sábado

Ricky, el perro callejero #22


El viaje. Dia 3 (parte 2). Tras el brutal castigo de Ricky a su sumiso Luis, dejan que éste descanse un rato en una de las tumbonas. Luego, el resto de sumisos y los Sementales, se divierten juntos con un juego en la piscina, que tendrá consecuencias tanto para los ganadores, como para los perdedores.


Los Machos y los sumisos estuvieron descansando un poco tras haberse corrido bien a gusto. El pobre Luis estaba tumbado boca abajo sobre una toalla, con el culo destrozado. Su dueño Ricky, el perro callejero, se había vuelto a sentar en la tumbona, y Saúl el hermano menor de Luis y el más joven de los sumisos de Ricky, le había ido a buscar a su Dueño una copa helada para su bebida, justo ahora volvía a salir a la terraza de la piscina con dicha copa.

Lionardo, otro de los Sementales, sentía su orto escocido por la tremenda follada que acababa de recibir de su propio padre, Don Romannetti. Ahora ambos descansaban tranquilamente cada uno en su tumbona, y sus sumisos, el travesti andrógino Miele, que era hermano de Lio y el hijo mayor del Don. Y los jovencísimos esclavos asiáticos del Don, Thian y Phuo, estaban sentados en el suelo sobre toallas también, esperando a la siguiente ocurrencia que tuvieran sus Amos.

Por desgracia para Saúl, fue el despreciable Lionardo quien tuvo la genial idea, cosa que seguro que terminaría mal para él. No sabía cómo, pero lo sabía. En cuanto le escuchó decir esto, al joven sumiso rubio se le puso la piel de gallina y tembló de rabia por dentro:

“Padre, ¿recuerdas las vacaciones en Venecia?” le preguntó el cruel Lio.

“¡Claro que lo recuerdo! ¡Fue memorable! Jajaja” respondió el adulto, imaginando por dónde irían los tiros.

“Estoy pensando en hacer algo parecido. Un concurso igual, pero a nuestra manera. ¿Qué te parece?” Lionardo, a pesar de ser prepotente como era, siempre trataba de buscar la reafirmación de su padre a cada cosa que hacía, porque sin su beneplácito podía terminar perdiendo todo, tanto el dinero como sus contactos en los negocios turbios. Y no estaba dispuesto a dejar que eso pasara por ningún motivo.

“Me parece estupendo, querido figlio. Como ha sido tuya la idea, organízalo tú mismo” dijo el Don a su hijo menor.

“Claro, padre. Pero no me iría mal algo de ayuda para traerlo todo. ¿Me prestas a Thian y Phuo?” le preguntó el cruel Lionardo.

“Puedes llevártelos. Miele se quedará junto a su viejo padre para hacerle compañía. ¿A que sí, querida?” Don Romannetti se dirigió entonces al mayor de sus hijos, el andrógino.

“Siempre a tus órdenes, padre” respondió de manera naturalmente sumisa Miele, sonriendo con dulzura.

Cuando Lionardo y los jóvenes asiáticos volvieron a la piscina unos minutos más tarde, el joven Semental organizó todo.

Los cuatro sumisos que iban a participar en aquella competición cambiaron sus bañadores por un arnés compuesto de tiras de firme nylon fijas a sus nalgas y cintura, que tenían una abertura redonda en la zona del ano por donde habían metido los largos y estrechos plugs anales, de forma algo triangular, similar a la que tiene un paraguas cerrado. Los plugs tenían una parte que se ataba a la base de la polla de los sumisos, que estaba a la vista, y que les impedía correrse. Por si acaso.

Saúl y Phuo lucían vibradores negros. Luis y Thian: vibradores rosas. Entonces Lionardo procedió a explicarles a los presentes el funcionamiento del juego.

“Ricky, tú y yo estaremos sentados cada uno en un extremo de la piscina. ¿Ves esa especie de escalón ancho que la rodea por dentro? Pues ahí” dijo al perro callejero.

Ricky se dirigió a dicho lugar y se metió en la piscina. Sentado de manera cómoda en esa esquina, su cuerpo quedaba sumergido dentro del agua hasta el pecho. El hijo menor de Don Romannetti prosiguió con la explicación.

“El juego funciona por equipos. Saúl y Phuo, que llevan el vibrador negro, son un equipo. Y Luis y Thian, con el rosa, otro” y luego añadió “La competición será de dos en dos, con uno de cada equipo.”

Lionardo encendió el móvil y comenzó a sonar música. Lo dejó encima de la mesa.

“Esto está programado para sonar durante una hora. Ese es el tiempo máximo que durará el juego. Aleatoriamente, las canciones irán cambiando sin previo aviso” dijo Lio “Cada sumiso tendrá que comernos la polla, a ti Ricky o a mí. Cuando la música cambie, ellos tendrán que cambiar de Semental, nadando a lo largo de la piscina con los plugs puestos, para comerle la polla al otro” la cosa se ponía interesante “Además, cada cambio de música nosotros mismos accionaremos el mando de sus plugs anales, hinchándoselos.”

“Jajaja empieza a gustarme mucho tu juego. ¡Que imaginación, Lionardo! ¡Cómo se nota que eres hijo de tu padre! Jajaja” le dijo el perro callejero.

“Y que lo digas, amico Ricky. Me siento muy orgulloso de él. Jajaja” respondió Don Cornelio.

Lionardo prosiguió hablando “Ganarán los sumisos que antes consigan recibir la corrida de un Macho dentro de su boca. Habrá un premio para los dos vencedores del mismo equipo, y un castigo para los dos perdedores” y luego especificó “Ah, y al menos uno de cada equipo debe ganar, o el castigo será el doble de doloroso y humillante.”

Ricky quiso saber si lo había entendido bien “Entonces si ganan uno de cada equipo, eso es como un empate y no tiene premio, ¿no?”

Lio le dio a Ricky el mando rosa y se quedó el negro. Eran muy intuitivos, tenía una palanquita numerada “1”, “2”, para cambiar de un consolador a otro, una rueda para el nivel de vibración y el botón central, que hinchaba el dildo cada vez que se pulsaba. “Correcto, así es.”

Don Romannetti fue a sentarse en el escalón de la piscina, el mismo que estaba Ricky, pero al otro lado de él, y justo en medio. Así tendría una vista privilegiada de la competición, de frente a ellos.

“Miele, ven a sentarte en el regazo de tu padre, figlio” el hijo mayor del Don fue a sentarse sobre su regazo, como su Macho le indicó, cara a cara con él.

El andrógino apartó la parte de abajo de su bikini verde lima, y se empaló él solo el duro y grueso mástil de su progenitor en el culo, soltando un leve jadeo junto a su oído. A Miele le supo mal no poder ver la carrera en directo, pero entonces se fijó que la piscina quedaba reflejada en la cristalera de la casa, y ahí fijó la mirada para no perder detalle de lo que ocurría con sus compañeros sumisos, sobre todo con Luis, el mayor de los hermanos rubios, a quien tanto aprecio había tomado en tan poco tiempo.

Entonces el Don llamó sus dos pequeños fetiches Thian y Phuo, quienes no iban a participar en la primera carrera, que se metieron sin vacilar en el agua. Por orden de su Amo, los jóvenes asiáticos se situaron cada uno bajo un brazo de Miele, que los sujetaba flotando sobre el agua boca abajo. Los chicos también habían quedado mirando hacia la casa, y no a la competición. Así Don Romannetti quedó sentado como un rey, con su hijo mayor follándose él solo el culo con su dura polla, y podía apoyar cada uno de sus brazos sobre la espalda de los asiáticos y jugar con los vibradores que llevaban metidos en sus culitos prietos y apetitosos, uno rosa y otro negro, de cada equipo de la competición.

Mientras Don Cornelio situaba a sus tres sumisos como quería, en el otro lado de la piscina, Lionardo fue a sentarse en la esquina opuesta que Ricky, a lo largo de la misma. El hijo menor del Don y el perro callejero se habían bajado justo sus oscuros bañadores para que sobresalieran sus duras pollas por encima. La polla de Ricky era más grande que la de Lio, pero la del hijo del Don tenía una protuberancia muy gruesa cerca de su base, que causaba bastante dolor a culos poco habituados a ser follado por él, o por el Don, que compartía dicha característica con el menor de sus hijos.

Por su parte, el mayor de los hermanos sumisos Luis estaba frente a su amado Amo Ricky, con su plug rosa incrustado en el orto, y por descarte, su hermano menor Saúl estaba entre las piernas de Lio el Macho, con el consolador negro, y esperando la señal para comenzar a comerle el rabo, aunque no es que tuviera demasiadas ganas de hacerlo precisamente. Pero mucho menos le apetecía recibir un duro castigo de manos de esos sádicos salidos.

“¿Estáis preparados?” preguntó el mafioso dueño de la mansión.

Todos asintieron. Así que Don Cornelio alzó ambas manos y dijo “El juego empieza en tres... dos... uno... ¡YA!” y ¡¡¡CHASS!!! en el momento de dar la salida, Don Romannetti dejó caer sus dos manos cada una sobre el culo de uno de los asiáticos, haciendo sonar fuertes azotes en sus nalgas juveniles.

Al escucharle, Luis y Saúl se sumergieron en el agua y se afanaron a mamar la polla del Semental que le había tocado en suerte. Luis chupaba con absoluta devoción el duro rabo de su Amo Ricky, casi atragantándose con él. Por otro lado, su hermano menor Saúl hacía todo lo posible por darle el máximo placer a ese odioso de Lionardo con su boca, casi desencajándose la mandíbula, tratando de meterse dentro de su cavidad bucal aquella base tan gordota.

Hasta que la competición no empezó, Saúl no se dio cuenta que con la cabeza sumergida bajo el agua casi no se escuchaba la música, y era difícil saber cuándo cambiaba de canción. Al notar que el plug en su orto estrecho se hinchaba de golpe, entendió que ya tocaba cambiar de Semental. El menor de los hermanos rubios salió a la superficie y nadó en dirección a Ricky, con la molestia de aquel vibrador metido en su culo. Su hermano Luis se cruzó con él casi a mitad de camino. Cuando alcanzaron la orilla opuesta, ambos sumisos se sumergieron, mamando ahora el joven Saúl la rica polla de su Amo Ricky, el perro callejero, y disfrutándolo muchísimo, mientras Luis dedicaba sus labores orales a Lionardo, por quien no sentía ni simpatía ni antipatía. Era un Macho más al que debía atender, como su Amo Ricky le había enseñado a hacer.

De golpe Ricky y Lionardo accionaron los mandos, al volver a cambiar la música. Los plugs que llevaban Saúl y Luis en sus culos se hincharon todavía más, volviéndose cada vez más incómodos, y siguieron vibrando. Ambos hermanos respiraban algo agitados, y ya no nadaban en sprint como la primera vez. El cansancio de hacer los largos, de cambiar rápido de Semental por la música, sumado a la incomodidad de los plugs que se iban haciendo grandes dentro de ellos y tener que aguantar la respiración para mamarles el rabo, era todo en conjunto una puta odisea. “No me extraña que se le ocurriera a Lionardo esta mierda de juego” pensó Saúl, acercándose precisamente a Lio para chuparle el vergajo a ese gilipollas pretencioso de ascendencia italiana.

Don Romannetti permanecía atento a todo lo que sucedía. Se reía complacido, porque ese tipo de juegos siempre le habían gustado mucho. Los encontraba de lo más entretenidos, y más si el desafío incluía un cruel castigo para los perdedores. Así de dura era la vida de sumiso.

“¡Puta insaciable, cerda comepollas!” dijo el Don, dirigiéndose a Luis y Saúl por los motes que escogió su propio Amo Ricky para ellos “¡Vamos muchachos, ponedle más ganas! ¡Tiene que sobrar suficiente tiempo para que jueguen vuestros compañeros, o sufriréis las consecuencias!” les avisó.

Bajo el agua, el plug anal se hinchó por tercera vez, ya era realmente fastidioso y comenzaba a doler tener el culo tan expandido por dentro. Saúl miró con hastío a Lionardo y se impulsó para nadar de vuelta a su Macho Ricky. Aunque nadar quizás no fuera la palabra más adecuada, ya que el agotamiento, el dolor, el fastidio de aquel pollón enorme y vibrante en su orto se lo dificultaba enormemente. Y al pobre Luis, su hermano mayor, le pasaba exactamente igual. Intentaba darse prisa, pero le costaba horrores y lamentos silenciados por orgullo de sumiso llegar de nuevo hasta Lio.

Saúl pensó, llegando a su Semental, el perro callejero “Ahora solo debo ponerle todo mi empeño en mamarle la polla a mi Señor con todas mis ganas y ganaré esta competición.” Y a ello se puso, sumergiéndose directamente en el agua, y sujetándose a la cadera de su Señor Ricky, para abrir la boca y meterse dentro aquel pedazo rico, tan delicioso, de polla de su Macho. El perro callejero notaba como su sumiso más joven y rebelde se esforzaba de verdad por llevarse el premio de su corrida. Pero no le gustaba ponerle las cosas fáciles a Saúl, quien era el más desobediente de los hermanos rubios.

Cuando Ricky alzó la mirada, vio que Lionardo agarraba la cabeza de su otro sumiso, Luis, y le estaba follando la boca como si no existiera el mañana, dándole unos potentísimos caderazos contra su carita de sumiso. Luis por su parte trataba de dejarse hacer lo mejor que podía, como siempre, aunque no se tratara de su Amo, a Ricky le complacían cosas retorcidas como esa, y debía soportarlo. Relajó su garganta, abrió al máximo sus labios y dejó que aquel animal cruel y sin escrúpulos de Lionardo le violentara la boca como mejor le complaciera. Estaba claro que el hijo menor de Don Romannetti quería que ganara el equipo de Luis, o mejor dicho, ansiaba hacer que el de Saúl perdiera. Para ello, Luis debía ser quien consiguiera ganar esta tanda, y él debía conseguir no eyacular con las atenciones de su sumiso rubio, cosa harto difícil, pues estaba ya excitadísimo con tanta mamada y el jueguecito que se traían entre manos.

Entonces Ricky recordó las palabras exactas que había dicho Lio al inicio de la competición de esclavos “Ganarán los sumisos que antes consigan recibir la corrida de un Macho dentro de su boca” eso fue lo que dijo, ni más ni menos. Dentro de su boca. Se le ocurrió cómo podía correrse, haciendo perder a Saúl, y además que el menor supiera claramente que había sido INTENCIONADO por parte de su Dueño y Señor. Que se le bajaran un poquito esos humos de prepotente que solía tener siempre.

Con el gesto más malvado del mundo en su rostro, Ricky, el perro callejero, agarró el pelo de Saúl con saña y tiró de él, apartándolo de su polla. Dentro del agua Saúl miró a su Semental con gesto interrogante y de no entender nada. Ricky sujetó el mando con los dientes y comenzó a masturbarse, manteniendo la cabeza de su sumiso rubio apartada de su cipote de Semental, y se corrió fuera de su cavidad bucal, directamente dentro del agua. El sumiso rubio tardó un poco en comprender lo que sucedía. Emergió del agua, miró a Lio follándose con vigor la boca de su hermano Luis, y se quejó exclamando:

“¡¡HACÉIS TRAMPA!!” gritó Saúl frustrado, volviendo la mirada a su Dueño el perro callejero.

“De eso nada Saúl” replicó Ricky “Y comienzo a cansarme de tus insolencias” le advirtió muy serio.

Mientras Ricky y el menor de sus hermanos sumisos discutían, Luis terminó recibiendo su tan ansiado premio “¡¡AaaaAaaaAAaaaAAaAAaahhh...!!” exclamó Lionardo al correrse dentro de la garganta del sumiso rubio, quien engullía con deleite aquella simiente, aunque le doliera de lo lindo el culo y se sintiera agotado, y soportar ese pollón con esa bola enorme en la base en su boca era terriblemente dañino. Pero lo hizo por su Amo Ricky.

Precisamente Ricky llamó a Luis “Ven aquí Puta Insaciable”.

Cuando Luis llegó nadando lo más rápido que pudo al lado de su adorado Semental, a quien amaba y veneraba con obsesión malsana, recibió la siguiente orden de él.

“Métete bajo el agua. Si consigues chupármela, te besaré como tanto tiempo hace que sueñas que lo haga” le prometió Riky.

Luis sintió sus mejillas enrojecer y asintió rápido. Ajeno a lo sucedido ahí con su hermano menor Saúl poco antes. Acató la orden. El perro callejero le agarró como había hecho con Saúl. Tiró con la misma saña de su pelo, y cuando Luis consiguió echarse de golpe hacia delante, atrapando la dulce polla de su semental a medio hinchar entre sus labios, mamándola con deseo, Ricky le mostró a Saúl la tremenda cantidad de pelo rubio que le acababa de arrancar a Luis de su cabeza.

“Cuando un sumiso desea con la suficiente intensidad complacer a su Amo no hay obstáculos que le impidan complacerle, incluso si es el propio Amo quien pone las trabas. Un buen sumiso encuentra la manera de superarlas”

Tras aquellas palabras, Ricky hizo emerger a Luis, y le abrazó contra sí de su cinturilla estrecha, succionándole el labio inferior “Estoy muy orgulloso de ti, Luis” le dijo, llamándolo extrañamente por su nombre. El mayor de sus sumisos solo sonrió bobamente, y dejó que su Macho pegara sus labios a los de él y penetrara en su cavidad bucal con esa firmeza y energía tan particulares suyas. Ricky bajó la mano y soltó el aro que mantenía prieta la base de la polla del muchacho, masturbándole mientras le besaba, todo muy suave y tranquilo, lleno de deseo contenido, y de cariño, y tanto se excitó Luis con aquello que se corrió en pocos segundos, llenándole la mano a Ricky de su corrida impura de basura humana, justo antes de que su semen quedara diluido en la misma agua en la que se corrió su Amo poco antes.

“Ggracias mi Señor” susurró el rubio, sintiéndose en la puta gloria, mientras su Macho volvía a atarle el aparato como lo tenía.

2 comentarios:

  1. Hooola!

    Ya que he sido muy pesado todos estos meses preguntando cuando estaría esta parte, ahora solo queda darte las gracias por subirla y agradecerte que estos personajes sigan a un nivel tan bueno. Podría pasarme la vida leyendo de ellos!

    Atentamente,
    ReaderF

    ResponderEliminar
  2. Querido ReaderF,

    Me alegra poder haber cumplido mi promesa. Y además de este, tengo dos capítulos más de Ricky, el perro callejero, que espero que te gusten igual que hasta ahora.

    ¡Un abrazo!

    ResponderEliminar

Entrada destacada

Maite. Secuestrada en Egipto. Cap 01.

Serie larga, donde se relatan las peripecias de la pobre Maite, joven casada a la que secuestran en su viaje de casados. A lo largo de los ...