miércoles

Cenizas Incandescentes

Oscuridad.

Oscuridad completa.

No sé cuánto tiempo hace que permanezco aquí encerrada… ¿encerrada? No siento unas frías esposas en mis muñecas, ni pesadas argollas retienen mis pies. No estoy sentada, ni en pie. No poseo cuerpo. No veo absolutamente nada. La total negrura se ha apoderado de todo. De mí. De mi entorno. De mi mundo. Mi universo. Solo existe oscuridad.

Ya no creo en fantasías. Hace ya mucho que dejé atrás el tiempo de soñar. De ilusionarme. De imaginar. De sentir. O eso insisto en pensar.

De pronto, de la nada, en un lugar situado fuera del tiempo y el espacio conocidos, algo parece palpitar frente de mí y hace que me despierte de mi letargo. ¿Cuánto tiempo ha pasado desde la última vez que fui capaz de utilizar mis ojos para algo distinto que ocuparlos en ese basto e infinito océano de oscuridad? ¿Cuándo fue la última vez que sentí la necesidad de moverme? Siento que podría haber sido ayer, o hace cien años. El tiempo es irrelevante aquí donde permanezco… cautiva(?).

Con un cuerpo que no veo, y que ni si quiera soy capaz de notar, así que no soy capaz ni de saber cuál es mi propia anatomía, a fuerza de pura voluntad alimentada por mi enorme curiosidad innata por todo, comienzo a acercarme a esa débil luz que me atrae como si yo fuera una inocente polilla incapaz de negarme a su belleza atractiva. Sin saber ni comprender de qué se trata. Sin sopesar si existe algún peligro en ella.

Ante mí, lo único que no queda engullido por esa densa oscuridad que lo ocupa todo en mí y a mi alrededor, flotando en medio de la nada, son esa especie de cenizas incandescentes agrupadas en un puñado que cabría en mi mano abierta, que parecen más apagadas por la corteza superior, pero que al palpitar como lo haría un corazón humano vivo de un brillo rojizo más intenso por dentro. De manera trémula. Casi tímida. Como si no quisiera perturbar las tinieblas que lo rodean. Pero irremediablemente lo hace. Es su propia naturaleza luminiscente que lo hace resaltar, aunque levemente, de nuestro sombrío entorno.

Es en la noche más oscura cuando realmente se aprecia el verdadero valor de la luz.

Súbitamente, una explosión de furiosa luz que me haría apartar la mirada si es que aun tuviera ojos en la cara. Una preciosa y majestuosa ave en llamas emerge de los restos de aquellas extrañas cenizas, se eleva alto en el firmamento. Llena de color el oscuro abismo de soledad con el fulgor de sus llamas.

Ahora ya soy capaz de ver el mundo que me rodea. La gente. Las casas. Los árboles. Con unos colores más vivos que jamás había notado nunca antes en ellos.

El ave se detiene unos segundos allá arriba, batiendo sus colosales alas flamígeras. No puedo ver sus oscuros ojos desde aquí abajo, pero entiendo que me está mirando fijamente a mí. Lo sé.

De pronto el fénix renacido de un pequeño puñado de cenizas candentes comienza a caer volando en picado hacia mi persona. De verdad que es el ser más increíble y bello que haya tenido la fortuna de observar. Enormes alas y largas colas envueltas en fuego y llamas, tan hermoso visto de lejos, pero dañino si te acercas demasiado.

Pero no siento miedo de él. En absoluto.

No cierro los ojos cuando su silueta flamígera y la mía entran en furioso contacto por la gran velocidad a la que volaba aquella ave mitológica.

No hay dolor. No quema. Nos hacemos uno.

Miro hacia abajo y veo que he recuperado mi conocido cuerpo de mujer humana. Pero no solo eso. En mi espalda han aparecido dos majestuosas y enormes alas negras envueltas en fuego y llamas. Soy la misma de siempre. Pero ahora sé que puedo volar, y renacer de mis cenizas.

Siento que ahora que esa ave de los mitos y yo somos una, como si ese fuego abrasador inundara todo en mi interior. Me renueva las fuerzas perdidas. Recuerdo quién soy. Recuerdo mi poder. Cuál es mi deseo. Mi camino. Y me dispongo a retomarlo.

Ante mis ojos, en esta hermosa playa, despierta un nuevo amanecer, tiñendo el cielo azul de tonalidades rojizas y anaranjadas a conjunto con mis nuevas alas.

Y a pesar de que siempre tuve terror a las alturas, ahora me siento mucho más segura de mí misma con mis alas nuevas. Podré caer de nuevo a la oscuridad. Pero ahora sé cómo salir de ella.

Comienzo a batir mis alas, dirigiéndome sin necesidad de andar, al lejano horizonte azul y anaranjado, con enorme curiosidad por saber qué me deparará el destino una vez llegue más allá del terreno conocido por mi hasta ahora. Más allá del horizonte. Al otro lado de todo.

¿Cómo será el mundo al otro lado del amanecer?

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Entrada destacada

Maite. Secuestrada en Egipto. Cap 01.

Serie larga, donde se relatan las peripecias de la pobre Maite, joven casada a la que secuestran en su viaje de casados. A lo largo de los ...