sábado

Maite. Secuestrada en Egipto. Cap 07.

Mientras estaba allí colgada, con la cara y el pelo manchados con el meado de mi Amo (¿por qué será que empiezo a llamarle así en mi mente...?), con todo mi cuerpo ardiendo por el inmenso dolor que sentía, vi que Salima empezaba a limpiar el wáter.

Me extrañaba que hubiera uno, teniendo en cuenta que no había agua corriente en la ducha ni los grifos, pero luego vi que ella tiraba un cubo de agua dentro para dejarlo limpio.

Ashraf seguía en el baño, limpiándose las manos en el mismo cubo del que me había hecho beber, con una expresión que me dio mucho miedo en la cara. Cuando vio que Salima se agachaba para limpiar el suelo se acercó a ella por detrás, sin mediar palabra, le levanto la falda y, de un solo golpe, le metió su enorme mástil hasta el fondo de la matriz.

Yo me quedé de piedra viendo eso... ¡¡que fuerte!! Salima había dejado de limpiar el suelo... se apoyaba para no caer de bruces por las fuertes embestidas que él le daba... ¡¡pero no se quejó ni una vez!!

Ashraf se agachó, le cogió los pechos con ambas manos y la obligó a ponerse de pie, Salima literalmente saltaba del piso con cada embestida ¡¡qué bruto!!

Se la estaba follando ahí, delante mío, con una fuerza e intensidad que no había visto ni en las películas porno que había visto con mi marido. El baño se llenó del delicioso aroma del sexo... de él y de ella... como sonido los leves gemidos de ella, el chapoteo, y los golpes secos de las bolas de Ashraf contra el cuerpo de su criada... plas... plas... plas...

Entonces se corrió. Goterones de semen se escapaban del coño de Salima, y le resbalaban por las piernas. Cuando Ashraf sacó la polla, Salima no tardó ni medio segundo en arrodillarse frente a él, y sin necesidad de que le dijeran nada, se la metió en la boca para limpiarla de sus jugos, y los de él.

¿Cuánto tiempo llevaba allí esa chica? Se me hacía muy extraño ver su sumisión absoluta a ese ser repugnante. Pero podía llegar a entenderlo... ¿cuántas palizas habría recibido ella ya?

Cuando Salima terminó de limpiarle la polla a ... nuestro Amo... éste salió del baño. Entonces ella, sin dirigirme la palabra, volvió a lo que estaba haciendo. arrodillada en el suelo, limpiando el desaguisado de antes.

Yo no podía dejar de llorar.

Me sentía tan HUMILLADA. En mayúsculas. HUMILLADA.

Pasé toda la noche en ese baño, sola, en la oscuridad más absoluta. En esa postura me fue imposible dormir. Cuando ya hacía unas horas que estaba allí, un punzante dolor empezó a subir por mis extremidades superiores. Cada vez sentía los brazos más doloridos, a consonancia con el resto del cuerpo.

Me sentía muy sucia y cansada y derrotada. Necesitaba urgentemente darme un buen baño, comer algo decente, acurrucarme en mi camita bajo la manta.

Pero no podía... ya no era dueña de mí misma. Empecé a pensar las posibilidades que tenía de escapar: nulas. No solo estoy esposada y vigilada dentro del palacio, si se me ocurriese salir y me pillaran los guardas de Ashraf fuera, no quiero ni imaginarme las vejaciones a las que me someterían... no. De quedarme aquí, luchando por ser libre: pocas. Ashraf no me deja pasar ni una, si me revelo, o digo que no a algo, va a terminar arrancándome la piel a tiras, o algo peor... seguro que tiene castigos horribles guardados en la manga. Entonces qué me queda, ¿permanecer aquí, siendo su sumisa esclava? a pesar de ser la solución que menos problemas me daría, un nudo en el estómago... mi dignidad...me dicen que no lo haga, Tengo mi orgullo y no voy a dejar que me lo pisen. Pero entonces, ¿qué hago?

Empezaba a amanecer cuando Salima entró en el baño, seguida de Jalil. Como el primer día, él se quedó allí sentado, mirándome fijamente mientras la criada pasaba, con toda la suavidad del mundo, la esponja empapada de agua y jabón con aroma a jazmín por mi cuerpo. Me sentí sumamente agradecida cuando me limpió la cara y el pelo. Otra vez me puso la lavativa. Me enjuagó y luego me untó el cuerpo entero con una crema fresca que calmó el escozor de mis heridas.

Jalil me soltó la cadena del techo. Cuando lo hizo mis brazos cayeron a peso. los tenía absolutamente dormidos y doloridos por la forzada postura que mantuve toda la noche.

De nuevo nos dirigimos al vestidor. Esta vez me hicieron poner una especie de vestido, de tela translucida violeta, con dibujos ribeteados negros. Los pechos quedaban al aire, aguantados por debajo como por medio sujetador. La parte del estómago y toda la espalda quedaban al aire también, cubiertas por tiras que se cruzaban, como un corsé, y una falda tan diminuta que no se si llamarla así... el coño quedaba justo cubierto por ella, pero el culo se veía entero. Con unos zapatos negros de tacón de aguja a juego.

Salima me llevó al tocador y me hizo mirar en el espejo cómo me maquillaba, supongo que para empezar a hacerlo yo misma los próximos días. Unas gruesas rallas de Kohl negro en mis ojos, y pintalabios granate.

Hoy me dejaron el pelo suelto, cogiendo solo un par de mechones de las sienes y atándolos con una coleta atrás. Cuando vi mi reflejo justo antes de salir de la habitación, me di cuenta de que al contrario que el resto de mi cuerpo que solo presentaba una leve rojez en las zonas azotadas anoche, en mi trasero eran evidentes las marcas de dicho castigo. Finas líneas amoratadas cruzaban mis nalgas en varias direcciones. Solo con verlo el miedo se instauró en mí de nuevo... ¿estaría Ashraf enfadado aun conmigo?

Jalil me puso el collar y las esposas y me llevó hasta el despacho del Amo, picó dos veces esperó la respuesta y aguantó la puerta para que yo entrara. Esta vez iba a estar a solas con Ashraf.

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