de bruces al suelo. Hasta estaba empezando a marearme... ¿qué hacía? no quería ser la puta de este pervertido, pero me da pánico el castigo físico... y la otra noche en la cena... sentí algo... no sé por qué. Es como si mi mente lógica y racional entendiera que esto está mal y no debería aceptarlo, pero por algún extraño motivo, mi cuerpo, por algún instinto primitivo y animal, respondía complaciente a las caricias de este hombre-diablo. Era como si su mano fuera más allá del toque físico con mi cuerpo y de alguna manera llegase a acariciar mi alma. Me di cuenta de que estaba en un momento muy peligroso, y que la mejor forma que tenía de salir de él casi indemne era aceptar sus condiciones y no hacerle enfadar. Pero no le iba a demostrar que me gustaba. Sería lo más humillante para mí, y seguro que haría hincharse de orgullo a su ego.

«¿Qué decides, perrita, ¿lo haremos por las buenas o por las malas?»

«Por las buenas, Amo, seré complaciente y sumisa con usted» respondí, con la mirada fija al suelo y las mejillas encendidas en fuego...

Ashraf entonces se desnudó completamente, dejando al aire su gran polla, dura y tiesa, y luego me desató las esposas. Salima seguía en la habitación, esperando desnuda, en silencio, en un rincón. Entonces me dijo:

«Ve a la cabecera de la cama y ponte de rodillas, con las piernas abiertas, mirando hacia mí, y cogiendo con cada mano uno de los barrotes»

Cumplí su orden, muerta de miedo. Ashraf le dijo algo a la criada, que se subió a la cama y se puso a cuatro patas frente a mí, y empezó a lamerme el coño con una devoción que me dejó sin palabras... ¿tanto le gustaban las mujeres? ¿o es que le complacía en sobremanera obedecer las órdenes de su Amo? Cuando sentí los primeros lametazos de Salima en mi coño, instintivamente cerré un poco las piernas. Ashraf se acercó a mi lado y me pellizcó con fuerza el pezón.

«He dicho con las piernas abiertas, zorra, no hagas que te lo tenga que volver a repetir»

«No Amo, perdón»

Abrí más las piernas y Salima siguió a lo suyo. Joder yo no estaba preparada para esto... nunca se me había pasado por la cabeza enrollarme con una chica. Pero la verdad es que me lo estaba haciendo tan suave y dulcemente que empezaba a gustarme.

Como la cama no tenía nada en el cabecero, Ashraf se puso tras de mí, pegando su pecho a mi espalda. Sus manos empezaron a recorrer mi cuerpo, tocaba con sus manos firmes mis pechos, abarcándolos casi completamente con sus manazas. Era increíble el contraste de su piel morena con mi palidez. Luego, siguió jugueteando con uno de mis pezones, mientras bajaba la otra mano, acariciándome el estómago hasta llegar a mi clítoris. Empezó a acariciarlo con mucha maña... mientras la lengua de su sirvienta se perdía en las profundidades de mi coño. Pegado a la espalda como lo tenía podía notar en todo momento la potente erección que lucía, ya que su polla rozaba constantemente mis nalgas.

Y si, joder, no sé por qué, pero lo estaba disfrutando. Pero no dejé salir ni un gemido, e intenté que mi respiración pareciera de lo más normal. Cerré los ojos y pensé en mi marido, en mi familia en todo lo que había dejado atrás. Mis amigas. Las tardes de compras. El trabajo. Se me hizo un nudo en la garganta y no pude evitar que unas lágrimas bajaran por mis mejillas, al pensar lo preocupados que deberían estar todos, buscándome desesperadamente, esperando ansiosos cualquier noticia que no llegaría, porque yo estaba allí, abierta de piernas «por voluntad propia», disfrutando en silencio de la comida de coño de una criada que podría ser mi hermana menor, de las manos de Ashraf usurpando mi cuerpo... ¿en quién me había convertido?

Como tenía los ojos cerrados, no vi como Ashraf alargaba la mano y cogía uno de los consoladores. Era más pequeño que su polla. Desde mi espalda, puso el consolador en mis labios y me hizo chuparlo un rato. Luego, lo bajó y lo introdujo en mi coño, que no opuso resistencia. Salima se apoderó del consolador, y lo iba moviendo mientras chupaba mi raja. Estuvimos un buen rato así, luego, a una orden suya, Salima se giró, poniéndose a cuatro patas frente a mí.

«Ahora chúpale tú el coño a ella» me dijo Ashraf

Salima estaba arrodillada, con la cabeza en los pies de la cama, yo me puse en la misma posición tras ella, y tragándome mis escrúpulos, saqué la lengua y empecé a chuparle su morena raja. No sabía tan mal como esperaba. Ashraf se sitúo tras de mí, jugueteando con el consolador, y ¡lamiéndome el agujero del ano! (nadie antes me lo había hecho, fue una sensación de gusto muy extraña que me desconcertó), luego Ashraf cogió otro consolador, un poco más grande, y me lo dio

«Méteselo a ella, y chúpale el culo como yo te estoy haciendo a ti»

Lo chupé un poco para no hacerle daño, Salima siempre se había portado bien conmigo, dadas las circunstancias. Empecé a metérselo por el coño, mientras ella gemía. Lamerle el agujero del culo era terrible. Se veía limpio pero... que asco. Empecé por la raja, subiendo poco a poco por la piel entre ambas zonas, y cuando llegué al ano, simplemente saqué la lengua y la puse allí... no estaba tan mal... podría aguantarlo. No quería que me castigaran de nuevo por eso. Yo lamía el ano de Salima, metiéndole el consolador por el coño, Ashraf lamía el mío, metiéndome otra polla de esas por el coño, y yo callada mientras la criada se dejaba llevar por su placer.

Cuando mi captor decidió que ya estaba satisfecho, nos hizo dejar los consoladores y volvió a movernos. A pesar de que me había dicho que iba a ser «por las buenas», se tumbó en la cama, y pidió a Salima que me atara las manos, cada una a un lado del marco de la cama, justo en medio de esta. Así yo quedaba arrodillada sobre Ashraf, con su polla apuntando a mi raja. No entendía por qué lo hacía, ya que hasta ahora no había dicho ni mu, me había portado como una perra ejemplar. Ashraf me miró a los ojos y me dijo:

«Métete mi polla hasta el fondo y cabálgame»

No pude apartar mi mirada de la suya cuando le respondí

«Si Amo, me meteré su polla hasta el fondo»

Y empecé a bajar lentamente. Tenía las piernas, libres, bien abiertas, y los brazos abiertos, atados a lado y lado de la cama por arriba. Ashraf se mantuvo quieto, lo único que hizo fue agarrarme con fuerza los pechos con ambas manos y amasarlos con ganas. Yo sentía mi coño abrirse hasta los topes a medida que iba bajando, metiéndome todo su mástil en mi rajita. No pude llegar al tope, cuando me faltaba poco más de la mitad por meterme sentí que la punta de su polla había tocado fondo en mi útero, por lo que empecé a cabalgar. Movía las caderas hacia delante y hacia atrás, metiéndome y sacándome ese pedazo de rabo. Mientras, él movía sus manos por mis pechos, mis caderas y mis nalgas.

Y así estaba yo entretenida, sin querer pensar en nada, para no acabar loca del todo, cuando apareció de nuevo Salima. Yo no la vi, ya que se puso tras de mí, pero se había puesto una especie de braga negra de esas que son con doble consolador, uno más grande que tenía ella metido en el coño, y otro, mucho más fino, que sobresalía por la parte delantera, y apuntaba peligrosamente a la entrada de mi culo. Cuando Salima estaba situada como Ashraf le había ordenado, a mi espalda, éste, cogiéndome por sorpresa, me agarró muy fuerte, abrazándome, con su cara hundida entre mis pechos; y entonces la joven criada escupió en la entrada de mi culo, y con mucha calma, metió ese aparato dentro de mí.

Yo no paraba de retorcerme y quejarme...

«Por favor! ¡¡¡Eso no!!! nunca lo he hecho por ahí!!! me va a doleeer!! ¡¡¡¡por favoooooooor!!!!»

Pero lo único que conseguí con mis súplicas es que Ashraf se enfadase. Empezó a morderme los pezones con rabia, y a clavarme las uñas en la espalda. Yo no podía moverme, a pesar de tener las piernas libres, pues mis brazos encadenados me obligaban a permanecer en esa postura. Yo lloraba cuando Salima, por fin, acabó de meterme la polla de plástico en el ano... sentía tanto dolor. Las paredes de mi esfínter, de forma inconsciente, palpitaban, rígidas, por la agresión sufrida. Ashraf dio otra orden a Salima, y entonces empezaron a FOLLARME, en mayúsculas. Él seguía abrazándome fuerte, impidiéndome cualquier movimiento, y empezó a embestirme con su polla de una forma muy bruta, y Salima hacía lo mismo en mi ano. Me follaban como animales salvajes... yo gritaba y lloraba. Pero a Ashraf le daba igual, sus embestidas eran tan bestias que consiguió meterme TODA su POLLA dentro. Lo sentí como si algo en mi coño se hubiera roto o se hubiera dado de sí... ahora sí que sentía su polla llenándome por completo, atravesando mi matriz y casi follándose mi estómago, junto con la polla de Salima, que entraba y salía frenéticamente de mi culo, que cada vez me dolía más y más.

«¡¡¡¡BASTA POR FAVOR PARAD YAAAAAAA NO PUEDO AGUANTARLO MAAAAS!!!!»

En cuanto grité, Ashraf clavó su enorme polla en lo más profundo de mí (Salima hizo lo mismo al ver lo que hacía su Amo) y empezó a correrse abundantemente dentro de mí. Litros y litros de semen disparados tan en el fondo de mi útero que dudé que jamás llegara a salir... mierda.... había estado tan preocupada por el dolor que no lo había pensado... ¡¡¡No quiero quedarme embarazada de este tío!!! ¡¡¡Por favor, Dios, si existes, haz que no me quede embarazada!!! ¿Qué será de mí...?

«¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡NO TE CORRAS DENTRO DE MIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII!!!!!!!!!!»

Empecé a llorar desconsoladamente, con su polla aun metida en mi interior. Salima sacó la polla de mi culo y empezó a desatarme las manos.

«¿Por qué has tenido que hacerlo? Te estabas portando tan bien... empezaba a sentirme orgulloso de ti.»

Esta vez no pude contenerme, ya que igualmente, iba a castigarme, por lo menos me desahogaría tranquilamente con él, así que le grité, entre lágrimas:

«¡¡Eres un hijo de puta bastardo!! ¡¡Te odio!! ¡¡Me ha dolido muchísimo!! ¿¡¡ Y si me has dejado embarazada qué eh?!! ¿¿LO HABIAS PENSADO??»

¡¡¡¡¡PLAS!!!!!

Ashraf me dio una hostia que me giró la cara.

«Te has pasado puta, esto sí que no lo voy a consentir»

Cuando me giré y vi la forma en que me miraba, pensé que me iba a matar ahí mismo... empezó a temblarme el cuerpo incontrolablemente.

«No perdóname Amo... no sabía lo que decía... es que me ha dolido mucho...»

¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡PLAS!!!!!!!!!!!

Otra hostia en la mejilla.

«No quiero oírte más» me dijo, muy seriamente, y me callé, porque ya había dicho bastante. Pero seguí llorando, porque no era justo nada de lo que me estaba ocurriendo y no tenía ninguna forma de huir de allí.

En cuanto me levanté de la cama, su semen empezó a rezumar por mi vagina. Blanco y espeso, a estas alturas lo conocía perfectamente... su olor... su sabor... y ahora estaba dentro de mi útero... no podía estarme pasando eso...

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