miércoles

Cenizas Incandescentes

Oscuridad.

Oscuridad completa.

No sé cuánto tiempo hace que permanezco aquí encerrada… ¿encerrada? No siento unas frías esposas en mis muñecas, ni pesadas argollas retienen mis pies. No estoy sentada, ni en pie. No poseo cuerpo. No veo absolutamente nada. La total negrura se ha apoderado de todo. De mí. De mi entorno. De mi mundo. Mi universo. Solo existe oscuridad.

Ya no creo en fantasías. Hace ya mucho que dejé atrás el tiempo de soñar. De ilusionarme. De imaginar. De sentir. O eso insisto en pensar.

De pronto, de la nada, en un lugar situado fuera del tiempo y el espacio conocidos, algo parece palpitar frente de mí y hace que me despierte de mi letargo. ¿Cuánto tiempo ha pasado desde la última vez que fui capaz de utilizar mis ojos para algo distinto que ocuparlos en ese basto e infinito océano de oscuridad? ¿Cuándo fue la última vez que sentí la necesidad de moverme? Siento que podría haber sido ayer, o hace cien años. El tiempo es irrelevante aquí donde permanezco… cautiva(?).

Con un cuerpo que no veo, y que ni si quiera soy capaz de notar, así que no soy capaz ni de saber cuál es mi propia anatomía, a fuerza de pura voluntad alimentada por mi enorme curiosidad innata por todo, comienzo a acercarme a esa débil luz que me atrae como si yo fuera una inocente polilla incapaz de negarme a su belleza atractiva. Sin saber ni comprender de qué se trata. Sin sopesar si existe algún peligro en ella.

Ante mí, lo único que no queda engullido por esa densa oscuridad que lo ocupa todo en mí y a mi alrededor, flotando en medio de la nada, son esa especie de cenizas incandescentes agrupadas en un puñado que cabría en mi mano abierta, que parecen más apagadas por la corteza superior, pero que al palpitar como lo haría un corazón humano vivo de un brillo rojizo más intenso por dentro. De manera trémula. Casi tímida. Como si no quisiera perturbar las tinieblas que lo rodean. Pero irremediablemente lo hace. Es su propia naturaleza luminiscente que lo hace resaltar, aunque levemente, de nuestro sombrío entorno.

Es en la noche más oscura cuando realmente se aprecia el verdadero valor de la luz.

Súbitamente, una explosión de furiosa luz que me haría apartar la mirada si es que aun tuviera ojos en la cara. Una preciosa y majestuosa ave en llamas emerge de los restos de aquellas extrañas cenizas, se eleva alto en el firmamento. Llena de color el oscuro abismo de soledad con el fulgor de sus llamas.

Ahora ya soy capaz de ver el mundo que me rodea. La gente. Las casas. Los árboles. Con unos colores más vivos que jamás había notado nunca antes en ellos.

El ave se detiene unos segundos allá arriba, batiendo sus colosales alas flamígeras. No puedo ver sus oscuros ojos desde aquí abajo, pero entiendo que me está mirando fijamente a mí. Lo sé.

De pronto el fénix renacido de un pequeño puñado de cenizas candentes comienza a caer volando en picado hacia mi persona. De verdad que es el ser más increíble y bello que haya tenido la fortuna de observar. Enormes alas y largas colas envueltas en fuego y llamas, tan hermoso visto de lejos, pero dañino si te acercas demasiado.

Pero no siento miedo de él. En absoluto.

No cierro los ojos cuando su silueta flamígera y la mía entran en furioso contacto por la gran velocidad a la que volaba aquella ave mitológica.

No hay dolor. No quema. Nos hacemos uno.

Miro hacia abajo y veo que he recuperado mi conocido cuerpo de mujer humana. Pero no solo eso. En mi espalda han aparecido dos majestuosas y enormes alas negras envueltas en fuego y llamas. Soy la misma de siempre. Pero ahora sé que puedo volar, y renacer de mis cenizas.

Siento que ahora que esa ave de los mitos y yo somos una, como si ese fuego abrasador inundara todo en mi interior. Me renueva las fuerzas perdidas. Recuerdo quién soy. Recuerdo mi poder. Cuál es mi deseo. Mi camino. Y me dispongo a retomarlo.

Ante mis ojos, en esta hermosa playa, despierta un nuevo amanecer, tiñendo el cielo azul de tonalidades rojizas y anaranjadas a conjunto con mis nuevas alas.

Y a pesar de que siempre tuve terror a las alturas, ahora me siento mucho más segura de mí misma con mis alas nuevas. Podré caer de nuevo a la oscuridad. Pero ahora sé cómo salir de ella.

Comienzo a batir mis alas, dirigiéndome sin necesidad de andar, al lejano horizonte azul y anaranjado, con enorme curiosidad por saber qué me deparará el destino una vez llegue más allá del terreno conocido por mi hasta ahora. Más allá del horizonte. Al otro lado de todo.

¿Cómo será el mundo al otro lado del amanecer?

viernes

El Rey de los Cerdos 07

Desvirga el culo de su hermana mayor en medio de clase con todos mirando. Incesto. La obliga a mamarles la polla a todos los alumnos de su clase. Mientras él la encula una y otra y otra vez. Izan grabando. Bukake final.


Tras su boda con su preciosa gatita Alba, la menor de sus hermanas, lo siguiente que Ovidio tenía en su perversa lista de tareas pendientes era robarle a la imbécil de Valeria, su estúpida hermana mayor, la virginidad de su culo.

Le había preguntado a esa mala puta al respecto de su experiencia con el sexo anal al principio de controlarla mentalmente, y ella le dijo que lo había intentado una vez, pero que le dolió demasiado y lo odiaba. No quería hacerlo más. Por eso el nerd seboso no la folló por su culo hasta que no descubriera cómo hacer para que ella fuera consciente de todo lo que sucedía, y no solo lo obedeciera cual muñequita sin vida. Quería ver el asco en su mirada. El odio. El deseo de matarlo. Quería causarle cuanto más daño mejor. Tanto físico como mental.

Así que, ahora que ese cerdo degenerado seboso sabía cómo mantener como mantener conscientes a sus víctimas, decidió follársela por el culo por primera vez en su clase del instituto.

Ovidio estuvo sin ducharse desde la boda, la última semana. Esos siete días había estado disfrutando de las mamadas, sexo convencional y anal a diario con su preciosísima esposa Alba, su linda gatita que era sangre de su sangre. Aunque todavía no pudiese preñarla porque no le había venido el periodo, se la empotraba con todas sus jodidas ganas.

Hoy que era lunes el cerdo apestoso se vistió sport, con un chándal para obesos. Su pelo pajizo tan sucio como él se le pegaba al cráneo. Gafas culo botella. Él iba un curso por debajo de Valeria, así que no coincidían el aula. Por ella como si no hubiesen coincidido en la misma vida. Odiaba a Ovidio hasta el infinito. No existía ser que le provocara mayor grima, asco, repulsión que él.

Al llegar a la escuela, Ovidio fue primero a hablar con su propia tutora, para que no notara extraño que Ovidio no estuviera en clase. A partir de ahora eso no era un inconveniente. Es más, deseaba locamente aprobarle todos los exámenes porque sí.

Luego, sin perder tiempo, subió al piso donde estaba el aula de Valeria, su odiaba hermana mayor, a quien ese mismo día antes de salir de casa la manipuló mentalmente para que se pusiera el conjunto de ropa que a él más le apetecía verle puesto: una apretadísima minifalda de cuero negro, un tanga rojo debajo y en la parte superior sujetador rojo también, y una camisa semitransparente blanca que dejaba entrever el sujetador rojo. Por su condicionamiento mental, ella creía que aquel conjunto, uno: lo había elegido ella, y dos: era de lo más adecuado para clase.

Todos los chicos de su aula quedaron alucinados al verla, pero el único que se atrevió decirle algo fue su mejor amigo gay Izan. Comentándole sobre si es que a Val le molaba alguien de la escuela, y por eso vestía así de provocativa. Aunque más que eso, es que parecía una puta. Pero claro, eso Izan no se lo iba a soltar a la cara a Valeria, aunque si lo pensaba.

La maestra entró en la clase, y la conversación entre Izan y Valeria se detuvo, pero siguieron las fijas miradas de los varones a esa hembra tan apetecible que vestía como una fulana para el colegio. Menuda guarra. Seguro que le encantaba follar más que a un tonto un caramelo.

El nerd seboso entró en la clase justo después de la maestra y todos miraron en su dirección con gesto interrogante, menos Valeria que le dirigió una mirada de asco y odio supremo directamente. Ah… si ella recordara la de veces que se lo había follado con el mayor placer del mundo. Cuantas veces Ovidio se le había corrido en su útero fértil, consiguiendo preñarla. Cuantas veces ordenó a la gilipollas de su hermana mayor mamarle el rabo como si no existiera un mañana, o meterle la lengua por el culo y hacerle una buena comida anal… bueno pronto lo recordaría todo. Jajaja joder que gusto le daba imaginársela.

Pero primero tenía que condicionarlos a todos, según sus planes:

—Escuchadme todos y obedeced mis órdenes —dijo Oviedo— Desde ahora mismo os parecerá normal cualquier cosa que suceda en esta clase. Sexual o no.

Entonces se dirigió a Valeria —Tú, puta del demonio, serás totalmente consciente de todo lo sucedido hasta el día de hoy (así que recordaría todo lo que habían hecho hasta la fecha, y que estaba preñada de él) —No serás capaz de gritar. Tu cuerpo me obedecerá a todo lo que ordene, pero sabrás lo que sucede.

Saluda a Valeria con cara de prepotencia— Hola puta. ¿Echabas de menos a tu amo? Ven a saludarme como debes.

—Te odio… —Ella se le acercó y le plantó un morreo, ahí en frente de todos y junto a la profesora.

—Súbete a la mesa de la profesora y enséñame tu barriga —le ordenó, soltándole una tremenda cachetada a su culo enfundado en cuero, cuyo chasqueo resuena por toda la habitación, cuando ella se gira para obedecerle.

Una vez situada como le dijo, el nerd dejó su mochila en la silla de la maestra y sacó su máquina de tatuar, con la que escribió con tinta definitiva sobre la suave piel de esa puta:

“Saco de semen de Ovidio” justo encima de su útero ya fecundado con su semilla por las múltiples violaciones anteriores a su hermana mayor.

Una vez hecho esto, el seboso le ordenó a la rubia despampanante que compartía genes con él:

—Zorra de mierda, ponte a 4, con las rodillas sobre la mesa, con tu culo de cara a tu público — le ordena a su despreciable hermana mayor.

Valeria obedece en contra de su voluntad. Las nalgas prácticamente se le salen de dentro de la falda de tubo apretadísima. Absolutamente violable.

—Te odio te odio te odio… —murmura la rubia que si fuera americana sería animadora, seguro porque su físico lo vale. Llora recordando que está embarazada del cerdo asqueroso de su hermano menor. Recuerda que el cabrón se “casó” con Alba, su hermanita menor, y que la violó en presencia de todos, cura incluido. Recuerda cada vejación y humillación que ha sufrido en manos de aquel imbécil gordo seboso las últimas semanas. Una mezcla de tremendo odio, rabia, desesperación y asco la embarga por dentro.

Ovidio se dirige a los chicos de clase ahora— Mi hermana está follable ¿eh? —ellos asientes prácticamente babeando. Mas de uno ya luce la polla dura— Os quiero con vuestros ojos fijos en el culo de Valeria —y luego añadió— Os podéis masturbar, pero nada de correros todavía.

Entonces al darse cuenta de que Izan, el mejor amigo gay de su hermana mayor Valeria, estaba ahí, se le acercó. Visto de cerca el chico era realmente hermoso. Le dio su móvil— Tú grábalo todo en primer plano.

Entonces el nerd guardó la máquina de tatuar y sacó un tubo de lubricante de su mochila. No pensaba dilatarle lo más mínimo el culo a la imbécil de su hermana mayor, realmente quería causarle cuanto más daño pudiera mejor. Pero con el monstruoso vergón elefantino que le colgaba entre las piernas, imposible sodomizarla a lo bruto desde el principio sin eso. No sería capaz físicamente de metérsela. Por eso trajo consigo algo de lubricación.

Entonces Ovidio se subió a la mesa de la profesora, arrodillándose tras Valeria. Era bastante más alto y sus carnes las puso por encima de su espalda. Para que los de la clase tuvieran buenas vistas de la salvaje violación anal que estaba por suceder.

—No puedes gritar, puta. Recuerda que están dando clase aquí al lado. —le metió el lubricante justito para permitir deslizar su pollón tamaño brazo en el interior de aquel orto virgen adolescente. Ovidio ya había condicionado también a quienes tenían pared con pared con ellos para que ignorasen los gemidos y sonidos raros que pudiera haber. Lo tenía todo previsto.

Apartó el hilo rojo del tanga y apoyó su glande contra su apretadísima entrada posterior— Izan no pierdas detalle de esto.

El mejor amigo de Valeria enfocó la cámara directa a su culo a ese pollón apestoso y ridículamente enorme que estaba por penetrarla. Puesto a su espalda, Ovidio abrazó a su hermana por sus tetazas de embarazada y embistió con la mayor saña y mala hostia del puto mundo.

—Aaaaaaahaaaaaaaaaaaahhhhh…!! —gimió el nerd seboso con el mayor placer del puto mundo, notado como su polla de macho alfa atravesaba con brutal fiereza el orto virgen de su hermana, hasta la puta raíz de una sola embestida.

—¡¡HHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHMMMMMM!! —ella no podía gritar, y no pudo hacerlo cuando sintió que algo duro, enormísimo le destrozaba su culo virgen sin compasión.

Ovidio no dejó respirar a Valeria ni medio segundo, que ya estaba empotrándola durísimo contra el escritorio de su maestra, en una violentísima, profunda y veloz sodomización que hacía arder y palpitar en furioso dolor las entrañas de la pobre rubia embarazada.

—¡¡HHHHHHHHHHHHHHHH!! —Valeria lloraba copiosamente, se cogía a la mesa, y como su mente había sido condicionada a excitarse con el dolor, pero tenía prohibido correrse si Ovidio no se lo permitía, oleadas enormes de placer comenzaron a invadirla, mezclándose con el extremado dolor que la inundaba por todo su ser cada vez que aquel puto malnacido arremetía violentamente contra su culo.

Y los chicos de la clase venga a pajearse con aquella peli porno que estaban viendo en puto directo. Izan no dejaba de grabarlo todo en primer plano.

En pleno acto salvaje, Ovidio le rompió la parte delantera del sujetador a Valeria, y sus tetazas quedaron liberadas, y el venga a estrujarlas con mucha saña, mordiéndole a la puta de su hermana la nuca y sus hombros mientras la violaba como un puto demente.

Ella no podía gritar, pero no dejaba de insultar y amenazar a Ovidio— No sé cómo pero te jurooo que conseguiréeee denunciarte a la puta policiaaaa Ovidioooooo asquerosoooooooooo Te mataréeeeeee ¡¡¡HHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!!

Así que él quiso joder el triple a la puta de su hermana mayor. Miró a todos los chicos presentes, unos veinte, machacándose las pollas, de todos los colores, tamaños y les ordenó. —Haced una fila delante de la cara de la puta de mi hermana, que os va a chupar a la polla a todos. Y se tragará todas vuestras corridas. ¡Valeria, obedéceme y mámales la polla a tus compañeros de clase!

Vamos, casi hubo hostias para ser los primeros de la fila. Quien lo logró fue un fornido muchacho que practicaba rugby, y que tenía una polla muy larga, y algo ancha, aunque ninguno de los presentes llegaba ni a un cuarto del gigantesco tamaño de Ovidio. Con el mayor asco del mundo Valeria abrió sus labios para que el chico pudiera meterle su polla durísima y manchadita de precum bien bruto hasta su garganta y comenzó a mamársela con deseo obligado. El chico estaba en la santísima puta gloria. No tardó ni cinco minutos en correrse dentro de la boca de Valeria:

—¡¡Aaaaaaaaaaaahhhh Siiiiii..!!

Y rápido el siguiente, un nerd delgado gafotas pelirrojo con pequitas pasó a meterle brutote su rabo duro dentro de la boca a Valeria, que continuó mamando polla.

Mientras los varones adolescentes se iban turnando para eyacularle a la rubia en su boquita de fresa, Ovidio se afanaba en encular a su hermana mayor con la mayor saña del puto mundo. Soltaba gemidos cada vez más elevados. Le clavó tan fuerte las uñas en sus tetas que se las había dejado arañadas, y caía sangre de las mordidas que le había hecho por su cuerpo. Joder, tenerla así sometida, mamando todas aquellas pollas que seguro que le asqueaban igual que la suya, era una delicia.

—AAaahahaaAAAaAHHH pero que PUTA eres VALERIA embarazada de tu propio hermano, dejándote romper el CULO por él en medio de tu aula y encima SUPLICANDO mamarles la polla a todos tus compañeros. PUTA MAS QUE PUTAAAAAAAAAAAAAA AAAAAAAAAAAAAAAAHHH!!!

Finalmente, Ovidio encastó una última vez su mastodóntico pedazo de carne cilíndrico y explotó en un orgasmo tremendo, inundándole a la zorra de su hermana las entrañas de una cantidad imposible de semen que iba derramándose por encima de la mesa de la profesora, sus apuntes y libros.

Pero aquel degenerado malnacido no iba a quedarse a gusto con eso. No. Además, solo llevaba comidas dos de vente pollas. Le quedaba un arduo trabajo a su boquita por delante. Así que no sacó la polla de dentro de su culo, disfrutando de la forma en la que sus paredes anales lo apretaban y palpitaban enrojecidas por el salvaje enculamiento que acababan de recibir.

Ovidio le ordenó a la maestra que le lamiera a él el ano y su escroto y perineo, pues le encantaba que se lo hicieran. A las otras chicas presentes en clase, unas 8, les ordenó desnudarse y acercarse a la mesa.

Al final terminó sacándole del todo la polla a Valeria, pero no se movió ni cambió de posición, solo que ahora su gigantesca polla apestosa de gordo colgaba medio erecta entre sus piernas— Chicas, quiero sentir vuestros labios y lengua por toda mi polla. Turnaos para mamarme el rabo. La que no pueda hacerlo que me lama cualquier parte cercana. Si no llegas, acercaos para que alcance a morrearos o tocaros las tetas —así Ovidio logró que su pollón enorme volviera a la vida.

Valeria mamaba polla tras polla y tragaba corrida tras corrida, con su culo inflamado por el dolor. También se sentía excitada al máximo por el condicionamiento mental de Ovidio. Cuando el seboso de su hermano menor tuvo la polla bien dura de nuevo, mandó a las chicas a dejarse tocar por los chicos del aula. Enfiló su pollón mastodóntico al coño estrecho de Valeria y empujó con la misma saña que le había roto el orto pocos minutos antes.

—HHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHMMM —emergió de la boca ocupada de polla de la rubia.

—¡¡Aaaahhh joder como me encanta follarte por el coño, putaaaaaaa!!

Estuvo dándole duro por el coño mientras ella comía como 11 pollas. Luego sacó su polla de la vagina de la estúpida de su hermana mayor y volvió a empalarla por su goloso culo de zorra, que tenía la faldita de tubo de cuero subida mostrando las nalgas y su tanga rojo. El sujetador del mismo color que el gordo seboso rompió le colgaba por lo costados. El 11 se le corrió en la boca y fue seguido rápido por la polla número 12, grandota, que comenzó a follarle la garganta sin miramientos. Ah todo en conjunto era una puta locura ¡que gozo sentía Ovidio de poder abusar en grupo así de esa malfollada!

Estuvo enculándola con el mayor placer del jodido mundo, hasta que ella hubo terminado de mamarles las pollas a los 20 chicos de la cola.

—¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHH!!! —gimió el gordo apestoso soltando por segunda vez su corrida en el orto de su hermana.

Pero no estaba aún satisfecho. No. Aun no. Quería humillar más a esa puta.

—Valeria, desnúdate y túmbate en el suelo boca arriba. Mastúrbate. Chicos vosotros todos en circulo a su alrededor y pajeaos. Chicas, vosotras id lamiéndoles a los chicos sus ojetes. Profesora, tu sigue lamiéndomelo a mi —miró a Izan que seguía sosteniendo el móvil— Izan ahora que grabe otro. Tú Izan ponte a mi lado —Ovidio y él se pusieron sobre la cara de Valeria, el resto de los chicos en un óvalo mal hecho alrededor sobre su cuerpo y todos pajeándose con ganas, mientras las féminas mamaban orto, y la rubia se masturbaba gimiendo como una perra.

Cuando el orgasmo de Ovidio estuvo cercano, ordenó— Chicos quiero que nos corramos todos juntos sobre Valeria. Mi corrida será la señal. Valeria: en cuanto mi corrida toque tu piel sentirás el orgasmo más feroz que hayas sentido en tu puta vida.

—Hijo de la gran putaaaaaaaaa te odiooooooooooooooooooo ¡¡¡¡HHHHHHHHHHHHHHHH!!!!

Ovidio se corrió, los 20 chicos se corrieron al unísono. La corrida de Ovidio e Izan cayó en la cara de Valeria, obligando a su cuerpo a sufrir un orgasmo apoteósico mientras la corrida de veinte tíos le caía sobre sus tetas, brazos, estómago, pelo, piernas… fue bañada en semen.

Y ahí vino la última orden de Ovidio— Puta, no vas a limpiarte esas corridas. Vístete y sigue dando clase con mi semen rezumándote por el culo y tu coño, y con el sabor a veinte pollas en tu boca y con la corrida de tus compañeros en tu piel. Así estarás hasta cuando vuelvas a casa, que irás directamente a la ducha y a mi cuarto, para que te haga mamarme la polla… y puede que vuelva a encularte.

Luego Ovidio ordenó al resto de la clase —Todos vosotros y vosotras colocaos bien la ropa y continuad con lo que estabais haciendo antes de que os interrumpiera. Jamás recordareis lo sucedido, pero sí tendréis sueños eróticos con la puta de mi hermana mayor.

Ella, medio desmayada en el suelo, comenzó a obedecer, sintió ganas de escupirle al imbécil de Ovidio en su fea cara de gordo seboso, pero en vez de eso se vistió, respondiendo un —Ovidio… Te… odio… con todo mi ser.

Valeria se sentía increíblemente asqueada y dolida y asqueada y rabiosa y asqueada y excitada por lo sucedido. Y asqueada, por si no lo he dicho ya. Tremendamente asqueada. Quería morirse. Pero sus deseos de muerte no llegaron a consumarse.

Ovidio salió por la puerta y se quedó mirando por el cristal rectangular que hacía de mirilla como todos iban acatando sus mandatos.

Cada estudiante, chicos y chicas, y la profesora, todos volvieron a sus posiciones y ella a dar la clase.

Valeria, la zorra rubia que era la madre de su futuro hijo incestuoso, se colocó bien la ropa de furcia barata que vestía y temblorosa se sentó en su asiento. Le relucía la piel y el pelo y la ropa por los litros de semen de la veintena de muchachos que le habían eyaculado encima. Seguro que su boca seguía sintiendo el sabor de sus pollas y múltiples corridas. Seguro que el coño, y muchísimo más su culo de animadora, le palpitaban y ardían y sentía el espeso semen de su hermano pequeño nerd rezumándole sin descanso por cada uno de sus orificios de puta. Tenía que estarle doliendo de lo lindo su orto recién desvirgado de la peor de las maneras, con aquel brutal sadismo con el que actuó Ovidio al sodomizarla con crueldad desmesurada y sin miramientos. Buscando que ella no se sintiera cómoda sentándose el próximo mes.

Satisfecho de si mismo, el gafotas salió de la clase de su hermana mayor y se encaminó a la salida de la escuela, dándole vueltas a cuál seria la siguiente maldad que haría. A quién le iba a destrozar la vida ahora.

lunes

El Rey de los Cerdos 06

Desvirga a Alba, su hermana menor, por el coño. Incesto. El cura que “los casa” y toda su familia participan en la orgia. La cría vestida con tutu rosa de balé. Se casa con Alba delante de padres, hermana mayor y el cura. Todos siendo conscientes. Luego la viola ahí mismo con todos mirando.


Ovidio había descubierto que solo con ordenarlo, conseguía manejar el nivel de consciencia de cada una de sus víctimas por separado, cosa que era una maravilla. Pero todavía no lograba adivinar cómo era que funcionaba el aparato. Había muchas cuestiones al respecto sin resolver que lo tenían de verdad preocupado. Como ¿qué pasaría si de repente se apagara? Se perderían los efectos ¿¿no??

Así que ese mismo sábado por la mañana quiso comprobar qué sucedía si apagaba el aparato. Primero ordenó a todos en su casa comportarse de manera normal como lo harían un sábado cualquiera.

Su padre y su madre estaban tranquilamente sentados en el comedor, uno con un librito de pasatiempos, la otra con una revista de esas de cotilleo. Valeria, su hermana mayor, tenía la puerta entreabierta. Podía verla en su cuarto pintándose las uñas y hablando por teléfono con su mejor amigo gay, un vecino cercano. Alba, su linda hermanita pequeña, tenía puesto el conjunto de gimnasia rítmica, unos leotardos y tutu rosa, y el mallot negro. Sujetaba su melena rubia ondulada en un moño alto despeinado y daba brincos y saltitos pasillo arriba y abajo, del salón a su habitación, con mucho equilibrio y feminidad, al ritmo de la música clásica que sonaba por los altavoces.

El nerd seboso dejó la puerta de su leonera abierta y miró fuera. Tenía el aparato de control mental que inventó por casualidad justo en frente, sobre el escritorio. Con su luz prendida, señal de que estaba funcionando.

—Tego que hacerlo.

Ovidio acercó su dedo seboso al botón de apagado, pero ni lo rozó que ya apartó el dedazo. Es que apagarlo… ¡Era un peligro! ¿¿y si no podía volver a encenderlo?? ¿¿y si no encendía, pero ya no funcionaba más?? Joder era impepinable que hiciera esta prueba. Pero cada vez que acercaba el dedo al botón, se le ponían los cojones por corbata y lo alejaba.

—¡¡Tego que hacerlo, joder!!

Al fin. Tras mucho mucho mucho darle vueltas, y acobardarse, el gordo empujó sin más su dedo contra el botón y JODER APAGÓ EL APARATO.

La luz se oscureció. El corazón del nerd seboso dio un puto vuelco.

Silencio.

No había gritos. Nadie llamaba a la policía.

Respiró levemente.

Alba bailaba por los pasillos.

Valeria hablaba por teléfono.

Sus padres en el salón.

Nadie dio la voz de alarma, ni cambió su rutina. Nadie vino a reclamarle a Ovidio lo que había hecho.

La enésima vez que vio a Alba dar vueltas y piruetas ante su puerta, Ovidio la llamó para darle una simple orden:

—Alba, tráeme una cerveza fresquita y una bolsa de patatas fritas.

Su hermana menor, sin responder, fue directa a la cocina. Aquello parecía buena señal. Normalmente Alba no habría sido tan complaciente con él… ¿¿cierto?? Al menos le hubiera dedicado una mirada enfurruñada, cosa que no había hecho.

Al seboso le latía tan fuerte el corazón del pánico que lo sentía en su cuello el palpitar.

Alba vestida con tutu rosa volvió a su cuarto y dejó la bebida y la comida sobre la mesa.

Ovidio se atrevió con una orden algo más compleja.

—Alba… abre el paquete de papas y dámelas de comer.

—Claro.

Esta vez sí hubo respuesta. La princesita de rosa abrió la bolsa y cogió una de las papas, depositándola dentro de la boca del asqueroso de su hermano mayor.

Ovidio masticó y tragó. El gordo se iba envalentonando.

—Quieta y déjate hacer, gatita —ordenó.

Tomó la mano de Alba y se metió los deditos dentro de la boca, lamiéndolos. Ella no hacía ascos.

Ovidio dio el paso definitivo, tocándole a la cría su coño y su culo por encima del traje de gimnasia rítmica. Ella ni se movió, ni se quejó.

Apartó sus manos. Eso ya no era efecto de la máquina. Estaba apagada. Entonces ¿¿Por qué todos en su familia parecían obedecerle??

Lo que sucedió es que la maquina al momento de estropearse, que estaba él solo en su habitación, lo irradió con un tipo de ondas que provocaron cambios en el propio cerebro de Ovidio, que le permitían ejercer control mental sobre las demás personas. Pero claro, eso el gordo seboso no lo sabía. Tenía que ir comprobándolo todo a fuerza de prueba, acierto y error, hasta llegar a esa conclusión, y llegaría a ella en algún momento del futuro. Pero por ahora con saber que no dependía de la máquina para lograr manipular las mentes ajenas le valía.

El nerd miró a Alba. Vestía como una princesita sensual e inocente. Si. Aquel sería el día que Ovidio desvirgaría finalmente a Alba y la haría suya totalmente. Y lo haría con sus padres y hermana observándolo todo y sin ser capaces de reaccionar, ni salvarla. Solo podrían quedarse observando el infierno que se iba a desatar delante suyo.

-Vamos a tu habitación. Hoy te convertiré en mi esposa, en mi compañera, Alba. Como mamá es para papá —a la imbécil de su hermana mayor Valeria solo la quería como saco de semen y vaca preñadora. La odiaba. Pero a la joven Albita, que le había regalado todas sus virginidades, que era tan preciosa. Tan inocente. A ella la quería como “esposa”. No sería la única que tendría, pero por ahora ella haría ese papel dentro de la casa.

—Hoy nos casaremos. Y vivirás siempre solo pendiente de mí y de mis necesidades. Cuando vuelvas a casa de clase, siempre vendrás a decirme hola con un cariñoso beso en los labios. Sentirás deseos de follarme siempre. Desearás que te venga el periodo para poder quedarte embarazada de mí. Me añorarás cada segundo que no me veas. Aprenderás a cocinar los platos que más me gustan. Limpiarás nuestro cuarto- que era el de sus padres- Te ocuparás de mi ropa sucia. De si necesito asearme. Dormirás conmigo cada noche. A no ser que ordene lo contrario. Te abrazarás siempre a mí y buscarás tocarme, besarme, abrazarme. Querrás saber cómo me ha ido el día. Me preguntarás si necesito algo de ti. —la mente de la cría se iba condicionando con todas esas órdenes.

Como ya tenía previsto hacer casarse con Alba en un futuro cercano, Ovidio ya había ido condicionando la mente del cura de su barrio, al que iba su familia a ver a darle misa cada domingo y los festivos. Monseñor Zagarra, para que toda actitud sexual entre Ovidio y su familia le resultara de lo más natural.

El nerd seboso convocó al cura y a toda su familia para que se reunieran en el salón de la casa. El cura apareció en poco menos de una hora, vestido con su túnica reglamentaria. Era un tipo viejo y arrugadísimo, con cara de amargado.

Ese tiempo Ovidio lo dedicó a poner lista a su familia. Él que era el novio se vistió con un traje elegantísimo, pero sin pantalones ni calzoncillos. Con todo su pollón de elefante a la vista. Como siempre, el nerd seboso de gafas de culo botella llevaba mucho sin lavarse, así que olía mal, en especial su polla hedía a macho muy potente.

La novia, su preciosa hermanita pequeña Alba, lucía el mallot negro, y las medias y tutu rosa de su equipamiento de gimnasia rítmica. Su madre y su hermana le habían quitado el moño mal hecho y peinaron su pelo rubio ondulado para dejárselo suelto, amarrado solo en los costados por unos graciosos tirabuzones junto a su rostro, con flores y lazos blancos y rosas que le caían por su melena dorada. No la maquilló porque le encantaba su rostro de cría sin aditivos. Era preciosa Alba. Aunque le faltaba la exuberancia y las curvas de puta de su hermana mayo Valeria, o de su madre. Quizás ese era parte de su encanto. Que todavía no era una mujer, ni si quiera tenía el periodo aún.

En cuanto al resto de asistentes a la boda, su padre lucía un traje viejo que tenía en el armario y que le iba un poco justo, y su madre y su hermana mayor Valeria con sus mejores galas, cada una con un vestido largo hasta los pies, Valeria rojo con como brillantitos y su madre blanco. Sin ropa interior nadie. Ambas maquilladas como putas.

Cuando sintió que lo tenía todo listo, Ovidio colocó a los invitados a su boda en la habitación de la dulce Alba. Su futura esposa y hermana pequeña. Era un cuarto de nena, con las princesas Disney en las paredes. Con predominio en sus objetos de tono rosa pastel. La cama era individual, y tenía sábanas de Blancanieves.

Ovidio estaba de pie junto a Alba, y frente a ellos estaba monseñor Zagarra, biblia en mano. Detrás, de público, su padre, su madre y su hermana mayor. Les había dado ya las órdenes oportunas, condicionando sus cerebros para que durante la ceremonia y el acto sexual posterior a ésta, todos ellos fueran totalmente conscientes de lo que sucedía. Pero no podían gritar, ni negarse. Sus cuerpos obedecerían. Lo único que podían hacer era intentar negarse de voz, pero sin gritar. Cosa que excitaría en sobremanera al orondo seboso. Porque si violar a sus hermanas, la una por su coño y la otra por su culo, había sido increíble, abusarlas ahora siendo ellas conscientes de lo que sucedía, y no como meros muñecos sin consciencia, sería la puta hostia joder.

Sobre la mesilla una máquina de tatuar.

Entonces Ovidio pronunció las palabras que darían inicio a su ceremonia de boda con Alba, y a que todos los presentes tomaran consciencia de lo que sucedía, pero no podían evitar obedecer al seboso nerd:

—Que comience la ceremonia.

Alba, la jovencísima futura novia, permaneció quieta y callada sin saber qué decir o cómo reaccionar. La primera en saltarle a la yugular evidente que fue Valeria, su odiada hermana mayor, quien comenzó a increparle, pero sin ser capaz de moverse en absoluto:

—ERES UN MALDITO DEGENERADO DE MIERDA. TU NO PUEDES CASARTE CON ALBA, CERDO ASQUEROSO. ELLA SE MERECE A UN PRINCIPE NO A UN ASQUEROSO MONSTRUO OBESO APESTOSO COMO TU —el odio visceral con el que lo miraba habría aterrorizado a cualquiera… incluso a Ovidio en el pasado. Pero ya no. Ahora Valeria no era más que su saco de semen y su vaca lechera a la que preñar muchas veces.

—Tu cállate que pronto te tocará el turno… Por cierto ¿Cuántos meses hace que no te viene el periodo, hermana? ¿Qué te hace pensar que Alba es la primera que me follo en esta casa?

Aquella horrible respuesta dejó destrozada a Valeria, que no comprendía cómo podía haberla dejado preñada aquel imbécil sin que ella lo supiera, pero algo en su interior le advertía que Ovidio no le mentía.

La mamá de Aba y su padre, incluso el cura insultaba a Ovidio y le instaba a no seguir adelante o le daría una paliza, pero el gordo ignoró cada queja.

— Monseñor Zagarra, comience ya.

El cura no pudo evitar comenzar con la ceremonia de boda: —Nos hemos reunido aquí para unir en Sagrado Matrimonio a Ovidio Montesinos y a Alba Montesinos…

Monseñor prosiguió con el discurso de boda.

Alba lloraba, comprendiendo en su mente prepuber que estaba bien jodida, si ni si quiera Valera su hermana o sus padres, ahí presentes, podían salvarla de las perversas intenciones de Ovidio.

—Por favor… hermano… por favor… no me obligues a convertirme en tu esposa. NO LO QUIERO.

A cada lloro y ruego de su futura esposa, a Ovidio le palpitaba la polla de puto gusto.

—Por eso lo hago Alba, porque no lo quieres. No comprendes cuánto llega a excitarme eso.

El cura prosiguió: —Tú, Ovidio, ¿prometes amar, honrar, llenarle el coño de esperma y sodomizarla duro, cada día de tu vida?

Ovidio respondió: —Si, lo juro. —poniéndole a ella un anillo pequeño tamaño sus deditos de oro.

El cura preguntó a una Alba, la hermanita pequeña de Ovidio, llorosa: —Y tú, Alba, ¿prometes amar, honrar, dejarte follar por la boca, tu coño, o tu culo, cada día de tu vida?

Ella, condicionada por el condicionamiento mental, respondió un tembloroso: —Si, quiero. —poniéndole al seboso un anillo de oro en el dedo.

—Por el poder que me ha sido otorgado por Dios todopoderoso, yo os declaro marido y mujer. Puedes besar a la novia.

Ovidio atrajo a Alba vestida de tutu rosa con el mallot negro y en presencia de sus padres, hermana y el cura, le plantó un profundo morreo seboso y lleno de saliva, en el que penetró en la dulcísima boquita de la nenita para ocupar entera con su lenguota oronda de elefante.

—Lo primero que haré será marcarte como mía de manera definitiva, como lo es nuestro matrimonio. Ábrete el mallot por tu coño, gatita.

Alba luchó con sus manos, pero no pudo evitar obedecer a Ovidio, su hermano mayor. Primero se bajó las medias rosas. Luego puso sus dedos en su entrepierna prepuber y tiró de la parte de la malla negra que quedaba contra su coño virgen, que se cerraba con unos botoncillos a presión, para que las chicas pudieran orinar sin necesidad de quitarse todo el traje. Tiró y la abrió, dejando su coño rosadito y sin pelos, a la vista de todos.

—Hhhhmmm que bien huele tu coño Alba —elogió el violador, pegado su nariz de obeso a la entrepierna de la cría.

Ovidio tomó entonces la máquina de tatuar y le escribió “Ovidio” justo encima de su coño, y luego la volteó y en su nalga puso “Gatita” dibujándole un par de orejas de minino.

Tenía ideas para decorar el cuerpo de Valeria, su hermana mayor, también, pero no sería ahora.

—A partir de hoy resultará de lo más natural encontraros tatuajes, piercings, o cualquier tipo de modificación corporal y no le daréis la mayor importancia.

La pobre niña lloraba. Cada vez más Porque las palabras fueron pocas y el dibujo rápido, pero estaba a punto de ser violada, y encima tenía que aguantar eso.

—Alba, túmbate en la cama boca arriba. El resto poneos en circulo a mi alrededor. Quiero que todos seáis testigos del momento en que desvirgo a mi dulce esposa.

La cama estaba como en medio de la sala, así que todos fueron a tomar posición. Alba estaba tumbada boca arriba sobre su propia cama de princesa, llorando y temblando. Al lado, el cura, la madre, el padre, y su hermana Valeria del otro lado, rodeándolos. Monseñor y su padre lo estaban grabando todo con sus teléfonos móviles.

Ovidio se le acercó y le quitó las medias, dejándole el tutú rosa y el mallot negro de licra.

—OVIDO COMO NO TE DETENGAS AHORA MISMO TE JURO QUE TE MATAREEEEEEEEEEEEEEEEEEE. LO JURO POR DIOS. LO JURO POR MI PROPIA VIDA. TE JURO QUE TE MATAREEEE DJA A ALBA EN PAAAAAAAAAAAAZ —reclamó Valeria todo lo fuerte que le era permitido gritar.

—Ovidio detente. No le hagas esto a tu hermana. Ella no se lo mereceeeeeeee —le increpó su madre. Su padre también se metió a defender a Alba, incluso monseñor.

—Alba dobla las rodillas y sepáralas todo lo que puedas. Quiero ver bien tu coño.

Ella lo hizo, perturbada hasta el infinito porque encima que todo esto le pasaba, era con público. ¡¡Su propia familia de público!! Y quien se había convertido en su marido era el asqueroso de Ovidio al que detestaba. Pero es que no podía hacer nada por evitar su cercana violación.

El nerd seboso se puso con sus carnes orondas y colgajosas repartidas por el extremo de la cama y el suelo. Pegó su boca al coño de Alba y comenzó a devorárselo con ganas. Y como quería humillarla todavía más, le dijo:

—Por el día de hoy te sentirás diez veces más excitada que de costumbre por todo lo que te haga, aun así te duela, te excitarás diez veces más y quiero que llegues fácil a todos los orgasmos que seas capaz.

Entonces cuando el nerd seboso volvió a devorarle el coño a su dulce hermanita pequeña, ésta de pronto, con el rostro enrojecido, sintió unas oleadas tremendas de placer electrizante azotándole su vagina y sus entrañas. Comenzó a gemir y a correrse a ritmo veloz:

—Aaaaahhhh… ¡AaaAAAaHHH!!… Nnooo… Nnoooo quiero…. ¡¡AaaaAAAAAaAAAaAH!!

Pero no importaba que Alba no lo deseara, simplemente su cuerpo obedecía a las órdenes de Ovidio.

El nerd no se detuvo hasta que el coño de Alba estuvo chorreando de jugos de fémina.

—Ahora vas a convertirte de verdad en mi esposa. Que sepas que pienso acatar los votos que hemos hecho y te haré mamarme la polla, dejarte follar por tu culo y por tu coño cada día de nuestras vidas juntos. Acabarás amando mi semen, mi polla y a mí.

Monseñor y el padre seguían grabando. Ovidio se tumbó encima de Alba, de tal manera que pudieran verse sus intimidades. La besó, la magreó, la toqueteó baboso y la lamió.

—Basta… BASTA BASTA BASTA OVIDIO PERDONAME NO QUIERO ESTO BASTABASTABASTA.

El gordo apoyó su polla tamaño brazo de niño en la entrada de virginal coñito prieto de su hermana menor, presionando un poco, notando la pared de su virgo impidiéndole el acceso.

—Será mejor que haga esto sin pensármelo.

Y dicho y hecho. Mientras el resto decían “NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO”, Ovidio empujó contra Alba con toda su puta mala hostia, arrancándole la virginidad de una empalada brutal, dejándole dentro metida como tres cuartos de su barra de pan de medio de dura carne.

—¡¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaahh… Siiiiiiiiiiiiiiiiiiii Jodeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeer que gustoooooooooooooooooooooooooooo!! —dijo Ovidio, excitadísimo.

—¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH!! —exclamó la pobre Alba, que recibió aquella monstruosa polla que era del tamaño de uno de sus brazos así de salvaje dentro de su coño virgen, y como Ovidio la condicionó a correrse cada vez que sintiera dolor, ahora que estaba sintiendo un dolor atroz a cada segundo, se corría una y otra vez al mismo tiempo, enloqueciendo.

—DETENTENTE MALNACIDO... —hasta Valeria estaba llorando por la impotencia de no poder salvar a su hermana pequeña de aquel monstruo violador.

—Monseñor y papá, seguid grabando. Mamá, tú ahora arrodíllate frente a monseñor Zagarra, sácate las tetas del vestido y úsalas con tu boca para darle placer al cura. Y tu papá, que Valeria se arrodille y te haga una cubana a ti.

Así ambos varones quedaron con los móviles en las manos, monseñor con la sotana alzada y la madre que se bajó la parte de arriba del vestido, se metía entre sus tetazas colgonas de madre la polla fina y arrugada del cura, lamiéndola y mamándola. Valeria se arrodilló frente a su padre, le sacó la polla de dentro de los pantalones, se bajó el vestido por la parte de sus tetas de infarto y comenzó a masturbarle con ellas, mamándole a ratos con su boquita adolescente.

Igualmente, ninguno le quitaba los ojos de encima a la parejita de la cama de princesas Disney. Ovidio besó a Alba profundo y seguido, sin dejarla respirar. Cuando ella orgasmaba, él penetraba, ella lloraba, gemía, orgasmaba, le dolía horrores, llegaba al clímax. Su gatita era cojonuda como objeto para ser follado. Tenía madera de puta, como su hermana mayor.

Ovidio empujó, retiró, empujó, retiró, notaba todo su pollón gigantesco atravesando la vagina de la pequeña, aplastándose contra el útero no-funcional por ahora, abriéndose paso, expandiendo aquel conducto vaginal a su máxima capacidad humana. Medio centímetro más de polla y habría reventado las entrañas de Alba. Pasó a poder meterle en el coño sangrante hasta la mitad, y con paciencia tres cuartos. Pero parecía que el ultimo cacho de su rabo mastodóntico no podía ser metido por mucha fuerza que hiciera, o por muchos orgasmos que tuviera la pobre Alba. Ovidio supuso que se trataba de mera anatomía, la suya mucho mayor y adulta y la de ella menos desarrollada, simplemente es que toda no cabía. En su culo en cambio sí. Igualmente tenía algo más de 30cm de largo de polla metida dentro… le faltaban cuatro dedos. No tenía importancia. Era su primera vez. Ya conseguiría metérsela del todo hasta la puta raíz con el tiempo. Sería exquisita practicarlo hasta conseguirlo.

—¡¡AaAAaaAaaaAAAaaAAaaaaaaaaaAAAaaAAHhhhHHH!!

Alba venga a gritar y a orgasmar. Cada vez que aquel malnacido que tenía por hermano mayor y marido le enterraba su pollón hasta lo imposible, un dolor lacerante explosionaba en el interior de su vagina prepuber, no preparada para abarcar semejante trabuco elefantino. Es que a poco no la rajaba por dentro con aquel pedazo enorme de polla que gastaba el cerdo seboso.

Ovidio finalmente se deshizo del tutu rosa manchado de sangre y del mallot negro, dejando a Alba totalmente desnuda. Monseñor primero y su padre luego, cada uno se corrió en la boca de la madre y de la hija respectivamente. Pero como Oviedo no había dado ninguna otra orden, ellos seguían grabándolo todo en primer plano, y ellas arrodilladas mamando polla y usando sus tetas para ayudarse.

Ovidio también se deshizo de su propia ropa, quedando ambos hermanos como su madre los trajo al mundo.

—¡AaaahhhAaahhhh… voy a correrme Alba! ¡Voy a llenarte el coño de semen!

Ovidio cumplió su amenaza y eyaculó dentro de la concha de la preciosa gatita, pero a media corrida sacó su pollón enorme del coño de Alba y le encastó el enorme glande dentro de su pequeña boquita.

—¡Traga, Alba!

Ella tragó aquella lechada asquerosa que apestaba y sabía horrible acido asqueroso era poco.

—Acostúmbrate cariño, así sabe el semen de tu esposo. Te quedan años de saborearlo a diario. —ya se encargaría él de que así fuera.

Valeria, la madre y el padre, todos lloraban por la desgracia que le tocó vivir a Alba, por haber sido testigos de su brutal violación por parte del malnacido de Ovidio.

El gordo se colocó bien y volvió a morrear a Alba, viendo a su alrededor como mamaban polla las hembras de su casa.

—La próxima vez que seas consciente, te estaré violando a ti, hermanita. —amenazó a su hermana mayor— Y me aseguraré de que tengas bombo, para que veas que no miento. Llevas a mi hijo en tus entrañas de puta.

domingo

El Rey de los Cerdos 05

Anal en la ducha a Alba, su hermana menor. Lluvia dorada ala mayor, Valeria. Sexo en casa jugando a la play con sus hermanas mayor y menor y su madre. Incesto. Ovidio descubre cómo dejar despierta la consciencia de sus víctimas mientras abusa a las hembras de su harén familiar.


Ovidio se puso como meta conseguir su propósito. Y para ello decidió que no volvería a follarse a nadie hasta que no lograra lo que quería, sin distracciones.

La única que se permitía era cada noche conectar su cámara web -les había dado nuevas instrucciones a sus hermanas para evitarse la tentación de tenerlas en su cuarto en directo- y ver a Valeria y Alba metiéndose consoladores, la mayor por el culo y el coño y la pequeña solamente por su culo. Él se masturbaba y seguía con lo suyo, mientras ellas dos tenían un orgasmo pensando en él.

Ovidio dormía ahora en el cuarto de sus padres. Los tenía a todos en su familia programados desde hacía meses para aceptar cualquier tipo de actividad sexual incestuosa. El nerd seboso ya le había metido su polla apestosa a su hermana mayor Valeria y a su madre por el coño y a la pequeña Alba por el culo. Pero necesitaba tenerlas conscientes a partir de ahora, y eso no era tan fácil de lograr.

Estaba trabajando en la nueva versión de su aparato de control mental. Estuvo dándole durante semanas. Pero no encontraba de ninguna forma cómo lograr la consciencia despierta de sus víctimas. Tampoco le quedaba claro cómo actuaba el aparato, qué tan lejos llegaba su efecto… y si eliminaba el control a la consciencia ¿Dejaría de controlar al resto? ¿Cómo evitaría que otro miembro de su familia llamara a la policía mientras él violaba a alguna de sus hermanas o su madre por ejemplo?
Tan harto estaba de todo ya que tras semanas de devanarse la cabeza -sin saber que en realidad la respuesta era bien simple y fácil- que aquella noche Ovidio dejó estar su autoimpuesto celibato. Llamó a todos y mandó a su padre a emborracharse al bar para que no le molestara.

Mientras no descubriera cómo follarse a Valeria y Alba conscientes no les robaría la virginidad del culo y del coño respectivamente, pero su enorme frustración acumulada por días de matarse a pajas y no lograr resultados con su invento.

De pronto a Ovidio le apeteció tomarse un baño, pues se duchaba una vez o dos al mes como mucho. Pero uno: en su casa no había tina, sino ducha de pared, y problema dos: se necesitaría una bañera tamaño elefante para poder meterse él dentro con todas sus exageradas carnes. Pero hacía semanas que no pasaba por la ducha. Y necesitaba desconectar. Dejar evadir la mente y joder echar un buen polvo o dos.

Y ahora que tenía a tres mozas más que dispuestas a ayudarlo en la ardua tarea, pues lo iba a aprovechar.

—¡Alba, Valeria, mamá! ¡Detened todo lo que estéis haciendo y marchad todas al lavabo! ¡Os quiero desnudas a la de YA!

Ovidio se desnudó y fue a buscar algunas cosas al cuarto. Luego, entró en el baño y le puso el bañador reglamentario escolar a su hermanita pequeña Alba. A Valeria, su odiosa hermana mayor, la vistió con un simple tanga de hilo rojo minúsculo, y nada más. Y a la puta de su madre le puso un corsé granate, con el coño y sus tetazas a la vista.

Abrió todas las mamparas, era la única manera en que podía caber ahí. De este modo el agua se derramaba por todo el suelo del lavabo, pero no había más remedio. Abrió el paso del agua y cayó como lluvia agradable caliente sobre ellos.

—Todas enjabonaos las manos y comenzad a limpiarme. Por todas partes. No quiero que os dejéis ni medio centímetro de mi cuerpo sin limpiar, putas de mierda. Daros besos y morreadme a mí también.

Así lo hicieron madre e hijas, poniéndose bastante jabón en las manos y comenzaron a frotarle suave y con aroma afrutado cada repliegue de grasa sobresaliente y colgajoso de Ovidio. Sus brazos, manos, piernas, pies, barrigota, torso asqueroso, tetas colgantes, espalda, culo… todo bien limpiado a seis agradables manos féminas, mientras el obeso cerdo recibía lujuriosos morreos, o se besaban las hembras de su harén familiar entre ellas.

—Alba, tu concéntrate ahora en esta zona —ordenó a su hermanita pequeña en bañador escolar reglamentario del colegio católico, señalándose la polla a medio inflamar.

Joder, tener a su madre y sus hermanas con esos complementos sexys puestos, tocándolo así… Tenía muy claro qué quería hacer ahora. Follarse a Alba por el culo. Llevaba demasiado tiempo sin encular a su dulce hermanita.

Alba se enfocó en masturbarle al seboso de su hermano mayor su polla, masturbándolo con bastante habilidad ya adquirida. La prepuber rubia había estado jugando ella sola cada noche con consoladores en su culo. No demasiado grandes, pero si lo justo para que su esfínter se volverá más elástico, y más capaz de abarcar algo de tamaño tan bestial como era el enorme pollón de su hermano, que en comparación a su culo era como intentar meter el brazo en el orifico de un diminuto alfiler.

La verga del nerd gafotas obeso pronto estuvo durísima y altiva alzándose tiesa entre sus piernas. Era un pollón tremendo.

—Alba, ven aquí.

Abrazó a su hermana pequeña y la alzó en el aire, apoyándole la espalda contra la pared del lavabo. Su culito prieto quedó puesto sobe el glande del pollón elefantino de Ovidio, mirándose ellos, violador y violada, cara a cara. Ella se sujetaba por los hombros de él. Él la tenía agarrada por su cadera, dejándola en el aire, pues ella no tocaba con los pies al suelo por mucho.

Esta vez no iba a ser tan considerado.

—Tú zorra de mierda, cuando te ordene, tírale de esta pierna —le dijo a Valeria, su hermana mayor, y luego le ordenó a su madre que tirara de la otra— Y no paréis hasta que veáis mi glande desaparecer dentro de su culo.

Si la pobre Alba hubiera escuchado eso le habría dado un ataque de histeria a lo mínimo. Pero eso no pasó, porque estaba totalmente sometida mediante control mental por el asqueroso pervertido sádico que tenía por hermano mayor.

—Tu, preciosa gatita, mírame a los ojos, y respira hondo. Intenta relajar tu cuerpo todo lo posible.

Alba obedeció y miró a los ojos a Ovidio, su hermano mayor obeso, mientras él, con su pollóngordote bien enjabonado, apartó el bañador y comenzaba a empujar con todas sus fuerzas contra su apretadísimo culo.

— HhhhnHHHHHhhhhhnnnn…! ¡AHORAAAAAAAA!

Valeria y su madre tiraron cada una de una pierna de la cría hacia el suelo, tratando de vencer la resistencia del orto de Alba, y que se dejara empalar de una vez por aquel trabuco de dura carne.

Gracias a Dios que no tuvo que demorarse horas, como la primera vez que la violó por el culo. Ahora, al poco de estar empujando el con su cuerpo para arriba, y ellas tirando de ella para abajo, tras semanas de trabajarse el ano cada noche, Ovidio notó como la punta de su pollón atravesaba la barrera invisible y se encajaba perfecto en ese orto divino joder.

—Aaaaahhhh… ¡¡SSssiiiiii!! ¡¡SIII JODEEEEEEEEEEERR!! ¡¡QUE RICO CULO TIENES HERMANITAAAAAAAAAAA!!

El obeso en la puta gloria, les ordenó a Valeria y su madre:

—¡¡Que no se le salga a Alba mi polla de dentro!!

Empujándola contra la pared, el seboso gordo retiró un poco el glande y volvió a empujar, retiró un poco y empujó y retiró y empujó, mientras las otras féminas se ocupaban de que su rabote demencial no llegara a salirse de dentro de aquel orificio tremendo. Imposible metérsela hasta la raíz ahora mismo, solo llegaba a penetrarla con la mitad de su grandaria, pero dada la poca preparación que hubo, más que contento estaba con eso. Todo un triunfo.

—Aaaahhh… mierdaaaa… si follarte el coño es la mitad de gustoso… ¡ABRAZAME Y BESAME GATITA!

Alba abrazó amorosa a su hermano mayor y comenzó a besarlo con deleite, mientras él le empalaba el culo con todas sus ganas.

Ovidio no se había olvidado de Valeria, la mayor de las hermanas:

—¡Zorra de mierda! —la llamó — Siéntate en el suelo, Enséñame bien tu coño y SUPLICAME QUE TE PERMITE CORRERTE.

Valeria obedeció, sentándose espatarrada en el piso, apartando el tanga rojo de hilo y enseñándole su coño digno de una animadora de película americana al cerdo seboso de su hermano nerd.

—Te lo suplico señor, te imploro que me permitas correrme.

Al contrario que Alba, la hermana menor, y que su madre, Ovidio le había ordenado a Valeria que no podía correrse sin su permiso. Pero al mismo tiempo la condicionó mentalmente para sentirse excitada cuando fuera follada por él, o sintiera dolor en su coño o su culo o boca, o estuviera teniendo cualquier tipo de sexo. Así que Valeria llevaba un buen tiempo sin poder correrse, pero manteniendo su excitación en un nivel muy elevado.

Mientras tanto, Ovidio proseguía con la rica violación al culo de Alba, estampándola con violencia contra la pared del baño. Y la madre de los chicos, que no había recibido otra orden distinta, seguía tirando de las piernas de Alba hacia abajo para que el tremendo trabuco que cargaba su hijo mediano entre las piernas, y con el que estaba violando ferozmente a la menor de sus hijas, no se le saliera del culo a la del bañador escolar católico.

Valeria perdía el poco orgullo que le quedaba implorándole a Ovidio que le permitiera correrse ahí tirada en el suelo del lavabo espatarrada de piernas.

—¡¡ME CORRO GATITAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!! —exclamó el nerd cuando su pringoso semen comenzó a inundarle el orto a su hermana menor, tras ser violada brutalmente por él.

Alba se corrió a la par, mezclando una vez más en su perturbada mente controlada el intenso dolor con un tremendo placer… ambos provocados por Ovidio.

El nerd soltó a Alba y la madre la ayudó a sostenerse contra la pared, porque la niña estaba con sus piernas temblándole mucho y sin fuerzas.

Ovidio entonces comenzó a darle patas muy bestias en el coño a la zorra asquerosa de Valeria, su odiada hermana mayor. Se notaba de lejos que a ella era a la que peor trataba.

—¡NO SABES EL ASCO QUE ME DAS VALERIA! ¡¡CUANTO LLEGO A DETESTARTE!! ¡¡CON TODA MI ALMA!! —gritó el nerd llenísimo de rabia por dentro, por lo mal que lo había tratado su familia en general, pero Valeria en concreto. Se las iba a hacer pagar todas y cada una JODER.

De pronto Ovidio paró las patadas, apuntó su polla a la cara y al coño de Valeria y comenzó a regarla con una interminable meada oscura, ambar, apestosa a más no poder.

—¡¡¡¡CORRETE AHORA ZORRA DE MIERDAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!!!

Valeria, su hermana mayor, no necesitó la ayuda de mayor estimulación que el dolor pulsante en su coño pateado, la horrible sensación de estar siendo regada por aquel orín asquerosísimo, y estar siendo víctima de las peores humillaciones y vejaciones por parte de su hermano nerd obeso. A la orden de él, la rubia explosiva comenzó a sufrir un orgasmo poderosísimo, mientras era regada efusivamente con el orín de ese malnacido nerd.

—Limpiaos bien por dentro y por fuera. Os quiero a las tres desnudas en mi cuarto en media hora.

Ovidio se tumbó en el sofá de su cuarto y encendió la Play. Comenzó a jugar mientras esperaba a que aparecieran sus esclavas sexuales limpias y listas para un nuevo asalto.

En cuanto aparecieron por la puerta, el nerd seboso gafotas les dio las siguientes órdenes:

—Mamá tu móntame. Vosotras dos, mis queridas hermanas, refrotaos contra mí y lamedme y acariciadme.

Su madre se le subió encima a horcajadas y comenzó a penetrarse el coño materno con aquel pedazo imposible de carne dura. A pesar de haber parido tres hijos, le costó lo suyo hacerlo.

—¡AaaaaaaAAaaaAaaaaaAaaaahhhhh…! —gemía ella, algo dolida.

Él seleccionó un juego violento de coches y putas y se puso a jugar mientras la zorra de su madre lo montaba. Mierda. ¿Por qué no era capaz de hacerlo? ¿¿Porque nada de lo que probaba le funcionaba?? Ovidio ni le prestaba del todo atención a su madre, ni al videojuego, ni si quiera a las preciosas de sus hermanas Valeria y Alba.

Ofuscado, tiró el mando sobre el sofá, le metió a Alba los dedos en la boca y a Valeria dentro de su coño. Ordenó a su madre que aumentara el ritmo de la follada. Morreó a Alba. Le metió un dedo gordo por el culo a Valeria. Le metió el dedo índice por el culo a Alba. Ambas gimieron. Una tenía prohibido correrse sin el permiso del seboso de gafas de culo botella.

Su excitación creció a pasos agigantados. Agarró a su progenitora por sus carnes y la hizo botar con fiereza sobre su duro mástil.

—¡¡Ojalá fueras consciente de que tu hijo se te corre dentro mamáaAaaAAaaaaAAaaaaaAAAaaAAAAaAa!!

Y tal cual dijo eso, su madre dejó de tener esa mirada perdida y miró a Ovidio a los ojos.

—Pero qué… ¿Qué…? ¿¿¿QUÉ HACES OVIDIOOO????

Gritó alarmada, pero no se apartó de encima del regazo del seboso nerd de su hijo.

Ovidio no entendía nada de nada. Su aparato no debía estar funcionando así. Era imposible.

—No grites, mamá —ordenó el gordo seboso. No quería que la pudieran escuchar los vecinos.

Ella dejó de gritar. Pero seguía increíblemente cabreada y escandalizada por lo que estaba sucediendo. ¿¿Por qué tenía la polla apestosa del cerdo seboso de su hijo metida en su coño?? La mujer no gritaba, pero tampoco colaboraba, ayudando a dejar que Ovidio meditara en lo que estaba pasando.

—Mamá, deja de ser consciente de lo que sucede.

Y como si hubiera accionado un botón imaginario, la hembra obedeció, dejando de quejarse y llorar por estar siendo violada por su propio hijo. Su mirada se perdió en la nada y dejó de ser expresiva.

—Mamá, salte de encima mío. Ponte entre mis nalgas y lámeme el ojete y los cojones.

Ovidio se puso más de lado en el sofá para que la idiota de su madre pudiera alcanzar a lamerlo ahí en esas zonas tan excitantes para él.

—Mi preciosa gatita, túmbate aquí a mi lado, que yo pueda alcanzarte a besarte o tocarte si me apetece —le dijo a su hermana menor Alba.

—Tú, zorra de mierda —se dirigía a Valeria, su odiada hermana mayor— Esfuérzate en volver a ponme la polla dura y luego móntate encima y fóllame hasta que vuelva a correrme.

Las tres hembras desnudas, que compartían sangre con aquel desalmado, obedecieron a cada mandato que éste les dio. A ver… estaba contento porque ahora al parecer podía controlar a cada una de sus víctimas, dejando a cada una en un nivel de consciencia o no consciencia de lo que sucedía según fuera su propia necesidad malsana. Eso estaba jodidamente bien. Pero seguía sin comprender por qué su invento funcionaba así. No debía hacerlo. No estaba hecho para eso. Necesitaba hacer más comprobaciones.

Pero ahora la golfa de su madre tenía su lengua metida en su culo obeso, tenía a la preciosísima Alba tumbada a su lado, y le lamía y acariciaba todo su cuerpo prepuber, mientras Valeria se afanaba a mamarle la polla con todo su deseo ardiente. Cuando la puta de su hermana mayor logró ponerle el rabo duro como una maldita piedra, se le subió encima a horcajadas a Ovidio, apoyando sus manos de princesa sobre el barrigoncio seboso del macho de la casa, y comenzó a moverse encima suyo cual diva porno. Joder que buena que estaba esa cabrona.

—¡Más fuerte, puta! AaaaaAAaaaahhh ¡¡Quiero notar la punta de mi capullo golpeando tu útero!! —exigió el nerd seboso entre gemidos.

Valeria, a pesar de haberse corrido hacía pocos minutos, volvía a sentir su coño encharcadísimo y unas horribles ganas de llegar al clímax, cosa que no podía llegar a hacer sin el permiso del cerdo seboso de su hermano menor. No así como Alba, la menor de las hermanas, la cual era besada y manoseada por el seboso de aliento apestoso, quien insistía en frotarle el clítoris y le había regalado ya un par de orgasmos en lo que iba de tarde.

La hermana mayor obedeció, comenzando a botar sobre Ovidio como si le fuera la vida en ello. Y como su mente había sido condicionada a sentirse excitada cuando follara con Ovidio, la muchacha estaba al borde del orgasmo casi siempre.

—¡¡AAaaaAAAAAAAAAAAAAAaaaAAAAAAAaaaaAAAAAA!!

El gordo sintió como por segunda vez en la tarde eyaculaba, pero esta vez no fue en la matriz de la puta madre que lo parió, sino que fue en la matriz de la cabrona de su hermana mayor Valeria. Ah que ganas tenía de verla ya preñada con su progenie. Que guapa estaría esa zorra preñada.

sábado

El Rey de los Cerdos 04

El obeso nerd Ovidio desvirga el culo de su hermanita pequeña Alba con ayuda de su hermana mayor Valeria. Control mental. (2 de 2) Y termina el capítulo follándose a su propia madre por el coño.


Ovidio miró a su preciosa hermanita Alba tumbada boca abajo sobre la cama de sus padres, con el culo en pompa por los cojines debajo de este. Ordenó a la prepuber, quien tenía la diadema de orejas blancas de gatita medio caída de lado:

— Tu rostro girado mirándome a los ojos, gatita. Quiero verte mientras te poseo como un buen macho posee a su hembra.

Y cuando ella lo hubo hecho, añadió, por placer pervertido propio:

— Dime cuanto me amas y cuanto deseas sentir mi polla en tu culito virgen de gatita.

Y ella obedeció sin dudarlo, a algo que si estuviera consciente, la aterrorizaría y asquearía a partes iguales, pobrecita. Que suerte tenía de no enterarse de nada en absoluto.

—Te amo, Ovidio. Y deseo sentir tu polla en mi culito virgen de gatita.

El seboso de papada se acercó a su hermana menor por detrás, situándose entre sus piernas abiertas. Puso cada manaza suya sobre una de aquellas pequeñas nalgas, que le hubieran cabido cuatro nalguitas en la palma de su manaza. Así de bestia era la diferencia de tamaño entre el gordo seboso y su inocente hermanita virginal.

Ovidio apoyó su gordote glande apestoso contra su orto dilatado lo justo para no rajarla por la mitad en plena violación. Aquello era demasiado bueno joder. Sentía potentes oleadas eléctricas atravesándole con insistencia su polla y sus cojones.

A pesar de las horas dedicadas a dilatarle el orto a la prepuber, en serio parecía que aquel mastodonte que tenía Ovidio por polla infecta y apestosa no sería capaz de meterse en el interior de aquel agujerito diminuto. Imposible. Del todo imposible. Pero aquello no amedrentó a Ovidio, todo lo contrario, le hizo desear con mayor intensidad lograrlo y follársela con todas las ganas que le tenía guardada a Alba.

Ese asqueroso chico de grasas bamboleantes apoyó sus carnes flácidas en la espalda de la cría, y su glande gordo en el ano de su hermana menor. Su ano había dilatado tamaño moneda pequeña, y lo que pretendía caber ahí dentro era tamaño elefante. Gordota y larga como pocas pollas había en el mundo. Más que en África o en el porno duro.

Había vertido un litro de aceite sobre y dentro de ese culo. Su polla también relucía brillante por el líquido resbaladizo. Valeria estaba grabando sus caras y torsos:

—Ahora enfócate en mi polla y su culo — le ordenó, para acto seguido empujar. Empujó y empujó. Y empujó. Pero nada sucedió. Ni medio milímetro de su rabo de semental orondo maloliente logró invadir el orificio anal de la prepuber de coletas y orejas de gatita.

La pobre Alba tenía su mirada perdida se ponía en los ojos tras esas gafas de culo botella de su hermano Ovidio, y permanecía con su cuerpo relajado, como le habían ordenado. A jovencita no impidió en absoluto lo que iba a suceder, aunque estaba claro que en cuanto sucediera el dolor que iba a sentir ella iba a ser atroz. Horripilante. Inhumano. Alegrías del control mental al que la tenía sometida, igual que al resto de la familia.

Los minutos pasaban. Ovidio empujaba. Empujaba. Insistía. Empujaba. Parecía imposible. Pero el gordo asqueroso no cedía en su empeño de penetrar el orto de la menor de sus preciosísimas hermanas, mientras la mayor lo grababa todo con su móvil, haciendo sabrosos primeros planos.

Y parecía mentira, pero tras mucho insistir y no desfallecer en el empeño de empalar a Alba, finamente la puntita del glande del gordo seboso penetró el culo de la cría. Lo notó diminuto. Apretado de mil demonios. Como si le pellizcara. A él le dolía. Y eso le animó a seguir.

—Si entra la punta entra todo. Sepárate las nalgas, gatita.

La rubia de coletitas y diadema de orejitas blancas se puso las manitas en sus cachetes de princesa y los separó. Ovidio estaba en la puta gloria. Empujó. Empujó. Empujó. Empujó. Empujó. Empujó. Empujó. Empujó. Y a cada empujón ahora un centímetro más de su gordota carne dura viril penetraba metódicamente, sin compasión ninguna, aquel angostísimo canal que jamás había cobijado polla alguna en su interior. Y a cada empujón, la cara de Alba reflejaba una mezcla de dolor y placer que había sido obligada a sentir por su condicionamiento mental.

El sol asomaba por el horizonte cuando Ovidio logró empalar a su hermanita Alba incrustándole su pollón elefantino hasta las putas pelotas.

—¡¡AAaAAAAAAAAaaaaaaaaAaaAAAAAaaaaaaaaaaaaaaHhhhH!!

Los gritos no eran de la cría, sino del seboso apestoso de su hermano mayor, quien al sentir que por fin había logrado meter su asquerosa polla en el interior de aquel angostísimo canal que era su culo, comenzó a correrse sin remedio. Dios que bueno era ese maldito culo.

Ovidio se quedó ahí totalmente pegado al cuerpecito de su hermanita. No tenía previsto moverse más hasta volver a tener su polla dura. Y ahora mismo poco había que grabar de acción, así que ordenó a su hermana mayor:

— Valeria, zorra de mierda, deja el móvil por ahora y dedícate a lamerme los cojones y mi culo, por dentro y por fuera.

La idiota de su hermana mayor Valeria dejó de grabar la violación al orto de la más joven de todos y se situó entre las piernas de Ovidio. Si meterse la polla del gordo seboso que no se duchaba en semanas era asqueroso, meterle la lengua en su orificio de defecar no era precisamente una maravilla para los sentidos. Ni una puta de lujo a la que le pagaran 20 veces su salario metería su lengua ahí sin vomitar. Pero Valeria vaya si lo hizo. Su condicionamiento mental la obligaba a no sentir asco por nada que proviniera de Ovidio.

Separó esas nalgotas peludas, rugosas y fofas y amorró sin más su boquita de fresa al inmundo ano de su hermano menor nerd. Penetró al varón con su delicada lengua femenina, dándole un gustazo enorme al obeso asqueroso, y más en el post-orgasmo. Eso era la puta gloria. Valeria hizo movimientos de mete-saca con su sinhueso. Al rato, se dedicó a lamerle con devoción de esclava su perineo, sus cojones, todo lo que había entre los cojones y el orto de Ovidio, fue lamido con eficiencia por su hermana mayor insoportable.

Mientras, Ovidio, tenía abrazada por la espalda a Alba, la más joven, totalmente empalada con su polla a medio endurecedor, que nunca llegó a desinflarse del todo. Le tocaba los pechitos incipientes y su coño virgen y le daba besos lujuriosos, mientras soltaba jadeos por el gusto que le daba todo aquello. Sentía las atenciones que su insoportable hermana mayor le daba a su culo y quería mucho más de eso, pero hoy no. Se lo anotó mentalmente para joderla con eso en un futuro cercano.

Muy pronto el de gafas culo botella estuvo recuperado y listo para la acción.

— Saca tu lengua de mi culo y ponte a grabar, puta de mierda — le ordenó a Valeria.

Ella lo hizo. Ovidio, con su pollón elefantino duro como una maldita piedra, retiró lo justo su cadera para que su glande gordote quedara aun clavado en el interior del orto de su hermana pequeña. Despacio lo sacó, despacio se la volvió a meter. Necesitaba que aquella gatita llegara viva a la adolescencia y le pariera muchos hijos. Ver como una polla gigantesca emergía y se enterraba en un culo tan pequeño sin partirlo en dos parecía cosa de magia.

Pero Ovidio echaba de menos la lengua de Valeria en sus entrañas de gordo seboso.

—Aaaaahhh… hhhmm… Zorra de mierda, dile a la puta de nuestra madre que suba YA.

Valeria dejó de grabar y bajó corriendo a llamar a su madre, que subió obediente y se presentó ante el degenerado de su hijo, violando a su hija pequeña, y le aprecia lo más normal del puto mundo.

—Tu, la desgraciada que me trajo al mundo, encárgate de grabar ahora —ella así lo hizo— Tu, zorra de mierda, abrázate a mi culo y no saques tu lenga de dentro de él hasta que no te lo ordene – ella acudió rauda a complacerle en todo.

Ahora sí, con la imbécil de su madre grabándolo todo en primer plano, y Valeria abrazándole el orondo trasero y dándole mucho placer con su lengüita, Ovidio reanudo la violación al orto de la pequeña Alba, a una velocidad más elevada y sin tantos miramientos.

—¡AaaaAaaaahhh…Que gusto me da darte por culo gatita!

Ovidio arremetía con deleite con su polla contra aquel orificio diminuto que tantísimo le había costado dilatar, hasta que permitiera el paso de un pollón de un tamaño descomunal como el suyo, no solo a una prepuber sino además totalmente virgen. Su hermanita menor Alba recibía aquel monstruo que la violentaba las entrañas sintiendo un dolor atroz, inhumano. Algo insoportable. Pero como Ovidio la condicionó a excitarse con el dolor, y no le prohibió correrse, como le dijo a Valeria, su hermana mayor, pues Alba sentía una mezcla incomprensible de dolor infinito mezclado con un placer inconmensurable, que la arrastraba a un remolino de masoquismo sin remedio.

Valeria había metido su lengua bien hondo en el culo de Ovidio y ahí la dejó por orden de aquel obeso nerd que era sangre de su sangre, sin sacársela en ningún momento. Solo hacía movimientos en el interior del apestoso orificio. Y Ovidio se follaba el orto de Alba con intensidad, haciendo crujir los muelles y la madera vieja de la cama de sus padres en la que la estaba violando por el culo sin compasión, mientras la pequeña se dolía y orgasmaba sin remedio una y otra y otra vez.

Su madre lo grababa todo sin perderse ni un maldito detalle.

Al principio, aquel mastodonte llamado Ovidio, disfrutó penetrando a su hermanita Alba con cuidado. Solo de sentir la deliciosa manera en que su esfínter le envolvía y aprisionaba su rabo apestoso lo hacía sentirse en el cielo de los pervertidos joder. Aquel orificio era suave, cálido, húmedo por el litro de lubricante que usó en él durante horas. Era apretadísimo pero gustoso de la puta hostia. Y a cada empalada con su miembro viril, emanaba un gemido femenino de los labios entreabiertos de la cría que abusaba con tanto placer:

— AaAaaaAaaaahhh…! —gemía Alba.

Que iba acompañado de un jadeo varonil, del violador que tenía su boca puesta contra la de la muchacha:

— ¡AAAaaahHhhAAaAaaaAAaahhhHH…! —gemía más fuerte Ovidio.

Y a medida que el muchacho aumentó el ritmo de sus embestidas, así lo hicieron los sonidos que manaban de ambas bocas, aumentando de nivel.

Tras estar bombeándole el orto a la gatita por un buen rato, el seboso de su hermano mayor aumentó más la intensidad y el ritmo de la tremenda enculada que le estaba dando a la rubia de coletitas. Su rabo tamaño brazo penetraba y emergía de aquel diminutísimo orificio anal de su joven hermanita virgen ahora de manera frenética. Casi sin compasión. A la mierda tanta contención joder. Romperla ya no la iba a romper. El orto de su hermanita finalmente había aceptado toda su extensa virilidad dentro y por su capacidad elástica no se rompía, se amoldaba como buenamente podía al gigantesco invasor. Las entrañas de la niña ardían y lo estaban enloqueciendo. Valeria, su hermana mayor, por su parte seguía devorándole el orto como buenamente podía.

—¡¡Aaaahhh…Aaaahhhh…. Que culo Albaaaaaa jodeeeeeer que culoooo tieneeees!! —la elogió el violador a su víctima.

Ella no respondió nada. El nerd seboso de gafotas empotraba a la preciosa niñita de coletitas a muy buena marcha. Sudaba copiosamente, y ese sudor caía sobre Alba. La pobre rubia era un amasijo de músculos doloridos, envueltos en placer desbordante. El dolor inhumano estaba ahí, solo que no era capaz de quejarse de ello, o de sentirlo como algo negativo, pues le daba placer.

Ovidio agarró firme el cuerpo de Alba y comenzó a follárselo a un ritmo brutal. Le mordía el cuello y la mandíbula y la nuca y la espalda. La besaba baboso con desbordante lujuria. La hermana mayor lo grababa todo con el móvil de cerca.

—¡¡Te convertiré en mi gatita fiel!! ¡¡Haré que adores mi polla como a un Dios viviente!!

Ovidio empotró, empotró, empotró y empotró su firme mandoble de carne rígida contra las arremolinadas entrañas de la prepuber virgen.

—¡¡Córrete y dime cuanto me amaaaaaaaaaaaas gatitaaaaaaaaaAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHH!!

Ordenó el varón, obligando a la jovencita a llegar a su enésimo clímax de la noche, al tiempo que él la empalaba una última vez y comenzaba a derramarle una cantidad ingente de lechada espesa y apestosa en sus entrañas. Tanto que le abultó la tripa.

—¡¡Te amoooo OvidioooOOOohhAaaAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHH!!

La pobre cría convulsionó y todo su cuerpo temblaba por lo violento que la estaban violando, que se le corrieron dentro, y que se corrió ella misma. Luego se desmayó la pobre.

Ovidio disfrutó de los últimos minutos de tener su pollón dentro del orto de la ninfa, y cuando se sintió satisfecho, retiró su rabo a medio desinflar, dejándole a su hermanita un ano dilatado tan grande como la muñeca del brazo de Valeria. Sin exagerar. Alba permanecía tirada boca abajo en la cama, desmayada, con una cantidad imposible de esperma rezumándole de las entrañas recién desvirgadas. La diadema de gatita quedó por ahí tirada.

—Joder tengo que averiguar cómo hacer funcionar la maquina sin que perdáis la consciencia de lo que ocurre, eso me roba la mitad de la diversión.

Valeria, que seguía comiéndole el culo, no respondía a Ovidio, porque su hermano no le estaba dando ninguna orden directa. La pobre Valeria acababa de ser arrollada por un perverso tren que la atropelló sin compasión, y tampoco emitió sonido alguno. Y su madre no había dejado de grabar aún.

Aunque la más joven hembra de su harén familiar estaba fuera de juego, todavía tenía mucho por hacerles a las otras dos putas que permanecían en plena forma y despiertas, su madre y su estúpida hermana mayor.

Y como a Valeria, su hermana mayor, se la había follado ya un par de veces y Alba, su hermanita pequeña, la acababa de sodomizar brutalmente, y estaba ahora medio desmayada sobre la cama, Ovidio decidió que el próximo cuerpo que probaría antes de ponerse a dormir sería el de su puta madre.

—Valeria, para de comerme el culo y vete a dormir ya. Mañana cuando me despierte para ir a la escuela te quiero tener recién duchada, con los dientes y la boca lavados, desnuda y mamándome el rabo bajo las sábanas —le dijo el nerd seboso a la rubia.

—Mamá ven aquí. Suelta el móvil y deja de grabar. De rodillas sobre el suelo.

La fémina, dócil, iba obedeciendo. La madre de todos ellos era una mujer de rasgos que recordaban a los de sus hermanas, claro. Pero en una anatomía mucho más madura, con pechotes grandotes y algo colgantes por la edad. No perfectísima en medidas como Valeria, que parecía una jodida animadora americana, ni Alba, que era una prepuber sin desarrollar. Evidentemente que en el cuerpo de su madre se notaban aquí y allá los estragos de la edad y unos pocos kilos de más. Pero la mujerona estaba de muy buen ver y tenía un par de buenos polvos. Era una buena milf que añadir a su harem incestuoso particular. María de los Ángeles se llamaba.

La mujer iba vestida con un sencillo vestido veraniego de tonos verdes. Chancletas azul verdoso. La polla morcillona de Ovidio, manchada de jugos del coño de Valeria, de restos de la enculada de Alba, y de sus propias y numerosas corridas, apestosa y asquerosa al máximo, permanecía por ahora desinflada. Pero no por ello pequeña.

—Mamá, sácate las tetas del vestido. Te las quiero ver ahora mismo. Úsalas para masturbarme —ordenó Ovidio, el nerd obeso, que permanecía sentado en el borde de la cama.

María de los Ángeles se desabrochó la cremallera posterior del vestido, permitiendo así poder sacar sus brazos de dentro de la tela. Se apartó el sujetador azul oscuro hacia arriba. Sus gruesas tetas maternas aparecieron ante los ojos ávidos de perversión del hijo, quien había mamado de ellos siendo bebé… y quien volvería a mamar de ellos cuando le saliera de los santos cojones gracias al control mental que ejercía sobre su familia.

Como le había ordenado su propio hijo, la madre colocó su pollón inmenso entre sus suavitas tetas y comenzó a masturbar aquella anaconda de carne viril con ellas, mientras se dedicaba a darle mucho placer con la boca en su glande gordote, manchado de semen y otros jugos, pasándole con habilidad su lengua.

Preguntarle a la puta de su madre si era virgen del coño o la boca era una tontería.

—¿Has follado por el culo mamá? —quiso saber el obeso nerd gafotas, mientras su polla se despertaba.

—No. Eso es antinatural —replicó la mujer.

—¿Tomas anticonceptivos? —le cuestionó su hijo a continuación.

—No lo necesito. Llevo puesto un DIU —un pequeño dispositivo intrauterino para evitar embarazos.

Ovidio no tenía claro el querer preñar a su madre. Por ahora quería preñar a hembras más jóvenes. A la puta que lo parió por ahora con abusarla por todos sus orificios y tratarla como pura basura, saco de esperma y esclava sexual le bastaba. Si el día de mañana cambiaba de opinión siempre podía ordenarle a su madre ir al ginecólogo a quitarse el DIU.

Ovidio, con la polla bien dura ya, se tumbó sobre la cama.

—Vale, ya basta. Quítate las bragas, el sujetador y el vestido. Móntate encima mío y métete mi polla por el coño, madre. Quiero que me cabalgues cual amazona hasta que me corra dentro de tu sucio coño de puta.

Irremediablemente, por su condicionamiento mental, la madre de Ovidio obedeció, desnudándose completamente y sentándose a horcajadas sobre el cuerpo sudoroso, apestoso, lleno de grasas colgajonas y desagradable de su propio hijo. Le cogió la polla húmeda de su saliva, ese tronco de carne tamaño brazo de niño y se lo apuntó a su vagina maternal, en un gesto decidido. Ella estaría llorando y suplicando por no sentir el dolor que sentiría cuando fuera violada por esa herramienta viril elefantina que cargaba su hijo entre las piernas, pero con control mental la fémina se mostraba de lo más dócil y colaborativa, como sus otras dos hijas, Alba y Valeria.

Ah mierda que putas ganas tenía Ovidio de lograr violarlas pero siendo ellas totalmente conscientes de todo. Joder. Si lo conseguía, sería la puta hostia violarlas. Pero mientras lo conseguía, disfrutaría de lo que tenía. Ya que la zorra que lo parió era virgen por el culo, reservaría ese manjar divino para otra ocasión más propicia, en la que ella sí se enterase de todo lo que le pasaba. Por ahora disfrutaría de follársela por el coño, como Valeria. Y como Alba por su culo. A cada hembra de su harén le reservaba la ocasión especial de desvirgarlas por cierto orificio en un futuro cercano que consiguiera tener un mayor control sobre el nivel de consciencia de sus víctimas siendo controladas mentalmente.

—Aaaahhh… hhmm... — emergían suaves gemidos de la boca de María de los Ángeles mientras ella comenzaba a empalarse su coño materno con el vergón descomunal de su hijo.

—¡AaaaAaaahhhh…! ¡Jodeeeer cabronaaa... ya veo de dónde han sacado sus orificios jugosos y ser unas buenas putas mis hermanas! —“elogió” Ovidio a su madre.

La pobre mujer empujaba su coño hacia abajo con ganas, y su vagina había parido a tres niños sanos, así que no estaba tan apretada como el coño de Valeria, o el apretadísimo orto de Alba, pero aun así con su mastodóntico rabo cualquier coño que Ovidio abusara lo sentiría apretado. Y la fémina en cuestión sentiría si o si un dolor atroz. Sensación de sentirse reventar y estallar por dentro. Enorme presión interna. Daño lacerante. Sentirse tan rellena de carne de macho viril que su orificio parecía expandido al máximo humanamente posible.

Así se sentía María de los Ángeles mientras se penetraba el coño lleno de jugos con el pollón apestoso de su hijo Ovidio. Él la condicionó, como hizo con sus dos hermanas Valeria y Alba:

—A partir de ahora sentirás un enorme placer de ser follada por mi polla por cualquiera de tus orificios… AaaAaaaaaaAAhahah…. Joder… Mierda… ¡Que coño de zorra de primera tienes para follarte!

Era como la quinta o la sexta vez que iba a correrse ese día tan memorable y especial. Pero Ovidio estaba tan enormemente excitado que su polla estaba durísima como una maldita piedra y sentía sus gigantescos cojones cargaditos de esperma, igual que la primera vez que eyaculó. Saber que estaba abusándole el coño a su propia madre era delirantemente delicioso.

El nerd gafotas sobeteaba a gusto el cuerpo de milf de su madre. Sus pechotes grandotes se los metía en la boca y obligaba a María de los Ángeles a morrearle constantemente. Le azotó el culo. Estrujó sus tetas de hembra con anhelo febril. A medida que aumentaba su excitación de macho, aumentaban sus movimientos hacia ella. Hasta que al final su madre poco más podía hacer que mantener el equilibro encima del orondo cuerpo seboso de Ovidio, quien embestía con su cadera contra a vagina materna, empalándole su grueso y largo pollón tan fuerte y duro que parecía que ella terminaría golpeando el techo con su cabeza. Sus pechotes de madre se bamboleaban violentamente.

—¡AaaaaAaaaaAAaaahhh…! —y claro, cuanto más le dolía y más era salvajemente empotrada por su propio hijo, mayor era la excitación que sentía María de los Ángeles.

—¡¡AaAAAAAAaAaaAaaAAAAAAAA!hhHH! ¡¡Me corroooooooooooooo yaaaaaaaaaaaaaaa mamáaaaaaaaaaaa te llenaré el coño de mi semen de machooooooooooooo!!¡¡CORRETE CONMIGOOOOOO!! —exclamó el gordo, comenzando a derramar una cantidad generosa de lechada espesa y caliente directa al útero de su madre, quien no pudo evitar llegar al orgasmo al mismo tiempo que el seboso asqueroso de su hijo.

Tras haber cumplido como semental de la casa con todas las hembras de su harén familiar, Ovidio le sacó su polla de dentro del coño a su madre, y quedó rendido sobre la cama, de lado, abrazándose al cuerpo ya dormido hacía rato de Alba, su dulce hermanita menor.

—Ve a dormir. Mamá, mañana despiértate bien pronto. No te duches. Quiero que sigas con mi semen dentro de ti. Baja a prepararme el desayuno desnuda. Ya decidiré si me apetece o no follarte o abusarte la boca antes de irme al colegio, guarra.

Ella asintió, con las tiemblas temblorosas y una cantidad generosa de semen de Ovidio rezumándole del coño.

Ah… aquel iba a ser un año cojonudo.

El Rey de los Cerdos 03

El obeso nerd Ovidio desvirga el culo de su hermanita pequeña Alba con ayuda de su hermana mayor Valeria. Control mental. (1 de 2)


Valeria, la preciosa rubia hermana mayor de Ovidio, el cerdo seboso nerd, estaba arrodillada entre sus piernas, lamiéndole con dedicación de esclava el perineo al asqueroso de su hermano menor obeso, bajo la mesa del comedor, tras haberle preparado la cena vestida de sirvienta, y haberse follado ella solita su duro e inmenso pollón, y seguramente haberla preñado, gracias al control mental que el asqueroso tipo tenía sobre ella desde el día del accidente con su trabajo de ciencias. Del coño de la rubia rezumaba un incesante reguero de semen que formaba un charco entre sus rodillas.

En ese preciso instante se abrió la puerta de la calle y entraron la madre, el padre y Alba, la hermana pequeña de Ovidio y Valeria.

Al nerd seboso y apestoso le dio un sobresalto el corazón, porque si bien sí había estado trabajando en manipularles la mente a cada uno de los miembros de su familia en ese mes que pasó desde el incidente, esa era la primera vez que todos serían testigos de lo que sucedía entre él y Valeria, y normal que sintiera cierto desasosiego por si algo fallaba y alguno de ellos no reaccionaba como él esperaba que lo hiciera. Los condicionó mentalmente de tal manera que no encontraran extrañas actitudes sexuales entre miembros de la familia, como esa entre Ovidio y la puta de su hermana mayor. Y eso fue exactamente lo que pasó.

Todos saludaron, y los padres comenzaron a comentar sobre la película que acababan de ver en el cine. La madre se puso a preparar la cena. El padre se sentó en la mesa junto al obeso asqueroso de su hijo, con Valeria dedicada con toda su pasión a lamerle el perineo y los cojones al nerd, con su preciosa cara enterrada bajo el cuerpo del gordo abusón. Su hermana menor Alba observaba con curiosidad lo que hacía la mayor entre las piernas del cerdo asqueroso y apestoso de su hermano, quien dirigió la mirada hacia ella, con aquellas gafas de culo de botella que lucía el varón recién desvirgado.

—Alba, ya es hora de que participes de las “cosas entre hermanos”. Arrodíllate junto a Valeria y copia lo que ella haga.

—Sí, Ovidio.

Tras corregirla para que lo llamara Dueño o Señor, la preciosa Alba, que era físicamente parecida a Valeria, pero en menor estatura, con pechos más pequeños y una figura más estrecha y prepúber, se arrodilló junto a su hermana mayor, y ambas, por orden del cerdo seboso, lamieron juntas la polla de Ovidio, que cada vez estaba más dura.

—Mamá. Ven y sácale a Valeria las zanahorias del culo. Quiero que prepares una ensalada con ellas. Y no las limpies ni les quites la piel.

—Si, hijo.

Su madre se agachó bajo la mesa y le extrajo los vegetales naranjas del orto a su hija mayor, comenzando a preparar una ensalada con ellos. El padre no decía nada en absoluto. Ovidio lo estaba condicionando para que se sintiera ya un viejo desplazado que no servía para más que trabajar. Lo mentalizaba para que se diera cuenta que ahora el nuevo alfa semental de la casa era él, Ovidio, y debía rendirse a dejar que el cerdo asqueroso de su hijo tomara como mujeres a sus dos hijas y a su mujer. Y parecía que estaba funcionando la mar de bien.

El obeso violador miró a sus dos hermanas juntas lamiéndole el rabo gordote que cargaba entre las piernas. Valeria, su hermana mayor, deslumbraba por haberse convertido en una belleza rubia inigualable poseyendo un físico de infarto estilo animadora americana. En cambio, Alba la más pequeña, todavía no había alcanzado ese punto de madurez, pero joder… estaba en muy buen camino. Ella lucía dos coletitas altas con sendos lazos rosas que apartaban su pelo rubio largo por los hombros, algo más oscuro que el de Valeria, y ondulado, al contrario que el de la mayor que era liso y le llegaba por media espalda. Los ojos de Valeria eran azul celeste, mientras que los de Alba eran de color azul violáceo. Una ya había alcanzado la madurez, y la otra estaba por atraparla. Así que sus pechos eran más pequeños, su cadera no tan pronunciada, y su altura y complexión menor, comparada con su hermana mayor.

Ovidio comenzó a realizarle un pequeño interrogatorio a Alba, como había hecho ya con Valeria antes.

—¿Eres virgen, Alba? ¿Por todos tus orificios?

La niña asintió con la cabeza, mirándolo a los ojos con su mirada de reflejo violeta, mientras seguía dándole lametones al tronco de su polla cada vez más dura, junto a su hermana mayor Valeria. Si, Ovidio había creído que Alba era virgen, y no se equivocaba.

—¿Te masturbas?

Su hermana menor negó con la cabeza y continuó lamiendo su rabo de macho. Joder las cosas se iban poniendo de bien a mejor para el gordo seboso.

—¿Te ha venido ya la menstruación?

De nuevo Alba negó con la cabeza.

Con Alba actuaría distinto a con Valeria. Ya se había follado el coño de su hermana mayor, y deseaba preñarla. Pero como ella siempre fue muy cruel con él, llamándolo cerdo seboso y mil otros insultos, quería esperar a tener listo su aparato de control mental y ser capaz de obligarla a que su cuerpo le obedeciera, pero siendo ella consciente de todo, el día que le rompiera el culo por primera vez con su pollón gigantesco.

Con su hermana pequeña sería al revés. Esperaría a que estuviera consciente, pero incapacitada para reaccionar, para desvirgar su coño. Por ahora no podía preñarla, pero ya llegaría el día. En cambio, aprovecharía ahora que ella no era capaz de comprender lo que estaba pasando para robarle la virginidad a su culo. Porque si meterle la polla por el coño a Valeria, la mayor, que ya había tenido sexo con varios tipos, había sido un suplicio para ella y casi Ovidio sintió que la estaba reventando en dos… no quería imaginarse cómo sería para su hermana menor Alba el tener incrustado por primera vez aquel trabuco que era el doble de gordo que sus piernas dentro de su culo. Alba no había sido tan cruel con él, solo le ignoraba, y no merecía tal ensañamiento por su parte.

La madre había terminado de preparar la ensalada con las zanahorias que Valeria había llevado metidas por el culo, sin limpiarlas ni quitarles la piel, y sirvió cada plato.

—Un momento, que falta que aliñe la ensalada.

Ovidio se puso en pie, y comenzó a masturbarse. En poco rato había llegado al orgasmo, regando de abundante leche espesa, amarga y apestosa cada plato de la mesa. Y dirigió los últimos chorretazos a la cara del imbécil de su padre.

—Ya podéis comer —les ordenó, y así lo hicieron.

Entonces se dirigió a la mayor de sus hermanas, la que acababa de follarse vestida de criada y que ahora lucía sus tetas a la vista de todos.

— Valeria, tú limpia mi corrida del suelo con la lengua. Luego come tu plato con mi aliño especial. No tardes mucho. Te quiero en la ducha en cinco minutos. Y en quince en la habitación principal. No te molestes en vestirte.

El obeso volvió a dirigirse a sus padres.

—Ahora yo ocuparé vuestro cuarto. Vosotros podéis dormir aquí en el comedor. ¿Tenéis juguetes sexuales escondidos en algún lugar?

El abusador dejó a la familia abajo comiendo aquella ensalada aliñada con su corrida y subió al primer piso, dirigiéndose al cuarto de sus padres, la suite, que ahora le pertenecía, como nuevo macho alfa de la casa. Todavía llevaba puesta esa bata de estar por casa desabrochada, por lo que se veían perfectamente sus grasientas carnes orondas balanceándose de aquí para allá, así como lo hacía su enorme pene en reposo colgajoso entre sus pantorrillas, mientras ascendía por las escaleras, seguido de cerca por su hermanita Alba, que llevaba un vestido rosa plisado largo por las rodillas.

Al entrar en la habitación, dispuso un par de almohadas sobre la cama.

—Túmbate aquí boca abajo sobre las almohadas, Alba.

—Si, mi Señor.

La menor de las hermanas se puso como el cerdo seboso de Ovidio le había ordenado. De mientras, él abría el armario empotrado y sacaba una mochilita roja colgada de una percha al fondo de todo. Ahí le dijeron sus padres que guardaban sus juguetes sexuales. Abrió la mochila y volcó todo lo que contenía sobre el tocador de su madre. Había un par de juegos de bolas chinas de varios tamaños, un bote de lubricante, una diadema blanca de orejas de gato, una fusta, unas esposas con acolchado rosa, una venda blanca para los ojos, un pequeño huevo vibrador, un consolador de buen tamaño como de cristal y un puñado de condones de sabores.

Cogió el consolador y lo evaluó. Era raro que lo tuviera de aquel material. Normalmente eran de materiales mucho más suaves y agradables al tacto. La curiosidad pudo con él y se asomó al pasillo, gritando su pregunta a su madre, que estaba en el piso inferior.

—¡Mamaaaaa! ¿¡Porqué mierdas tu consolador es de vidrio!?

—¡Porque puedes calentarlo metiéndolo en agua caliente, o enfriarlo en el congelador!

Ah, era por eso. Bien, pues ahora ya sabía cómo utilizarlo. Pero no lo haría con Alba. Con ella necesitaba conseguir dilatarle el culo lo suficiente como para poderle meter él al menos dos de sus dedotes gordos como salchichas, antes de intentar follarla con su enorme polla dura como una piedra.

Ovidio cogió algunas cosas y volvió a la cama, dejándolas ahí. Lo primero que hizo fue ponerle la diadema de orejitas de gato a su hermana Alba en su cabecita rubia. Se sujetaba bien con aquellas dos coletitas que llevaba hoy.

—Alba, a partir de hoy tú serás mi gatita.

Le dijo el obeso cerdo seboso de su hermano mayor, situándose detrás de ella y separándole las piernas. Le levantó la parte de debajo de la falda por encima de la cintura y dejó al descubierto unas braguitas blancas con florecitas rosas. Era demasiado morboso todo el conjunto. Su ropa, su peinado, su absoluta sumisión a su persona. Increíble. Se la iba a follar bien a gusto por ese culito tierno que tenía la muy puta.

Ovidio pegó su nariz al coño cubierto por la tela de la braguita de su hermana menor y aspiró bien hondo, saboreando aquel aroma a hembra sin estrenar. Luego, cogió la prenda de ropa interior y la deslizó hacia abajo, dejándosela puesta a Alba a la altura de las rodillas, que ella apoyaba sobre la cama puesta boca abajo sobre los cojines como le había ordenado el obeso nerd asqueroso, quedando su culo de gatita en pompa.

Lo primero que hizo Ovidio fue comprobar la virginidad de su linda hermanita de orbes violáceos. Puso un dedo a cada lado de sus labios mayores y los apartó, abriéndole el orificio de su coño para poder mirar dentro. Ahí estaba su himen. Mierda. Su polla le palpitó duro del gusto que sentía al saber que pronto le robaría aquella virginidad a su gatita. Su madre evidente que no sería virgen del coño, y su hermana mayor ya había follado con otros antes de llegar a él. En cuanto a culos vírgenes sí que tenía varios donde elegir, pero coños inmaculados que él fuera a romper a pollazos y coños que solo sentirían la presencia de una única polla, la de su macho Ovidio, solo Alba, la menor de sus hermanas. Y eso le ponía a mil. Y precisamente por ello quería conseguir que ella fuera consciente del momento en que le robara aquella virginidad y la convirtiera completamente en su hembra para siempre. Y futura madre de sus hijos en cuanto fuese capaz de gestar uno.

El nerd seboso con gafas de culo de botella dejó de mirar el coño de su hermanita y dirigió sus orbes oscuros al orificio que estaba por estrenar aquella noche. Su precioso culito. El orificio anal de Alba era minúsculo. Diminuto. Ahí es que no cabía ni la cabeza de un maldito alfiler. Y tenía que meterle un rabo de caballo ahí. Miró las bolas chinas. Joder, eran demasiado grandes. Probó lubricando bien entre las nalgas de su hermanita pequeña y empujando con su dedo índice, pero nada. Imposible. No se le podía introducir nada en esa parte tan estrechita y apretada de su anatomía. Pero el nerd seboso no iba a rendirse fácilmente. Cogió un lápiz que su padre tenía en su mesilla de noche junto a una revista de sudokus, y lo pringó bien pringado de lubricante. Lo giró dejando el extremo afilado por fuera y apoyó el otro extremo contra el diminuto agujero que era el ano de su gatita preferida.

—Hhhnnn…

Ella jadeaba y estrujaba las sábanas, pero no hubo queja ninguna. Finalmente, el gordo asqueroso consiguió que la puntita del lápiz se introdujera dentro del orto de la rubia de coletitas. En ese momento entró su hermana mayor Valeria al cuarto, totalmente desnuda y recién duchada. Al verla, Ovidio recordó como la condicionó para que sintiera gran placer cuando le abusaba el culo o su coño. Solo tenía que repetir la jugada con Alba, para irla volviendo una ninfómana adicta a su pollón de cerdo seboso, y masoquista de paso.

—Tú, puta de mierda, ven y cómele el coño a mi gatita —como Alba llevaba aquella diadema blanca de orejitas de gatito quedaba claro a quien se refería el seboso— No metas nada por su coño. Solo cómeselo por fuera. Su virginidad es mía.

—Sí, mi Señor.

Su hermana mayor, con el pelo mojado por la reciente ducha, se metió en la cama con su hermanita Alba y el obeso de su hermano menor, y comenzó a devorarle el coño a la gatita con todas sus ganas. Entonces Ovidio comenzó a empujar el lápiz fino en el interior de las entrañas de aquel ser celestial que tenía por hermana menor, y comenzó a condicionarla como lo había hecho antes con Valeria, la mayor.

—Gatita, cada vez que te metan algo por el culo o por tu coño, y sientas dolor, ese dolor provocará que tu vagina se llene de jugos y palpite de un intenso placer, así como tu culo. Aprenderás a unir ambas cosas. Y a excitarte muchísimo por ser follada por el culo, sobre todo si soy yo quien te lo hace. Tu Dueño y Señor.

Por ahora a Alba no iba a negarle los orgasmos. Mejor que sí que los tuviera cuando le apeteciera. Eso la ayudaría a relajarse y facilitaría que luego pudiera penetrarla con su duro vergón de macho alfa en ese culito endemoniadamente estrecho que tenía. Porque le iba a doler de lo lindo. Y Ovidio no pensaba dejar que amaneciera sin habérselo estrenado a gusto.

Valeria pasaba con deleite su lengua por cada rincón del coño de Alba. A veces Ovidio le ordenaba separar la boca de ahí y morrearle apasionadamente. A veces el gordo seboso le ordenaba a su gatita de coletas que se volteara para poder besarla a ella. Dedicó un buen rato a estimular su ano, metiéndole y sacándole el fino lápiz. Cuando notó que ya no estaba apretadísimo como al principio, decidió meter algo un poquito más grueso. El dedo índice de su hermana mayor. El suyo no valía porque era como el doble o más de grueso. Imposible.

Su hermana mayor devoraba la vagina de la menor, y le sodomizaba el culo con su fino dedo índice bien pringado de lubricante. La escena era de lo más morbosa joder. Necesitaba meter ya su polla en algún orificio caliente, pero para poder disfrutar del culo de Alba todavía quedaban horas de paciencia y dedicación. Así que se decidió por el coño recién follado de Valeria, su hermana mayor. Quería asegurarse de preñarla, y solo se le había corrido dentro una vez. Necesitaba repetir la jugada muchísimas más veces para asegurarse de que aquella guarra insoportable quedaba embaraza de su propio hermano menor.

El coño de Valeria estaba encharcado de ricos jugos de hembra. Así que cuando el cerdo seboso de Ovidio la agarró por la cadera y apoyó su gordote glande apestoso a ese orificio, empujando firme con todas sus puñeteras fuerzas, no le costó nada enterrarle hasta la mitad su gigantesca polla de macho alfa. Su hermana mayor soltó una mezcla de gemido y grito que se escuchó por toda la maldita casa, mientras su cuerpo de ninfa rubia de orbes azules era empujado con violencia contra el coño de su hermana menor Alba que se estaba comiendo.

—¡¡AAAAAaaaaaAAAAAAAAaaaAAAAAAAHH!!

Joder, aquello no era una polla, era una puta arma de destrucción masiva. Por la brutalidad del embiste, y no haberla preparado en absoluto, la puta de su hermana mayor sintió un gran dolor en su vagina cuando fue violentamente atravesada con el duro pollón inmenso que cargaba el nerd asqueroso de su hermano menor. Si no le hizo desgarros fue porque la muy puta ya estaba chorreando de gusto al estar comiéndole el coño a Alba, mientras anhelaba con intensidad que su hermano menor obeso volviera a empalarla con aquel vergón viril de infarto. Fue su propio elevado estado de excitación de perra en celo que provocó que su coño dilatara de inmediato estirándose todo lo posible, y estuviera lo suficientemente mojado para que aquel tronco de carne la pudiera empalar con crueldad sin destrozarla por dentro.

Por su condición mental, cada vez más adicta a la polla de Ovidio, y siendo cada hora más masoquista, Valeria no deseó que el nerd gafotas de su hermano menor le sacara aquel pollón de caballo de dentro, sino todo lo contrario.

—Siiii…. AAaaaaahh… mi señor… ¡Fóllame bien duro con tu dura polla!

—Pero que puta y guarra eres joder. El cerdo de tu hermano menor te está violando con su rabo y tú te abres de piernas y suplicas por más ¡Pues lo vas a tener!

Ovidio no le había ordenado que dejara de comerle el coño a la gatita, ni que parara de masturbarle el culo a la menor de sus hermanas con su dedo índice, así que Valeria continuó haciéndolo como buenamente podía, mientras el cerdo seboso de Ovidio iniciaba un frenético vaivén intenso, incrustándole su durísimo pollón de macho alfa cada vez más profundo en su coño chapoteante de zorra en celo. En pocos minutos el violador logró empalarle su vergón gordote y larguísimo hasta la puta raíz, y sus grandes cojones cargados de leche golpeaban una y otra vez sin descanso contra el delicioso cuerpo de la estúpida de su hermana mayor, hasta que presa del máximo placer concebible por un ser humano, el gordo nerd incrustó hasta la raíz su trabuco tamaño brazo y lo dejó en lo más hondo de la vagina de su preciosa hermana mayor Valeria, inundándole su fértil matriz adolescente con litros de semen espeso y amargo.

—¡¡Préñate de mi hijo, hija de la gran puta!! ¡¡Córretete!

Cuando Ovidio terminó de violentar con fiereza el coño sabroso de su hermana mayor, ésta tras recuperarse de su propio orgasmo obligado y condicionado mentalmente, Valeria pudo mejor volver a dedicarse a dilatar el culito prieto de la menor de las hermanas, Alba.

Las horas de la noche fueron pasando, y por el orto de la gatita virgen de orejitas blancas pasaron dedos, bolas chinas, primero las más pequeñas, y luego las más gruesas, y a continuación Ovidio le metió el mango de la fusta. De tanto en tanto la puta de Valeria era obligada a mamarle la polla, a comerle el coño a Alba, a morrear a uno o a la otra. Estaba próximo ya el amanecer, cuando el gordo seboso apestoso consiguió meterle al fin a la preciosa ninfa de diadema de gatito dos de sus gruesos dedos en el interior de su orto diminuto prepuber y logró moverlos dentro y fuera, follándole con ellos como pronto iba a follarle el culo a esa pequeña gatita con su descomunal pollón viril de macho que lucía ahora mismo tieso y listo para la acción, palpitante, erecto, amenazante.

—Voy a desvirgarte el culo con mi polla de macho, Alba —anunció con una cara de pervertido vicioso que no podía con ella. Joder como le excitaba saber que su polla sería la primera, la única y la última que penetraría en cada orificio de la menor de sus hermanas. Se acabó la espera. Por fin llegó el momento glorioso. Toda la casa tenía cámaras y micros situados estratégicamente, pero le dijo a Valeria — Tu, puta, coge el móvil y grábame mientras me convierto en el macho de Alba. Quiero que saques primeros planos de lo más importante. Nuestras caras. Su culo y mi polla. Quiero que se nos reconozca y ver al detalle todo lo que suceda ¿te ha quedado claro, estúpida de mierda? —ella asintió.

Entrada destacada

Maite. Secuestrada en Egipto. Cap 01.

Serie larga, donde se relatan las peripecias de la pobre Maite, joven casada a la que secuestran en su viaje de casados. A lo largo de los ...