sábado

El Rey de los Cerdos 03

El obeso nerd Ovidio desvirga el culo de su hermanita pequeña Alba con ayuda de su hermana mayor Valeria. Control mental. (1 de 2)


Valeria, la preciosa rubia hermana mayor de Ovidio, el cerdo seboso nerd, estaba arrodillada entre sus piernas, lamiéndole con dedicación de esclava el perineo al asqueroso de su hermano menor obeso, bajo la mesa del comedor, tras haberle preparado la cena vestida de sirvienta, y haberse follado ella solita su duro e inmenso pollón, y seguramente haberla preñado, gracias al control mental que el asqueroso tipo tenía sobre ella desde el día del accidente con su trabajo de ciencias. Del coño de la rubia rezumaba un incesante reguero de semen que formaba un charco entre sus rodillas.

En ese preciso instante se abrió la puerta de la calle y entraron la madre, el padre y Alba, la hermana pequeña de Ovidio y Valeria.

Al nerd seboso y apestoso le dio un sobresalto el corazón, porque si bien sí había estado trabajando en manipularles la mente a cada uno de los miembros de su familia en ese mes que pasó desde el incidente, esa era la primera vez que todos serían testigos de lo que sucedía entre él y Valeria, y normal que sintiera cierto desasosiego por si algo fallaba y alguno de ellos no reaccionaba como él esperaba que lo hiciera. Los condicionó mentalmente de tal manera que no encontraran extrañas actitudes sexuales entre miembros de la familia, como esa entre Ovidio y la puta de su hermana mayor. Y eso fue exactamente lo que pasó.

Todos saludaron, y los padres comenzaron a comentar sobre la película que acababan de ver en el cine. La madre se puso a preparar la cena. El padre se sentó en la mesa junto al obeso asqueroso de su hijo, con Valeria dedicada con toda su pasión a lamerle el perineo y los cojones al nerd, con su preciosa cara enterrada bajo el cuerpo del gordo abusón. Su hermana menor Alba observaba con curiosidad lo que hacía la mayor entre las piernas del cerdo asqueroso y apestoso de su hermano, quien dirigió la mirada hacia ella, con aquellas gafas de culo de botella que lucía el varón recién desvirgado.

—Alba, ya es hora de que participes de las “cosas entre hermanos”. Arrodíllate junto a Valeria y copia lo que ella haga.

—Sí, Ovidio.

Tras corregirla para que lo llamara Dueño o Señor, la preciosa Alba, que era físicamente parecida a Valeria, pero en menor estatura, con pechos más pequeños y una figura más estrecha y prepúber, se arrodilló junto a su hermana mayor, y ambas, por orden del cerdo seboso, lamieron juntas la polla de Ovidio, que cada vez estaba más dura.

—Mamá. Ven y sácale a Valeria las zanahorias del culo. Quiero que prepares una ensalada con ellas. Y no las limpies ni les quites la piel.

—Si, hijo.

Su madre se agachó bajo la mesa y le extrajo los vegetales naranjas del orto a su hija mayor, comenzando a preparar una ensalada con ellos. El padre no decía nada en absoluto. Ovidio lo estaba condicionando para que se sintiera ya un viejo desplazado que no servía para más que trabajar. Lo mentalizaba para que se diera cuenta que ahora el nuevo alfa semental de la casa era él, Ovidio, y debía rendirse a dejar que el cerdo asqueroso de su hijo tomara como mujeres a sus dos hijas y a su mujer. Y parecía que estaba funcionando la mar de bien.

El obeso violador miró a sus dos hermanas juntas lamiéndole el rabo gordote que cargaba entre las piernas. Valeria, su hermana mayor, deslumbraba por haberse convertido en una belleza rubia inigualable poseyendo un físico de infarto estilo animadora americana. En cambio, Alba la más pequeña, todavía no había alcanzado ese punto de madurez, pero joder… estaba en muy buen camino. Ella lucía dos coletitas altas con sendos lazos rosas que apartaban su pelo rubio largo por los hombros, algo más oscuro que el de Valeria, y ondulado, al contrario que el de la mayor que era liso y le llegaba por media espalda. Los ojos de Valeria eran azul celeste, mientras que los de Alba eran de color azul violáceo. Una ya había alcanzado la madurez, y la otra estaba por atraparla. Así que sus pechos eran más pequeños, su cadera no tan pronunciada, y su altura y complexión menor, comparada con su hermana mayor.

Ovidio comenzó a realizarle un pequeño interrogatorio a Alba, como había hecho ya con Valeria antes.

—¿Eres virgen, Alba? ¿Por todos tus orificios?

La niña asintió con la cabeza, mirándolo a los ojos con su mirada de reflejo violeta, mientras seguía dándole lametones al tronco de su polla cada vez más dura, junto a su hermana mayor Valeria. Si, Ovidio había creído que Alba era virgen, y no se equivocaba.

—¿Te masturbas?

Su hermana menor negó con la cabeza y continuó lamiendo su rabo de macho. Joder las cosas se iban poniendo de bien a mejor para el gordo seboso.

—¿Te ha venido ya la menstruación?

De nuevo Alba negó con la cabeza.

Con Alba actuaría distinto a con Valeria. Ya se había follado el coño de su hermana mayor, y deseaba preñarla. Pero como ella siempre fue muy cruel con él, llamándolo cerdo seboso y mil otros insultos, quería esperar a tener listo su aparato de control mental y ser capaz de obligarla a que su cuerpo le obedeciera, pero siendo ella consciente de todo, el día que le rompiera el culo por primera vez con su pollón gigantesco.

Con su hermana pequeña sería al revés. Esperaría a que estuviera consciente, pero incapacitada para reaccionar, para desvirgar su coño. Por ahora no podía preñarla, pero ya llegaría el día. En cambio, aprovecharía ahora que ella no era capaz de comprender lo que estaba pasando para robarle la virginidad a su culo. Porque si meterle la polla por el coño a Valeria, la mayor, que ya había tenido sexo con varios tipos, había sido un suplicio para ella y casi Ovidio sintió que la estaba reventando en dos… no quería imaginarse cómo sería para su hermana menor Alba el tener incrustado por primera vez aquel trabuco que era el doble de gordo que sus piernas dentro de su culo. Alba no había sido tan cruel con él, solo le ignoraba, y no merecía tal ensañamiento por su parte.

La madre había terminado de preparar la ensalada con las zanahorias que Valeria había llevado metidas por el culo, sin limpiarlas ni quitarles la piel, y sirvió cada plato.

—Un momento, que falta que aliñe la ensalada.

Ovidio se puso en pie, y comenzó a masturbarse. En poco rato había llegado al orgasmo, regando de abundante leche espesa, amarga y apestosa cada plato de la mesa. Y dirigió los últimos chorretazos a la cara del imbécil de su padre.

—Ya podéis comer —les ordenó, y así lo hicieron.

Entonces se dirigió a la mayor de sus hermanas, la que acababa de follarse vestida de criada y que ahora lucía sus tetas a la vista de todos.

— Valeria, tú limpia mi corrida del suelo con la lengua. Luego come tu plato con mi aliño especial. No tardes mucho. Te quiero en la ducha en cinco minutos. Y en quince en la habitación principal. No te molestes en vestirte.

El obeso volvió a dirigirse a sus padres.

—Ahora yo ocuparé vuestro cuarto. Vosotros podéis dormir aquí en el comedor. ¿Tenéis juguetes sexuales escondidos en algún lugar?

El abusador dejó a la familia abajo comiendo aquella ensalada aliñada con su corrida y subió al primer piso, dirigiéndose al cuarto de sus padres, la suite, que ahora le pertenecía, como nuevo macho alfa de la casa. Todavía llevaba puesta esa bata de estar por casa desabrochada, por lo que se veían perfectamente sus grasientas carnes orondas balanceándose de aquí para allá, así como lo hacía su enorme pene en reposo colgajoso entre sus pantorrillas, mientras ascendía por las escaleras, seguido de cerca por su hermanita Alba, que llevaba un vestido rosa plisado largo por las rodillas.

Al entrar en la habitación, dispuso un par de almohadas sobre la cama.

—Túmbate aquí boca abajo sobre las almohadas, Alba.

—Si, mi Señor.

La menor de las hermanas se puso como el cerdo seboso de Ovidio le había ordenado. De mientras, él abría el armario empotrado y sacaba una mochilita roja colgada de una percha al fondo de todo. Ahí le dijeron sus padres que guardaban sus juguetes sexuales. Abrió la mochila y volcó todo lo que contenía sobre el tocador de su madre. Había un par de juegos de bolas chinas de varios tamaños, un bote de lubricante, una diadema blanca de orejas de gato, una fusta, unas esposas con acolchado rosa, una venda blanca para los ojos, un pequeño huevo vibrador, un consolador de buen tamaño como de cristal y un puñado de condones de sabores.

Cogió el consolador y lo evaluó. Era raro que lo tuviera de aquel material. Normalmente eran de materiales mucho más suaves y agradables al tacto. La curiosidad pudo con él y se asomó al pasillo, gritando su pregunta a su madre, que estaba en el piso inferior.

—¡Mamaaaaa! ¿¡Porqué mierdas tu consolador es de vidrio!?

—¡Porque puedes calentarlo metiéndolo en agua caliente, o enfriarlo en el congelador!

Ah, era por eso. Bien, pues ahora ya sabía cómo utilizarlo. Pero no lo haría con Alba. Con ella necesitaba conseguir dilatarle el culo lo suficiente como para poderle meter él al menos dos de sus dedotes gordos como salchichas, antes de intentar follarla con su enorme polla dura como una piedra.

Ovidio cogió algunas cosas y volvió a la cama, dejándolas ahí. Lo primero que hizo fue ponerle la diadema de orejitas de gato a su hermana Alba en su cabecita rubia. Se sujetaba bien con aquellas dos coletitas que llevaba hoy.

—Alba, a partir de hoy tú serás mi gatita.

Le dijo el obeso cerdo seboso de su hermano mayor, situándose detrás de ella y separándole las piernas. Le levantó la parte de debajo de la falda por encima de la cintura y dejó al descubierto unas braguitas blancas con florecitas rosas. Era demasiado morboso todo el conjunto. Su ropa, su peinado, su absoluta sumisión a su persona. Increíble. Se la iba a follar bien a gusto por ese culito tierno que tenía la muy puta.

Ovidio pegó su nariz al coño cubierto por la tela de la braguita de su hermana menor y aspiró bien hondo, saboreando aquel aroma a hembra sin estrenar. Luego, cogió la prenda de ropa interior y la deslizó hacia abajo, dejándosela puesta a Alba a la altura de las rodillas, que ella apoyaba sobre la cama puesta boca abajo sobre los cojines como le había ordenado el obeso nerd asqueroso, quedando su culo de gatita en pompa.

Lo primero que hizo Ovidio fue comprobar la virginidad de su linda hermanita de orbes violáceos. Puso un dedo a cada lado de sus labios mayores y los apartó, abriéndole el orificio de su coño para poder mirar dentro. Ahí estaba su himen. Mierda. Su polla le palpitó duro del gusto que sentía al saber que pronto le robaría aquella virginidad a su gatita. Su madre evidente que no sería virgen del coño, y su hermana mayor ya había follado con otros antes de llegar a él. En cuanto a culos vírgenes sí que tenía varios donde elegir, pero coños inmaculados que él fuera a romper a pollazos y coños que solo sentirían la presencia de una única polla, la de su macho Ovidio, solo Alba, la menor de sus hermanas. Y eso le ponía a mil. Y precisamente por ello quería conseguir que ella fuera consciente del momento en que le robara aquella virginidad y la convirtiera completamente en su hembra para siempre. Y futura madre de sus hijos en cuanto fuese capaz de gestar uno.

El nerd seboso con gafas de culo de botella dejó de mirar el coño de su hermanita y dirigió sus orbes oscuros al orificio que estaba por estrenar aquella noche. Su precioso culito. El orificio anal de Alba era minúsculo. Diminuto. Ahí es que no cabía ni la cabeza de un maldito alfiler. Y tenía que meterle un rabo de caballo ahí. Miró las bolas chinas. Joder, eran demasiado grandes. Probó lubricando bien entre las nalgas de su hermanita pequeña y empujando con su dedo índice, pero nada. Imposible. No se le podía introducir nada en esa parte tan estrechita y apretada de su anatomía. Pero el nerd seboso no iba a rendirse fácilmente. Cogió un lápiz que su padre tenía en su mesilla de noche junto a una revista de sudokus, y lo pringó bien pringado de lubricante. Lo giró dejando el extremo afilado por fuera y apoyó el otro extremo contra el diminuto agujero que era el ano de su gatita preferida.

—Hhhnnn…

Ella jadeaba y estrujaba las sábanas, pero no hubo queja ninguna. Finalmente, el gordo asqueroso consiguió que la puntita del lápiz se introdujera dentro del orto de la rubia de coletitas. En ese momento entró su hermana mayor Valeria al cuarto, totalmente desnuda y recién duchada. Al verla, Ovidio recordó como la condicionó para que sintiera gran placer cuando le abusaba el culo o su coño. Solo tenía que repetir la jugada con Alba, para irla volviendo una ninfómana adicta a su pollón de cerdo seboso, y masoquista de paso.

—Tú, puta de mierda, ven y cómele el coño a mi gatita —como Alba llevaba aquella diadema blanca de orejitas de gatito quedaba claro a quien se refería el seboso— No metas nada por su coño. Solo cómeselo por fuera. Su virginidad es mía.

—Sí, mi Señor.

Su hermana mayor, con el pelo mojado por la reciente ducha, se metió en la cama con su hermanita Alba y el obeso de su hermano menor, y comenzó a devorarle el coño a la gatita con todas sus ganas. Entonces Ovidio comenzó a empujar el lápiz fino en el interior de las entrañas de aquel ser celestial que tenía por hermana menor, y comenzó a condicionarla como lo había hecho antes con Valeria, la mayor.

—Gatita, cada vez que te metan algo por el culo o por tu coño, y sientas dolor, ese dolor provocará que tu vagina se llene de jugos y palpite de un intenso placer, así como tu culo. Aprenderás a unir ambas cosas. Y a excitarte muchísimo por ser follada por el culo, sobre todo si soy yo quien te lo hace. Tu Dueño y Señor.

Por ahora a Alba no iba a negarle los orgasmos. Mejor que sí que los tuviera cuando le apeteciera. Eso la ayudaría a relajarse y facilitaría que luego pudiera penetrarla con su duro vergón de macho alfa en ese culito endemoniadamente estrecho que tenía. Porque le iba a doler de lo lindo. Y Ovidio no pensaba dejar que amaneciera sin habérselo estrenado a gusto.

Valeria pasaba con deleite su lengua por cada rincón del coño de Alba. A veces Ovidio le ordenaba separar la boca de ahí y morrearle apasionadamente. A veces el gordo seboso le ordenaba a su gatita de coletas que se volteara para poder besarla a ella. Dedicó un buen rato a estimular su ano, metiéndole y sacándole el fino lápiz. Cuando notó que ya no estaba apretadísimo como al principio, decidió meter algo un poquito más grueso. El dedo índice de su hermana mayor. El suyo no valía porque era como el doble o más de grueso. Imposible.

Su hermana mayor devoraba la vagina de la menor, y le sodomizaba el culo con su fino dedo índice bien pringado de lubricante. La escena era de lo más morbosa joder. Necesitaba meter ya su polla en algún orificio caliente, pero para poder disfrutar del culo de Alba todavía quedaban horas de paciencia y dedicación. Así que se decidió por el coño recién follado de Valeria, su hermana mayor. Quería asegurarse de preñarla, y solo se le había corrido dentro una vez. Necesitaba repetir la jugada muchísimas más veces para asegurarse de que aquella guarra insoportable quedaba embaraza de su propio hermano menor.

El coño de Valeria estaba encharcado de ricos jugos de hembra. Así que cuando el cerdo seboso de Ovidio la agarró por la cadera y apoyó su gordote glande apestoso a ese orificio, empujando firme con todas sus puñeteras fuerzas, no le costó nada enterrarle hasta la mitad su gigantesca polla de macho alfa. Su hermana mayor soltó una mezcla de gemido y grito que se escuchó por toda la maldita casa, mientras su cuerpo de ninfa rubia de orbes azules era empujado con violencia contra el coño de su hermana menor Alba que se estaba comiendo.

—¡¡AAAAAaaaaaAAAAAAAAaaaAAAAAAAHH!!

Joder, aquello no era una polla, era una puta arma de destrucción masiva. Por la brutalidad del embiste, y no haberla preparado en absoluto, la puta de su hermana mayor sintió un gran dolor en su vagina cuando fue violentamente atravesada con el duro pollón inmenso que cargaba el nerd asqueroso de su hermano menor. Si no le hizo desgarros fue porque la muy puta ya estaba chorreando de gusto al estar comiéndole el coño a Alba, mientras anhelaba con intensidad que su hermano menor obeso volviera a empalarla con aquel vergón viril de infarto. Fue su propio elevado estado de excitación de perra en celo que provocó que su coño dilatara de inmediato estirándose todo lo posible, y estuviera lo suficientemente mojado para que aquel tronco de carne la pudiera empalar con crueldad sin destrozarla por dentro.

Por su condición mental, cada vez más adicta a la polla de Ovidio, y siendo cada hora más masoquista, Valeria no deseó que el nerd gafotas de su hermano menor le sacara aquel pollón de caballo de dentro, sino todo lo contrario.

—Siiii…. AAaaaaahh… mi señor… ¡Fóllame bien duro con tu dura polla!

—Pero que puta y guarra eres joder. El cerdo de tu hermano menor te está violando con su rabo y tú te abres de piernas y suplicas por más ¡Pues lo vas a tener!

Ovidio no le había ordenado que dejara de comerle el coño a la gatita, ni que parara de masturbarle el culo a la menor de sus hermanas con su dedo índice, así que Valeria continuó haciéndolo como buenamente podía, mientras el cerdo seboso de Ovidio iniciaba un frenético vaivén intenso, incrustándole su durísimo pollón de macho alfa cada vez más profundo en su coño chapoteante de zorra en celo. En pocos minutos el violador logró empalarle su vergón gordote y larguísimo hasta la puta raíz, y sus grandes cojones cargados de leche golpeaban una y otra vez sin descanso contra el delicioso cuerpo de la estúpida de su hermana mayor, hasta que presa del máximo placer concebible por un ser humano, el gordo nerd incrustó hasta la raíz su trabuco tamaño brazo y lo dejó en lo más hondo de la vagina de su preciosa hermana mayor Valeria, inundándole su fértil matriz adolescente con litros de semen espeso y amargo.

—¡¡Préñate de mi hijo, hija de la gran puta!! ¡¡Córretete!

Cuando Ovidio terminó de violentar con fiereza el coño sabroso de su hermana mayor, ésta tras recuperarse de su propio orgasmo obligado y condicionado mentalmente, Valeria pudo mejor volver a dedicarse a dilatar el culito prieto de la menor de las hermanas, Alba.

Las horas de la noche fueron pasando, y por el orto de la gatita virgen de orejitas blancas pasaron dedos, bolas chinas, primero las más pequeñas, y luego las más gruesas, y a continuación Ovidio le metió el mango de la fusta. De tanto en tanto la puta de Valeria era obligada a mamarle la polla, a comerle el coño a Alba, a morrear a uno o a la otra. Estaba próximo ya el amanecer, cuando el gordo seboso apestoso consiguió meterle al fin a la preciosa ninfa de diadema de gatito dos de sus gruesos dedos en el interior de su orto diminuto prepuber y logró moverlos dentro y fuera, follándole con ellos como pronto iba a follarle el culo a esa pequeña gatita con su descomunal pollón viril de macho que lucía ahora mismo tieso y listo para la acción, palpitante, erecto, amenazante.

—Voy a desvirgarte el culo con mi polla de macho, Alba —anunció con una cara de pervertido vicioso que no podía con ella. Joder como le excitaba saber que su polla sería la primera, la única y la última que penetraría en cada orificio de la menor de sus hermanas. Se acabó la espera. Por fin llegó el momento glorioso. Toda la casa tenía cámaras y micros situados estratégicamente, pero le dijo a Valeria — Tu, puta, coge el móvil y grábame mientras me convierto en el macho de Alba. Quiero que saques primeros planos de lo más importante. Nuestras caras. Su culo y mi polla. Quiero que se nos reconozca y ver al detalle todo lo que suceda ¿te ha quedado claro, estúpida de mierda? —ella asintió.

2 comentarios:

  1. Grandiosa eres una excelente creadora de obras eróticas con esta historia tienes a todos tus lectores esperando la continuación de cada uno de tus relatos, realmente te felicito y espero pronto poder leer la continuación.
    Un abrazo desde Chile

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