jueves

Almudena, una brutal violación II (2/4)

Ahora que José ha drogado a Almudena dejándola inconsciente, el asqueroso viejo Vicente podrá volver a abusar de ella con todas las ganas que le guarda. Esa es su hembra, la que parirá a sus hijos, y hará todo lo necesario para conseguir sus viles y sádicos propósitos.


José salió de la habitación en la que estaba con Almudena, tras meterle sin que ella lo supiera un supositorio que la dejó profundamente dormida por unas horas. Ahora le tocaba disfrutar de ella a Vicente.

“Bájate y compra unas cervezas y tabaco en el bar y las subes” le dijo el viejo a su ayudante, dándole unos billetes “Y no te des prisa, que voy a recrearme. Hasta de aquí un par de horas no te quiero ver por aquí” le advirtió.

José se quitó el pasamontaña y bajó al bar. Tampoco le apetecía demasiado escuchar como ese puto viejo abusaba de esa hembra preciosa.

Cuando ese pelmazo de José salió del piso de Almudena, Vicente se acercó a su presa y la observó largo rato, acariciándole el cuerpo suave. Pasó sus callosos dedos por la fina piel de su hembra.

El frutero era un hombre realmente nada agraciado físicamente. Tenía más de 50 años. Con su pelo cano que escaseaba por algunos puntos. Lucía una barba de días, blanca también. Barriga prominente, así como su papada. Todo cuerpo cubierto pelos y no eran canos, gruesos y oscuros. No era de los que se duchaban demasiado a menudo, así que su cuerpo orondo, y ciertas partes íntimas de él, apestaban. Era un baboso, un sádico malvado y pervertido.

Estando completamente seguro de que ella no despertaría, porque conocía el funcionamiento de esos supositorios a la perfección, decidió quitarle a la chica la venda que tapaba su rostro. Vicente se inclinó y puso su feo rostro de viejo frente al de la hermosísima chica.

“Eres MIA Almudena” dijo con voz firme, y acto seguido pegó su asquerosa boca a los mullidos labios de la apetecible ninfa y comenzó a besarla, invadiendo su cavidad bucal con esa lengua nauseabunda, que no dejó rincón sin poseer. Sabía a la corrida de José, y eso le cabreaba muchísimo.

Así que decidió que lo primero que haría sería borrar el rastro del esperma de su ayudante, con su propia corrida mucho más ácida y apestosa.

Vicente situó a SU hembra tumbada boca arriba sobre la cama, con su cabeza algo colgando por uno de los lados del colchón, así de manera natural sus labios quedaban entreabiertos, y le resultaría mucho más sencillo realizar una buena garganta profunda con esa puta de infarto que tenía a su completa disposición.

El viejo barrigón se bajó la cremallera del pantalón y sacó a la vista una polla más gruesa que la media, y mucho más larga. Con un glande grueso como cojones, y una mata pelo rizado negro algo encanecido en la base. Asquerosa, apestaba a mucho tiempo de no ducharse. Comenzó a masturbarse mientras se acercaba a esa chiquilla preciosa, inocente y perfecta, que pronto haría completamente suya, y de nadie más. Si. Almudena iba a ser la madre de sus hijos, y no podría hacer nada por salvarse. Encontraría la forma.

Pero primero lo más importante.

Vicente sujetó su rabo de semental por la base, apoyó su otra mano sobre el firme estómago de su hembra, y apuntó su grueso glande contra esos labios de fresa de su obsesión malsana. El viejo empujó un poco, y notó como los labios de Almudena se separaban un poquito, permitiendo el acceso de aquella polla detestable, que en estado consciente ella no habría permitido tal intrusión ni en un millón de años.

El frutero empujó un poco más. Los labios de la hembra de melena castaña se separaron un poco más, y el capullo gordo y maloliente de Vicente quedó completamente abarcado por el interior de la boca de la chica violada.

“Aaaahhh… muy bien preciosaaaa… muy bieeen” gimió el viejo, empujando todavía un poco más.

Ya no hacía falta que sujetara la base de su rabo, porque al tener su glande ya dentro, éste no se saldría. Así que sacó su mano de su polla y la puso también sobre la tripa de la chica. Y entonces empujó con más ganas. Centímetro a centímetro, aquel cilindro de carne dura como una puta piedra, gordote como un puto vaso de cubata, y el doble de largo que uno, fue introduciéndose sin prisa, pero sin pausa, en el interior de aquella cavidad bucal, caliente y húmeda, de Almudena.

“AaaAahahh… Almudena como me gusta follarte la boca putita mía…”

Cuando un poco menos de la mitad de aquel aparato viril monstruoso estaba en el interior de la boca de la hermosa chica, Vicente notó como su gordote glande topaba al fin con el estrecho conducto que era la garganta de su vecinita cachonda. Así que se retiró lo justo, sin sacar su capullo del interior de la cavidad, y empujó, se retiró y empujó, y poco a poco, empujoncito a empujoncito, el viejo canoso iba notando como su duro cipote de macho conseguía atravesar la barrera situada en la campanilla, y como su glande se incrustaba embiste a embiste, más allá de ésta.

Entonces el viejo movió las manos y las situó encima de los pechotes turgentes de la puta. Eran unas tetas grandes, pero firmes. Le encantaban. Ahora se dedicó un buen rato a manosear esas perolas impresionantes, sin dejar de empujar con su cadera contra la boquita de su vecina. Pero realmente había llegado a un punto que parecía misión imposible llegar a poder incrustársela por completo. Almudena cobijaba en el interior de su garganta el grueso glande, y como un par de dedos de polla, más allá como el centro de su cipotón descomunal estaba en la boca de la chica, y por fuera una tercera parte que aún no había conseguido meterle. Su garganta y su boquita eran tan tan tan apretaditas que era incluso doloroso.

Pero sabía que lo conseguiría con paciencia y cabezonería. Así que no desistió. Y a medida que iba embistiendo contra su cara, milímetro a milímetro su pollón de toro fue ganando terreno, hasta que pasada una buena media hora, ese viejo asqueroso había logrado por fin su cometido. Por muy increíble que pareciese, la totalidad de su cipote de macho estaba incrustada en el interior de la garganta de Almudena. Bajó la mirada y vio los labios de fresa de la chica pegados a su cuerpo, sin un solo centímetro de polla a la vista.

“Hmmm pero que buena mamadora de polla eres mi puta, que te cabe el pollón de tu macho entero dentro de tu garganta” Vicente acarició la abultada garganta de su hembra, satisfecho y excitado como nunca antes lo había estado. Joder, no tardaría demasiado en correrse.

El viejo frutero se alejó un poco y vio como la base de su tronco aparecía sobresaliendo de los labios de su vecina. Separó un poco más su cadera y más trozo del tronco fue haciéndose visible. No había llegado ni a la mitad, cuando se dejó caer con todo su enorme peso encima de la boca de Almudena, encastándole su vigoroso pene de semental de un solo embiste hasta lo más hondo.

“¡AAAaaAAAaaaAAhhhh!” el asqueroso viejo estaba en el puto paraíso y gemía fuerte y alto.

Vicente se retiró hasta más o menos la mitad, volvió a penetrarle la boca a Almudena con muchísima mala hostia, volvió a retirarse, volvió a metérsela dentro. Estaba temblando de puto gusto sádico. Quería aprovechar al máximo esa situación, así que extrajo completamente su rabo de toro del interior de la boca de su hermosa vecina, dejando solo su gordo glande dentro de su boca, y enfiló su pollón duro hacia su garganta, dejándose caer a peso de nuevo, consiguiendo así empalarla con la totalidad de su polla dura de un solo embiste.

“¡¡AaaAAAAaaAAhhh!! ¡¡Que buenooo!!” exclamó el abusador.

A continuación, el viejo seboso comenzó a violentar la garganta de Almudena con todas sus malditas ganas. Prácticamente no se la sacaba en absoluto, solo lo justo para poder tomar impulso y embestir una y otra y otra vez. La velocidad que tomó era tremenda. Hasta estaba moviendo la cama de lugar de lo potentes que eran las putas embestidas que le daba a la pobre chica inconsciente. Solo se la metía y se la metía y cuando parecía que no podía caber nada más, ni más hondo, porque era físicamente imposible, Vicente todavía empujaba más y más, como si realmente deseara atravesar a su hembra con su rabo y sacarle el puto glande atravesándole el estómago.

“¡¡AAaaAAaAAAaaAAAahh!!” el viejo frutero se dejó llevar por la degeneración y el puro vicio malsano y violentó con saña la garganta de su víctima, estrujándole las malditas tetas mientras le abusaba la boquita sin remordimiento alguno.

Hasta que finalmente, el viejo orondo llegó a su clímax, comenzó a correrse casi directamente en el estómago de Almudena, pero quería borrar el sabor de la corrida del imbécil de José de la boca de SU hembra, así que rápido retiró su pollón de toro y puso el glande encima de su lengua, terminando de escupirle ahí el resto de su semen ácido y apestoso.

“¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAHHH SIIII QUE BIEEEEEEEEEEEEEEN TRAGA MI LECHE PUTAAAAAAAAA!!!” exclamo el abusador mientras eyaculaba cantidades ingentes de semen.

Cuando terminó de echarle chorretones de lechada asquerosa dentro de su boca y garganta, Vicente se apartó y se sentó en la cama junto a la joven. Todavía le quedaba bastante tiempo. Le encantaría poder follar a Almudena por su culo, y joder por su coño. Pero necesitaba dedicar un rato a investigar a su víctima, así que no podía explayarse tanto como le habría gustado en aquella ocasión. Además, la siguiente vez que la enculara por ese culito tan apretado su hembra debía estar despierta y consciente de todo.

El asqueroso violador amaba hacerla llorar de dolor. Lo más importante para el viejo frutero ahora mismo era conseguir más información de su presa y poder correrse dentro de su coño al menos una, o dos veces más. Estaba obsesionado con preñarla, con ver a la pobre Almudena engordando poco a poco, con sus pechos creciendo como ubres de una vaca, y viéndola parir a sus numerosos hijos.

Así que Vicente se apartó de su hembra y comenzó a buscar por la habitación lo que no había encontrado en ningún otro lugar. El móvil de Almudena. No le costó demasiado encontrarlo, la chica lo había dejado encima del escritorio. Evidentemente estaba bloqueado, pero por suerte para su violador, era uno de esos teléfonos tan modernos que se desbloquea con la huella dactilar. Así que el asqueroso viejo barrigudo no tuvo más que poner el aparato contra el dedo de su vecina inconsciente por las drogas para tener acceso al mismo. Y lo que encontró allí le resultó realmente de mucha utilidad. Se envió unas fotos, unos mails, unos contactos telefónicos y luego borró las evidencias de haber hecho esos envíos a su propio teléfono. Dejó el móvil de Almudena donde lo había encontrado.

Después de conseguir la información que necesitaba, Vicente volvió a centrarse en su víctima. Le quedaba poco rato para poder seguir abusando de ella. La situó encima de la cama de tal manera, con ayuda de cojines, que Almudena quedó tumbada boca arriba, con los brazos separados casi en cruz, como a punto de dar un abrazo, y sus rodillas flexionadas y las piernas totalmente separadas. Así el coño de su hembra quedaba totalmente a la vista. Parecía que en su inconsciencia esa puta del demonio le estuviera invitando a abusar de su joven cuerpo de ninfa como mejor le complaciera a su nuevo macho.

Vicente no perdió un solo segundo. Se arrodilló entre las piernas abiertas de la puta de su vecina. Ella tenía el coño bien húmedo por los preliminares que había hecho anteriormente con José, su ayudante. El viejo frutero orondo golpeó el clítoris de la chica con mala hostia, con la mano abierta. Le pasó dos dedos por su rajita rosada y bien depilada y comprobó que su hembra estaba bien empapada y lista para recibirle en su interior una vez más.

El viejo asqueroso y sádico se tumbó encima de la chica de larga melena castaña. Besó sus labios, los lamió con deseo enfermizo. Refrotó su enorme glande contra su rajita. Estrujaba sus tetas con sumo deseo. Morreó a su futura mujer y saboreó con gusto ahora su propia corrida dentro de su boca. Así era como debía ser joder. SU CORRIDA. LA DE SU MACHO. NO LA DEL IMBÉCIL DE JOSÉ.

“Almudena, princesa, preciosa… Hhhmmm… tú serás la madre de mis hijos… tú serás mi esposa… tan hermosa… no podía ser ninguna otra mujer. Solo tu tendrás el honor de recibir mi semen de macho dentro de tu boca, de tu culo de puta y de tu coño. Cada día que pase a tu lado inundaré cada uno de tus orificios con mi esperma, mi puta. Haremos muchos hijos juntos. Te lo prometo, mi hermosa zorra” le dijo el viejo frutero, sin dejar de lamerle los labios y la lengua con su sinhueso asquerosa.

Entonces, sin más demora, empujó con vigor su duro falo de toro contra la raja húmeda de la vecina drogada, y su polla, grande y gruesa como un vaso de cubata, penetró más o menos bien en el interior de la vagina de la muchacha violada.

“¡AaAAaAAaaaaaAhh!” el viejo gordo y apestoso gimió de puto gusto al penetrarle el coño a su hembra.

Vigoroso como un puto semental, a pesar de haber pasado los 50 años ya, el viejo frutero comenzó a violar a su hembra con saña. Sus embestidas eran tan feroces que los tetones de la joven castaña bamboleaban violentamente.

Atraído por aquellas mamas de mujer que se movían como malditos flanes, Vicente se inclinó y comenzó a chupetear uno de ellos, succionando su pezón y mordiéndolo con ganas. Agarró la otra teta con su mano y la estrujó con mucha fuerza, para ayudarse a impulsarse en sus violentas embestidas.

“¡¡AaaAAaaAAaaaAAhh!!” Vicente no dejaba de gemir como un puto cerdo mientras abusaba del coño de Almudena.

Esa chica estaba demasiado buena, y ese viejo asqueroso estaba demasiado obsesionado con ella como para poder aguantar demasiado tiempo follándola así de duro. Así que unos minutos más tarde, el asqueroso barrigón clavó su durísima estaca en lo más profundo de la matriz de Almudena y lo regó a chorretazos de su asqueroso semen de viejo.

“¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAHHH VAS A PREÑARTEEEEE DE MIIIII PUTAAAAAAAA!” exclamó, llenándole el útero de leche.

Pero no contento con eso, sacó de pronto su pollón enorme y grueso de la raja de la puta de su vecina y se lo clavó sin miramientos en su culo, logrando solo incrustarle su gordote glande dentro, para dejarle también en su trasero un regalito blanco, espeso y ácido. Cuando se dio por satisfecho, se quedó tumbado sin aliento encima de la fémina, lamiendo su cuello, morreándola con lascivia, terminando de eyacular unos últimos chorretones de semen en su trasero. Aquello era la puta gloria joder. No podía dejar escapar a esa zorra. Almudena debía ser suya por siempre jamás.

Cuando el viejo Vicente oyó que entraba en la casa el imbécil de José, salió del interior del culo de Almudena y observó su obra maestra. La chica estaba espatarrada encima de la cama, inconsciente, con las piernas y brazos abiertos, y semen de Vicente rezumando de su culo y sobre todo de su coño. El frutero asqueroso sacó su móvil y le hizo unas fotos a su puta. Entraba José en la habitación, cuando encontró a su jefe introduciendo su pollón flácido y manchado de semen entre los labios de Almudena, para hacer unas fotos más.

“Ya has terminado o qué” le dijo el joven José, tendiéndole una bolsa de plástico con cervezas y tabaco.

“Si. Por ahora” a Vicente le jodía tener que dejar que ese niñato se follara a su Almudena, pero por ahora no tenía más remedio. Ese era otro problema que solucionaría en el futuro. Porque no pensaba seguir compartiendo a la que era su puta.

“Vuelve a ponerle la venda en los ojos y ponte como estabas antes de que se durmiera por la droga” indicó el viejo a su cómplice de violación “Y dile que no vuelva a colgar el pañuelo en la ventana hasta dentro de dos semanas” cosa que José no entendió el porqué, pero lo hizo. Eso le daría tiempo a Vicente para actuar.

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