sábado

El Rey de los Cerdos 03

El obeso nerd Ovidio desvirga el culo de su hermanita pequeña Alba con ayuda de su hermana mayor Valeria. Control mental. (1 de 2)


Valeria, la preciosa rubia hermana mayor de Ovidio, el cerdo seboso nerd, estaba arrodillada entre sus piernas, lamiéndole con dedicación de esclava el perineo al asqueroso de su hermano menor obeso, bajo la mesa del comedor, tras haberle preparado la cena vestida de sirvienta, y haberse follado ella solita su duro e inmenso pollón, y seguramente haberla preñado, gracias al control mental que el asqueroso tipo tenía sobre ella desde el día del accidente con su trabajo de ciencias. Del coño de la rubia rezumaba un incesante reguero de semen que formaba un charco entre sus rodillas.

En ese preciso instante se abrió la puerta de la calle y entraron la madre, el padre y Alba, la hermana pequeña de Ovidio y Valeria.

Al nerd seboso y apestoso le dio un sobresalto el corazón, porque si bien sí había estado trabajando en manipularles la mente a cada uno de los miembros de su familia en ese mes que pasó desde el incidente, esa era la primera vez que todos serían testigos de lo que sucedía entre él y Valeria, y normal que sintiera cierto desasosiego por si algo fallaba y alguno de ellos no reaccionaba como él esperaba que lo hiciera. Los condicionó mentalmente de tal manera que no encontraran extrañas actitudes sexuales entre miembros de la familia, como esa entre Ovidio y la puta de su hermana mayor. Y eso fue exactamente lo que pasó.

Todos saludaron, y los padres comenzaron a comentar sobre la película que acababan de ver en el cine. La madre se puso a preparar la cena. El padre se sentó en la mesa junto al obeso asqueroso de su hijo, con Valeria dedicada con toda su pasión a lamerle el perineo y los cojones al nerd, con su preciosa cara enterrada bajo el cuerpo del gordo abusón. Su hermana menor Alba observaba con curiosidad lo que hacía la mayor entre las piernas del cerdo asqueroso y apestoso de su hermano, quien dirigió la mirada hacia ella, con aquellas gafas de culo de botella que lucía el varón recién desvirgado.

—Alba, ya es hora de que participes de las “cosas entre hermanos”. Arrodíllate junto a Valeria y copia lo que ella haga.

—Sí, Ovidio.

Tras corregirla para que lo llamara Dueño o Señor, la preciosa Alba, que era físicamente parecida a Valeria, pero en menor estatura, con pechos más pequeños y una figura más estrecha y prepúber, se arrodilló junto a su hermana mayor, y ambas, por orden del cerdo seboso, lamieron juntas la polla de Ovidio, que cada vez estaba más dura.

—Mamá. Ven y sácale a Valeria las zanahorias del culo. Quiero que prepares una ensalada con ellas. Y no las limpies ni les quites la piel.

—Si, hijo.

Su madre se agachó bajo la mesa y le extrajo los vegetales naranjas del orto a su hija mayor, comenzando a preparar una ensalada con ellos. El padre no decía nada en absoluto. Ovidio lo estaba condicionando para que se sintiera ya un viejo desplazado que no servía para más que trabajar. Lo mentalizaba para que se diera cuenta que ahora el nuevo alfa semental de la casa era él, Ovidio, y debía rendirse a dejar que el cerdo asqueroso de su hijo tomara como mujeres a sus dos hijas y a su mujer. Y parecía que estaba funcionando la mar de bien.

El obeso violador miró a sus dos hermanas juntas lamiéndole el rabo gordote que cargaba entre las piernas. Valeria, su hermana mayor, deslumbraba por haberse convertido en una belleza rubia inigualable poseyendo un físico de infarto estilo animadora americana. En cambio, Alba la más pequeña, todavía no había alcanzado ese punto de madurez, pero joder… estaba en muy buen camino. Ella lucía dos coletitas altas con sendos lazos rosas que apartaban su pelo rubio largo por los hombros, algo más oscuro que el de Valeria, y ondulado, al contrario que el de la mayor que era liso y le llegaba por media espalda. Los ojos de Valeria eran azul celeste, mientras que los de Alba eran de color azul violáceo. Una ya había alcanzado la madurez, y la otra estaba por atraparla. Así que sus pechos eran más pequeños, su cadera no tan pronunciada, y su altura y complexión menor, comparada con su hermana mayor.

Ovidio comenzó a realizarle un pequeño interrogatorio a Alba, como había hecho ya con Valeria antes.

—¿Eres virgen, Alba? ¿Por todos tus orificios?

La niña asintió con la cabeza, mirándolo a los ojos con su mirada de reflejo violeta, mientras seguía dándole lametones al tronco de su polla cada vez más dura, junto a su hermana mayor Valeria. Si, Ovidio había creído que Alba era virgen, y no se equivocaba.

—¿Te masturbas?

Su hermana menor negó con la cabeza y continuó lamiendo su rabo de macho. Joder las cosas se iban poniendo de bien a mejor para el gordo seboso.

—¿Te ha venido ya la menstruación?

De nuevo Alba negó con la cabeza.

Con Alba actuaría distinto a con Valeria. Ya se había follado el coño de su hermana mayor, y deseaba preñarla. Pero como ella siempre fue muy cruel con él, llamándolo cerdo seboso y mil otros insultos, quería esperar a tener listo su aparato de control mental y ser capaz de obligarla a que su cuerpo le obedeciera, pero siendo ella consciente de todo, el día que le rompiera el culo por primera vez con su pollón gigantesco.

Con su hermana pequeña sería al revés. Esperaría a que estuviera consciente, pero incapacitada para reaccionar, para desvirgar su coño. Por ahora no podía preñarla, pero ya llegaría el día. En cambio, aprovecharía ahora que ella no era capaz de comprender lo que estaba pasando para robarle la virginidad a su culo. Porque si meterle la polla por el coño a Valeria, la mayor, que ya había tenido sexo con varios tipos, había sido un suplicio para ella y casi Ovidio sintió que la estaba reventando en dos… no quería imaginarse cómo sería para su hermana menor Alba el tener incrustado por primera vez aquel trabuco que era el doble de gordo que sus piernas dentro de su culo. Alba no había sido tan cruel con él, solo le ignoraba, y no merecía tal ensañamiento por su parte.

La madre había terminado de preparar la ensalada con las zanahorias que Valeria había llevado metidas por el culo, sin limpiarlas ni quitarles la piel, y sirvió cada plato.

—Un momento, que falta que aliñe la ensalada.

Ovidio se puso en pie, y comenzó a masturbarse. En poco rato había llegado al orgasmo, regando de abundante leche espesa, amarga y apestosa cada plato de la mesa. Y dirigió los últimos chorretazos a la cara del imbécil de su padre.

—Ya podéis comer —les ordenó, y así lo hicieron.

Entonces se dirigió a la mayor de sus hermanas, la que acababa de follarse vestida de criada y que ahora lucía sus tetas a la vista de todos.

— Valeria, tú limpia mi corrida del suelo con la lengua. Luego come tu plato con mi aliño especial. No tardes mucho. Te quiero en la ducha en cinco minutos. Y en quince en la habitación principal. No te molestes en vestirte.

El obeso volvió a dirigirse a sus padres.

—Ahora yo ocuparé vuestro cuarto. Vosotros podéis dormir aquí en el comedor. ¿Tenéis juguetes sexuales escondidos en algún lugar?

El abusador dejó a la familia abajo comiendo aquella ensalada aliñada con su corrida y subió al primer piso, dirigiéndose al cuarto de sus padres, la suite, que ahora le pertenecía, como nuevo macho alfa de la casa. Todavía llevaba puesta esa bata de estar por casa desabrochada, por lo que se veían perfectamente sus grasientas carnes orondas balanceándose de aquí para allá, así como lo hacía su enorme pene en reposo colgajoso entre sus pantorrillas, mientras ascendía por las escaleras, seguido de cerca por su hermanita Alba, que llevaba un vestido rosa plisado largo por las rodillas.

Al entrar en la habitación, dispuso un par de almohadas sobre la cama.

—Túmbate aquí boca abajo sobre las almohadas, Alba.

—Si, mi Señor.

La menor de las hermanas se puso como el cerdo seboso de Ovidio le había ordenado. De mientras, él abría el armario empotrado y sacaba una mochilita roja colgada de una percha al fondo de todo. Ahí le dijeron sus padres que guardaban sus juguetes sexuales. Abrió la mochila y volcó todo lo que contenía sobre el tocador de su madre. Había un par de juegos de bolas chinas de varios tamaños, un bote de lubricante, una diadema blanca de orejas de gato, una fusta, unas esposas con acolchado rosa, una venda blanca para los ojos, un pequeño huevo vibrador, un consolador de buen tamaño como de cristal y un puñado de condones de sabores.

Cogió el consolador y lo evaluó. Era raro que lo tuviera de aquel material. Normalmente eran de materiales mucho más suaves y agradables al tacto. La curiosidad pudo con él y se asomó al pasillo, gritando su pregunta a su madre, que estaba en el piso inferior.

—¡Mamaaaaa! ¿¡Porqué mierdas tu consolador es de vidrio!?

—¡Porque puedes calentarlo metiéndolo en agua caliente, o enfriarlo en el congelador!

Ah, era por eso. Bien, pues ahora ya sabía cómo utilizarlo. Pero no lo haría con Alba. Con ella necesitaba conseguir dilatarle el culo lo suficiente como para poderle meter él al menos dos de sus dedotes gordos como salchichas, antes de intentar follarla con su enorme polla dura como una piedra.

Ovidio cogió algunas cosas y volvió a la cama, dejándolas ahí. Lo primero que hizo fue ponerle la diadema de orejitas de gato a su hermana Alba en su cabecita rubia. Se sujetaba bien con aquellas dos coletitas que llevaba hoy.

—Alba, a partir de hoy tú serás mi gatita.

Le dijo el obeso cerdo seboso de su hermano mayor, situándose detrás de ella y separándole las piernas. Le levantó la parte de debajo de la falda por encima de la cintura y dejó al descubierto unas braguitas blancas con florecitas rosas. Era demasiado morboso todo el conjunto. Su ropa, su peinado, su absoluta sumisión a su persona. Increíble. Se la iba a follar bien a gusto por ese culito tierno que tenía la muy puta.

Ovidio pegó su nariz al coño cubierto por la tela de la braguita de su hermana menor y aspiró bien hondo, saboreando aquel aroma a hembra sin estrenar. Luego, cogió la prenda de ropa interior y la deslizó hacia abajo, dejándosela puesta a Alba a la altura de las rodillas, que ella apoyaba sobre la cama puesta boca abajo sobre los cojines como le había ordenado el obeso nerd asqueroso, quedando su culo de gatita en pompa.

Lo primero que hizo Ovidio fue comprobar la virginidad de su linda hermanita de orbes violáceos. Puso un dedo a cada lado de sus labios mayores y los apartó, abriéndole el orificio de su coño para poder mirar dentro. Ahí estaba su himen. Mierda. Su polla le palpitó duro del gusto que sentía al saber que pronto le robaría aquella virginidad a su gatita. Su madre evidente que no sería virgen del coño, y su hermana mayor ya había follado con otros antes de llegar a él. En cuanto a culos vírgenes sí que tenía varios donde elegir, pero coños inmaculados que él fuera a romper a pollazos y coños que solo sentirían la presencia de una única polla, la de su macho Ovidio, solo Alba, la menor de sus hermanas. Y eso le ponía a mil. Y precisamente por ello quería conseguir que ella fuera consciente del momento en que le robara aquella virginidad y la convirtiera completamente en su hembra para siempre. Y futura madre de sus hijos en cuanto fuese capaz de gestar uno.

El nerd seboso con gafas de culo de botella dejó de mirar el coño de su hermanita y dirigió sus orbes oscuros al orificio que estaba por estrenar aquella noche. Su precioso culito. El orificio anal de Alba era minúsculo. Diminuto. Ahí es que no cabía ni la cabeza de un maldito alfiler. Y tenía que meterle un rabo de caballo ahí. Miró las bolas chinas. Joder, eran demasiado grandes. Probó lubricando bien entre las nalgas de su hermanita pequeña y empujando con su dedo índice, pero nada. Imposible. No se le podía introducir nada en esa parte tan estrechita y apretada de su anatomía. Pero el nerd seboso no iba a rendirse fácilmente. Cogió un lápiz que su padre tenía en su mesilla de noche junto a una revista de sudokus, y lo pringó bien pringado de lubricante. Lo giró dejando el extremo afilado por fuera y apoyó el otro extremo contra el diminuto agujero que era el ano de su gatita preferida.

—Hhhnnn…

Ella jadeaba y estrujaba las sábanas, pero no hubo queja ninguna. Finalmente, el gordo asqueroso consiguió que la puntita del lápiz se introdujera dentro del orto de la rubia de coletitas. En ese momento entró su hermana mayor Valeria al cuarto, totalmente desnuda y recién duchada. Al verla, Ovidio recordó como la condicionó para que sintiera gran placer cuando le abusaba el culo o su coño. Solo tenía que repetir la jugada con Alba, para irla volviendo una ninfómana adicta a su pollón de cerdo seboso, y masoquista de paso.

—Tú, puta de mierda, ven y cómele el coño a mi gatita —como Alba llevaba aquella diadema blanca de orejitas de gatito quedaba claro a quien se refería el seboso— No metas nada por su coño. Solo cómeselo por fuera. Su virginidad es mía.

—Sí, mi Señor.

Su hermana mayor, con el pelo mojado por la reciente ducha, se metió en la cama con su hermanita Alba y el obeso de su hermano menor, y comenzó a devorarle el coño a la gatita con todas sus ganas. Entonces Ovidio comenzó a empujar el lápiz fino en el interior de las entrañas de aquel ser celestial que tenía por hermana menor, y comenzó a condicionarla como lo había hecho antes con Valeria, la mayor.

—Gatita, cada vez que te metan algo por el culo o por tu coño, y sientas dolor, ese dolor provocará que tu vagina se llene de jugos y palpite de un intenso placer, así como tu culo. Aprenderás a unir ambas cosas. Y a excitarte muchísimo por ser follada por el culo, sobre todo si soy yo quien te lo hace. Tu Dueño y Señor.

Por ahora a Alba no iba a negarle los orgasmos. Mejor que sí que los tuviera cuando le apeteciera. Eso la ayudaría a relajarse y facilitaría que luego pudiera penetrarla con su duro vergón de macho alfa en ese culito endemoniadamente estrecho que tenía. Porque le iba a doler de lo lindo. Y Ovidio no pensaba dejar que amaneciera sin habérselo estrenado a gusto.

Valeria pasaba con deleite su lengua por cada rincón del coño de Alba. A veces Ovidio le ordenaba separar la boca de ahí y morrearle apasionadamente. A veces el gordo seboso le ordenaba a su gatita de coletas que se volteara para poder besarla a ella. Dedicó un buen rato a estimular su ano, metiéndole y sacándole el fino lápiz. Cuando notó que ya no estaba apretadísimo como al principio, decidió meter algo un poquito más grueso. El dedo índice de su hermana mayor. El suyo no valía porque era como el doble o más de grueso. Imposible.

Su hermana mayor devoraba la vagina de la menor, y le sodomizaba el culo con su fino dedo índice bien pringado de lubricante. La escena era de lo más morbosa joder. Necesitaba meter ya su polla en algún orificio caliente, pero para poder disfrutar del culo de Alba todavía quedaban horas de paciencia y dedicación. Así que se decidió por el coño recién follado de Valeria, su hermana mayor. Quería asegurarse de preñarla, y solo se le había corrido dentro una vez. Necesitaba repetir la jugada muchísimas más veces para asegurarse de que aquella guarra insoportable quedaba embaraza de su propio hermano menor.

El coño de Valeria estaba encharcado de ricos jugos de hembra. Así que cuando el cerdo seboso de Ovidio la agarró por la cadera y apoyó su gordote glande apestoso a ese orificio, empujando firme con todas sus puñeteras fuerzas, no le costó nada enterrarle hasta la mitad su gigantesca polla de macho alfa. Su hermana mayor soltó una mezcla de gemido y grito que se escuchó por toda la maldita casa, mientras su cuerpo de ninfa rubia de orbes azules era empujado con violencia contra el coño de su hermana menor Alba que se estaba comiendo.

—¡¡AAAAAaaaaaAAAAAAAAaaaAAAAAAAHH!!

Joder, aquello no era una polla, era una puta arma de destrucción masiva. Por la brutalidad del embiste, y no haberla preparado en absoluto, la puta de su hermana mayor sintió un gran dolor en su vagina cuando fue violentamente atravesada con el duro pollón inmenso que cargaba el nerd asqueroso de su hermano menor. Si no le hizo desgarros fue porque la muy puta ya estaba chorreando de gusto al estar comiéndole el coño a Alba, mientras anhelaba con intensidad que su hermano menor obeso volviera a empalarla con aquel vergón viril de infarto. Fue su propio elevado estado de excitación de perra en celo que provocó que su coño dilatara de inmediato estirándose todo lo posible, y estuviera lo suficientemente mojado para que aquel tronco de carne la pudiera empalar con crueldad sin destrozarla por dentro.

Por su condición mental, cada vez más adicta a la polla de Ovidio, y siendo cada hora más masoquista, Valeria no deseó que el nerd gafotas de su hermano menor le sacara aquel pollón de caballo de dentro, sino todo lo contrario.

—Siiii…. AAaaaaahh… mi señor… ¡Fóllame bien duro con tu dura polla!

—Pero que puta y guarra eres joder. El cerdo de tu hermano menor te está violando con su rabo y tú te abres de piernas y suplicas por más ¡Pues lo vas a tener!

Ovidio no le había ordenado que dejara de comerle el coño a la gatita, ni que parara de masturbarle el culo a la menor de sus hermanas con su dedo índice, así que Valeria continuó haciéndolo como buenamente podía, mientras el cerdo seboso de Ovidio iniciaba un frenético vaivén intenso, incrustándole su durísimo pollón de macho alfa cada vez más profundo en su coño chapoteante de zorra en celo. En pocos minutos el violador logró empalarle su vergón gordote y larguísimo hasta la puta raíz, y sus grandes cojones cargados de leche golpeaban una y otra vez sin descanso contra el delicioso cuerpo de la estúpida de su hermana mayor, hasta que presa del máximo placer concebible por un ser humano, el gordo nerd incrustó hasta la raíz su trabuco tamaño brazo y lo dejó en lo más hondo de la vagina de su preciosa hermana mayor Valeria, inundándole su fértil matriz adolescente con litros de semen espeso y amargo.

—¡¡Préñate de mi hijo, hija de la gran puta!! ¡¡Córretete!

Cuando Ovidio terminó de violentar con fiereza el coño sabroso de su hermana mayor, ésta tras recuperarse de su propio orgasmo obligado y condicionado mentalmente, Valeria pudo mejor volver a dedicarse a dilatar el culito prieto de la menor de las hermanas, Alba.

Las horas de la noche fueron pasando, y por el orto de la gatita virgen de orejitas blancas pasaron dedos, bolas chinas, primero las más pequeñas, y luego las más gruesas, y a continuación Ovidio le metió el mango de la fusta. De tanto en tanto la puta de Valeria era obligada a mamarle la polla, a comerle el coño a Alba, a morrear a uno o a la otra. Estaba próximo ya el amanecer, cuando el gordo seboso apestoso consiguió meterle al fin a la preciosa ninfa de diadema de gatito dos de sus gruesos dedos en el interior de su orto diminuto prepuber y logró moverlos dentro y fuera, follándole con ellos como pronto iba a follarle el culo a esa pequeña gatita con su descomunal pollón viril de macho que lucía ahora mismo tieso y listo para la acción, palpitante, erecto, amenazante.

—Voy a desvirgarte el culo con mi polla de macho, Alba —anunció con una cara de pervertido vicioso que no podía con ella. Joder como le excitaba saber que su polla sería la primera, la única y la última que penetraría en cada orificio de la menor de sus hermanas. Se acabó la espera. Por fin llegó el momento glorioso. Toda la casa tenía cámaras y micros situados estratégicamente, pero le dijo a Valeria — Tu, puta, coge el móvil y grábame mientras me convierto en el macho de Alba. Quiero que saques primeros planos de lo más importante. Nuestras caras. Su culo y mi polla. Quiero que se nos reconozca y ver al detalle todo lo que suceda ¿te ha quedado claro, estúpida de mierda? —ella asintió.

Ricky, el perro callejero #25

EL VIAJE. DIA 3 (parte 5). Lionardo viola a Saúl. Aparece la policía en la mansión de Don Cornelio Romannetti.

Los Machos estaban reunidos frente a la chimenea, en el salón de aquella elegante mansión. Cada uno en su propio gran sofá blanco. Todos los sumisos estaban desnudos. Los Sementales cubrían sus cuerpos con batas de marca. A cada Macho le chupaba la polla uno o dos sumisos. A Ricky se la mamaban sus hermanos sumisos rubios Luis y Saúl, al Don sus pequeños sumisos favoritos, Thian y Phuo, y a Lio le estaba atendiendo Miele, su propio hermano mayor travestido y hormonado.

Pero entonces vino la tremendísima discusión entre Ricky y Saúl, cuando el primero ordenó al segundo dejarse follar por el perro Drake, y éste se negó de manera tan tajante y explosiva que Ricky le dijo que ya no lo consideraba su esclavo.

Entonces Miele fue a asistir a Luis, el hermano mayor de Saúl, mientras era duramente follado por Drake el perro, Lionardo quedó libre, y no pudo evitar, tras lo sucedido, salir discretamente y caminando despacio del enorme y lujoso salón, mientras todos los ojos estaban puestos sobre el espectáculo de zoofilia que se les ofrecía.

Lio no podía dejar escapar a Saúl. No podía. Imaginarse los siguientes meses… AÑOS… su vida entera… sin tener a ese niñato malcarado de sangre hirviente cerca suyo, y con la posibilidad de abusarlo por todos sus agujeros. Es que era superior a él. No podía. Así que cuando Lio desapareció de la mirada del resto de asistentes a la pervertida y sádica reunión, comenzó a aligerar el paso en dirección al sótano. Saul iba desnudo y no tenía acceso al resto de la casa. Difícil que se hubiera marchado así de la mansión. Necesitaría vestirse primero, pensó. Por eso Lionardo se dirigió a ese lugar.

El italiano descendió por las empinadas escaleras y cuando llegó al sótano y se encontró a Saul frente a él, el corazón le dio un vuelco.

—Saúl —era la primera vez que no lo llamaba por algún apelativo despectivo, sino por su auténtico nombre.

Saúl estaba con los ojos llorosos, inflamado de rabia y odio y tristeza y ofuscación por dentro, arrodillado junto a la maleta que trajo al venir, donde Ricky le ordenó guardar la ropa que traía. Ni si quiera sabía dónde cojones estaba, pero no pensaba quedarse ahí ni medio segundo más. Se asfixiaba. Sentía que mataría a alguien si no se larga ya mismo de ese apestoso lugar de perdición.

—Qué cojones quieres tú ahora…

No. Claro que no quería a Lio ahí. A quien hubiese querido era a Ricky. Pero conociendo a quien había sido su Amo los últimos meses, después de Saúl haberle mandado a la mierda como lo hizo, Ricky lo último que haría sería bajar a buscarle. Claro que era Lio. No iba a ser alguien que le perturbara menos que ese imbécil.

Lio dio un paso hacia Saul y le dijo — No te vayas. Quédate conmigo.

Por un momento Saúl pensó que estaba alucinando. ¿Qué demonios le estaba diciendo Lionardo?

—¿Te has drogado o me tomas por imbécil? —le respondió el rubio, sacando una camisa verde oscura sin mangas de la maleta y comenzando a ponérsela. Joder que raro e incómodo resultaba ponerse ropa, tras tantos días yendo desnudo en su papel de esclavo de Ricky.

Pero Lionardo no bromeaba, ni tampoco se había drogado. Se puso junto a Saúl y lo hizo incorporarse, atrayéndolo hacia si para hablarle con sus cuerpos pegados.

—Sabes perfectamente que nuestros cuerpos se acoplan a la perfección como dos piezas de un puzle. Sabes que cuando te follo soy capaz de elevarte al paraíso. Esto no tiene que terminar aquí porque hayas acabado tu relación con Ricky. Quédate conmigo y sé mi esclavo. Mi único esclavo, sin otros imbéciles que distraigan mi atención de ti. Vivirás en la mansión junto a mí. Y si todo va bien, podemos llegase formalizar nuestra relación y te incluiría en mi testamento vital —uno que se hace en vida del interesado. Vamos, que Lio estaba intentando hasta comprar la fidelidad de Saúl para que éste no se marchara. Lo miró a los ojos y lo cogió de las muñecas— Quédate conmigo, Saúl.

Pero el joven rubio no estaba interesado. Su corazón indudablemente le pertenecía ya a Ricky, así como su lealtad, lo quisiera Saúl o no. Por muy bien que conectara su cuerpo con el de Lionardo, no pensaba quedarse, a pesar de aquella oferta casi millonaria -en cuanto tomara el lugar de su padre el Don sería millonario- más que generosa.

—De verdad que lo siento, Lio. Pero no pienso quedarme —si no puedo estar con Ricky, no quiero estar con nadie.

Saúl apartó sus brazos para soltarse de Lionardo. Solo quería vestirse y largarse de ahí cuanto antes. Pero el italiano no estaba dispuesto a dejarle marchar tan fácil. Si ese cabezota de Saúl no quería entrar en razón y quedarse con él por las buenas… Lio le obligaría por las malas.

En el momento en que el joven rubio de facciones hermosas se giró y se puso de rodillas para volver a buscar en su maleta lo que le quedaba de ropa, Lio le saltó encima cual feroz depredador salvaje de caza en plena selva.

La cara de Saúl dio de bruces contra el colchón sobre el que dormían en el piso los esclavos todos juntos ahí abajo en el frío sótano.

—¡¡AH!! ¡¡PERO QUE MIERDA HACES IMBÉCIL!!

Saúl ya no era un esclavo, ya no tenía por qué obedecer a nadie y menos a ese cabrón desalmado sádico y prepotente que era el hijo del dueño de la mansión en la que estaban. Lionardo se le había tumbado encima de su espalda. Saúl estaba totalmente desnudo de cintura para abajo. Lio solo cubría su cuerpo de Semental con una bata abierta que todo lo dejaba a la vista.

Dada su superioridad en fuerza, su dieta mucho más equilibrada, y que no se pasaba el día recibiendo duros castigos, como los esclavos, Lio pronto pudo reducir a lo bruto a Saúl, sujetándole ambas muñecas por encima de su cabeza.

—¡¡Serás mío lo quieras o no… puta del demonio!!

El jovencito rubio venga a removerse, pero no podía quitarse a Lionardo de encima. Notaba como este se escupió en la mano, se humedeció la dura y gruesa polla y pronto tuvo su palpitante glande pegado a su orto.

—¡No… no lo hagas Lio. No quiero esto…! ¡¡No quiero que me folles más!! ¡YA NO TIENES DERECHO!

Eso era una pura violación.

Dentro del juego de rol de Amos y esclavos que se traían hasta pocos minutos antes todos los presentes en esa casa, a Saul podía gustarle más o menos el chico -u hombre- al que Ricky le ordenara complacer sexualmente, o dejarse martirizar por su egoísta excitación sádica. Pero ya no estaban dentro de esos roles. Saúl tenía derecho a negarse a dejarse follar por Lionardo. Pero éste igualmente decidió hacerlo, cosa que convertía aquel encuentro en una pura violación de Lio a Saúl.

Teniendo en cuenta que las paredes, los suelos y el techo habían sido insonorizados, que no había vecinos en kilómetros a la redonda, y que nadie esperaba que Saúl estuviera ya de vuelta nunca… Pues lo tenía realmente crudo para que alguien viniera a rescatarle.

Joder… es que no importaba si había follado antes con Lio, o si le mamó la polla cuántas veces… ¡¡Ahora había decidido que NO QUERIA!! ¡¡Y eso Lionardo se lo pasó por el forro de los santos cojones!! ¿¿Y luego de eso qué?? ¿¿Lo secuestraría?? ¿¿Lo mantendría incomunicado en contra de su voluntad en esa mansión?? ¡¡Que no le salía de los putos huevos!!

Con el mayor sadismo del mundo, Lio empujó con saña, con brutalidad, con esa gran polla dura como una piedra que había humedecido lo justo para poder metérsela a Saúl. Lo justo. Quería que le doliera, como castigo por haberle rechazado. Por haber escogido a Ricky antes que a él, incluso pagándole. Saúl gritaba, se removía furioso y daba cabezazos, mordía, insultaba apretando su esfínter para no dejarse penetrar por ese malnacido de ascendencia italiana. Lionardo encastó su glande en el orto cerrado de Saúl. Pero por mucho que empujaba, no había cojones de que consiguiera penetrarlo con nada más que eso.

—¡¡NOOOO!! ¡¡DÉJAME LIONARDOOOOO!! ¡¡AAAAAAHH!! —gritaba el rubio.

—¡¡MIO!! ¡¡Vas a ser mío!! ¡¡DEJA DE RESISTIRTE, PUTA!! —le respondió Lionardo.

El italiano le soltó un cabezazo tremendo a Saúl, tan certero que el pobre chico rubio perdió momentáneamente la consciencia. Todo su cuerpo se relajó mientras se le nublaba la vista y le quedaba todo oscuro. Al notar como su polla dejaba de sentir resistencia al avance, Lionardo aprovechó esos segundos en que Saúl perdió el conocimiento para embestir contra él con toda su maldita mala hostia, enterrándole su pollón hasta los santos cojones de un solo movimiento.

—¡¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaahhh Que bieeeeeeeeeeeeeeeeen!!v —gimió Lio, lleno de gusto por empalar a Saúl.

En ese preciso instante el rubio que estaba siendo duramente violado recuperó la consciencia y gritó por el tremendo dolor que le causó la bestial penetración anal de aquel imbécil.

—¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHH!! ¡¡BASTA LIOOOO NO SIGAAAAAAS!!

Pero Lionardo ignoró las quejas de Saúl. Como si oyera llover. Le mordió entre el hombro y el cuello, causándole sangre y comenzó a sodomizarlo con una brutalidad inaudita. Jamás antes Saúl se había sentido así con Lio. Jamás lo folló tan salvaje. Ni cuando más cabreado estaba con él. Jamás. La forma que lo penetraba brusca áspera sin un más mínimo de preparación y Saul sin poder hacer nada por no ser follado, era todo demasiado intenso.

Pero el rubio no era alguien que se fuera a rendir tan fácil, así que no dejaba de buscar pelea contra su sádico violador, y Lionardo a modo de respuesta le golpeaba muy fuerte y con saña, le mordía y daba codazos o con las piernas golpes muy certeros.

—Aaaah… sii… te quedarás conmigo para siempre, puta endemoniada… Aaaaahhh… te convertiré en mi saco de semen. En un objeto al que maltratar a mi gusto —como Saúl rechazó a Lio, éste retiró su propuesta de tenerlo como esclavo en exclusiva, colmarlo de regalos y dinero y casi hacerlo un igual. Casi. Ahora las cosas serían muchísimo peores para Saúl. Por cabezota. Por dañar su ego italiano rechazando aquella proposición más que aceptable por su parte.

—¡¡JAMÁAAAAAAS!! ¡ANTES MUERTO! ¡AAAaaAAAaaAAAHH!

Era tan poca la lubricación usada, y fue tan brusco en sus arremetidas, que pronto comenzó a manar un buen reguero de sangre del ano de Saúl, que tiñó la polla de su violador de carmesí. Lionardo penetraba a Saúl con saña, de manera animal, salvaje, despótica.

—Bastaaaaa…. ¡¡BASTA YAAAA!! —sollozaba el joven rubio violado.

Pero nada de lo que hacía o decía enternecía el sádico corazón de su brutal abusador. El colchón bajo ellos estaba manchándose de sangre de ambos, pero mucho más era la sangre de Saúl. La maleta abierta quedó caída de lado y su contenido esparcido por el piso, incluidos sus pantalones de camuflaje. Tan brutal empotraba Lionardo a Saúl que terminó moviendo de su sitio todos los colchones del suelo, esparciéndolos por aquí y por allá.

Por su lado, el de pelo oscuro sodomizaba furioso a Saúl. Las embestidas que le daba se transformaban en salvajes penetraciones de su polla hacia su culo dolorido y lastimado. Lo empujaba tan firme con su cadera que parecía que quería hacerle atravesar el puto suelo. El joven rubio notaba su esfínter arder. Le dolía en cantidad cada penetración, como si la polla de Lionardo estuviera hecha de ardiente y lacerante magma volcánico, y no de dura carne italiana. Su cuerpo quedaba aplastado contra el fino colchón, medio ahí, medio sobre el suelo. La cadera de Lio rebotaba a una velocidad brutal sobre el culo de Saúl, golpeándolo a cada empalada con una fuerza bruta.

—¡¡AAAAaaaaaaAAAaAAaaAAAAAAHH QUE CACHONDO ME PONES PUTAAAAAAA!! —exclamó Lio, llegando al clímax y comenzando a inundar el ano salvajemente violado de Saúl de una interminable corrida.

—CABROOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOON TE ODIOOOOOOOO —fue la respuesta de Saúl, arañando el suelo y el colchón, mientras aquel puto malnacido se le corría dentro. ¡¡QUE PUTAS GANAS TENÍA DE MATARLO EN SERIO!!

La cosa habría seguido de manera distinta si no hubiese pasado lo que sucedió a continuación.

De golpe y porrazo se escucharon unos ruidos en el piso de arriba.

—¿Disparos…? —se preguntó a sí mismo Lionardo, pues a eso le había sonado. ¿Y esas voces altas? ¿¿Qué estaba pasando en la mansión??

Lionardo se apartó de Saúl y cogió su teléfono móvil, conectándolo a las cámaras de seguridad de la mansión. Ante los ojos del enfurecido Saúl y el sonriente Lionardo, vieron lo que sin duda era…

—¡La policía! ¡No puede ser!

Cuando Lionardo apartó su polla del culo de Saúl, comenzó a rezumar de éste una grandiosa cantidad de semen italiano mezclado con bastante sangre rubí de Saúl. El rubio cogió una sábana y se limpió su ano ardiente y dolorido, vistiéndose a la velocidad del rayo con el pantalón de camuflaje.

A Saúl poco le importaba la feroz discusión con Ricky que tuvo, y la violación de la que acababa de ser víctima, o los tremendos pinchazos que sentía en todo su orto y piernas y nalgas… Solo le importaba ayudar a Ricky y que a este no se lo llevara preso la policía. Por mucho que se hubiera cabreado con él y lo mandó a la mierda… Saúl siempre guardó en su corazón la posibilidad de poder volver a ser el esclavo de Ricky en un futuro. Pero eso no sucedería si encarcelaban al perro callejero. Y bueno… aunque no lo reconocería ni muerto… algo preocupado también estaba por el imbécil de Luis, su hermano mayor.

Lionardo en cambio no pensaba en nadie más que en sí mismo. Ni si quiera que su padre, o hermano mayor hormonado estuvieran en el piso de arriba, le hizo plantearse ni por un momento el quedarse a ayudarlos y plantar cara por ellos. Que va. El italiano egoísta le dijo a Saúl, a quien acababa de violar salvajemente:

—La mansión tiene varios pasadizos y puertas secretas. En el sótano donde estamos también, evidentemente. Yo sé dónde están todos y tengo acceso a ello.

Saúl alucinaba con Lio. ALUCINABA con ese imbécil. Se le había caído a los pies. Lionardo intentó una última vez que ese idiota que le tenía robada el alma se viniera con él:

—Vente conmigo. Huyamos juntos. No Soy rico como mi padre, pero tengo el suficiente dinero como para poder mantenernos a los dos. Lejos de toda esta mierda.

—¿Estás mal de la cabeza o que cojones te pasa? ¡Hay tiros ahí arriba! ¡¡Tu familia o la mía podrían estar muriendo!! ¡Ricky podría estar en peligro! ¡No me pienso marchar de aquí! —rugió Saúl, cabreado por el comportamiento egoístas de Lio.

—Tsk… ¡Por mi mejor si mi padre y mi hermano mueren! Así heredaré antes el imperio que creó mi progenitor, el Don. Además, ese imbécil me tiene harto tratándome como a su puta particular… ¡¡Se merece que le peguen un buen tiro en la cabeza por tanto obligarme a dejarme follar por él!! —Lionardo abusar de quien fuera, eso era correcto. Pero dejar a su padre que le metiera la polla… eso no lo soportaba.

—Olvídame Lio. No quiero saber nada más de ti. Lárgate lejos. Yo me quedo. Aunque me vaya la vida —dijo el rubio muy serio.

—Mira que eres idiota, Saúl —fue lo último que dijo Lionardo antes de salir por un pasillo que apareció tras una puerta oculta que pudo abrir con su huella dactilar en el lugar adecuado. Tanta prisa tenía por largarse de ahí, que ni se vistió. Con bata y desnudo huía Lio.

Saúl quedó solo ante el peligro. Pero no era alguien cobarde.

El chico rubio intentaba recordar si había visto armas de fuego por la casa. No iba a presentar pelea sin ir armado. Pero no le sonaba. Lo que si había repartido por toda la maldita mansión era un arsenal de objetos BDSM. Quizás podría utilizar algo de eso para ayudarse a pelear contra la asquerosa policía, ya que por lo visto tenía que hacerlo solo y sin la ayuda del cobarde de Lionardo. Pero no iba a ser fácil. Primero tenía que conseguir salir de ahí. Ver cuántos eran. Donde estaban. Si localizaba a los habitantes de la casa. Respiró hondo. No podía estresarse antes de comenzar, o la cagaría y eso podía representar la muerte de Ricky, de Luis, Don Romannetti, Thian, Phuo, o Miele.

Recordó el día que el imbécil de Lionardo lo sodomizó, torrándolo mientras cabalgaba. Recordaba la caballeriza. Látigos de cuero. Fustas. Era un buen primer lugar donde intentar conseguir un arma cualquiera.

Entrada destacada

Maite. Secuestrada en Egipto. Cap 01.

Serie larga, donde se relatan las peripecias de la pobre Maite, joven casada a la que secuestran en su viaje de casados. A lo largo de los ...