sábado

El Rey de los Cerdos 04

El obeso nerd Ovidio desvirga el culo de su hermanita pequeña Alba con ayuda de su hermana mayor Valeria. Control mental. (2 de 2) Y termina el capítulo follándose a su propia madre por el coño.


Ovidio miró a su preciosa hermanita Alba tumbada boca abajo sobre la cama de sus padres, con el culo en pompa por los cojines debajo de este. Ordenó a la prepuber, quien tenía la diadema de orejas blancas de gatita medio caída de lado:

— Tu rostro girado mirándome a los ojos, gatita. Quiero verte mientras te poseo como un buen macho posee a su hembra.

Y cuando ella lo hubo hecho, añadió, por placer pervertido propio:

— Dime cuanto me amas y cuanto deseas sentir mi polla en tu culito virgen de gatita.

Y ella obedeció sin dudarlo, a algo que si estuviera consciente, la aterrorizaría y asquearía a partes iguales, pobrecita. Que suerte tenía de no enterarse de nada en absoluto.

—Te amo, Ovidio. Y deseo sentir tu polla en mi culito virgen de gatita.

El seboso de papada se acercó a su hermana menor por detrás, situándose entre sus piernas abiertas. Puso cada manaza suya sobre una de aquellas pequeñas nalgas, que le hubieran cabido cuatro nalguitas en la palma de su manaza. Así de bestia era la diferencia de tamaño entre el gordo seboso y su inocente hermanita virginal.

Ovidio apoyó su gordote glande apestoso contra su orto dilatado lo justo para no rajarla por la mitad en plena violación. Aquello era demasiado bueno joder. Sentía potentes oleadas eléctricas atravesándole con insistencia su polla y sus cojones.

A pesar de las horas dedicadas a dilatarle el orto a la prepuber, en serio parecía que aquel mastodonte que tenía Ovidio por polla infecta y apestosa no sería capaz de meterse en el interior de aquel agujerito diminuto. Imposible. Del todo imposible. Pero aquello no amedrentó a Ovidio, todo lo contrario, le hizo desear con mayor intensidad lograrlo y follársela con todas las ganas que le tenía guardada a Alba.

Ese asqueroso chico de grasas bamboleantes apoyó sus carnes flácidas en la espalda de la cría, y su glande gordo en el ano de su hermana menor. Su ano había dilatado tamaño moneda pequeña, y lo que pretendía caber ahí dentro era tamaño elefante. Gordota y larga como pocas pollas había en el mundo. Más que en África o en el porno duro.

Había vertido un litro de aceite sobre y dentro de ese culo. Su polla también relucía brillante por el líquido resbaladizo. Valeria estaba grabando sus caras y torsos:

—Ahora enfócate en mi polla y su culo — le ordenó, para acto seguido empujar. Empujó y empujó. Y empujó. Pero nada sucedió. Ni medio milímetro de su rabo de semental orondo maloliente logró invadir el orificio anal de la prepuber de coletas y orejas de gatita.

La pobre Alba tenía su mirada perdida se ponía en los ojos tras esas gafas de culo botella de su hermano Ovidio, y permanecía con su cuerpo relajado, como le habían ordenado. A jovencita no impidió en absoluto lo que iba a suceder, aunque estaba claro que en cuanto sucediera el dolor que iba a sentir ella iba a ser atroz. Horripilante. Inhumano. Alegrías del control mental al que la tenía sometida, igual que al resto de la familia.

Los minutos pasaban. Ovidio empujaba. Empujaba. Insistía. Empujaba. Parecía imposible. Pero el gordo asqueroso no cedía en su empeño de penetrar el orto de la menor de sus preciosísimas hermanas, mientras la mayor lo grababa todo con su móvil, haciendo sabrosos primeros planos.

Y parecía mentira, pero tras mucho insistir y no desfallecer en el empeño de empalar a Alba, finamente la puntita del glande del gordo seboso penetró el culo de la cría. Lo notó diminuto. Apretado de mil demonios. Como si le pellizcara. A él le dolía. Y eso le animó a seguir.

—Si entra la punta entra todo. Sepárate las nalgas, gatita.

La rubia de coletitas y diadema de orejitas blancas se puso las manitas en sus cachetes de princesa y los separó. Ovidio estaba en la puta gloria. Empujó. Empujó. Empujó. Empujó. Empujó. Empujó. Empujó. Empujó. Y a cada empujón ahora un centímetro más de su gordota carne dura viril penetraba metódicamente, sin compasión ninguna, aquel angostísimo canal que jamás había cobijado polla alguna en su interior. Y a cada empujón, la cara de Alba reflejaba una mezcla de dolor y placer que había sido obligada a sentir por su condicionamiento mental.

El sol asomaba por el horizonte cuando Ovidio logró empalar a su hermanita Alba incrustándole su pollón elefantino hasta las putas pelotas.

—¡¡AAaAAAAAAAAaaaaaaaaAaaAAAAAaaaaaaaaaaaaaaHhhhH!!

Los gritos no eran de la cría, sino del seboso apestoso de su hermano mayor, quien al sentir que por fin había logrado meter su asquerosa polla en el interior de aquel angostísimo canal que era su culo, comenzó a correrse sin remedio. Dios que bueno era ese maldito culo.

Ovidio se quedó ahí totalmente pegado al cuerpecito de su hermanita. No tenía previsto moverse más hasta volver a tener su polla dura. Y ahora mismo poco había que grabar de acción, así que ordenó a su hermana mayor:

— Valeria, zorra de mierda, deja el móvil por ahora y dedícate a lamerme los cojones y mi culo, por dentro y por fuera.

La idiota de su hermana mayor Valeria dejó de grabar la violación al orto de la más joven de todos y se situó entre las piernas de Ovidio. Si meterse la polla del gordo seboso que no se duchaba en semanas era asqueroso, meterle la lengua en su orificio de defecar no era precisamente una maravilla para los sentidos. Ni una puta de lujo a la que le pagaran 20 veces su salario metería su lengua ahí sin vomitar. Pero Valeria vaya si lo hizo. Su condicionamiento mental la obligaba a no sentir asco por nada que proviniera de Ovidio.

Separó esas nalgotas peludas, rugosas y fofas y amorró sin más su boquita de fresa al inmundo ano de su hermano menor nerd. Penetró al varón con su delicada lengua femenina, dándole un gustazo enorme al obeso asqueroso, y más en el post-orgasmo. Eso era la puta gloria. Valeria hizo movimientos de mete-saca con su sinhueso. Al rato, se dedicó a lamerle con devoción de esclava su perineo, sus cojones, todo lo que había entre los cojones y el orto de Ovidio, fue lamido con eficiencia por su hermana mayor insoportable.

Mientras, Ovidio, tenía abrazada por la espalda a Alba, la más joven, totalmente empalada con su polla a medio endurecedor, que nunca llegó a desinflarse del todo. Le tocaba los pechitos incipientes y su coño virgen y le daba besos lujuriosos, mientras soltaba jadeos por el gusto que le daba todo aquello. Sentía las atenciones que su insoportable hermana mayor le daba a su culo y quería mucho más de eso, pero hoy no. Se lo anotó mentalmente para joderla con eso en un futuro cercano.

Muy pronto el de gafas culo botella estuvo recuperado y listo para la acción.

— Saca tu lengua de mi culo y ponte a grabar, puta de mierda — le ordenó a Valeria.

Ella lo hizo. Ovidio, con su pollón elefantino duro como una maldita piedra, retiró lo justo su cadera para que su glande gordote quedara aun clavado en el interior del orto de su hermana pequeña. Despacio lo sacó, despacio se la volvió a meter. Necesitaba que aquella gatita llegara viva a la adolescencia y le pariera muchos hijos. Ver como una polla gigantesca emergía y se enterraba en un culo tan pequeño sin partirlo en dos parecía cosa de magia.

Pero Ovidio echaba de menos la lengua de Valeria en sus entrañas de gordo seboso.

—Aaaaahhh… hhhmm… Zorra de mierda, dile a la puta de nuestra madre que suba YA.

Valeria dejó de grabar y bajó corriendo a llamar a su madre, que subió obediente y se presentó ante el degenerado de su hijo, violando a su hija pequeña, y le aprecia lo más normal del puto mundo.

—Tu, la desgraciada que me trajo al mundo, encárgate de grabar ahora —ella así lo hizo— Tu, zorra de mierda, abrázate a mi culo y no saques tu lenga de dentro de él hasta que no te lo ordene – ella acudió rauda a complacerle en todo.

Ahora sí, con la imbécil de su madre grabándolo todo en primer plano, y Valeria abrazándole el orondo trasero y dándole mucho placer con su lengüita, Ovidio reanudo la violación al orto de la pequeña Alba, a una velocidad más elevada y sin tantos miramientos.

—¡AaaaAaaaahhh…Que gusto me da darte por culo gatita!

Ovidio arremetía con deleite con su polla contra aquel orificio diminuto que tantísimo le había costado dilatar, hasta que permitiera el paso de un pollón de un tamaño descomunal como el suyo, no solo a una prepuber sino además totalmente virgen. Su hermanita menor Alba recibía aquel monstruo que la violentaba las entrañas sintiendo un dolor atroz, inhumano. Algo insoportable. Pero como Ovidio la condicionó a excitarse con el dolor, y no le prohibió correrse, como le dijo a Valeria, su hermana mayor, pues Alba sentía una mezcla incomprensible de dolor infinito mezclado con un placer inconmensurable, que la arrastraba a un remolino de masoquismo sin remedio.

Valeria había metido su lengua bien hondo en el culo de Ovidio y ahí la dejó por orden de aquel obeso nerd que era sangre de su sangre, sin sacársela en ningún momento. Solo hacía movimientos en el interior del apestoso orificio. Y Ovidio se follaba el orto de Alba con intensidad, haciendo crujir los muelles y la madera vieja de la cama de sus padres en la que la estaba violando por el culo sin compasión, mientras la pequeña se dolía y orgasmaba sin remedio una y otra y otra vez.

Su madre lo grababa todo sin perderse ni un maldito detalle.

Al principio, aquel mastodonte llamado Ovidio, disfrutó penetrando a su hermanita Alba con cuidado. Solo de sentir la deliciosa manera en que su esfínter le envolvía y aprisionaba su rabo apestoso lo hacía sentirse en el cielo de los pervertidos joder. Aquel orificio era suave, cálido, húmedo por el litro de lubricante que usó en él durante horas. Era apretadísimo pero gustoso de la puta hostia. Y a cada empalada con su miembro viril, emanaba un gemido femenino de los labios entreabiertos de la cría que abusaba con tanto placer:

— AaAaaaAaaaahhh…! —gemía Alba.

Que iba acompañado de un jadeo varonil, del violador que tenía su boca puesta contra la de la muchacha:

— ¡AAAaaahHhhAAaAaaaAAaahhhHH…! —gemía más fuerte Ovidio.

Y a medida que el muchacho aumentó el ritmo de sus embestidas, así lo hicieron los sonidos que manaban de ambas bocas, aumentando de nivel.

Tras estar bombeándole el orto a la gatita por un buen rato, el seboso de su hermano mayor aumentó más la intensidad y el ritmo de la tremenda enculada que le estaba dando a la rubia de coletitas. Su rabo tamaño brazo penetraba y emergía de aquel diminutísimo orificio anal de su joven hermanita virgen ahora de manera frenética. Casi sin compasión. A la mierda tanta contención joder. Romperla ya no la iba a romper. El orto de su hermanita finalmente había aceptado toda su extensa virilidad dentro y por su capacidad elástica no se rompía, se amoldaba como buenamente podía al gigantesco invasor. Las entrañas de la niña ardían y lo estaban enloqueciendo. Valeria, su hermana mayor, por su parte seguía devorándole el orto como buenamente podía.

—¡¡Aaaahhh…Aaaahhhh…. Que culo Albaaaaaa jodeeeeeer que culoooo tieneeees!! —la elogió el violador a su víctima.

Ella no respondió nada. El nerd seboso de gafotas empotraba a la preciosa niñita de coletitas a muy buena marcha. Sudaba copiosamente, y ese sudor caía sobre Alba. La pobre rubia era un amasijo de músculos doloridos, envueltos en placer desbordante. El dolor inhumano estaba ahí, solo que no era capaz de quejarse de ello, o de sentirlo como algo negativo, pues le daba placer.

Ovidio agarró firme el cuerpo de Alba y comenzó a follárselo a un ritmo brutal. Le mordía el cuello y la mandíbula y la nuca y la espalda. La besaba baboso con desbordante lujuria. La hermana mayor lo grababa todo con el móvil de cerca.

—¡¡Te convertiré en mi gatita fiel!! ¡¡Haré que adores mi polla como a un Dios viviente!!

Ovidio empotró, empotró, empotró y empotró su firme mandoble de carne rígida contra las arremolinadas entrañas de la prepuber virgen.

—¡¡Córrete y dime cuanto me amaaaaaaaaaaaas gatitaaaaaaaaaAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHH!!

Ordenó el varón, obligando a la jovencita a llegar a su enésimo clímax de la noche, al tiempo que él la empalaba una última vez y comenzaba a derramarle una cantidad ingente de lechada espesa y apestosa en sus entrañas. Tanto que le abultó la tripa.

—¡¡Te amoooo OvidioooOOOohhAaaAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHH!!

La pobre cría convulsionó y todo su cuerpo temblaba por lo violento que la estaban violando, que se le corrieron dentro, y que se corrió ella misma. Luego se desmayó la pobre.

Ovidio disfrutó de los últimos minutos de tener su pollón dentro del orto de la ninfa, y cuando se sintió satisfecho, retiró su rabo a medio desinflar, dejándole a su hermanita un ano dilatado tan grande como la muñeca del brazo de Valeria. Sin exagerar. Alba permanecía tirada boca abajo en la cama, desmayada, con una cantidad imposible de esperma rezumándole de las entrañas recién desvirgadas. La diadema de gatita quedó por ahí tirada.

—Joder tengo que averiguar cómo hacer funcionar la maquina sin que perdáis la consciencia de lo que ocurre, eso me roba la mitad de la diversión.

Valeria, que seguía comiéndole el culo, no respondía a Ovidio, porque su hermano no le estaba dando ninguna orden directa. La pobre Valeria acababa de ser arrollada por un perverso tren que la atropelló sin compasión, y tampoco emitió sonido alguno. Y su madre no había dejado de grabar aún.

Aunque la más joven hembra de su harén familiar estaba fuera de juego, todavía tenía mucho por hacerles a las otras dos putas que permanecían en plena forma y despiertas, su madre y su estúpida hermana mayor.

Y como a Valeria, su hermana mayor, se la había follado ya un par de veces y Alba, su hermanita pequeña, la acababa de sodomizar brutalmente, y estaba ahora medio desmayada sobre la cama, Ovidio decidió que el próximo cuerpo que probaría antes de ponerse a dormir sería el de su puta madre.

—Valeria, para de comerme el culo y vete a dormir ya. Mañana cuando me despierte para ir a la escuela te quiero tener recién duchada, con los dientes y la boca lavados, desnuda y mamándome el rabo bajo las sábanas —le dijo el nerd seboso a la rubia.

—Mamá ven aquí. Suelta el móvil y deja de grabar. De rodillas sobre el suelo.

La fémina, dócil, iba obedeciendo. La madre de todos ellos era una mujer de rasgos que recordaban a los de sus hermanas, claro. Pero en una anatomía mucho más madura, con pechotes grandotes y algo colgantes por la edad. No perfectísima en medidas como Valeria, que parecía una jodida animadora americana, ni Alba, que era una prepuber sin desarrollar. Evidentemente que en el cuerpo de su madre se notaban aquí y allá los estragos de la edad y unos pocos kilos de más. Pero la mujerona estaba de muy buen ver y tenía un par de buenos polvos. Era una buena milf que añadir a su harem incestuoso particular. María de los Ángeles se llamaba.

La mujer iba vestida con un sencillo vestido veraniego de tonos verdes. Chancletas azul verdoso. La polla morcillona de Ovidio, manchada de jugos del coño de Valeria, de restos de la enculada de Alba, y de sus propias y numerosas corridas, apestosa y asquerosa al máximo, permanecía por ahora desinflada. Pero no por ello pequeña.

—Mamá, sácate las tetas del vestido. Te las quiero ver ahora mismo. Úsalas para masturbarme —ordenó Ovidio, el nerd obeso, que permanecía sentado en el borde de la cama.

María de los Ángeles se desabrochó la cremallera posterior del vestido, permitiendo así poder sacar sus brazos de dentro de la tela. Se apartó el sujetador azul oscuro hacia arriba. Sus gruesas tetas maternas aparecieron ante los ojos ávidos de perversión del hijo, quien había mamado de ellos siendo bebé… y quien volvería a mamar de ellos cuando le saliera de los santos cojones gracias al control mental que ejercía sobre su familia.

Como le había ordenado su propio hijo, la madre colocó su pollón inmenso entre sus suavitas tetas y comenzó a masturbar aquella anaconda de carne viril con ellas, mientras se dedicaba a darle mucho placer con la boca en su glande gordote, manchado de semen y otros jugos, pasándole con habilidad su lengua.

Preguntarle a la puta de su madre si era virgen del coño o la boca era una tontería.

—¿Has follado por el culo mamá? —quiso saber el obeso nerd gafotas, mientras su polla se despertaba.

—No. Eso es antinatural —replicó la mujer.

—¿Tomas anticonceptivos? —le cuestionó su hijo a continuación.

—No lo necesito. Llevo puesto un DIU —un pequeño dispositivo intrauterino para evitar embarazos.

Ovidio no tenía claro el querer preñar a su madre. Por ahora quería preñar a hembras más jóvenes. A la puta que lo parió por ahora con abusarla por todos sus orificios y tratarla como pura basura, saco de esperma y esclava sexual le bastaba. Si el día de mañana cambiaba de opinión siempre podía ordenarle a su madre ir al ginecólogo a quitarse el DIU.

Ovidio, con la polla bien dura ya, se tumbó sobre la cama.

—Vale, ya basta. Quítate las bragas, el sujetador y el vestido. Móntate encima mío y métete mi polla por el coño, madre. Quiero que me cabalgues cual amazona hasta que me corra dentro de tu sucio coño de puta.

Irremediablemente, por su condicionamiento mental, la madre de Ovidio obedeció, desnudándose completamente y sentándose a horcajadas sobre el cuerpo sudoroso, apestoso, lleno de grasas colgajonas y desagradable de su propio hijo. Le cogió la polla húmeda de su saliva, ese tronco de carne tamaño brazo de niño y se lo apuntó a su vagina maternal, en un gesto decidido. Ella estaría llorando y suplicando por no sentir el dolor que sentiría cuando fuera violada por esa herramienta viril elefantina que cargaba su hijo entre las piernas, pero con control mental la fémina se mostraba de lo más dócil y colaborativa, como sus otras dos hijas, Alba y Valeria.

Ah mierda que putas ganas tenía Ovidio de lograr violarlas pero siendo ellas totalmente conscientes de todo. Joder. Si lo conseguía, sería la puta hostia violarlas. Pero mientras lo conseguía, disfrutaría de lo que tenía. Ya que la zorra que lo parió era virgen por el culo, reservaría ese manjar divino para otra ocasión más propicia, en la que ella sí se enterase de todo lo que le pasaba. Por ahora disfrutaría de follársela por el coño, como Valeria. Y como Alba por su culo. A cada hembra de su harén le reservaba la ocasión especial de desvirgarlas por cierto orificio en un futuro cercano que consiguiera tener un mayor control sobre el nivel de consciencia de sus víctimas siendo controladas mentalmente.

—Aaaahhh… hhmm... — emergían suaves gemidos de la boca de María de los Ángeles mientras ella comenzaba a empalarse su coño materno con el vergón descomunal de su hijo.

—¡AaaaAaaahhhh…! ¡Jodeeeer cabronaaa... ya veo de dónde han sacado sus orificios jugosos y ser unas buenas putas mis hermanas! —“elogió” Ovidio a su madre.

La pobre mujer empujaba su coño hacia abajo con ganas, y su vagina había parido a tres niños sanos, así que no estaba tan apretada como el coño de Valeria, o el apretadísimo orto de Alba, pero aun así con su mastodóntico rabo cualquier coño que Ovidio abusara lo sentiría apretado. Y la fémina en cuestión sentiría si o si un dolor atroz. Sensación de sentirse reventar y estallar por dentro. Enorme presión interna. Daño lacerante. Sentirse tan rellena de carne de macho viril que su orificio parecía expandido al máximo humanamente posible.

Así se sentía María de los Ángeles mientras se penetraba el coño lleno de jugos con el pollón apestoso de su hijo Ovidio. Él la condicionó, como hizo con sus dos hermanas Valeria y Alba:

—A partir de ahora sentirás un enorme placer de ser follada por mi polla por cualquiera de tus orificios… AaaAaaaaaaAAhahah…. Joder… Mierda… ¡Que coño de zorra de primera tienes para follarte!

Era como la quinta o la sexta vez que iba a correrse ese día tan memorable y especial. Pero Ovidio estaba tan enormemente excitado que su polla estaba durísima como una maldita piedra y sentía sus gigantescos cojones cargaditos de esperma, igual que la primera vez que eyaculó. Saber que estaba abusándole el coño a su propia madre era delirantemente delicioso.

El nerd gafotas sobeteaba a gusto el cuerpo de milf de su madre. Sus pechotes grandotes se los metía en la boca y obligaba a María de los Ángeles a morrearle constantemente. Le azotó el culo. Estrujó sus tetas de hembra con anhelo febril. A medida que aumentaba su excitación de macho, aumentaban sus movimientos hacia ella. Hasta que al final su madre poco más podía hacer que mantener el equilibro encima del orondo cuerpo seboso de Ovidio, quien embestía con su cadera contra a vagina materna, empalándole su grueso y largo pollón tan fuerte y duro que parecía que ella terminaría golpeando el techo con su cabeza. Sus pechotes de madre se bamboleaban violentamente.

—¡AaaaaAaaaaAAaaahhh…! —y claro, cuanto más le dolía y más era salvajemente empotrada por su propio hijo, mayor era la excitación que sentía María de los Ángeles.

—¡¡AaAAAAAAaAaaAaaAAAAAAAA!hhHH! ¡¡Me corroooooooooooooo yaaaaaaaaaaaaaaa mamáaaaaaaaaaaa te llenaré el coño de mi semen de machooooooooooooo!!¡¡CORRETE CONMIGOOOOOO!! —exclamó el gordo, comenzando a derramar una cantidad generosa de lechada espesa y caliente directa al útero de su madre, quien no pudo evitar llegar al orgasmo al mismo tiempo que el seboso asqueroso de su hijo.

Tras haber cumplido como semental de la casa con todas las hembras de su harén familiar, Ovidio le sacó su polla de dentro del coño a su madre, y quedó rendido sobre la cama, de lado, abrazándose al cuerpo ya dormido hacía rato de Alba, su dulce hermanita menor.

—Ve a dormir. Mamá, mañana despiértate bien pronto. No te duches. Quiero que sigas con mi semen dentro de ti. Baja a prepararme el desayuno desnuda. Ya decidiré si me apetece o no follarte o abusarte la boca antes de irme al colegio, guarra.

Ella asintió, con las tiemblas temblorosas y una cantidad generosa de semen de Ovidio rezumándole del coño.

Ah… aquel iba a ser un año cojonudo.

1 comentario:

  1. Simplemente perfecto, la forma de escribir y de hacer hincapié en la fealdad y asquerosidad de Ovidio, contraponiéndolo a la belleza de su madre y hermanas, esas ganas de violar y embarazar a la prepúber, esas órdenes tan directas y agresivas... 10/10, adoro esta serie

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