lunes

El Rey de los Cerdos 02

Cómo el chico más nerd, gordo y desagradable consiguió hacerse con un harén en su propia casa. Sexo con Valeria, su hermana mayor. Embarazo. Incesto. Control Mental.

Pasaron unas semanas desde aquel primer incidente con su experimento científico, que terminó con Ovidio corriéndose en la boca de su desagradable hermana mayor Valeria, mientras ésta disfrutaba de un potente orgasmo gracias a su propio consolador.

Los días siguientes el obeso nerd de gafas de culo de botella pasó más miedo que nunca en su vida. Temía que Valeria recuperara la memoria de lo que pasó, y buscara vengarse. Pero no sucedió nada. La vida proseguía como siempre. A excepción de cada noche, a la una en punto, que el gordo conectaba su portátil a la webcam del pc de Valeria, y como le ordenó hacer, la espiaba mientras ella se masturbaba el coño y el culo con sus consoladores nuevos, murmurando el nombre de “Ovidio” su asqueroso hermano menor. Así que de verdad funcionaba. Incluso dar órdenes a largo tiempo. Ella las cumplía y luego seguía con su vida como si nada, sin sospechar que su hermano nerd la tenía manipulada mentalmente.

En esas semanas Ovidio aprendió mucho sobre programación mental, neurolingüística, y ondas cerebrales. A través de acierto y error calibró el radio de acción de su maquina de control mental, que inventó por accidente, y casi incendia la casa en el intento. Quería trabajar en un modelo más portátil, para no verse obligado a permanecer en la casa, y también quería afinar la intensidad del efecto, para conseguir ajustarlo a su gusto. Es decir, lograr que el cuerpo acatara la orden que él le diera, pero que la mente de su víctima fuese consciente de todo, y no pudiera evitarlo. Eso sería la puta hostia. Pero por el momento debía conformarse con lo que tenía, y ahora que estaba mucho más seguro de la manera de actuar, que no eran efectos pasajeros y que cualquiera dentro de aquel radio de su hogar afectado por las ondas, obedecería sin rechistar a cualquier orden que el seboso le diera.

Se había pasado día y noche sin descansar a penas a dormir, o comer. Masturbarse sí, cada noche a la hora en que la rubia explosiva de su hermana comenzaba a meterse los consoladores por su coño y por su culo, murmurando su nombre entre gemidos, Ovidio conseguía los mejores orgasmos de su puta vida. Había llegado el momento de dar un paso más allá con su hermana mayor y follársela a gusto por su rico coño de puta. Sus padres y hermana pequeña iban a estar fuera unas horas, así que tenían la casa para ellos dos.

Sin más demora, el obeso nerd con sus gafas de culo de botella, vestido solo con una bata tan sucia como él mismo y zapatillas de estar por casa, se dirigió al piso de abajo, donde su hermana Valeria estaba viendo la televisión, ignorándolo por completo. Ovidio alzó la mano y le mostró un traje de criada.

—Vamos a hacer cosas de hermanos, puta. Ponte esto. Sin ropa interior.

—Si, mi Señor.

Ovidio se quedó en pie mirando como la preciosa rubia que compartía genes con él se levantaba del sofá y comenzaba a quitarse la ropa como si fuera lo más normal del puto mundo. Una vez desnuda, el cerdo seboso con papada se aguantó las ganas de lanzarse encima de ella. Tenía pensado algo buenísimo. Podía disfrutar del espectáculo. Valeria terminó de desnudarse y se puso una faldita negra con volantes blancos corta por donde acababan sus nalgas, y que dejaba su ombliguito a la vista. El conjunto no tenía parte de arriba, simplemente el delantal de fina tela blanca que cubría a penas sus generosas tetas, y la cofia con lacitos a juego con el conjunto. Se puso sus zapatos de tacón negros.

—Joder que buena estás zorra. Ve a prepararme la cena.

Su hermana mayor se dirigió a la cocina, que estaba justo ahí mismo, sin divisiones con el comedor. Ovidio la iba observando mientras picaba verduras, sacaba la carne de la nevera y ponía a calentar una sartén. Más pronto que tarde, el obeso nerd de gafas de culo de botella se le acercó por detrás a Valeria y la abrazó, manoseándole por encima de la tela ese cuerpo tremendo que Dios le había dado a esa maldita rubia de infarto de mirada celeste. Ella hacía como que no le importaba nada de eso, ni las manos de su hermano menor en sus tetas, ni el roce continuo del enorme pollón del asqueroso de Ovidio en su culo, ni cuando comenzó a lamerle el cuello, dejándole un buen chupetón ahí. Que todo el mundo supiera que aquella guarra le pertenecía a él joder.

El chico con descuidado y grasiento pelo pajizo vio un par de las zanahorias que Valeria no había usado para cocinar aun, cada una del tamaño de su dedo grueso, y las cogió de encima de la encimera, arrodillándose entre sus piernas. Levantó la parte de debajo de la faldita del vestido de sirvienta y lo enganchó a la cinturilla de la parte de arriba de la falda, dejando el trasero de su hermana mayor totalmente a la vista ya su completa disposición.

—Menudo culo tienes, perra.

Ovidio separó los cachetes y miró el orificio del que la vez anterior su hermana dijo que le dolía demasiado como para dejarse follar por él. Palpitaba intenso, igual que palpitaba duro su coño de guarra. Normal, después de casi un mes de haberla condicionado a masturbarse día sí día también con un consolador en cada orificio, y obligarla a pensar en él mientras lo hacía, cada vez que se excitara en su día a día, o al momento de correrse. El cuerpo y la mente de Valeria comenzaba a estar condicionados a sentir excitación cuando tenía a Ovidio cerca, y más si era cerca de sus zonas más erógenas.

El gordo seboso se inclinó y comenzó a lamerle el orto a la estúpida de su hermana mayor. Ella jadeaba suave, sin dejar de cocinar para él, mientras su hermano menor hacía lo que se le antojaba con su cuerpo de ninfa. Por ahora no iba a violarla por el culo. Quería esperar un poco más, a ver si conseguía hacer funcionar el aparato de control mental de tal forma que su víctima fuera consciente de lo que estaba sucediendo, pero le resultara imposible desobedecerle en nada. Esa noche el asqueroso de Ovidio lo que quería era reventarle el coño a pollazos a su preciosa hermanita. Y con suerte, preñarla, ya que hacía un mes que ella había dejado de tomar las pastillas anticonceptivas por orden suya.

Tras un ratito deleitándose con el culo de Valeria, Ovidio juntó el extremo fino de ambas zanahorias y comenzó a penetrarle el ano.

—Te encanta que te follen por el culo, aunque te duela. Tanto como te gusta que te metan una buena polla de hombre por tu coño de puta. Cada vez que sientes dolor, tu coño palpita de placer.

Él no desaprovechaba ni una sola ocasión para condicionarla a su gusto y preferencias. Y así comenzó a suceder. En cuanto Ovidio comenzó a follarle el culo a Valeria con ambos vegetales al mismo tiempo, a buena velocidad, con su textura tan rugosa, y siendo ambos juntos de tamaño considerable para una virgen anal, que solo practicaba con dilatadores de menor tamaño, ella comenzó a sentir dolor en su orto, pero en vez de llorar o quejarse, su coño comenzó a palpitar, a inflamarse por el placer y a soltar una buena cantidad de jugos de zorra.

—Hmmm muy bien puta.

El asqueroso metió su lengua dentro del coño de su hermana mayor y saboreaba sus jugos de hembra mientras le sodomizaba el culo con esas dos zanahorias. Sorpresivamente, ella comenzó a gemir cada vez más alto, y sus piernas le temblaban al momento de llegar al deleitante orgasmo gracias a las acciones del cerdo salido del nerd de su hermano menor.

Tras limpiarle el coño de tantos jugos como fue capaz, Ovidio dejó las zanahorias incrustadas en lo más hondo del culo de Valeria, sobresaliendo por fuera solo las hojitas verdes.

— A partir de ahora, avísame cuando tengas ganas de correrte. Yo decidiré si quiero dejarte hacerlo o no. Sigue cocinando. No tardes que tengo hambre. ¡Y que no se te caigan las zanahorias de dentro del culo o me enfadaré!

—Si… mi Señor —respondió la espectacular rubia, con voz entrecortada por el placer.

Poco después, la eficiente Valeria ya había montado la mesa para un comensal, que la esperaba impaciente sentado en la silla presidencial de la esquina, de la que le sobresalían las carnes obesas por todos lados. La bata estaba desabrochada y su polla durísima emergía entre sus piernas mirando al cielo de manera amenazante. Como siempre, Ovidio hacía mucho que no se duchaba, y el penetrante olor de su sexo era asqueroso. Además de poseer un rabo que a más de una le daría temor por lo larguísimo y grueso que era. Pero su hermana mayor, en pleno control mental, no sentía asco de él, ni tampoco miedo. Su coño seguía soltando jugos de mujer, deseosa de ser follada por su Dueño y Señor.

La muchacha rubia dejó el plato y la bebida sobre la mesa, y esperó a la siguiente orden de su hermano menor.

—Vas a darme tú de comer —le dijo a la preciosa rubia de ojos azules— Pero lo harás sentada sobre mi regazo. Vamos, ven aquí y metete tú solita mi polla dentro de tu coño de puta.

—Si, mi Dueño.

Valeria se acercó al lado del obeso asqueroso que tenía por hermano menor y se situó sobre su regazo, de costado a la mesa y al seboso de su Dueño, para alcanzar la comida y la boca de su Señor. La maldita polla de aquel pervertido violador era tan enorme y larga, que su hinchadote glande ya le rozaba los labios vaginales, incluso estando ella de pie todavía. La preciosa hembra rubia fue haciendo presión hacia abajo, intentando meterse todo el tronco posible del pollón de su hermano menor, pero es que era difícil por su tamaño descomunal, al que no estaba nada acostumbrada. Sus consoladores eran mucho más pequeños. Y aquello se sentía como estar siendo empalada por una gordota y larguísima estaca de dura piedra sin fin.

—¡AaaAaaaaaAAaaaaaahhhh…! —gemía ella mientras se atravesaba sola el coño con la dura verga de su hermano.

—Casi lo tienes, puta —dijo Ovidio.

Pero al ver que los últimos centímetros de rabo no era capaz de metérselos dentro de su coño de guarra, el cerdo terminó abrazándola estrecho y embistiendo con su pollón de acero todo lo potente que fue capaz, con todas sus malditas ganas, consiguiendo ahora ya sí que su rabo gigantesco desapareciera enterrado hasta las putas pelotas en el interior del goloso coño de la puta de su hermana.

Tras soltar un buen grito, la pobre Valeria temblaba y sudaba y sentía un delirante dolor en su coño, acompañado de más dolor y molestia por las dos zanahorias que todavía permanecían incrustadas bien hondo en su culo de zorra.

—Bien, guarra. Ahora mueve tu coño suave en círculos, sin sacarte mi polla de dentro ni medio milímetro. Y dame de comer.

Así lo estuvo haciendo Valeria, manteniéndose totalmente empalada en aquella polla imposible de lo grande que era. Su coño estaba tensado al máximo posible y mandándole oleadas de muy intenso dolor y más intenso placer. Estirado al límite, soportando en su interior un rabo duro y grandioso. Y acercándole a Ovidio pedacitos de la comida que le había preparado con un tenedor. Pero por mucho que adorara la comida, el nerd seboso y grasiento era virgen y ardía en deseos de follarse de una puta vez a la estúpida insoportable de su hermana y derramarle dentro su corrida de macho. Así que le ordenó.

—Deja ya la comida. Levanta la pierna y date la vuelta sin sacarte mi polla de dentro. Te quiero cara a cara conmigo mientras destrozo ese coño de zorra que tienes.

—Si, mi Dueño y Señor.

La rubia impresionante alzó su pierna y la pasó costosamente entre su cuerpo de ninfa y el obeso torso del gordo de su hermano menor nerd, hasta quedar cara a cara con él y sin haber sacado lo más mínimo su duro pollón de acero del interior de su apretadito coño de guarra.

—Bésame puta. Y comienza a moverte. Cabálgame.

Valeria apoyó sus manos sobre los hombros carnosos del seboso de su hermano menor y acercó sus labios de fresa a la bosa asquerosa del nerd, para comenzar a morrearle con todas sus ganas, mientras comenzaba a subir y bajar su precioso cuerpecito envuelto en traje de sirvienta, empalándose ella sola aquella durísima y enorme verga que sentía que la iba a partir en dos.

—¡Dime que amas sentir la dura polla de tu Dueño y Señor destrozándote ese coño de puta que tienes!

—¡AaaAaaaah… amooo… ssentir… Hhhmmm… laa duura pollaaa de… dde… mi Señooor… AaaAaaaahh… destro… zándo… mmiii… Aaaahhh… miii coño de putaaaa!

Ovidio le quitó el delantal, dejándole solo ya su faldita corta de vuelos de sirvienta puesta a Valeria, la cofia con lacitos y sus zapatos de tacón. Las preciosas tetazas de su hermana quedaron al descubierto, bamboleándose al ritmo que ella se lo estaba montando. El obeso nerd juntó ambas tetas y amorró su cara en medio de éstas, disfrutando de su suave textura. Las chupeteó y las mordisqueó a gusto. Las estrujó con sumo deseo, mientras perdía su virginidad gracias al coño rico de su hermana mayor, que se lo follaba con el mayor placer del puto mundo. Menuda guarra se había agenciado como esclava sexual. Y mucho más guarra y masoquista que se volvería gracias al control mental que ejercía el obeso apestoso de Ovidio sobre ella.

—¡Fóllate mi polla más duro, zorra de mierda! ¡Más rápido! —exigió el violador a su hermana.

Valeria comenzó a cabalgarle aun más rápido y profundo, y los gemidos de ambos se elevaron todavía más a medida que el abuso a aquel coño prieto delicioso se hacía más violenta. El nerd obeso pasó sus manos atrás del cuerpo de la preciosa ninfa rubia que lo estaba montando y palpó las dos zanahorias que antes le incrustó en su culo mientras le cocinaba. Con una mano apartó una nalga, clavándole las uñas, y con la otra agarró el extremo grueso de los vegetales que comenzaba a asomarse ya por el orto de su hermana mayor y comenzó a abusarle el culo con ellos, sodomizándola sin compasión, mientras ella dedicaba todas sus fuerzas y energías a empalarse una y otra vez sin descanso su enorme pollón duro como una maldita piedra.

Valeria morreaba al asqueroso de Ovidio cada vez que él se lo ordenaba, fue ajustando el ritmo y la intensidad de la follada que le pegaba a su polla de nerd obeso al que él le marcaba como de su preferencia, mientras soltaba gemidos intensos por el pollón enorme que estaba atravesándole el coño y las dos zanahorias con las que su hermano menor le estaba destrozando al mismo tiempo el culo.

—¡Aaaaaahhh Aaaaaaahhhhh Necesitooo corrermeee mi Señooooor!

—Podrás hacerlo en cuanto sientas mi leche derramándose en tu útero y preñándote, guarra. Siéntete honrada y feliz porque alguien como yo haya decidido utilizarte como recipiente para gestar su descendencia.

—¡Ssii… AaaaAaaaahhh… me siento muy feliz de dejarme preñar por mi Dueño!

Y así, al poco rato Ovidio terminó eyaculando efusivamente en el interior del coño de Valeria, y su hermana mayor, al notar el ardiente torrente de espeso esperma apestoso inundándole el coño adolorido, de pronto sintió un extasiante orgasmo atravesándola de arriba abajo, su coño comenzó a estremecerse, así como su culo, palpitando intensos y atrapando en el interior de cada orificio con furia el duro rabo de su hermano, y los vegetales.

La pobre muchacha quedó medio desmayada por la abusiva experiencia que acababa de vivir.

—A partir de hoy ya no te masturbarás más en tu cuarto. Vendrás con los consoladores a masturbarte a mi habitación completamente desnuda. Y me chuparás la polla cada noche mientras te follas el coño y el culo tu misma. Cada noche. ¿Comprendido, puta?

—Si, mi Señor.

Seguramente más de una noche Ovidio terminaría volviéndose a violar el rico coño de su hermana mayor en una de esas visitas nocturnas para que se masturbara ante sus ojos y le chupara la polla. Imposible resistir la tentación. Además, tenía que asegurarse de dejarla preñada cuanto antes. Y para conseguir eso nada mejor que corrérsele dentro cuantas más veces mejor.

El nerd miró la hora. Todavía tenían bastante rato antes de que volviera la familia.

—Arrodíllate entre mis piernas y lámeme la polla, cerda.

—Si, mi Dueño y Señor.

Cuando Valeria se incorporó con las piernas temblorosas, y se sacó el pollón enorme y blando de su hermano menor nerd de dentro del coño, comenzó a rezumarle una cantidad generosa de lechada de cerdo seboso de su vagina violentada, que hizo un charco entre sus piernecitas de ninfa mientras ella se arrodillaba y se dedicaba laboriosamente a lamerle la polla a Ovidio, limpiándosela de corrida y poco a poco volviendo a ponérsela dura. Luego le ordenaría a la puta de su hermana que limpiara todo aquello con la lengua… ahora aun tenía que follársela una o dos veces más.

—No te olvides de mis cojones. Y baja a mi perineo también, puta.

Valeria no podía responderle con la boca ocupada. Iba acatando los mandatos del seboso de su hermano nerd a medida que los iba oyendo. Dejó de limpiarle el tronco y bajó a lamerle todo el escroto, sin dejarse ni un rinconcito sin lamer. Luego enterró su cara bajo los cojones cargados de leche de Ovidio y estiró mucho la lengua para darle placer a su hermano seboso entre su orto y sus huevos, en esa zona tan rica de sentir que era lamida.

En ese preciso instante se abrió la puerta de la calle y entraron la madre, el padre y la hermana pequeña de Ovidio y Valeria.

sábado

El Rey de los Cerdos 01

Cómo el chico más nerd, gordo y desagradable consiguió hacerse con un harén en su propia casa. Corriéndose en la boca de Valeria, su estúpida hermana mayor.

Ovidio no había tenido una vida nada fácil. Ya solo por su físico, tan obeso que hasta tenía papada, su piel grasienta, gafas de culo de botella, un pelo color paja y aceitoso pegado a su cabeza, siempre sudoroso y maloliente porque poco se bañaba, por todo ello el chico era el centro de bullying de todos siempre. Lo llamaban el cerdo seboso, en su propia cara y en su propia casa incluso. A lo largo de su existencia había recibido incontables palizas, y un sinnúmero de humillaciones variadas. Y en su propia casa tampoco es que la cosa mejorara demasiado. Sus dos hermanas, una mayor y una pequeña que él, una lo acosaba y le dejaba claro que lo encontraba insoportable y aberrante, y la otra hacía casi como que no existía. Lo mismo que sus padres, que incluso preferían salir a hacer cosas en familia, como comer en un restaurante, o ir al parque de atracciones, sin su molesta presencia. Ovidio era un deshecho humano para el universo.

Pero todo aquello estaba a punto de cambiar de manera muy radical. Y todo gracias a un experimento fallido, que resultó en el mejor fallo de su miserable existencia, y que lo transformaría de cerdo seboso al puto Rey Cerdo de su hogar.

Era un martes por la tarde. En la casa solo estaban Ovidio y su odiada hermana mayor Valeria, que de verdad que ni parecían de la misma especie. La muchacha era preciosa. Si esto fuera una típica película americana, ella sería sin duda la líder de las animadoras. Poseía una reluciente melena rubia lisa y larga hasta media espalda. Ojos azules intensos. Unos jugosos labios de fresa. Sus pechos eran dos bamboleantes globos de tamaño más que generoso. Prieta cintura. Cadera sobresaliente. Culo de infarto. Piernas finas interminables. Adorable y follable allá por donde la miraras.

Su madre estaba haciendo compras. Su padre trabajando. Y la menor de las hermanas en una actividad extraescolar. Valeria se había pasado la tarde en su habitación, distraída con sus cosas. Ahora la escuchaba hablar por teléfono con alguna de sus amigas, o seguro que con Izan, su mejor amigo gay que vivía en la casa de al lado. Ovidio permanecía como siempre en su cuarto, su santuario. El lugar del mundo en el que más seguro se sentía. Su ordenador portátil estaba en una esquina de la mesa de estudio, y encima de ésta había colocado su trabajo de ciencias, que tenía que ver con neurofeedback, ondas cerebrales, y ese tipo de cosas. Aunque por el momento no estaba consiguiendo que funcionara correctamente. La mesa estaba hasta arriba de placas metálicas, chips, sus herramientas, cables y más cables… una caja con la batería y los emisores de ondas.

Ovidio quiso revisar la parte que pensaba que había colocado mal, y en el instante en que el metal del destornillador tocó un cable pelado, se escuchó una pequeña explosión dentro del artilugio, salieron todo de chispas volando y una buena humareda, que hizo saltar la alarma contra incendios de su cuarto. El pitido agudo del cacharrito blanco en el techo se escuchaba por toda la casa y era bastante insoportable. Pero no hizo nada por remediarlo, más preocupado por los posibles daños a su invento, que solucionar el asunto de la alarma ensordecedora.

De pronto su hermana mayor Valeria irrumpió en su habitación, muy cabreada y con las manos en sus orejas para intentar amortiguar el potente sonido de la alarma.

—¿Es que además de gordo estás sordo, maldito cerdo seboso? —le preguntó la borde de su hermana.

—Mira, no tengo ganas de hablar contigo.

Tan insoportable resultaba Valeria para Ovidio, como a la inversa. La rubia despampanante apartó de un empujón al seboso de su hermano menor y cogió la silla para poder subirse a ella y alcanzar la alarma en el techo.

Valeria no habría entrado ahí si no fuera por ser una emergencia. El resto de la casa y habitaciones de la casa eran puro orden y limpieza. Olían bien. Estaban organizadas. Pero aquel lugar resultaba desagradable a la vista y al olfato. Había montañas y montañas de ropa tiradas por todas partes, junto a restos de comida, envases vacíos, libros, libretas y un interminable etcétera. Aquello no era una habitación, era un maldito vertedero.

Cuando consiguió que la molesta alarma dejara de sonar, la preciosa muchacha de mirada celeste bajó de la silla y se dirigió al asqueroso de su hermano.

—Que sepas que pienso decírselo a papá en cuanto vuelva a casa ¡Te vas a ganar un buen castigo!

—Ufff… haz lo que quieras —respondió el gordo seboso sin alzar la mirada de su aparato humeante, sintiéndose cada minuto que Valeria pasaba allí más incómodo y cabreado con ella.

Pero la pesada de su hermana parecía tener un día especialmente toca cojones, y no se marchó de su cuarto. En vez de eso movía con la punta del zapato el montón de porquería y caos de cosas que hacían montañas en el suelo de su cuarto.

—Dios que asco. Aquí debe haber ratas… y no quiero ni imaginar qué otros bichos. Joder, mira que eres cerdo y asqueroso. Ya podrías limpiar de vez en cuando toda esta mierda. ¡Y dúchate! ¡Que tu mal olor ya atraviesa las paredes y me llega al otro lado del maldito pasillo!

Ovidio, harto de las malas palabras de la estúpida de su hermana mayor, se la quedó mirando con odio infinito y la mandó a la puta mierda.

—Valeria ¡Que me dejes en paz! ¿¿¡Por qué mejor no vas a masturbarte un rato a ver si se te quita la mala hostia y me dejas tranquilo de una puta vez!?? —le dijo, como podía haberle dicho cualquier otra cosa.

Pero fue eso lo que le ordenó hacer. Y joder… Valeria acató la orden sin dudarlo.

De manera totalmente sumisa, la muchacha de larga melena rubia se desabrochó los botones, metió la mano dentro de su pantalón tejano y comenzó a masturbarse.

Ovidio quedó totalmente perplejo. Sus ojos tras aquellas gafotas de culo de botella estaban abiertos de par en par. Es que no era capaz de comprender qué cojones pasaba. Pero era bien real, porque la estúpida de Valeria no le obedecería jamás de los jamases. Y antes moriría que dejarle ver cómo se masturbaba ¿Acaso todo aquello tenía que ver con la explosión de su invento? A ver, teóricamente sí que había estudios sobre la manipulación mental relacionados con aquel campo en concreto en el que experimentaba, pero nada concluyente ni probado. Todo eran meras hipótesis.

Pero su preciosa hermana mayor ahí estaba de pie en su cuarto y masturbándose para él. Ovidio no iba a dejar pasar la oportunidad de comprobar por sí mismo hasta qué limite podía llevar a Valeria, ahora su primer sujeto experimental en el control mental. Si la cosa se ponía fea, bueno… él no estaba obligando a su hermana mayor a nada realmente. Solo de palabra. Era la propia rubia la que se movía por aparente voluntad propia.

—Así no estás nada cómoda, Valeria. Mejor túmbate sobre mi cama. Pero antes quítate los pantalones y las bragas.

—Si, Olvido.

El corazón del cerdo seboso comenzó a latirle fuerte en el pecho cuando la preciosa rubia se acercó a su cama, se bajó las prendas de ropa dejándolas sobre el suelo y se tumbó sobre ella boca arriba, volviendo a meterse la mano sobre su coño para continuar masturbándose.

—Increíble —murmuró el gordo, con su polla de virgen durísima como una puta piedra de la excitación que estaba sintiendo al ver a la zorra de su hermana Valeria en esa actitud tan sumisa y obedeciéndole sin rechistar.

El gordo se agachó para recoger el tanga negro que la rubia dejó sobre el suelo y se lo pegó a la nariz, aspirando su aroma de hembra. Ufff quería hacerle tantas cosas a esa guarra… pero necesitaba dejarlo todo bien documentado, sobre todo por si luego Valeria recuperaba la memoria, o dejaba de hacerle efecto lo que fuera que le afectaba el raciocinio, poder demostrar que ella no estaba siendo coaccionada por él.

Así que Ovidio situó el portátil para que la webcam grabara el glorioso momento, y él dejó su móvil grabando también, desde una posición mucho más cercana a la cama.

—¿Eres virgen, Valeria? —quiso saber el obeso de su hermano, sin poder apartar la mirada de su escultural cuerpo de hembra calentorra.

—No. He follado ya con varios chicos.

El nerd ya se imaginaba aquello. Una rubia deliciosa como ella seguro que era de lo más popular entre los muchachos. Difícilmente sería virgen como él.

—¿Has probado el sexo anal? —fue lo siguiente que quiso saber Ovidio.

—Lo intenté una vez, pero me dolía demasiado y al final lo dejamos. No me gusta —fue la sincera respuesta de su hermana mayor, que no dejaba de masturbarse.

—Seguro que te encanta masturbarte. ¿Cuántas veces sueles hacerlo y cómo lo haces?

—Depende… dos o tres veces por semana más o menos —le dijo la rubia, con las mejillas encendidas en rubor por la excitación —Tengo un consolador guardado en mi cajón de la ropa interior. Suelo esperar a que todos estén dormidos, me pongo una porno en el móvil y me masturbo con el consolador metido en mi coño.

Mierda, todo aquello era demasiado bueno joder. Necesitaba descargarse de una maldita vez o sentía que le explotarían los putos huevos de la presión.

Ovidio fue a la habitación de su hermana mayor, revolvió sus cajones hasta encontrar el de la ropa interior y sacó el consolador del que le había hablado la rubia, que era de un tamaño medio tirando a pequeño. Volvió a su cuarto, temeroso de que la extraña magia hubiese dejado de hacer efecto, y Valeria le partiera la boca de un puñetazo. Pero no pasó nada de eso. La fémina seguía tumbada boca arriba sobre la cama, desnuda de cintura para abajo, soltando leves jadeos y acariciándose su coñito encharcado con ganas.

—Enséñame cómo te sueles masturbar —le ordenó su hermano nerd seboso, dándole el consolador.

—Si, Ovidio —ella sumisa cogió el aparato y se lo metió despacio en el interior de su vagina.

El gafotas obeso alucinaba. Aquello era una puta pasada. A la mierda con la precaución. Ya no se aguantaba más las ganas de eyacular. Se bajó la bragueta y bajo su enorme panzota emergió una polla enorme, larguísima y gruesa como el brazo de un niño. Si en general Ovidio apestaba a semanas sin ducharse, aquella parte íntima de él era totalmente repulsiva de oler. Su hedor inundó el cuarto con una marea insoportable para cualquiera. Pero Valeria no se movió de su lugar tumbada sobre la cama de su hermano seboso y masturbándose con su propio consolador.

Ovidio comenzó a pajearse a un ritmo suave al principio. Apoyó una rodilla en el borde de la cama y levantó la camisa a su hermana mayor, viéndole entonces las tetazas dentro de su sostén. Menudas tetas joder. Envalentonado por la falta de reacción por parte de Valeria, el seboso se soltó la polla y comenzó a magrearle los pechotes a la rubia. Mierda… le faltaban manos para hacer todo lo que querría.

—Sigue masturbándote con el consolador, pero la otra mano ponla en mi polla y pajéame.

Valeria ahora se masturbaba a sí misma y al asqueroso de su hermano al mismo tiempo.

Ovidio sacó los pechotes de su hermana mayor de dentro del sujetador y amorró su boca de cerdo a uno de los pezones oscuros, succionando con deleite. Sus primeras tetas de verdad joder. La primera paja de una hembra. Jodidamente increíble. Aquellas tetas juveniles eran tersas, suaves, y al contrario que él, que apestaba a sudor y suciedad de semanas, su hermana mayor olía de maravilla. Alzó su rostro y lo puso frente al de su hermana.

—Abre la boca, Valeria.

En cuanto ella lo hizo, el gordo seboso pegó sus labios a los de la rubia y comenzó a morrearla de manera libidinosa, mezclándose ambas salivas con el roce de sus lenguas. Valeria mantenía una actitud pasiva mientras su asqueroso hermano menor abusaba de su cavidad oral a su propio placer y beneficio, sin dejar ella de meterse el consolador por su coño encharcado, ni de masturbarle su polla apestosa a Ovidio. Bien. Si ella había soportado tener su lengua en la boca, porqué no iba a poder ir un poco más allá y meterle otra cosa en ese orificio tan suculento.

—Chúpame la polla, Valeria. Y no te detengas hasta que me haya corrido.

—Si, Ovidio.

Aquella hembra deslumbrante y preciosa se apoyó sobre su codo quedando de costado, y sin dejar de masturbarse con el consolador en su coño de puta, acercó el apestoso rabo de su hermano menor a sus labios y comenzó a meter y sacar con ganas lo que le cabía dentro de su boca, bastante menos de la mitad porque era enorme y gordísimo.

—Hhhhmmm…

—Usa tu lengua. Muévela por dentro. Sobre todo, en mi glande.

Si su mente no hubiera estado siendo controlada, Valeria habría sentido ganas de vomitar por estar mamándole ese apestoso rabo al cerdo seboso de su hermano, que no se duchaba en semanas. Pero ahora mismo actuaba como si le estuviera mamando la polla al chico más guapo de la clase. Con cada empujón de su cabeza, el gordote glande inflamado de Ovidio golpeaba el inicio de la garganta de Valeria, su campanilla. La hembra rubia hacía succión y movía su lengua deleitándose con aquel pedazo duro de carne viril que tenía el placer de engullir.

Ah Dioses que maravillosa estaba resultando su primera puta mamada. Y lo mejor de todo es que se la estaba haciendo la estúpida de Valeria… Ovidio todavía no podía creerse la suerte que había tenido con todo aquello. Estaba en el puto paraíso para pervertidos. Ni en sus más locas fantasías habría soñado con soltar la corrida de su primera mamada en la boquita jugosa de aquella zorra estúpida que tenía por hermana mayor ¡Y sin tener que abusar de ella por las malas!

El pobre nerd estaba tan sobreexcitado que su eyaculación fue muy temprana. Pocos minutos tras haberse introducido Valeria su polla gordota dentro de la boca, su hermano menor entrecerró los ojos, tiró de su cabeza por su larga melena rubia, para que se incrustara bien al fondo su rabo de cerdo seboso y comenzó a correrse con el mayor puto placer del jodido mundo.

—¡AAAaAAaAAaaAAAaaAAH! ¡Siiiiiiiii jodeeeeeeeeeeer putaaaaaaaaaa que bieeen la chupaaaaaaas! ¡¡CÓRRETE CONMIGO!!

La espesa lechada de Ovidio de sabor amargo inundó la boquita de fresa de su preciosa hermana a borbotones que parecían no tener fin. De pronto Valeria se vio atravesada por un poderoso orgasmo tan intenso que el consolador que tenía metido en su coño salió disparado y cayó sobre la cama, mientras el interior de su vagina palpitaba y soltaba grandes montones de líquido cristalino. El propio gordo le apartó la cara a su hermana para sacarle el rabo de la boca y que los últimos chorretazos de su lechada le cayeran sobre esas morbosas tetazas que tenía la rubia.

Cuando terminaron, el obeso nerd amasó las tetas de su hermana mayor, restregándole su corrida ahí. Luego alzó ambas manos y se las pasó por su cara, mojándosela bien con su espesa y apestosa leche. Luego bajó las manos y enterró una entre sus mullidas nalgas y la otra la puso sobre su coño rezumante de dulces jugos de hembra.

—No te limpies. Quiero que te pases el resto del día con mi corrida en tu cuerpo.

—Si, Ovidio.

—Todo esto que ha pasado desde que explotó mi invento lo olvidarás por ahora. Para ti hemos estado haciendo “cosas de hermanos” de lo más normales. Cuando vuelva a reclamarte que hagamos “cosas de hermanos” recordarás cada vez que has sido usada por mí y te excitarás por ello.

Y mientras Valeria se vestía, Ovidio le dio estas instrucciones:

—Cómprate un consolador más grande para el coño y unos dilatadores para ir trabajando tu culo. A partir de hoy sentirás unas terribles ganas de masturbarte el coño y el culo cada noche a la misma hora, tan potentes que no podrás evitar hacerlo hasta llegar a tu orgasmo. Y no podrás evitar pensar en mí cuando lo hagas. Cada noche. Y cada vez que te masturbes y te corras será mi cara la que aparecerá en tus pensamientos. Tu coño se encharcará imaginando como te follo bien duro. Como me corro en tu boca o abuso de tu culito virgen.

—Si, Ovidio.

—Ya no soy Ovidio. Soy tu Dueño y Señor. Así te dirigirás a mí cuando te dé alguna orden. Y yo te llamaré mi puta, mi zorra o como mierdas me venga en gana.

—Si, mi Dueño y Señor.

—Ah, y tira tus pastillas anticonceptivas a la basura. No volverás a necesitar tomártelas.

—Si, mi Señor.

jueves

Donaciones a La Doncella Audaz

Mis queridísimos lectores,

Normalmente dedico el espacio de las publicaciones para publicar relatos, no para explayarme yo. Eso suelo hacerlo en los comentarios, o por privado. Finales del año pasado y este año han sido bastante complicados para mí, y todavía no he colgado ningún relato. Estoy trabajando en algo nuevo, una serie que creo que será las delicias de mis lectores, y también para mí como escritora por el amplio abanico de posibilidades que me ofrece.

Además, he hecho un añadido al blog y quería comentarlo con vosotros: se trata del famoso botón de donaciones. Lo tenéis con un corazoncito a la derecha en la página principal.

Me conocéis de sobras, llevo años y años escribiendo relatos, que ofrezco al mundo sin el más mínimo ánimo de lucro personal. Pienso que yo disfruto tanto escribiéndolos, como vosotros disfrutáis leyéndolos. Asi como tampoco he puesto nunca publicidad.

Pero, a decir verdad, la balanza queda un poco descompensada por mi parte, porque si bien vosotros llegáis y leéis y disfrutáis de mis escritos sin más, cosa que os demora muy poco rato, como mucho unos 20 minutos por entrada... Para mí escribir resulta un trabajo costos, en cuanto a aporte de tiempo, sobre todo. Son horas y horas y horas que tengo que dedicarle para obterner un trabajo que me deje satisfecha. No es sentarse y ponerse a teclear alegremente. Siempre intento cumplir altos estándares de calidad. Siempre trato de traeros cosas nuevas, tramas distintas, personajes diferentes, situaciones especiales, en ocasiones transgresoras y siempre llenas de mucho morbo. Intento poner todo por mi parte porque os encante lo que leáis. Y eso es mucho trabajo, horas y horas de devanarme la cabeza, que no veis. De verdad.

Sigo no sintiéndome a gusto con eso de obligar a la gente tenga que pagar sí o sí para leer lo que he escrito. Por eso tras mucho pensarlo, he decidido poner el botón de donaciones.

Si te gustan mis escritos, si crees que mi trabajo como escritora es de calidad, si crees que merezco ser recompensada… ¡Ahora tienes la opción de libremente hacérmelo saber aportando tu granito de arena!

Me gustan las donaciones porque no son obligatorias. Y que quede claro que, aunque ni uno solo done, yo voy a seguir escribiendo igual. Ese dinero no hará que aumente o disminuya mi creatividad, ese factor tiene su propia fuerza interior ajena a lo monetario.

Pues eso. Si te apetece donar, hazlo. Si no, no lo hagas. Y seguid disfrutando igual que ahora con mis escritos.

¡Un fuerte abrazo a todos!

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